“Testimonio”

AT

I. EL TESTIMONIO DE LOS HOMBRES

Testimoniar es atestiguar la realidad de un hecho dando a la afirmación toda la solemnidad que exigen las circunstancias. Un proceso, un litigio, son el marco natural del testimonio. Ciertos objetos pueden desempeñar este oficio en virtud de una convención: así el túmulo de Galaad, para el tratado entre Jacob y Labán Gen 31,45-52, y las prendas recibidas por Tamár cuando se la acusa de vida inmoral 38,25. Pero la Biblia se ocupa sobre todo del testimonio de los hombres, cuya gravedad subraya. La ley reglamenta su uso: no hay condenación posible sin deposición de testigos Num 5,13; para precaver el error o la malevolencia se exige que sean por lo menos dos Num 35,30 Dt 17,6 19,15 Mt 18,16; en las causas capitales, en las que cargan con la responsabilidad de la condenación, deben ser los primeros en ejecutarla Dt 17,7 Act 7,58. Ahora bien, la mentira puede insinuarse en este acto, en el que el hombre empeña su palabra: los salmistas se quejan de los falsos testimonios que los abruman Sal 27,12 35,11, y se conocen procesos trágicos en los que desempeñaron un papel esencial 1Re 21,10-13 Dan 13,34-41. Ya en el decálogo se prohibe severamente el falso testimonio Dt 19,16s Dt 5,20; el Deuteronomio lo sanciona conforme al principio del talión Dt 19,18s; la enseñanza de los sabios lo estigmatiza Prov 14,5.25 19,5.9 21,28 24,28 25,18, pues es una cosa abominada por Dios Prov 6,19.

1. Dios es testigo.

Por encima del testimonio de los hombres se halla el testimonio de Dios, al que nadie puede contradecir. En el matrimonio es testigo entre el hombre y la mujer de su juventud Mal 2,14. Igualmente es garante de los compromisos humanos contraídos delante de él Gen 31,53s Jer 42,5. Puede ser tomado por testigo en una afirmación solemne 1Sa 12,5 20,12. Es el testigo supremo al que se puede apelar para refutar los falsos testimonios de los hombres Job 16,7s.19.

2. El testimonio de Dios en la ley y por los profetas.

Sin embargo, el testimonio de Dios se entiende sobre todo en otro sentido, estrechamente ligado con la doctrina de la palabra. Designa en primer lugar los mandamientos que encierra la ley 2Re 17,13 Sal 19,8 78,5.56 119... Por eso a las tablas de la ley se las llama el testimonio Ex 25,16.. 31,18; depositadas en el arca de la alianza hacen de ella el arca del testimonio 25,22 40,3.5.21s, y el tabernáculo se convierte en la morada del testimonio 38,21 Num 1,50-53. Finalmente, hay un testimonio divino, cuyos portadores son los profetas. Se trata de una testificación solemne Jer 42,18 que tiene por marco el proceso entablado por Dios a su pueblo infiel Sal 50,7. Dios, testigo al que nada se escapa, denuncia todos los pecados de Israel Jer 29,23; se convierte en testigo de cargo Miq 1,2 Am 3,13 Mal 3,5 para obtener la conversión de los pecadores.

III. LOS TESTIGOS DE DIOS

Como en los pactos humanos, los compromisos de Israel con su Dios son atestiguados por objetos-signo que dan testimonio contra el pueblo en caso de infidelidad: así el libro de la ley Dt 31,26 y el cántico de Moisés Dt 31,19ss. Incluso el cielo y la tierra podrían dar este testimonio Dt 4,26 31,28. Hay, sin embargo, una Misión de testigo que sólo los hombres pueden desempeñar. Y todavía se requiere que Dios los llame a ello. Tal es el caso de los profetas. Es también el caso de David, al que Dios estableció como testigo fiel Sal 89,37s 1Sa 12,5, testigo para las naciones Is 55,4. Es el caso del pueblo entero de Israel, que está encargado de testimoniar por Dios en la tierra delante de los otros pueblos, de testificar que sólo él es Dios Is 43,10ss 44,8, contrariamente a los ídolos, que no pueden presentar testigos en su favor 43,9. Las infidelidades de Israel a esta vocación de pueblo testigo constituyen, pese a todo, la razón de ser de su situación especial de apartamiento, en la cual debe él hallar una fuente de confianza 44,8.

NT

I. DEL TESTIMONIO DE LOS HOMBRES AL TESTIMONIO DE DIOS

Como el AT, el NT condena el falso testimonio, del que todavía se hallan ejemplos en elproceso de Jesús Mt 26,59-65 p y de Esteban Act 6,11ss. Para su disciplina interior recurre la comunidad cristiana a la regla de los dos o tres testigos formulada por el Deuteronomio Mt 18,16 2Cor 13,1 1Tim 5,19. Pero la noción de testimonio se amplía sobre todo en una dirección menos jurídica: los que conocen al hombre bueno dan buen testimonio de él. Así los judíos acerca de Jesús Lc 4,22, de Cornelio Act 10,22 de Ananías 22,12; la comunidad cristiana acerca de los primeros diáconos 6,3, de Timoteo 16,2, de Demetrio 3Jn 12 3.6, de Pablo mismo 1Tes 2,10; y Pablo por su parte acerca de las iglesias de Corinto 2Cor 8,3 y de Galacia Gal 4,15. Aquí el testimonio adopta netamente un valor religioso. Nuestra vida cristiana no nos convierte en individuos aislados de los otros. Se desarrolla en presencia de una multitud de testigos que nos estimulan al fervor; no sólo los vivos 1Tim 6,12, sino también los que nos han precedido en la fe Heb 12,1ss. Dios mismo es el primero de estos testigos: da buen testimonio a los santos del AT Act 13,22 Heb 11,2.4s.39, como a los nuevos convertidos venidos del paganismo Act 15,18.

II. EL TESTIMONIO DE JESÚS

En torno a Jesús se crea ahora el problema del testimonio, en el sentido que tenía en la ley y en la predicación profética. Jesús es el testigo fiel por excelencia Ap 1,5 3,14; vino al mundo para dar testimonio de la verdad Jn 18,37. Da testimonio de lo que ha visto y oído al lado del Padre 3,11.32s; da testimonio contra el mundo maligno 7,7, da testimonio de lo que él mismo es 8,13s Su confesión delante de Pilato es un testimonio supremo 1Tim 6,13 que pone de manifiesto el plan divino de la salvación 2,6. Ahora bien, este testimonio, discutido por el mundo incrédulo Jn 3,11 8,13, posee jurídicamente un valor incontestable porque lo apoyan otros testimonios: testimonio de Juan Bautista, que resume toda su misión 1,6ss.15.19 3,26ss 5,33-36; testimonio de las obras, realizadas por Jesús por orden del Padre 5,36 10,25; testimonio del Padre mismo 5,31s.37s 8,16ss, manifestado claramente por el de las Escrituras 5,39 Heb 7,8.17 Act 10,43 1Pe 1,11, y que debe aceptarse si no se quiere hacer a Dios mentiroso 1Jn 5,9ss. A todo esto se añade en la experiencia cristiana el testimonio del agua bautismal y de la sangre eucarística, que atestiguan en su lenguaje de signos lo mismo que testimonia en nosotros el Espíritu Santo 1Jn 5,6ss. Porque el Espíritu que nos es dado da testimonio de Jesús Jn 15,26 y testimonia también que nosotros somos hijos de Dios Rom 8,6. Tal es el haz de testimonios que corroboran el de Jesús. Aceptándolos se hace uno dócil al testimonio de Jesús y se entra en la vida de fe.

1. El testimonio apostólico.

Para llegar a los hombres adopta el testimonio una forma concreta: la predicación del Evangelio Mt 24,14. Para llevarla al mundo entero son constituidos los apóstoles testigos de Jesús Act t,8: deberán testificar solemnemente delante de los hombres todos los hechos acaecidos desde el bautismo de Juan hasta la ascensión de Jesús, y especialmente la resurrección que consagró su señorío 1,22 2,32. La misión de Pablo se define en los mismos términos: en el camino de Damasco fue constituido testigo de Cristo delante de todos los hombres 22,15 26,16; en tierra pagana testimonia en todas partes la resurrección de Jesús 1Cor 15,15, y la fe nace en las comunidades por la aceptación de este testimonio 2Tes 1,10 1Cor 1,6. Igual identificación del Evangelio y del testimonio en los escritos joánnicos. El relato evangélico es una testificación hecha por un testigo ocular Jn 19,35 21,24; pero el testimonio, inspirado por el Espíritu Jn 16,13, versa también sobre el misterio que ocultan los hechos: el misterio del Verbo de vida venido en carne 1Jn 1,2 4,14. Los creyentes que aceptaron este testimonio apostólico poseen ahora ya en sí mismos el testimonio mismo de Jesús, que es la profecía de los tiempos nuevos Ap 12,17 19,21. Por eso los testigos encargados de transmitirlo adoptan los rasgos de los profetas de antaño 11,3-7.

2. Del testimonio al martirio.

El papel de los testigos de Jesús se pone todavía más en evidencia cuando tienen que dar testimonio delante de las autoridades y de los tribunales, según la perspectiva que Jesús había abierto ya a los doce Mc 13,9 Mt 10,18 Lc 21,13s. Entonces la testificación adquiere un tenor solemne, pero con frecuencia es un preludio del sufrimiento. En efecto, si los creyentes son perseguidos, es «por causa del testimonio de Jesús» Ap 1,9. Esteban fue el primero que selló su testimonio con la sangre derramada Act 22,20. La misma suerte aguarda acá en la tierra a los testigos del Evangelio Ap 11,7: cuántos serán degollados «por el testimonio de Jesús y por la palabra de Dios» 6,9 17,6! Babilonia, el poder enemigo encarnizado contra la ciudad celestial, se embriagará de la sangre de estos testigos, de estos mártires 17,6. Pero sólo tendrá la victoria en apariencia. En realidad serán ellos los que con Cristo venzan al diablo «por la sangre del cordero y la palabra de su testimonio» 12,11. El martirio es el testimonio de la fe consagrado por el testimonio de la sangre.

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hjg.com.ar - Última actualización: 14-junio-2009
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