Artículo 1:
El hombre en estado de inocencia, ¿sería o no sería
inmortal?
lat
Objeciones por las que parece que el hombre en estado de inocencia no
era inmortal:
1. Mortal entra en la definición de hombre. Anulada la definición,
anulado lo definido. Por lo tanto, si existía el hombre, no podía ser
inmortal.
2. Lo corruptible y lo incorruptible difieren en
género, como se dice en X Metaphys. Entre lo
que difiere genéricamente no cabe el intercambio. Por tanto, si el
primer hombre era incorruptible, no podía ser ahora
corruptible.
3. La inmortalidad en aquel estado lo sería por
naturaleza o por gracia. No podía serlo por naturaleza, pues
permaneciendo ésta específicamente idéntica, también ahora sería
inmortal. Tampoco por gracia, pues ésta la recuperó el primer hombre
por el arrepentimiento, según aquello de Sab 10,2: Le salvó de su
caída. Con la gracia habría recuperado también la inmortalidad.
Por lo tanto, el primer hombre no era inmortal en el estado de
inocencia.
4. La inmortalidad nos es prometida como premio, según
aquello del Apoc 21,4: La muerte no existirá más. Ahora bien,
el hombre no fue creado en estado de premio, sino para merecer el
premio. Por lo tanto, el hombre no era inmortal en el estado de
inocencia.
Contra esto: está lo que se dice en Rom 5,12: Por el pecado entró la
muerte en el mundo. Por lo tanto, antes el hombre era
inmortal.
Respondo: La incorruptibilidad tiene un triple
sentido. 1)
Uno, referido a la materia, y entonces es
incorruptible aquello que, o no tiene materia, como el ángel, o la
tiene como potencia para una sola forma, como los cuerpos celestes.
Ambos son por naturaleza incorruptibles. 2)
Otro, referido a la
forma, y entonces es una disposición que impide la corrupción en algo
por naturaleza corruptible. Esto se llama incorruptible según la
gloria; porque, como dice Agustín en su carta
Ad Dioscorum: Dios hizo al alma de tal vigor natural, que su
bienaventuranza se vierte en el cuerpo como plenitud de salud o don de
incorrupción. 3)
El tercer sentido se toma de la causa
eficiente. Este, es el modo como el hombre era incorruptible e
inmortal en el estado de inocencia, pues, como dice Agustín en el
libro
De quaest. Vet. et Nov.. Test.:
Dios
dotó al hombre de inmortalidad mientras no pecase, para que él mismo
se diese la vida o la muerte. En efecto, su cuerpo no era
incorruptible por virtud propia, sino por una fuerza sobrenatural
impresa en el alma que preservaba el cuerpo de corrupción mientras
estuviese unida a Dios. Esto fue razonablemente otorgado. Pues, porque
el alma racional supera la proporción de la materia corporal, como
dijimos (
q.76 a.1), era necesario que desde el principio le fuese dada
una virtud por la que pudiese conservar el cuerpo por encima de la
naturaleza material corporal.
A las objeciones:
1-2. Son viables en
cuanto a lo que es incorruptible e inmortal por naturaleza.
3. La virtud de preservar el
cuerpo de corrupción no era natural al alma, sino un don de la gracia.
Aun cuando recuperara la gracia por la remisión de la culpa y para el
merecimiento de la gloria, no así para el efecto de la inmortalidad.
Esto se reservaba a Cristo, quien repararía sobreabundantemente los
defectos de la naturaleza, como veremos más adelante (
3 q.14 a.4 ad 1).
4. No es lo mismo la inmortalidad
de la gloria prometida como premio y la inmortalidad conferida al
hombre en estado de inocencia.
Artículo 2:
El hombre en estado de inocencia, ¿fue o no fue pasible?
lat
Objeciones por las que parece que el hombre en estado de inocencia era pasible:
1. Sentir es un cierto recibir. El hombre en el estado de
inocencia era sensible. Por lo tanto, también era pasible.
2. El sueño es un cierto recibir. Pero en el estado de
inocencia, el hombre dormía, como se dice en Gén 2,21: Dios
infundió en Adán un profundo sueño. Por lo tanto, era
pasible.
3. En el mismo texto se añade: Cogió una de sus
costillas. Por lo tanto, al menos en lo extirpado, fue
pasible.
4. El cuerpo del hombre era blando. Por lo tanto, pasivo
con respecto a lo duro, que, al chocar con su cuerpo, lo alteraría.
Por lo tanto, el primer hombre fue pasible.
Contra esto: está el hecho de que, de ser pasible, sería también
corruptible, ya que la pasión excesivamente intensa destruye la
sustancia.
Respondo: La pasión se toma en un doble
sentido. 1)
Uno, propio, cuando algo es sacado de su
disposición natural. La pasión es efecto de una acción, y los seres
naturales contrarios actúan y son actuados recíprocamente, pues unos
sacan a los otros de su disposición natural. 2) Otro, más corriente.
Así, pasión es cualquier mutación, incluso la que
perfecciona la naturaleza. En este sentido, sentir y entender son
un
cierto padecer.
En este segundo sentido, el hombre, en el primer estado, era pasible
en su alma y en su cuerpo; mientras que en el primer sentido de pasión
era impasible en el alma y en cuerpo, como también era inmortal; por
lo cual hubiera podido librarse de toda pasión, incluso de la muerte,
si se hubiera mantenido sin pecado.
A las objeciones:
1-2. Está incluida en
lo dicho, pues el sentir y el dormir no cambian una disposición
natural del hombre, sino que se ordenan al bien de la
naturaleza.
3. La costilla de Adán, como
dijimos anteriormente (
q.92 a.3 ad 2), le fue dada como principio del
género humano; al igual que el semen lo tiene el hombre por ser
principio generativo. Y así como la pérdida del semen no es una
alteración que destruya una disposición natural, así tampoco la
separación de aquella costilla.
4. En parte la propia razón,
dictando qué es perjudicial; y en parte la divina Providencia, que lo
defendía de todo lo imprevisto que le pudiera sobrevenir, preservaban
al cuerpo del hombre en el estado de inocencia de toda lesión que le
pudiera producir algo duro.
Artículo 3:
El hombre en estado de inocencia, ¿necesitaba o no necesitaba
alimentos?
lat
Objeciones por las que parece que el hombre en estado de inocencia no
necesitaba alimentos:
1. El alimento se necesita para reparar lo perdido. Pero, al parecer,
en el cuerpo de Adán no había desgaste, pues era incorruptible. Por lo
tanto, no necesitaba alimentos.
2. La comida es necesaria para nutrirse. Pero la nutrición
implica alteración. Por lo tanto, como el cuerpo del hombre era
impasible, no parece que tuviese necesidad de alimento.
3. Se dice que el alimento nos es necesario para la
conservación de la vida. Pero a Adán le bastaba no pecar para
conservar la vida. Por lo tanto, no necesitaba alimentos.
4. Alimentarse conlleva la evacuación de residuos, cosa
incompatible con la dignidad de aquel primer estado. Por lo tanto, el
hombre en el primer estado no se alimentaba.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 2,16: Puedes comer de todo
árbol del paraíso.
Respondo: El hombre en el estado de inocencia
tenía vida vegetativa, que requeriría alimentos. Sin embargo, después
de la resurrección su vida será espiritual y no los necesitará. Para
demostrarlo, hay que tener presente que el alma racional es alma y
espíritu. Se dice que es alma por lo que tiene de común con la de los
animales: dar vida al cuerpo. Por eso se dice en Gén 2,7:
Así fue
el hombre ser animado. Esto es, con cuerpo dotado de vida. Pero es
también espíritu por lo que tiene de propio y no común con los demás
animales, esto es, su potencia intelectiva inmaterial.
Así, pues, en el primer estado, el alma racional comunicaba al cuerpo
lo que le era común; así, el cuerpo es llamado animal, esto es,
en cuanto que tiene la vida por el alma. El primer principio de vida
en los seres inferiores es el alma vegetativa, como se dice en el
libro De anima, a la que le compete alimentarse,
engendrar y desarrollarse. Por lo tanto, estas cosas se daban en el
hombre en el primer estado. Pero en el último estado, después de la
resurrección, el alma hará que redunde en el cuerpo lo que le es
peculiar como espíritu: la inmortalidad en todos; la impasibilidad, la
gloria y la virtud en los buenos, cuyos cuerpos serán llamados espirituales (cf. 1 Cor 15,44). Después de la resurrección, por lo
tanto, los hombres no necesitarán alimentarse; pero en el estado de
inocencia, sí lo necesitaban.
A las objeciones:
1. Dice Agustín
en
De quaest. Vet. et Nov. Test.:
. ¿Cómo
podía ser inmortal lo que necesitaba alimentarse? Pues lo inmortal no
come ni bebe. Ya dijimos (
a.1) que la inmortalidad del primer
hombre en aquel primer estado estaba sobreañadida como fuerza
sobrenatural, y no como disposición inherente al cuerpo. Así, el calor
podría consumir parte de la humedad de aquel cuerpo; y para que no se
consumiera totalmente era necesario suplirla alimentándose.
2. En la nutrición hay una cierta
pasión o alteración por parte del alimento al convertirse en sustancia
del que lo toma. Pero de aquí no se deduce que el cuerpo del hombre
fuera pasible, sino que lo era el alimento. Aun cuando tal pasión
fuera para perfección de la naturaleza.
3. Si el hombre no se alimentara,
pecaría, como pecó tomando el alimento prohibido. Pues en un mismo
mandato recibió la orden de alimentarse de todo árbol del Paraíso y de
abstenerse del de la ciencia del bien y del mal.
4. Algunos opinan que el hombre en
el estado de inocencia sólo tomaba el alimento necesario, por lo cual
no le sobraba nada. Pero parece poco razonable que en la comida no
hubiera nada, ni siquiera algún poso indigerible. Era necesario echar
los residuos. Pero incluso esto estaba divinamente dispuesto, de forma
que no resultaba indecente.
Artículo 4:
El hombre en estado de inocencia, ¿hubiera o no hubiera alcanzado la
inmortalidad por el árbol de la vida?
lat
Objeciones por las que parece que el árbol de la vida no podía ser
causa de inmortalidad:
1. Nada puede producir un efecto que exceda su causa. Ahora bien, el
árbol de la vida era corruptible, como lo muestra su virtud de
alimentar, que es una mutación sustancial, como dijimos (
a.3 ad 2).
Por lo tanto, no podía causar la incorruptibilidad.
2. Los efectos causados por las potencias vegetativas o de
cualquier otro ser natural, son naturales. Por lo tanto, si el árbol
de la vida causase la inmortalidad, ésta sería natural.
3. Esto renueva las antiguas fábulas, ridiculizadas por
el Filósofo en III Metaphys., que atribuían la
inmortalidad de los dioses a que comían cierto alimento.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 3,22:
No vaya ahora a poner
su mano en el árbol de la vida y, comiendo de él, viva para
siempre.
Más aún. Agustín, en Quaest. Vet. et Nov. Test., dice: El comer del árbol de la vida apartaba la corrupción del
cuerpo. Incluso después del pecado hubiera podido ser incorruptible,
si se le hubiera permitido volver a comer de él.
Respondo: El árbol de la vida causaba tan sólo
la inmortalidad en una cierta manera, no absolutamente. Para
demostrarlo hay que tener presente que el hombre tenía dos remedios
contra los dos siguientes defectos. El primero, la pérdida de humedad
por efecto del calor natural, instrumento del alma. Esto lo remediaba
el hombre comiendo de los otros árboles del Paraíso, del mismo modo
que ahora nosotros nos alimentamos comiendo.
El segundo se debe a que, como dice el Filósofo en I De
generat., cuando se añade algo extraño a una cosa
húmeda, ésta pierde parte de su virtud activa. Ejemplo: El agua
añadida al vino toma el sabor de éste. Pero si la cantidad aumenta,
disminuye la fuerza del vino y acaba por aguarse. Así, pues, vemos
que, en un principio, la fuerza activa de la especie es tan vigorosa,
que no sólo transforma el alimento necesario para restaurar las
fuerzas perdidas, sino también para el crecimiento. Después, el
alimento sumido sólo da para restaurar las fuerzas perdidas;
finalmente, en la vejez, ni siquiera para esto, llegando así la
decrepitud y la disolución natural del cuerpo. Contra este defecto se
fortalecía el hombre con el árbol de la vida, que robustecía el vigor de la especie contra el desgaste originado por
mezcla de cosas extrañas. Por eso, Agustín, en XIV De Civ. Dei, dice: Tenía a mano la comida, para que no
tuviese hambre; la bebida, para que no tuviese sed; y el árbol de la
vida para que no le aniquilara la vejez. Y en el libro De
quaest. Vet. et Nov. Test. dice: El árbol de la
vida infundía la incorrupción a los hombres como una
medicina.
Pero esta inmortalidad no era absoluta, pues la virtud que redundaba
del alma en el cuerpo no provenía del árbol de la vida, ni éste podía
dar al cuerpo una inmortalidad perpetua. La virtud de cualquier cuerpo
es finita; por eso, la virtud del árbol de la vida no podía hacer
durar al cuerpo infinitamente en el tiempo, sino sólo determinado
tiempo. Es evidente que, cuanto mayor es la virtud de algo, más
perdurable es su efecto. Por lo tanto, si la virtud del árbol de la
vida era finita, su gusto preservaba de la corrupción por un cierto
tiempo. Acabado este tiempo, o el hombre hubiera sido trasladado a una
vida espiritual, o de nuevo hubiese necesitado comer del árbol de la
vida.
A las objeciones: Está incluida en lo dicho, pues de las
primeras objeciones se concluye que no causaba la absoluta
incorruptibilidad; y de las otras, que la causaba impidiendo la
corrupción del modo como acabamos de explicar (sol.).