“Elías”

«¡Vive Yahveh, en cuya presencia estoy!» es una exclamación muy natural en Eliyyahu, que realiza en su existencia lo que su nombre significa: «Yahveh es mi Dios.» Profeta semejante al fuego, restauró la alianza del Dios vivo; «por estar abrasado en celo de la ley, fue arrebatado hasta el cielo» 1Mac 2,58 «en un torbellino de fuego, por un carro con caballos de fuego» Eclo 48,9.

AT

1. Retorno al desierto.

El desierto adonde debe huir Elías le revela la solicitud de su Dios 1Re 17,2ss 19,4-8, que le concede llegar hasta el Horeb. Allí se le manifiesta Dios, en el mismo lugar en que Moisés vio a Yahveh «de espaldas» 19,9-14 Ex 33,21.23. Y como Moisés, también el tesbita se convierte por su encuentro con Yahveh en fuente de santidad para el pueblo 1Re 19,15-18.

2. El paladín de Dios y de los oprimidos.

«Estoy lleno de ardiente celo por Yahveh Sabaoth» 19,10. Todo aquel celo devorador era necesario para afrontar a los potentados de entonces. Embriagados por las victorias militares, el esplendor de la nueva capital y la prosperidad de las ciudades, están sumergidos en un clima de arrogante suficiencia y de exaltación nacional 16,23-34. En el palacio real, «la casa de marfil» 22,39, Jezabel, esposa pagana de Ajab, no maquina sino proyectos blasfemos. En el templo de Baal mantiene a centenares de falsos profetas encargados de propagar el culto de los ídolos... Elías acepta el desafío y confunde a sus adversarios con la espléndida intervención de Yahveh en el monte Carmelo 18. Así, cada vez que se ponen en litigio los derechos de su Dios, entra Elías en la lid con sus fulgurantes invectivas 2Re 1. No sólo se trata del verdadero culto, sino también de la justicia y de la suerte de los débiles: Elías truena contra Ajab, asesino del pacífico Nabot, de tal manera que el rey, amedrentado, acaba por arrepentirse 2Re 21. Semejante figura merecía bien ser caracterizada para siempre con este rasgo fulgurante de la Escritura: «Entonces se levantó Elías como un fuego, su palabra ardía como una antorcha» Eclo 48,1.

3. Testigo de Dios entre los paganos.

Para más de un israelita del siglo ix los beneficios de Dios deben circunscribirse al pueblo elegido. Pero para Dios, que envía a Elías, la obra de la salvación rebasa los límites de la alianza: una pagana es salvada del hambre 1Re 17,10-16 y su hijo es arrebatado a la muerte 17,17-24.

4. Rapto de Elías al cielo.

El hombre de Dios desaparece misteriosamente de la vista de los que le rodean, arrebatado por «el torbellino», «el carro de Israel y su auriga», dejando a Eliseo su espíritu profético para que continúe la obra de Dios 2Re 2,1-18.

5. El precursor.

Al rapto misterioso corresponderá un retorno escatológico: «He aquí que os envío al profeta Elías antes de que venga el día de Yahveh, grande y temible»; su obra, «volver el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia sus padres» Mal 3,23s, será el último plazo fijado por Dios «para apagar la ira antes de que estalle» Eclo 48,10.

NT

1. Juan Bautista y Elías.

Esta espera escatológica Mc 15,35s p se realiza en Juan Bautista Mt 17,10-13, pero en forma misteriosa, pues Juan no es Elías Jn 1,21.25, y si su predicación vuelve los corazones de los hijos hacia su padre, no es él quien aplaca la ira divina.

2. Jesús y Elías.

Juan Bautista realiza la figura de Elías en lo que se refiere a la penitencia practicada en el desierto Mt 3,4 2Re 1,8, pero Jesús es quien realiza los rasgos mayores. Desde el episodio de Nazaret define su misión universal en relación con la de Elías Lc 4,25s. El milagro de Sarepta se lee como en falsilla en el de Naín Lc 7,11-16 1Re 17,17-24. Elías había hecho bajar del cielo un fuego vengador 2Re 1,9.14 Lc 9,54, Jesús aporta un nuevo fuego, el del Espíritu Santo Lc 12,49. En el monte de los Olivos Jesús es consolado y reanimado por un ángel, como lo fue Elías en el desierto Lc 22,43 1Re 19,5.7; pero, a diferencia de Elías, Jesús no había pedido la muerte. Elías arrebatado al cielo mientras que «su espíritu reposa sobre Eliseo» 2Re 2,1-15 prefigura la ascensión de Cristo que enviará a sus discípulos «lo que ha prometido su Padre» Lc 24,51 9.51.

3. El creyente y Elías.

Santiago presenta la intercesión de Elías, «un hombre semejante a nosotros», como modelo de la oración del justo Sant 5,16ss.El coloquio del profeta con Jesús transfigurado Mt 17,1-8 p, como en otro tiempo con Yahveh «en el rumor de una brisa ligera» 1Re 19,12, quedó para la tradición cristiana como ejemplo de la intimidad a la que llama el Señor a los creyentes.

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hjg.com.ar - Última actualización: 14-junio-2009
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