Artículo 1:
¿Pueden hallarse el bien y el mal moral en las pasiones del
alma?
lat
Objeciones por las que parece que ninguna pasión del alma es buena o
mala moralmente:
1. En efecto, el bien y el mal moral es propio del hombre, pues lo
moral propiamente se dice de lo humano, como afirma San
Ambrosio, Super Lucam. Pero las pasiones no son
propias de los hombres, sino que también son comunes a otros animales.
Luego ninguna pasión del alma es buena o mala moralmente.
2. El bien o el mal del hombre está en ser conforme o
disconforme a la razón, como dice Dionisio en c.4
De div.
nom. Pero las pasiones del alma no están en la
razón, sino en el apetito sensitivo, como se ha dicho anteriormente
(
q.22 a.3). Luego no pertenecen al bien o al mal del hombre, que es el
bien moral.
3. El Filósofo dice en II Ethic.
que no somos alabados ni vituperados por las pasiones. Pero por
razón de los bienes y males morales somos alabados y vituperados. Luego
las pasiones no son buenas ni malas moralmente.
Contra esto: está lo que dice San Agustín en XIX De civ.
Dei, hablando de las pasiones: Estas son malas,
si es malo el amor; buenas, si es bueno.
Respondo: Las pasiones del alma pueden
considerarse de dos maneras: una, en sí mismas; otra, en cuanto están
sometidas al imperio de la razón y de la voluntad. Si, pues, se
consideran en sí mismas, es decir, en cuanto son movimientos del
apetito irracional, de este modo no hay en ellas bien o mal moral, que
depende de la razón, como se ha dicho anteriormente (
q.18 a.5). Mas si
se consideran en cuanto están sometidas al imperio de la razón y de la
voluntad, entonces se da en ellas el bien o el mal moral, pues el
apetito sensitivo se halla más próximo a la misma razón y a la
voluntad que los miembros exteriores, cuyos movimientos y actos, sin
embargo, son buenos o malos moralmente, en cuanto son voluntarios. Por
consiguiente, con mucha mayor razón, también las mismas pasiones, en
cuanto voluntarias, pueden decirse buenas o malas moralmente. Y se
dicen voluntarias o porque son imperadas por la voluntad, o porque no
son impedidas por ella.
A las objeciones:
1. Las pasiones, consideradas en sí
mismas, son comunes a los hombres y a otros animales; pero en cuanto
imperadas por la razón son propias de los hombres.
2. También las potencias
apetitivas inferiores se dicen racionales, en cuanto participan en
algún modo de la razón, como dice I Ethic.
3. El Filósofo
indica que no somos alabados o vituperados por las pasiones
consideradas absolutamente, pero no descarta que puedan llegar a ser
laudables o vituperables en cuanto que están ordenadas por la razón.
Por eso añade: Pues no es alabado o vituperado el
que teme o se irrita, sino el que lo hace de un cierto modo, esto
es, conforme a la razón o en contra de ella.
Artículo 2:
¿Es mala moralmente toda pasión del alma?
lat
Objeciones por las que parece que todas las pasiones del alma son
malas moralmente.
1. En efecto, dice San Agustín en IX De civ. Dei
que a las pasiones del alma algunos las llaman enfermedades o
perturbaciones del alma. Pero toda enfermedad o perturbación del
alma es algo moralmente malo. Luego toda pasión del alma es moralmente
mala.
2. Dice el Damasceno que la operación es un
movimiento conforme a la naturaleza, mientras la pasión es un
movimiento contrario a la naturaleza. Pero lo que es contrario a
la naturaleza en los movimientos del alma tiene razón de pecado y de
mal moral. Por eso dice él en otro lugar que el
diablo se volvió de lo que es conforme a la naturaleza a lo que es
contrario a la naturaleza. Luego tales pasiones son moralmente
malas.
3. Todo lo que induce al pecado tiene razón de mal. Pero
estas pasiones inducen al pecado y por eso en Rom 7,5 son llamadas pasiones de los pecados. Luego parece que son moralmente
malas.
Contra esto: está lo que dice Agustín en XIV De civ. Dei, que el amor recto tiene rectas todas estas
afecciones. En efecto, temen pecar, desean perseverar, se duelen de
los pecados, se alegran en las buenas obras.
Respondo: Sobre esta cuestión los estoicos y
los peripatéticos tuvieron diferentes opiniones, pues
los estoicos afirmaban que todas las pasiones eran malas, y los
peripatéticos decían que las pasiones moderadas eran buenas. Ésta
diferencia, aunque parezca grande en la expresión, es, sin embargo,
nula o insignificante en la realidad, si se considera la intención de
unos y otros. Efectivamente, los estoicos no distinguían entre el
sentido y el entendimiento, y, en consecuencia,
tampoco entre el apetito intelectivo y el sensitivo. Por eso no
distinguían las pasiones del alma de los movimientos de la voluntad,
por cuanto las pasiones del alma están en el apetito sensitivo y los
simples movimientos de la voluntad se hallan en el intelectivo; mas
llamaban voluntad a todo movimiento razonable de la parte apetitiva, y
pasión al movimiento que salía fuera de los límites de la razón. Y,
por eso, Tulio, siguiendo la opinión de éstos en III
De tusculanis
quaestionibus, llama a todas las pasiones
enfermedades del alma. Por lo cual arguye que los que están
enfermos no están sanos, y los que no están sanos son insipientes. De
ahí que a los insipientes también les llamemos
insanos.
En cambio, los peripatéticos llaman pasiones a todos los movimientos
del apetito sensitivo. Por eso las juzgan buenas cuando están
reguladas por la razón, y malas cuando no están gobernadas por ella.
Por lo cual Tulio, en el mismo libro, condena sin
razón la opinión de los peripatéticos, que aprobaban el justo medio de
las pasiones, diciendo que debe evitarse todo mal, aun el moderado;
pues así como el cuerpo, aunque esté ligeramente indispuesto, no está
sano, así esa mediocridad de las enfermedades o
pasiones no es sana. Pues las pasiones no se llaman enfermedades o
perturbaciones del alma sino cuando les falta la regulación de la
razón.
A las objeciones:
1. La respuesta es evidente por lo dicho.
2. En toda pasión del alma se
añade o disminuye algo por el movimiento natural del corazón, en
cuanto que el corazón se mueve más intensa o más remisamente según la
sístole o diástole, y por ello tiene razón de pasión. Pero no es
preciso que la pasión se aparte siempre del orden de la razón
natural.
3. Las pasiones del alma, en
cuanto están fuera del orden de la razón, inclinan al pecado; pero en
cuanto están ordenadas por la razón, pertenecen a la
virtud.
Artículo 3:
¿Aumenta o disminuye toda pasión la bondad o malicia del
acto?
lat
Objeciones por las que parece que cualquier pasión disminuye siempre
la bondad del acto moral.
1. En efecto, todo lo que impide el juicio de la razón, del que
depende la bondad del acto moral, disminuye consiguientemente la
bondad del acto moral. Pero toda pasión impide el juicio de la razón,
pues dice Salustio en Catilinario: Es conveniente
que todos los hombres que deliberen sobre asuntos dudosos estén libres
de odio, ira, amistad y misericordia. Luego toda pasión disminuye
la bondad del acto moral.
2. Cuanto el acto del hombre más se asemeja a Dios, tanto
mejor es, por lo cual dice el Apóstol, Ef 5,1: Sed
imitadores de Dios como hijos muy amados. Pero Dios y los
santos ángeles castigan sin ira, socorren sin compasión de la
miseria, como dice San Agustín en IX De civ. Dei. Luego es mejor hacer estas obras sin pasión del
alma que con pasión.
3. Así como el mal moral se determina por orden a la
razón, de igual modo el bien moral. Pero la pasión disminuye el mal
moral, pues peca menos el que peca por pasión que el que peca de
propósito. Luego el que hace el bien sin pasión obra mayor bien que el
que lo hace con ella.
Contra esto: está lo que dice San Agustín en IX De civ.
Dei, que la pasión de la misericordia sirve a
la razón cuando se hace la misericordia de tal manera que se conserva
la justicia, ya cuando se da al necesitado, ya cuando se perdona al
penitente. Pero nada de lo que sirve a la razón disminuye el bien
moral. Luego la pasión del alma no disminuye el bien
moral.
Respondo: Así como los estoicos suponían que
toda pasión del alma era mala, así afirmaban consiguientemente que
toda pasión del alma disminuía la bondad del acto, pues todo bien, por
la mezcla del mal, o desaparece enteramente o se hace menos bueno. Y
esto es verdad, ciertamente, si llamamos pasiones del alma solamente a
los movimientos desordenados del apetito sensitivo, en cuanto son
perturbaciones o enfermedades. Pero si denominamos pasiones en
absoluto a todos los movimientos del apetito sensitivo, entonces
pertenece a la perfección del bien humano que aun las mismas pasiones
sean moderadas por la razón. Puesto que el bien del hombre consiste en
la razón como en su raíz, tanto más perfecto será este bien cuanto
pueda extenderse a más cosas pertenecientes al hombre. Por lo que
nadie duda que es propio de la perfección del bien moral el que los
actos de los miembros exteriores se regulen por la razón. De ahí que,
pudiendo el apetito sensitivo obedecer a la razón, como se ha dicho
anteriormente (
q.17 a.7), pertenezca a la perfección del bien moral o
humano que también las mismas pasiones del alma sean reguladas por la
razón.
Por lo tanto, así como es mejor que el hombre no sólo quiera el bien,
sino que también lo realice por un acto exterior, de igual modo
pertenece a la perfección del bien moral que el hombre se mueva al
bien no sólo según la voluntad, sino también según el apetito
sensitivo, conforme a aquello del Sal 83,3: Mi corazón y mi carne
se regocijaron en el Dios vivo, de manera que
entendamos por corazón el apetito intelectivo, y por carne, el apetito sensitivo.
A las objeciones:
1. Las pasiones del alma pueden
referirse al juicio de la razón de dos maneras. Una, antecedentemente.
Y en este caso, puesto que ofuscan el juicio de la razón, del que
depende la bondad del acto moral, disminuyen la bondad del acto; pues
es más laudable hacer una obra de caridad por el juicio de la razón
que hacerla por la sola pasión de la misericordia. La otra manera,
consiguientemente. Y esto de dos modos. Primero, a modo de
redundancia, a saber, porque cuando la parte superior del alma se
mueve intensamente hacia algo, la parte inferior sigue también su
movimiento. Y así, la pasión que surge consiguientemente en el apetito
sensitivo es señal de la intensidad de la voluntad. Y de este modo
indica mayor bondad moral. Segundo, a modo de elección, esto es,
cuando el hombre por el juicio de la razón elige ser afectado por una
pasión, para obrar más prontamente con la cooperación del apetito
sensitivo. Y así, la pasión del alma aumenta la bondad de la
acción.
2. En Dios y en los ángeles no hay
apetito sensitivo ni tampoco miembros corporales, y, por tanto, el
bien en ellos no se considera según la ordenación de las pasiones o de
los actos corpóreos, como en nosotros.
3. La pasión que tiende al mal
precediendo al juicio de la razón, disminuye el pecado; pero
siguiéndole de alguno de los modos antes mencionados (ad 1), lo
aumenta o es señal de su aumento.
Artículo 4:
¿Es alguna pasión buena o mala por su especie?
lat
Objeciones por las que parece que ninguna pasión del alma es buena o
mala según su especie.
1. En efecto, el bien y el mal moral se determinan según la razón.
Pero las pasiones están en el apetito sensitivo; y así, la conformidad
con la razón les es accidental. Luego, como nada accidental pertenece
a la especie de una cosa, parece que ninguna pasión es buena o mala
según su especie.
2. Los actos y las pasiones reciben su especie del objeto.
Por consiguiente, si alguna pasión fuese buena o mala según su
especie, las pasiones cuyo objeto es el bien deberían ser buenas según
su especie, como el amor, el deseo y el gozo; y las pasiones cuyo
objeto es el mal deberían ser malas según su especie, como el odio, el
temor y la tristeza. Pero esto es, evidentemente, falso. Luego ninguna
pasión es buena o mala por su especie.
3. No hay ninguna especie de pasiones que no se encuentre
en otros animales. Pero el bien moral no se encuentra sino en el
hombre. Luego ninguna pasión del alma es buena o mala por su
especie.
Contra esto: está lo que dice San Agustín en IX De civ.
Dei, que la misericordia pertenece a la
virtud. Y el Filósofo también afirma en II Ethic. que la vergüenza es una pasión laudable. Luego algunas pasiones son buenas o malas según su especie.
Respondo: Como se ha afirmado de los actos (
q.1 a.3 ad 3;
q.18 a.5 y
6;
q.20 a.1), parece que también debe afirmarse
de las pasiones, a saber, que la especie de la pasión, como la especie
del acto, puede considerarse de dos maneras. Una, en cuanto está en el
género de naturaleza, y así el bien o el mal moral no pertenece a la
especie del acto o pasión. Otra, como perteneciente al género de
moralidad, es decir, en cuanto que participan algo del voluntario y
del juicio de la razón. Y de esta manera el bien y el mal moral pueden
pertenecer a la especie de pasión, por cuanto se considera como objeto
de la pasión algo que de suyo es conveniente o contrario a la razón,
como se ve claro en el pudor, que es temor de lo torpe, y en la
envidia, que es tristeza del bien de otro, porque así pertenecen a la
especie del acto exterior.
A las objeciones:
1. El argumento utilizado es válido
para las pasiones en cuanto pertenecen a la especie de naturaleza,
esto es, en cuanto se considera el apetito en sí mismo. Mas en cuanto
el apetito sensitivo obedece a la razón, el bien y el mal de la razón
no está en las pasiones de aquél accidentalmente, sino
esencialmente.
2. Las pasiones que tienden al
bien son buenas si es un bien verdadero, e igualmente las que apartan
de un mal verdadero. Y, al contrario, las pasiones que consisten en el
apartamiento del bien y en la aproximación al mal son
malas.
3. En los animales el apetito
sensitivo no obedece a la razón. Y, sin embargo, en cuanto se guía por
cierta estimativa natural que está sujeta a una razón superior, esto
es, divina, hay en ellos cierta semejanza con el bien moral de las
pasiones del alma.