Artículo 1:
¿Conoció Cristo todas las cosas por medio de ciencia adquirida o
experimental?
lat
Objeciones por las que parece que Cristo no conoció todas las cosas
por medio de esta ciencia.
1. Esta clase de ciencia se adquiere por medio de la experiencia.
Pero Cristo no lo experimentó todo. Luego no conoció todas las cosas
mediante esta ciencia.
2. El hombre adquiere la ciencia por medio de los sentidos.
Pero no todos los objetos sensibles estuvieron sometidos a los
sentidos corporales de Cristo. Luego no conoció todas las cosas
mediante dicha ciencia.
3. La medida de una ciencia se fija de acuerdo con el
número de objetos cognoscibles. Si, pues, Cristo hubiera conocido por
medio de esta ciencia todas las cosas, en él la ciencia adquirida
sería igual que la ciencia infusa y que la ciencia beatífica, cosa que
no es admisible. Luego Cristo no conoció todas las cosas por medio de
tal ciencia.
Contra esto: está que en Cristo no existió nada imperfecto en lo
referente a su alma. Pero la ciencia mencionada hubiera sido
imperfecta si no hubiese conocido por medio de ella todas las cosas,
pues es imperfecto todo lo que admite adición. Luego Cristo conoció
todas las cosas mediante esta ciencia.
Respondo: La ciencia adquirida, como queda
explicado (
q.9 a.4), se pone en el alma de Cristo en conformidad con
su entendimiento agente, a fin de que no resulte inútil su acción, con
la que convierte los objetos en actualmente inteligibles; como también
se establece en el alma de Cristo la ciencia inspirada o infusa para
perfección del entendimiento posible. Pues así como el entendimiento
posible es el medio
por el que todas las cosas se hacen
inteligibles, así también el entendimiento agente es el
medio
que, de hecho,
las convierte en inteligibles, como se dice
en el libro III
De Anima. Y por eso, de igual
manera que, mediante la ciencia infusa, el alma de Cristo conoció
todas las cosas respecto de las cuales el entendimiento posible está,
de algún modo, en potencia, así también, mediante la ciencia
adquirida, conoció todo lo que puede conocerse por la acción del
entendimiento agente.
A las objeciones:
1. Se puede llegar a conocer las
cosas no sólo experimentándolas, sino también por medio de la
experiencia de otras, pues, gracias a la virtud del
entendimiento agente, el hombre puede conocer los
efectos por las causas, las causas por los efectos, lo semejante por
lo semejante, y lo contrario por lo contrario. Así pues, aunque Cristo
no lo hubiera experimentado todo, pudo conocer todas las cosas a
través de aquellas que experimentó.
2. Aunque no todas las cosas
sensibles estuvieron al alcance de los sentidos corporales de Cristo,
sí lo estuvieron algunas, mediante las cuales llegó al conocimiento de
las demás a causa de la eminentísima capacidad de su razón, del modo
que queda dicho (ad 1). Por ejemplo, contemplando los cuerpos celestes
pudo comprender su poder y los efectos que tienen en los cuerpos
inferiores, efectos que no estaban al alcance de sus sentidos. Y, por
la misma razón, partiendo de cualesquiera otras realidades pudo llegar
al conocimiento de otras distintas.
3. El alma de Cristo, mediante
esta ciencia, no conoció absolutamente todas las cosas, sino aquellas
que son cognoscibles por la luz del entendimiento agente del hombre.
Por eso, mediante tal ciencia, no conoció la esencia de las sustancias
separadas, ni tampoco los singulares pasados o futuros. Sin embargo,
conoció estas cosas por medio de la ciencia infusa, como antes se ha
dicho (
q.11 a.1 ad 2 y
3).
Artículo 2:
¿Hizo Cristo progresos en la ciencia adquirida o experimental?
lat
Objeciones por las que parece que Cristo no hizo progresos en esta
ciencia.
1. Así como conoció Cristo todas las cosas por la ciencia beatífica y
por la ciencia infusa, así también las conoció mediante la ciencia
adquirida, como es claro por lo ya dicho (
a.1). Pero en aquellas
ciencias no hizo progresos. Luego tampoco en ésta.
2. El progresar es propio de lo imperfecto, porque lo
perfecto no admite adición. Pero no cabe suponer en Cristo una ciencia
imperfecta. Luego Cristo no hizo progresos en la ciencia
adquirida.
3. Dice el Damasceno: Los que dicen que
Cristo creció en sabiduría y en gracia como recibiendo un incremento de
las mismas, no dan muestras de respeto y veneración por la unión
hipostática. Pero es impío no venerar tal unión. Luego resulta
impío afirmar que su ciencia se acrecentó.
Contra esto: está lo que se lee en Lc 2,52: Jesús crecía en
sabiduría, y edad, y gracia ante Dios y ante los hombres. Y
Ambrosio comenta: Crecía en sabiduría humana.
Pero sabiduría humana es la que se adquiere al modo humano, a saber,
mediante la luz del entendimiento agente. Luego Cristo hizo progresos
en esta ciencia.
Respondo: Existe un doble progreso en la
ciencia. El primero, en cuanto a la esencia, a saber, conforme aumenta
el mismo hábito. El segundo, en cuanto al efecto, si, por ejemplo, uno
expone a los demás, mediante un mismo e igual hábito científico,
primero lo más fácil, y luego lo más difícil y sutil.
En este segundo sentido es claro que Cristo progresó en ciencia y en
gracia, lo mismo que creció en edad, porque, a medida que crecía en
edad, realizaba obras mayores, que revelaban una mayor sabiduría y
gracia. Pero, en relación con el propio hábito científico, es evidente
que el hábito de la ciencia infusa no aumentó en él, puesto que, ya
desde el principio, tuvo plenamente toda la ciencia infusa. Y mucho
menos pudo aumentar en él la ciencia bienaventurada. Y que la ciencia
divina no puede aumentar, ya está dicho con anterioridad en la Primera Parte (q.14 a.15 ad 2).
Por consiguiente, en caso de no existir en Cristo, además del hábito
de la ciencia infusa, un hábito de la ciencia adquirida, como opinan
algunos, y como a mí en otro tiempo me
pareció, ninguna ciencia hubiera aumentado en Cristo en
cuanto a su esencia, sino sólo por la experiencia, esto es, por
comparación entre las especies inteligibles infusas y las imágenes. Y,
en este aspecto, dicen que la ciencia de Cristo progresó mediante la
experiencia, es a saber, contrastando las especies inteligibles
infusas con los nuevos datos adquiridos a través de los
sentidos.
Pero, por parecer inaceptable que le falte a Cristo una operación
natural de la inteligencia, como es la de obtener las especies
inteligibles partiendo de las imágenes, operación que el hombre
realiza naturalmente por medio del entendimiento agente, parece
conveniente poner también en Cristo tal operación. Y de ahí se sigue
que en el alma de Cristo hubo algún hábito científico que, a través de
esta abstracción de las especies, pudo progresar, ya que el
entendimiento agente, después de abstraer las primeras especies
inteligibles de las imágenes, podía abstraer otras.
A las objeciones:
1. Tanto la ciencia infusa del alma
de Cristo como la ciencia beatífica fueron efecto de un agente de
potencia infinita, que puede realizarlo todo de una sola vez. Y por
esto no hizo Cristo progresos en ninguna de esas ciencias, sino que
las tuvo plenamente desde el principio. Pero la ciencia adquirida
proviene sólo del entendimiento agente, que no lo hace todo de una
vez, sino sucesivamente. Y por eso no conoció Cristo todas las cosas,
según esta ciencia, desde el principio, sino paulatinamente y después
de cierto tiempo, es a saber, en la edad perfecta. Lo que resulta
manifiesto al decir el Evangelista (Lc 2, 2-52) que crecía a la vez en sabiduría y edad.
2. También esta ciencia
experimental fue siempre perfecta en Cristo con relación a su edad,
aunque no fuese perfecta en absoluto y esencialmente. Y por eso pudo
hacer progresos.
3. La afirmación del Damasceno hay
que entenderla respecto de quienes afirman, de manera
absoluta, que se produjo un aumento de la ciencia de Cristo, es a
saber, de la ciencia en todos sus modos, y especialmente respecto de
la ciencia infusa, que en el alma de Cristo es causada por su unión
con el Verbo. Pero no alude al aumento de la ciencia causada por un
agente natural.
Artículo 3:
¿Aprendió Cristo algo de los hombres?
lat
Objeciones por las que parece que Cristo aprendió algo de los
hombres.
1. En Lc 2,46-47 se cuenta que le encontraron en el Templo entre
los doctores, preguntándoles y respondiéndoles. Pero preguntar y
responder es propio del que aprende. Luego Cristo aprendió algo de los
hombres.
2. Parece más noble obtener la ciencia a través de un
maestro que por medio de los sentidos, porque en el entendimiento del
maestro las especies inteligibles están en acto, mientras que en las
cosas sensibles tales especies están sólo en potencia. Pero, como ya
se ha dicho (
a.2;
q.9 a.4), Cristo obtenía la ciencia experimental de
las cosas sensibles. Luego, con mayor razón, podía adquirir la ciencia
aprendiéndola de los hombres.
3. Acabamos de decir (
a.2) que Cristo no conoció por la
ciencia experimental todas las cosas desde el principio, sino que hizo
progresos en ella. Pero todo el que escucha un discurso que expresa
determinadas ideas de una persona, puede aprender algo que ignora.
Luego Cristo pudo aprender de los hombres algunas cosas que no conocía
por medio de esta ciencia.
Contra esto: está lo que se lee en Is 55,4: He aquí que le he dado
por testigo a los pueblos, por jefe y maestro a las naciones. Pero
lo propio del maestro no es ser enseñado, sino enseñar. Luego Cristo
no adquirió ciencia alguna por la instrucción de los
hombres.
Respondo: En un género determinado, el primer
motor no es movido en la línea de esa especie de movimiento, así como
el principio de alteración no es alterado por otro. Ahora bien, Cristo
ha sido constituido cabeza de la Iglesia, más aún, de todos los
hombres, como antes se ha dicho (
q.8 a.3), para que
todos los hombres reciban por medio de él no sólo la gracia, sino
también la doctrina de la verdad. Por eso dice él mismo en Jn 18,37:
Para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar
testimonio de la verdad. Y por eso no fue conveniente a su
dignidad ser instruido por alguno de los hombres
'.
A las objeciones:
1. Como escribe Orígenes, Super
Le.: El Señor preguntaba, no con la finalidad de
aprender algo, sino para enseñar cuando era preguntado. De la misma
fuente doctrinal emana tanto preguntar como responder sabiamente.
Por lo que, en el Evangelio, se dice a continuación (v.47): Todos
los que le oían quedaban estupefactos de su inteligencia y de sus
respuestas.
2. El que es instruido por un
hombre no recibe inmediatamente la ciencia de las especies
inteligibles que se aposentan en la mente de éste, sino que las recibe
por medio de palabras sensibles, como signos de los conceptos
mentales. Y como las palabras formadas por el hombre son signos de su
ciencia intelectual, así las cosas creadas por Dios son signos de su
sabiduría. Por eso se dice en Eclo 1,10 que Dios derramó su
sabiduría sobre todas sus obras. Luego, así como es más noble ser
instruido por Dios que por los hombres, así también es más excelente
alcanzar la ciencia a través de las criaturas sensibles que mediante
la enseñanza de los hombres.
3. Jesús crecía en ciencia
experimental a la vez que crecía en edad, como hemos explicado (
a.2).
Pero, así como se requiere la edad oportuna para adquirir la ciencia
por la propia investigación, así también para lograrla por medio de la
instrucción. El Señor no hizo nada que no concordase con su edad. Y
por eso no escuchó discursos doctrinales más que cuando podía alcanzar
tal grado de ciencia por la vía de la experiencia. Por eso dice
Gregorio, en
Super Ez.:
A los doce años de
edad se dignó preguntar a los hombres en la tierra, porque, de acuerdo
con la experiencia, los discursos doctrinales sólo se corresponden con
la edad perfecta.
Artículo 4:
¿Fue Cristo instruido por los ángeles?
lat
Objeciones por las que parece que Cristo fue adoctrinado por los
ángeles.
1. En Lc 22,43 se narra que a Cristo se le apareció un ángel del
cielo, que le confortaba. Pero la confortación se hace por medio
de palabras exhortatorias del que alecciona, conforme a lo que se lee
en Job 4,3-4: He aquí que enseñaste a muchos, y confortaste las
manos débiles; tus palabras sostuvieron a los que vacilaban. Luego
Cristo fue instruido por los ángeles.
2. Dice Dionisio en el c.4 De Cael. Hier.: Veo que también el mismo Jesús, sustancia que sobrepuja a las sustancias supracelestes, viniendo a la nuestra sin inmutarse, se somete obediente a las instrucciones de su Padre y Dios, transmitidas por medio de los ángeles. Por consiguiente, parece que el propio Cristo quiso someterse al orden de la ley divina, conforme al cual los hombres son instruidos por medio de los ángeles.
3. Así como el cuerpo del hombre está naturalmente
sometido a los cuerpos celestes, así también su inteligencia humana
está sujeta a las inteligencias angélicas. Pero el cuerpo de Cristo
estuvo sujeto a la influencia de los cuerpos celestes, puesto que
padeció calor en verano y frío en invierno, como le aconteció con
otros sufrimientos humanos. Luego también su inteligencia humana
estaba sometida a las iluminaciones de los espíritus
supracelestes.
Contra esto: está lo que dice Dionisio en el c.7 De Cael.
Hier.: Los ángeles supremos preguntan al mismo
Jesús y por él aprenden la doctrina de su obra divina en favor
nuestro;y el propio Jesús se la enseña sin intermediario alguno.
Pero no es propio de un mismo sujeto enseñar y ser
enseñado a la vez. Luego Cristo no fue instruido por los
ángeles.
Respondo: Así como el alma humana es un ser
intermedio entre las sustancias espirituales y las cosas corporales,
así también puede ser perfeccionada de dos maneras: una, por la
ciencia adquirida a partir de las cosas sensibles; otra, por medio de
la ciencia infusa o impresa en ella por una iluminación de las
sustancias espirituales. El alma de Cristo fue perfeccionada de esos
dos modos: por las cosas sensibles, en su ciencia experimental, para
la que no se necesita la luz angélica, por ser suficiente la luz del
entendimiento agente; por una impresión superior, en cuanto a la
ciencia infusa, que recibió inmediatamente de Dios. Pues así como su
alma se unió al Verbo en unidad de persona de un modo extraordinario,
así también, de una manera extraordinaria, fue colmada de ciencia y de
gracia inmediatamente por el mismo Verbo de Dios; y no por mediación
de los ángeles, que, ya desde el principio, recibieron el conocimiento
de las cosas por influjo del Verbo, como dice Agustín en el libro
II De Genesi ad Litt..
A las objeciones:
1. La confortación del ángel no
tuvo carácter de instrucción, sino que se orientaba a demostrar las
propiedades de la naturaleza humana. Por eso comenta Beda In
Lúe.: Como prueba de ambas naturalezas, se dice
que los ángeles le sirvieron y le confortaron. El Creador no tuvo
necesidad del amparo de sus criaturas; pero, hecho hombre, lo mismo
que está triste por nosotros, asi también es confortado por
nosotros; es a saber, para que se consolidase en nosotros la fe en
su encarnación.
2. Dionisio afirma que Cristo estuvo sujeto a las instrucciones de los ángeles, no por razón de
sí mismo, sino por motivo de las circunstancias que se produjeron en
torno a su encarnación, y acerca de su servicio durante la infancia.
Por eso añade en el mismo lugar: mediante los ángeles comunicó el
Padre a José la dispuesta huida de Jesús a Egipto, y de nuevo el
retorno de Egipto a Judea.
3. Como luego se expone (
q.14 a.1), el Hijo de Dios asumió un cuerpo pasible; asumió, en cambio, un
alma perfecta en ciencia y en gracia (ib. ad 1; a.4). Y por eso su
cuerpo estuvo oportunamente sometido a la acción de los cuerpos
celestes; pero su alma no estuvo sujeta a la acción de los espíritus
celestiales.