Suma teológica - Parte II-IIae - Cuestión 103
La dulía
Trataremos a continuación de las partes de la observancia (q.102 intr). En primer lugar, de la dulía, que tributa a los superiores el debido honor y las demás muestras de consideración que tienen que ver con esto; en segundo lugar, de la obediencia por la que se obedecen sus mandatos (q.104).

Acerca de la dulía se formulan cuatro problemas:

  1. ¿El honor es algo espiritual o corporal?
  2. ¿El honor se debe sólo a los superiores?
  3. ¿La dulía, a la que toca dar muestras de honor y culto a los superiores, es virtud especial distinta de la latría?
  4. ¿Se distinguen en ella diversas especies?
Artículo 1: ¿El honor importa algo corporal? lat
Objeciones por las que parece que el honor no importa algo corporal.
1. El honor es la manifestación de reverencia para dar testimonio a favor de la virtud, como puede verse leyendo al Filósofo en el I Ethic.. Pero la manifestación de reverencia es algo espiritual; pues reverenciar no es otra cosa que un acto de temor, según se ha dicho (q.81 a.2 ad 1). Luego el honor es algo espiritual.
2. Según el Filósofo, en el IV Ethic., el honor es premio de la virtud. Pero la virtud, que consiste en algo espiritual, no puede tener por premio algo corporal, pues el premio debe ser superior al mérito. Luego el honor no consiste en cosas corporales.
3. El honor se distingue de la alabanza y también de la gloria. Pero la alabanza y la gloria consisten en cosas exteriores. Luego el honor consistirá en algo interior y espiritual.
Contra esto: está el que San Jerónimo, exponiendo aquellas palabras de la 1 Tim 3,17: Honra a las viudas que lo son de verdad y Los presbíteros que presiden bien sean tenidos en doble honor, etc., comenta: Honor significa aquí limosna o donativo. Pero ambas cosas son corporales. Luego el honor consiste en cosas corporales.
Respondo: Que todo honor supone algún testimonio acerca de la excelencia de alguien. Por eso los hombres deseosos de honores buscan tales testimonios de su excelencia, como consta por las palabras del Filósofo en I Ethic.. Y tal testificación se da delante de Dios o delante de los hombres. Bien es verdad que ante Dios, escrutador de los corazones (Prov 24,12), con el testimonio de nuestra conciencia basta. Y, por tanto, el honor, por lo que a Dios se refiere, puede consistir únicamente en actos interiores; por ejemplo, en aplicar el pensamiento a la consideración de la excelencia de Dios o de la de otro hombre ante Dios. Mas, en las relaciones de hombre a hombre, nadie puede dar testimonio si no es mediante signos exteriores: sea por medio de palabras, como cuando uno pregona las excelencias de otro; o mediante hechos, como inclinaciones, saludos, etc.; o también mediante cosas exteriores, por ejemplo en la ofrenda de obsequios o regalos, o en la erección de estatuas, etc. Según esto, el honor consiste en signos exteriores y corporales.
A las objeciones:
1. No son términos idénticos la reverencia y el honor; sino que la reverencia es, por una parte, principio motivo del honor o, lo que es lo mismo, que honramos a una persona por la reverencia (o respeto) que le tenemos; por otra parte, la reverencia es fin del honor, en cuanto que honramos a alguien a fin de que sea reverenciado por otro.
2., como escribe el Filósofo en ese mismo lugar, el honor no es premio suficiente de la virtud, aunque no puede hallarse otro mayor entre las cosas humanas y corporales; por cuanto en él, de hecho, las mismas cosas corporales se convierten en signos reveladores de la excelencia de la virtud. Por otra parte, es un deber ensalzar el bien y la excelencia según aquellas palabras de Mt 5,15: No se enciende una lámpara y se la pone bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a cuantos hay en casa. Y, por tanto, del honor se dice que es el premio de la virtud.
3. La alabanza se distingue del honor de dos maneras. La primera, porque la alabanza consiste tan sólo en signos verbales; el honor, en cambio, en toda clase de signos exteriores. Según esto, la alabanza va incluida en el honor. La segunda, porque mediante el honor damos testimonio de la excelencia de una persona de un modo absoluto, mientras que por la alabanza lo damos sobre la bondad de una persona para un fin. Y así alabamos al que obra como conviene por un fin, mientras que el honor es propio incluso de los mejores: de los que no se ordenan, sino que están ya en el fin, como nos consta por las palabras del Filósofo en el I Ethic..

La gloria, asimismo, es efecto del honor y la alabanza. Pues, por el hecho de dar testimonio de la bondad de una persona, tal bondad viene a ser conocida por muchos con claridad. Y esto es lo que significa la palabra «gloria»: nos suena lo mismo que «claría» (claridad). De ahí el que, a propósito de Rom 16, cierta glosa de San Ambrosio nos dice que gloria es conocimiento claro con alabanza.

Artículo 2: ¿El honor se debe solamente a los superiores? lat
Objeciones por las que parece que el honor no se debe a los superiores exclusivamente.
1. Porque un ángel es superior a cualquier hombre viador, según aquello de Mt 11,11: El menor en el reino de los Cielos los es mayor que Juan Bautista. Pero leemos en el Ap, últ., 8,9, que queriendo Juan honrar a un ángel, éste se lo prohibió. Luego no hay ningún deber de honrar a los superiores.
2. El honor se debe a alguien como testimonio de su virtud, según lo dicho (a.1, arg.1; q.63 a.3). Pero los superiores no siempre son virtuosos. Luego no se les debe honor. Como tampoco a los demonios, que, sin embargo, son superiores a nosotros en el orden natural.
3. Y también dice el Apóstol en Rom 12,10: Anticipándoos en el honor unos a otros. Y en 1 Pe 2,17: Honrad a todos. Pero esto no podría cumplirse si debiéramos honrar tan sólo a los superiores. Por tanto, el honor no se debe exclusivamente a los superiores.
4. En el libro de Tobías 1,16 se nos dice que tenía diez talentos de aquellos con que había sido honrado por el rey. Se lee también en el libro de Ester 6,11 que Asuero honró a Mardoqueo e hizo clamar ante él: Se juzgará digno de este honor al hombre a quien el rey quiera honrar. Luego el honor se tributa también a los inferiores. Y, por tanto, no parece que se deba solamente a los superiores.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en el I Ethic.: que el honor se debe a «los mejores».
Respondo: Que, como antes hemos explicado (a.1), el honor no es otra cosa que un testimonio de la excelencia en bondad de una persona. Y que la excelencia de alguien puede considerarse no sólo por comparación entre la persona honrada y la honradora, con ventaja para la honrada en este caso, sino que ha de ser considerada también en sí misma o con relación a otros. Según esto, el honor se debe siempre a alguien por razones de excelencia o superioridad. Así, pues, no es necesario que la persona honrada destaque por su excelencia sobre quien la honra, sino que basta con que sea superior a otros; o incluso con que, aunque no en todo, sino solamente en algo, sea superior a quien la honra.
A las objeciones:
1. El ángel no le prohibió a Juan cualquier acto de honor, sino el que lo honrase con adoración de latría, culto que se debe a Dios. O también el que lo hiciese con adoración de dulía, para mostrar así la dignidad del propio Juan, por la que gracias a Cristo era igual a los ángeles, conforme a esperanza de gloría de los hijos de Dios (Rom 5,2). Por eso no quería que éste lo honrase como a superior.
2. Si los superiores son malos, no se los honra por la excelencia de su virtud, sino por la de su dignidad, que es a la que deben el ser ministros de Dios. Y en ellos se honra también a toda la comunidad que presiden. Los demonios, en cambio, son irrevocablemente malos, por lo cual, más que honrarlos, se los ha de tener por enemigos.
3. En cualquier hombre hay algo por lo que se lo puede considerar superior, según aquellas palabras de Flp 2,6: pensando cada uno por humildad que los otros son superiores a él. Y, según esto, todos deben buscar ser los primeros en honrar a los demás.
4. Las personas privadas son honradas a veces por los reyes, no porque sean superiores a ellos en dignidad, sino por alguna excelencia en sus virtudes. Por esta razón, Tobías y Mardoqueo fueron honrados por los reyes.
Artículo 3: ¿Es la dulía virtud especial, distinta de la latría? lat
Objeciones por las que parece que la dulía no es virtud especial distinta de la latría.
1. Porque sobre aquellas palabras de Sal 7: Señor, Dios mío, en ti he esperado, dice la Glosa: Señor de todas las cosas por su poder, a quien se debe culto de dulía; Dios por la creación, a quien se debe latría. Pero no es distinta la virtud que se dirige a Dios en cuanto Señor y en cuanto Dios. Luego la dulía no es virtud distinta de la latría.
2. Según el Filósofo, en el VIII Ethic., ser amado es semejante a ser honrado. Pero una misma es la virtud de la caridad con que se ama a Dios y al prójimo. Luego la dulía, con que se honra al prójimo, no es virtud distinta de la latría, con la que se honra a Dios.
3. Uno mismo es el movimiento con que se va hacia la imagen y hacia lo que la imagen representa. Pero por la dulía se honra al hombre en cuanto imagen de Dios, pues en el libro de la Sab 2,22-23 se dice de los impíos que no pensaron en el honor debido a las almas santas; pues Dios creó al hombre incorruptible y lo hizo a su imagen y semejanza. Luego la dulía no es virtud distinta de la latría, con la que se honra a Dios.
Contra esto: está lo que dice San Agustín en el libro X De Civ. Dei: una es la servidumbre que se debe a los hombres, en virtud de la cual el Apóstol mandó que los siervos se sometiesen a sus señores, y que en griego se llama dulía, y otra la latría, que es como se llama a la servidumbre encargada de dar culto a Dios.
Respondo: Que, como antes expusimos (q.101 a.3), donde hay distinta razón de débito, allí es necesario que haya una virtud distinta de las demás que se encarga de pagarlo. Y que por distinta razón se les debe servidumbre a Dios y al hombre; como por distinta razón les compete a Dios y al hombre el dominio. Pues Dios tiene dominio plenario y principal sobre todas y cada una de las criaturas, que están totalmente sometidas a su potestad; el hombre, en cambio, participa sólo de cierta semejanza del divino dominio en cuanto que tiene un poder parcial sobre algún hombre o sobre algunas criaturas. Por tanto, la dulía, con que se tributa la debida servidumbre a los señores humanos, es virtud distinta de la latría, con que se rinde la debida servidumbre al señorío divino. La dulía es una especie de la observancia, pues por la observancia honramos a cualquier persona superior en dignidad, mientras que la dulía propiamente dicha trata de la veneración que deben los siervos a sus señores; pues la palabra dulía en griego significa servidumbre.
A las objeciones:
1. Así como llamamos religión a la piedad por excelencia, en cuanto que Dios es por antonomasia nuestro Padre, así también llamamos latría a la dulía por excelencia, en cuanto que Dios es por antonomasia Señor nuestro. Pero las criaturas no pueden participar del poder creador, por el que se debe a Dios el culto de latría. Por eso, la glosa aquella distingue, atribuyendo la latría a Dios por su poder creador, incomunicable a las criaturas, y la dulía por su dominio, comunicable a las mismas.
2. La razón de nuestro amor al prójimo es Dios, pues a nadie amamos en el prójimo por caridad sino a Dios y, por tanto, una misma es la caridad con que se ama a Dios y al prójimo. Pero existen otras amistades diferentes de la caridad, según las diferentes razones por las que se aman los hombres. De manera similar, no son lo mismo las virtudes de latría y de dulía, por ser distinta la razón por la que se sirve a Dios y al hombre, o se honra al uno y al otro.
3. El movimiento hacia la imagen en cuanto imagen se refiere a lo que la imagen representa; pero que no todo movimiento hacia la imagen es hacia ella en cuanto tal. Por tanto, los movimientos hacia la imagen y hacia lo que representa difieren a veces en especie. Así, pues, hay que decir que el honor o sumisión de dulía se refieren a cierta dignidad absoluta del hombre. Pues aunque sea por esta dignidad por lo que el hombre es conforme a la imagen o semejanza de Dios, no siempre, a pesar de ser así, cuando un hombre trata con reverencia a otro, relaciona su reverencia actualmente con Dios.

O habrá que decir que, aunque el movimiento hacia la imagen se dirige de algún modo hacia lo que representa, no por eso es necesario que el movimiento hacia lo representado termine en la imagen. Por tanto, redunda en reverencia de Dios el honor tributado a una cosa por estar hecha a su imagen; otro es, sin embargo, el caso de la reverencia con que se honra directamente al mismo Dios, y que nada tiene que ver con su imagen.

Artículo 4: ¿Hay diversas especies de dulía? lat
Objeciones por las que parece que hay diversas especies de dulía.
1. Por la dulía se honra al prójimo. Pero por diversas razones se honra a las diversas clases de ellos; por ejemplo, al rey, al padre y al maestro, como consta por lo que dice el Filósofo en el IX Ethic.. Y como la diversa razón formal de su objeto es lo que diversifica la especie de las virtudes, sigúese de ahí, según parece, que la dulía se divide en virtudes específicamente diversas.
2. El medio difiere específicamente de los extremos, como el gris difiere del blanco y del negro. Pero la hiperdulía parece ser medio entre la latría y la dulía, pues con ella se honra a las criaturas que tienen una especial afinidad con Dios; por ejemplo, a la Virgen Santísima por ser la madre de Dios. Por tanto, parece que hay diversas especies de dulía: una, la dulía sin más, y otra, la hiperdulía.
3. Así como en la criatura racional se encuentra la imagen de Dios, por razón de la cual se la honra, del mismo modo en la criatura irracional se halla el vestigio de Dios. Pero es diversa la razón de semejanza implícita en las palabras imagen y vestigio. Luego asimismo es necesario según esto pensar en diversas especies de dulía, desde el momento sobre todo en que se honra a ciertas criaturas irracionales, como el madero de la Santa Cruz y otras.
Contra esto: está el que la dulía se opone a la latría. Pero la latría no se divide en especies. Luego tampoco la dulía.
Respondo: La dulía puede tomarse en dos sentidos. Primero, en sentido amplio, como muestra de reverencia a cualquier hombre, por razón de una excelencia cualquiera. Y así considerada, comprende en su concepto la piedad y la observancia y cualquiera otra virtud cuyo objeto sea honrar a los hombres. Según esto, la dulía tendrá partes específicamente diversas.

Segundo, en sentido estricto, en cuanto que por ella el siervo reverencia a su señor; pues dulía, como hemos dicho (a.3), significa servidumbre. Y así considerada, no se divide en diversas especies, sino que es una de las de la observancia que Tulio menciona, porque por diverso motivo en cada caso honra el siervo a su señor el soldado a su jefe, el discípulo a su maestro, etc.

A las objeciones:
1. Como argumento sólo es válido si se trata de la dulía en sentido amplio.
2. La hiperdulía es la especie más importante de dulía en sentido amplio. Pues al hombre se le debe la máxima reverencia por su afinidad con Dios.
3. A la criatura irracional en sí considerada no se le debe, por parte del hombre, ninguna sumisión ni honor: son más bien las criaturas irracionales, todas ellas, las que por naturaleza están sometidas al hombre. Y en cuanto a que se tribute honor a la cruz de Cristo, se la honra con el mismo honor que a Cristo, al igual que a la púrpura regia se le tributa el mismo honor que al rey, como dice en el libro IV el Damasceno.