Artículo 1:
El principio intelectivo, ¿se une o no se une al
cuerpo como forma?
lat
Objeciones por las que parece que el principio intelectivo no se une
al cuerpo como forma:
1. El Filósofo, en el III De Anima, dice que el
entendimiento está separado, y que no es acto de ningún cuerpo.
Por lo tanto, no se une al cuerpo como forma.
2. Toda forma está determinada por la naturaleza de aquella
materia de la que es forma. En caso contrario, no se seguiría la
proporción entre la materia y la forma. Por lo tanto, si el
entendimiento se uniera al cuerpo como forma, como quiera que todo
cuerpo posee una determinada naturaleza, se seguiría que el
entendimiento tendría una determinada naturaleza. De este modo, no lo
conocería todo, como quedó asentado anteriormente (
q.75 a.2); lo cual
va contra la razón de entendimiento. Por lo tanto, el entendimiento no
se une al cuerpo como forma.
3. Toda potencia receptiva que es acto de algún cuerpo,
recibe la forma de modo material e individual, porque lo recibido está
en el que lo recibe según el modo de ser del recipiente. Pero la forma
de lo conocido no es recibida en el entendimiento de modo material e
individual, sino más bien de modo inmaterial y universal; en caso
contrario, no conocería lo inmaterial y universal, sino sólo lo
singular, como hacen los sentidos. Por lo tanto, el entendimiento no
se une al cuerpo como forma.
4. La potencia y la acción son de uno mismo, puesto que el
que puede obrar y el que obra es el mismo. Pero la acción del entendimiento
no es de ningún cuerpo, según dijimos anteriormente (
q.75 a.2). Por lo
tanto, tampoco la potencia intelectiva es de ningún cuerpo. Pero una
capacidad o potencia no puede ser más abstracta o más simple que la
esencia de la que deriva. Por lo tanto, tampoco la
sustancia del entendimiento es forma del cuerpo.
5. Más todavía. Lo que posee el ser por sí mismo, no se une al cuerpo
como forma; porque la forma es aquello por lo que algo es; de este
modo, el mismo ser de la forma no es de la forma en cuanto tal. Pero
el principio intelectivo tiene el ser en cuanto tal y es subsistente,
como ya dijimos (
q.75 a.2). Por lo tanto, no se une al cuerpo como
forma.
6. Lo que por naturaleza pertenece a un ser siempre está
con él. Pero a la forma por naturaleza le corresponde estar unida a la
materia. Pues no es acto de la materia de forma accidental, sino
esencialmente; en caso contrario, la unión a partir de la materia y de
la forma no sería sustancial, sino accidental. Por lo tanto, la forma
no puede darse sin la materia. Pero el principio intelectivo, al ser
incorruptible, como quedó demostrado (
q.75 a.6), una vez corrompido el
cuerpo permanece no unido a él. Por lo tanto, el principio intelectivo
no se une al cuerpo como forma.
Contra esto: según el Filósofo en VIII Metaphys. la
diferencia procede de la forma. Pero la diferencia constitutiva del
hombre es racional; y le corresponde al hombre en virtud del
principio intelectivo. Por lo tanto, el principio intelectivo es la
forma del hombre.
Respondo: Es necesario afirmar que el
entendimiento, principio de la operación intelectual, es forma del
cuerpo humano. Pues lo primero por lo que obra un ser es la forma del
ser al que se le atribuye la acción; así como lo primero por lo que
sana un cuerpo es la salud, y lo primero que hace que el alma tenga
conocimiento es la ciencia; de ahí que la salud sea forma del cuerpo y
la ciencia lo sea del alma. Esto es así porque ningún ser obra sino en
cuanto que está en acto; por lo tanto, obra por aquello que hace que
esté en acto. Es evidente que lo primero por lo que un cuerpo vive es
el alma. Y como en los diversos grados de los seres vivientes la vida
se expresa por distintas operaciones, lo primero por lo que ejecutamos
cada una de estas operaciones es el alma.
En efecto, el alma es lo primero por lo que nos alimentamos, sentimos
y nos movemos localmente; asimismo es lo primero por lo que
entendemos. Por lo tanto, este principio por el que primeramente
entendemos, tanto si le llamamos entendimiento como alma intelectiva,
es forma del cuerpo. Esta es la demostración que ofrece Aristóteles en
el II De Anima.
Si alguien insiste en afirmar que el alma intelectiva
no es forma del cuerpo, es necesario que señale cómo el entender es
una acción de este hombre concreto; pues quien entiende experimenta
que él es el que entiende. Pues la acción se atribuye a alguien de
tres maneras, como nos consta por el Filósofo en V Physic. De hecho se dice que algo mueve o actúa con
todo su ser (ejemplo: el médico que cura), o con parte de su ser
(ejemplo: el hombre ve por los ojos), o por medio de algo accidental
(ejemplo: lo blanco edifica, por ser blanco el hombre que lo hace).
Ahora bien, al decir que Sócrates o Platón conocen, es evidente que no
se lo atribuimos accidentalmente, puesto que lo hacemos en cuanto que
son hombres, y ser hombre en ellos es esencial. Por lo tanto, o hay que
decir que Sócrates entiende con todo su ser, que es lo que sostuvo
Platón al decir que el hombre es el alma intelectiva; o hay que decir
que el entendimiento es alguna parte de Sócrates. Lo primero no es
sostenible, como se demostró anteriormente (q.75 a.4), puesto que es
el mismo hombre que percibe tanto el entender como el sentir. El
sentir no se da sin el cuerpo; de ahí que sea necesario que el cuerpo
sea alguna parte del hombre. Por lo tanto, hay que concluir que el
entendimiento con el que Sócrates entiende, es alguna parte de
Sócrates; así como que el entendimiento de algún modo está unido al
cuerpo de Sócrates.
En el III De Anima, el Comentarista dice que
dicha unión se realiza por la especie inteligible. Lo cual tiene un
doble sujeto: uno, el entendimiento posible; otro, las
mismas imágenes que están en los órganos corporales. De este modo, la
especie inteligible sirve de unión entre el entendimiento posible y el
cuerpo de este o aquel hombre. Pero esta continuidad o unión no es
suficiente para que la acción del entendimiento sea acción de
Sócrates. Esto es evidente si se compara con lo que ocurre en los
sentidos, de los cuales parte Aristóteles para analizar lo propio del
entendimiento. Pues, como se dice en el III De Anima, la relación entre las imágenes sensibles y el
entendimiento es idéntica a la existente entre los colores y la vista.
Por lo tanto, así como las especies de los colores están en la vista,
así también las especies de las imágenes sensibles están en el
entendimiento posible. Es evidente, asimismo, que por el hecho de que
los colores estén en la pared, la acción de ver no se atribuye a la
pared; pues no decimos que la pared ve, sino, más bien, que es vista.
Y del hecho de que las imágenes sensibles estén en el entendimiento
posible, no se sigue que Sócrates, en quien están las imágenes
sensibles, entienda; sino que él mismo, o sus imágenes, son
entendidas.
Algunos sostuvieron que el entendimiento se une al
cuerpo como motor; de este modo, a partir del entendimiento y del
cuerpo se hace uno solo, lo cual permite que se atribuya al todo la
acción del entendimiento. Pero esto es insostenible por muchas
razones. Primero, porque el entendimiento no mueve el cuerpo a
no ser por el apetito, cuyo movimiento presupone la acción del
entendimiento. Sócrates no entiende porque sea movido por el
entendimiento, sino que es movido por el entendimiento porque
entiende. Segundo, porque al ser Sócrates un individuo dentro
de una naturaleza cuya esencia es una, compuesta a partir de la
materia y de la forma, si el entendimiento no es su forma, hay que
concluir que es extraño a su esencia; y de este modo el entendimiento
se compararía con todo Sócrates como el motor con el móvil. Pero
entender es una acción de las que permanecen en el agente, y no de las
que pasan a otro, como el calentar. Por lo tanto, entender no puede
ser atribuido a Sócrates por el hecho de que esté movido por el
entendimiento. Tercero, porque la acción del motor nunca se
atribuye a lo movido a no ser como instrumento, como se atribuye a la
sierra la acción del carpintero. Así, pues, si entender se atribuye a
Sócrates porque es la acción de su motor, se concluiría que se le
atribuye como instrumento. Lo cual va contra la opinión del
Filósofo, que sostiene que el entender no se debe al
instrumento corpóreo. Cuarto, porque, aun cuando la acción de
la parte se atribuya al todo, como al hombre la acción del ojo, sin
embargo, nunca se atribuye a otra parte, a no ser, quizás,
accidentalmente. Pues no decimos que la mano vea por el hecho de que
sea el ojo el que ve. Por lo tanto, si del entendimiento y de Sócrates
se forma un todo según el modo dicho, la acción del entendimiento no
puede ser atribuida a Sócrates. Y si Sócrates es un todo formado por
la unión de entendimiento con las demás cosas que integran a Sócrates,
pero el entendimiento no se une a ellas más que como motor, se
concluiría que Sócrates no es una unidad sustancial, ni, por lo tanto,
un ser sustancial, puesto que cada cosa es ser en tanto en cuanto es
una.
Por todo lo cual, sólo queda como sostenible la opinión de
Aristóteles, esto es, que este hombre entiende porque el principio
intelectivo es su forma. Así, por la misma operación del entendimiento
se demuestra que el principio intelectivo se une al cuerpo como forma.
Esto también puede resultar evidente partiendo del análisis de la
naturaleza de la especie humana. Pues la naturaleza de cualquier cosa
queda manifestada por su operación. Pero la operación propia del
hombre en cuanto hombre es la de entender, pues por ella supera a
todos los animales. Por eso, Aristóteles, en el libro Ethic., en esta operación, la más propia del
hombre, coloca la plena felicidad. Por lo tanto, es preciso que el
hombre tome su especie de lo que es principio de dicha operación.
Ahora bien, a los seres les viene la especie de su propia forma. Por
consiguiente, es necesario que el principio
intelectivo sea la forma propia del hombre.
Sin embargo, hay que tener presente que una forma, cuanto más alta es
su categoría, tanto más domina la materia corporal y menos inmersa
está en ella, y tanto más la impulsa por su operación y su capacidad.
Así observamos que la forma de un cuerpo compuesto tiene alguna
operación que no es causada por las cualidades fundamentales. Cuanto
mayor es la categoría de las formas, tanto más supera su poder al de
la materia elemental; y, de este modo, el alma vegetativa supera la
forma de un metal; lo mismo hace el alma sensitiva con la vegetativa.
Pero de todas las formas, la de más categoría es el alma humana. Por
eso, su poder sobrepasa de tal manera al de la materia corporal, que
tiene una capacidad y una operación en la que de ninguna manera
participa la materia corporal. Esta facultad es llamada
entendimiento.
Hay que tener presente que si alguien supone el alma compuesta a
partir de la materia y de la forma, de ninguna manera puede afirmar
que sea forma del cuerpo. Porque, como quiera que la forma es acto y
la materia es un ser en pura potencia, no hay posibilidad de que lo
compuesto a partir de la materia y de la forma pueda ser, en cuanto
tal, forma de otra cosa. Si lo fuese por alguna de sus partes, lo que
es forma sería el alma, y lo informado por ella sería lo primero
animado, como dijimos anteriormente (q.75 a.5).
A las objeciones:
1. Como indica el Filósofo en II Physic., de entre las formas naturales la de más
categoría, el alma humana, en la que termina la consideración del
filósofo naturalista, es algo separado y, sin embargo, está en la
materia. Esto lo prueba porque el hombre a partir de la materia
engendra al hombre; también lo hace el sol. En efecto, está
separado por su potencia intelectiva, porque el poder intelectivo no
es facultad de ningún órgano corpóreo, tal como la facultad de ver es
acto de los ojos; pues entender es un acto que no puede ejercerse
mediante algún órgano corporal, como se realiza el acto de ver. Sin
embargo, está en la materia por cuanto que la propia alma, a quien
pertenece tal facultad, es forma del cuerpo y término de la generación
humana. Por eso, el Filósofo, en el III De anima, dice que el entendimiento está separado, porque no es
facultad de ningún órgano corporal.
2. La respuesta a esta está
incluida en lo dicho. Pues, para que el hombre pueda entender con su
entendimiento todas las cosas y para que el entendimiento entienda lo
inmaterial y universal, es suficiente con que la facultad intelectiva
no sea acto del cuerpo.
3. Igualmente queda respondida en
lo dicho.
4. El alma humana, por su
perfección, no es una forma inmersa en la materia ni totalmente
absorbida por ella. Por lo tanto, no hay inconveniente en que alguna
de sus facultades no sea acto del cuerpo, aunque por su esencia sea
forma del cuerpo.
5. El alma comunica el mismo ser
con que ella subsiste a la materia corporal, y de ésta y del alma
intelectiva se forma una sola entidad de suerte que el ser que tiene
todo el compuesto es también el ser del alma. Esto no ocurre en las
otras formas no subsistentes. Por esto el alma permanece en su ser
cuando se corrompe el cuerpo, y no, en cambio, las otras
formas.
6. Al alma le corresponde
esencialmente estar unida al cuerpo, como al cuerpo ligero
esencialmente le corresponde mantenerse en lo alto. Y así como el
cuerpo ligero sigue siendo ligero cuando es alejado de su lugar
propio, aunque con aptitud o inclinación a ocuparlo, así también el
alma humana permanece en su ser cuando está separada del cuerpo,
conservando su aptitud e inclinación natural a unirse al
cuerpo.
Artículo 2:
El principio intelectivo, ¿se multiplica o no se multiplica conforme
se multiplican los cuerpos?
lat
Objeciones por las que parece que el principio intelectivo no se
multiplica conforme se multiplican los cuerpos, sino que hay una sola
inteligencia para todos los hombres:
1. Ninguna sustancia inmaterial se multiplica numéricamente dentro de
la misma especie. Pero el alma humana es sustancia inmaterial, pues no
está compuesta a partir de la materia y de la forma, según se demostró
anteriormente (
q.75 a.5). Por lo tanto, no hay muchas almas de la
misma especie. Pero todos los hombres son de la misma especie. Por lo
tanto, hay un solo entendimiento para todos los hombres.
2. Anulada la causa, anulado el efecto. Por lo tanto, si al
multiplicarse los cuerpos se multiplicaran las almas, parece que hay
que concluir que, anulados los cuerpos, no se daría la variedad en las
almas, puesto que todas ellas quedarían reducidas a un solo ser. Esto
es herético; pues, de ser así, desaparecería la diferencia que hay
entre premios y penas.
3. Si mi entendimiento es distinto del tuyo, el mío es
individual, lo mismo que el tuyo. Pues las realidades particulares se
diferencian en el número y coinciden en la especie. Pero todo lo que
es recibido en algo, está en él tal como es el que lo recibe. Por lo
tanto, las especies de las realidades son recibidas en mi
entendimiento y en el tuyo individualmente. Esto es contrario a la
naturaleza del entendimiento, conocedor de los universales.
4. Lo que es entendido se encuentra en el entendimiento del
que entiende. Por lo tanto, si mi entendimiento es distinto del tuyo,
es necesario que lo que yo entiendo sea distinto de lo que entiendes
tú. De ser así, tendríamos objetos numéricamente individuales, y el
entendimiento sólo estaría en potencia, siendo del todo necesario
abstraer el concepto común a ambos, porque de objetos distintos, sean
los que sean, se puede abstraer un concepto inteligible común. Lo cual
se opone a la naturaleza del entendimiento, ya que no se distinguiría
de la facultad de la imaginación. Por lo tanto, parece que todos los
hombres tienen un solo entendimiento.
5. Cuando el discípulo recibe la enseñanza del maestro, no
puede decirse que la ciencia del maestro engendre la ciencia en el
discípulo, porque, de ser así, la ciencia sería una forma activa como
el calor. Esto es evidentemente falso. Por lo tanto, parece que la
ciencia que tiene el maestro, la misma numéricamente, debe pasar al
discípulo. Esto no es posible a no ser que el entendimiento de ambos
sea el mismo. Por lo tanto, parece que sea uno sólo el entendimiento
del discípulo y el del maestro. Consecuentemente, también el de todos
los hombres.
6. En el libro De quantitate Animae, dice Agustín: Si dijera únicamente que hay muchas almas, me
estaría riendo de mí mismo. Pero parece que el alma es sobre todo
una sola en cuanto al entendimiento. Por lo tanto, uno es el
entendimiento de todos los hombres.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en II Physic.: Lo que las causas universales son con respecto a lo universal, eso mismo lo son las particulares con respecto a lo particular. Pero es imposible que un alma de una especie esté en animales de distinta especie. Por lo tanto, también es imposible que un alma intelectiva, numéricamente la misma, esté en seres numéricamente diversos.
Respondo: Que el entendimiento sea tan sólo uno
para todos los hombres, es del todo imposible. Esto resulta evidente
si, siguiendo a Platón, el hombre es su mismo entendimiento. Pues
habría que concluir que, si el entendimiento de Sócrates y de Platón
es sólo un entendimiento, Sócrates y Platón son un solo hombre, y no
se distinguirían entre sí más que por elementos ajenos a sus
respectivas esencias. La diferencia entre Sócrates y Platón,
suponiendo lo dicho, no sería mayor que la existente en un hombre por
llevar una túnica o llevar una capa. Esto es totalmente
absurdo.
Igualmente resulta imposible si, siguiendo a Aristóteles, afirmamos que el entendimiento es parte, o potencia del alma, que es la forma del hombre. Pues es tan imposible que muchas cosas numéricamente distintas tengan la misma forma, como imposible es que tengan el mismo ser, ya que la forma es principio de ser.
Igualmente resulta imposible, se explique como se explique, la unión
del entendimiento con este o aquel hombre, por ser evidente que,
cuando el agente principal es uno sólo y los instrumentales dos, puede
decirse que hay, en el fondo, un solo agente y varias acciones. Pues,
en el caso de que un hombre tocase objetos distintos con las dos
manos, el que toca es uno, pero los contactos son dos. Por el
contrario, si hay un solo instrumento y varios agentes principales, se
dice que hay muchos agentes, pero que la acción es sólo una. Ejemplo:
Si entre muchos arrastran una embarcación tirando de la misma amarra,
los que tiran serán muchos, pero la acción una sola. Si no hubiera más
que un solo agente principal y un solo instrumento, se dice que hay un
solo agente y una sola acción. Ejemplo: Un carpintero golpea con un
solo martillo; hay un solo percusor y una sola percusión.
Es evidente que, cualquiera que sea el modo como el entendimiento se
une o se funde con este o con aquel hombre, entre todas las cosas
propias del hombre, el entendimiento es, sin duda alguna, la
principal, puesto que las fuerzas sensitivas obedecen y están
sometidas al entendimiento. Por lo tanto, si suponemos que dos hombres
tienen distinto entendimiento y un mismo sentido, por ejemplo, un solo
ojo para ambos, quienes verían serían dos, pero la visión sólo una. En
cambio, si tienen un mismo entendimiento, cualquiera que sea la
diversidad de cosas que el entendimiento use como instrumentos, tanto
Sócrates como Platón no serían más que un solo sujeto inteligente. Si
a todo esto añadimos que el entender, como acción propia del
entendimiento, no se lleva a cabo mediante ningún otro órgano, sino
sólo por el entendimiento, nos encontramos que uno solo es el agente y
una sola la acción. Esto es, todos los hombres son un solo sujeto
inteligente y todos tienen la misma acción de entender. Con respecto a
esto último se habla de un mismo sujeto inteligible.
Por otra parte, mi acción intelectual podría distinguirse de la tuya
por la diversidad de imágenes sensibles, es decir, porque la imagen de
la piedra que hay en mí es distinta de la que hay en ti, si la imagen,
en cuanto que es algo en mí y algo distinto en ti, fuera la forma del
entendimiento posible. Porque un mismo agente, obrando diversamente,
produce acciones diversas, al igual que en virtud de las diversas
formas de los objetos, son distintas las visiones de la vista. Pero la
imagen sensible no es la forma del entendimiento posible, sino la
especie inteligible abstraída de dichas imágenes. Y
en un mismo entendimiento no se abstrae de las distintas imágenes
sensibles del mismo orden más que una sola especie inteligible. Esto
resulta evidente cuando comprobamos que en un mismo hombre puede haber
distintas imágenes de piedras, y, sin embargo, de todas ellas no es
abstraída más que una sola especie inteligible de piedra por la cual
el entendimiento de cada hombre entiende con una sola operación la
naturaleza de la piedra a pesar de la diversidad de imágenes. Por lo
tanto, si todos los hombres tuvieran el mismo entendimiento, la
diversidad de imágenes en ellos no podría fundamentar la distinción
entre la operación intelectual de un hombre y la operación intelectual
de otro, como se imaginaba el Comentarista en el III De Anima. Hay que concluir, por tanto, que es completamente
imposible e incongruente decir que hay un mismo entendimiento para
todos los hombres.
A las objeciones:
1. Aunque el alma no tenga materia
a partir de la cual ha sido hecha, como tampoco el ángel, sin embargo,
es forma de alguna materia. Y esto no es propio del ángel. De este
modo, y atendiendo a la división de la materia, muchas son las almas
dentro de una misma especie. En cambio, no puede haber muchos ángeles
de una misma especie.
2. Cada cosa tiene unidad tal como
tiene el ser, y, consecuentemente, es idéntico el juicio sobre la
multiplicación de algo y sobre la multiplicación de su ser. Es
evidente que el alma intelectual se une según su propio ser al cuerpo
como forma, y, sin embargo, destruido el cuerpo, el alma intelectual
conserva su ser. Por lo tanto, también la multiplicidad de almas se da
según la multiplicidad de cuerpos, y, sin embargo, destruidos los
cuerpos, las almas permanecen multiplicadas en su propio
ser.
3. Tanto la individuación del ser
que entiende, como la individuación de la especie por la que entiende,
no impiden el conocimiento de los universales. De lo contrario, al ser
los entendimientos separados substancias subsistentes, y,
consecuentemente, particulares, no los conocerían. Pero la
materialidad del ser que conoce y la de la especie por la que conoce,
impiden el conocimiento del universal. Pues, así como toda acción se
realiza según el modo de ser de la forma por la que actúa el agente,
como el calentar según el modo del calor, así también el conocimiento
se realiza según el modo de ser de la especie en virtud de la que se
conoce. Ahora bien, es evidente que la naturaleza común se distingue y
multiplica por los principios de individuación que provienen de la
materia. Por lo tanto, si la forma por la que se realiza el
conocimiento es material, no abstraída de las condiciones de la
materia, habrá una representación de la naturaleza específica o
genérica en cuanto particularizada y multiplicada por los principios
de individuación. De este modo, no podrá ser conocida la naturaleza de
algo en su realidad común. En cambio, si la especie está despojada de
las condiciones de la materia individual, tendrá la representación de
una naturaleza sin aquello que la distingue y multiplica. Así es como
se conoce el universal. Con respecto a esto, poco importa que haya un
solo entendimiento o muchos. Porque, aunque hubiera uno sólo, sería
necesario que tanto el entendimiento como la especie por la que
entiende, fuesen algo concreto.
4. Tanto si el entendimiento es uno
como si es múltiple, lo entendido es uno. El objeto entendido, por sí
mismo no está en el entendimiento, sino que está representativamente.
Como se dice en el III De Anima: En el alma no está
la piedra, sino la imagen de la piedra. Sin embargo, lo entendido
no es la imagen de la piedra, sino la piedra, a no ser que el
entendimiento haga un acto reflejo sobre sí mismo. De no ser así, la
ciencia no trataría sobre las cosas, sino sobre las especies
inteligibles. Pero ocurre que de una misma cosa se forman diversas
imágenes a través de formas distintas. Como quiera que el conocimiento
se hace por una asimilación del cognoscente a lo conocido, hay que
deducir que una misma cosa puede ser conocida por distintos seres,
como resulta evidente en los sentidos, pues son muchos los que ven el
mismo color según diversas representaciones. Igualmente, muchos
entendimientos conocen una misma realidad. Pero esto último solamente
si, siguiendo a Aristóteles, entre el entendimiento y
el sentido existe la diferencia de que las cosas son sentidas según la
disposición individual que poseen fuera del alma. Por su parte, la
naturaleza del objeto entendido está fuera del alma, pero fuera de
ella no tiene el modo de ser según el que es entendida. Pues lo que se
entiende es la naturaleza común, una vez excluidos los principios de
individuación, y, fuera del alma, no se tiene este modo de ser. Pero,
siguiendo a Platón, los objetos entendidos existen fuera del alma tal
como son entendidos, pues sostuvo que las naturalezas de las cosas
están separadas de la materia.
5. La ciencia que hay en el
discípulo es distinta de la que hay en el maestro. Sobre cómo se
causa, lo demostraremos más adelante (
q.117 a.1).
6. Agustín entiende que no puede
haber muchas almas, a no ser, solamente, que pertenezcan todas a una
misma especie.
Artículo 3:
En el hombre, además del alma intelectiva, ¿hay o no hay otras almas
diferentes esencialmente?
lat
Objeciones por las que parece que en el hombre, además del alma
intelectiva, hay otras almas diferentes esencialmente, esto es, el
alma sensitiva y la nutritiva:
1. Una misma sustancia no puede ser corruptible e incorruptible. Pero
el alma intelectiva es incorruptible. En cambio, las otras, esto es,
la sensitiva y la nutritiva, son corruptibles, como quedó demostrado
(
q.75 a.6). Por lo tanto, en el hombre no puede tener la misma esencia
el alma intelectiva, la sensitiva y la nutritiva.
2. Si se dijera que el alma sensitiva del hombre es
incorruptible, hay que replicar: Lo corruptible y la incorruptible
difieren en el género, como se dice en X Metaphys. Pero el alma sensitiva en el caballo, en el león y en otros animales irracionales es corruptible. Por lo tanto, si el alma sensitiva en el hombre es incorruptible, no sería del mismo género que la que se encuentra en el animal irracional. Pero se dice que el animal es animal por tener alma sensitiva. Por lo tanto, el género animal no sería idéntico al hombre y a los otros animales. Esto es incongruente.
3. Aristoteles, en el libro De Generat. Animal., dice que el embrión es antes animal que hombre.
Pero esto sería imposible si el alma sensitiva y la intelectiva
tuviesen la misma especie, pues el animal lo es por el alma sensitiva,
en cambio, el hombre lo es por la intelectiva. Por lo tanto, en el
hombre no puede tener la misma esencia el alma sensitiva y la
intelectiva.
4. El Filósofo en el VIII Metaphys.
dice que el género se toma de la materia, y la diferencia se toma de
la forma. Pero racional, diferencia constitutiva del hombre, se
toma del alma intelectiva. En cambio, animal,
se toma del hecho de tener un cuerpo animado por el
alma sensitiva. Por lo tanto, el alma intelectiva se relaciona con el
cuerpo animado por el alma sensitiva como la forma con la materia. Por
lo tanto, en el hombre no tiene la misma esencia el alma intelectiva
que la sensitiva, sino que la presupone como sujeto
material.
Contra esto: está lo que se dice en el libro De Eccles. Dogmat.: No decimos que en un mismo hombre haya dos almas,
como sostuvieron Jacobo y otros autores sirios; una animal, por la que
es animado el cuerpo y está mezclada con la sangre; y otra espiritual,
al servicio de la razón. Sino que afirmamos que hay una sola y la
misma alma en el hombre, la que por su unión con el cuerpo lo vivifica
y por la razón se gobierna a sí misma.
Respondo: Platón sostuvo que en
un mismo cuerpo, incluso en sus diferentes miembros, había diversas
almas a las cuales les atribuía diversas operaciones vitales. Decía
que la fuerza nutritiva residía en el hígado; la fuerza concupiscible,
en el corazón; la fuerza cognoscitiva, en el cerebro.
En el libro De Anima, Aristóteles rechaza
dicha opinión, en cuanto a las partes del alma que para sus
operaciones se valen de órganos corporales, fundamentándose en el
hecho de que en los animales que viven después de ser descuartizados,
en cada una de las partes pueden observarse las distintas operaciones
anímicas, como la sensibilidad y el apetito. Esto no sería así si los
distintos principios de operación del alma, supuestos como
esencialmente diversos, se encontrasen distribuidos por las distintas
partes del cuerpo. Sin embargo, en cuanto al alma intelectiva, parece
dejarnos en la duda si su separación con respecto a las demás partes
del alma es una separación sólo conceptual o también
local.
Podría sostenerse la opinión de Platón siempre que se supusiera, como
hace él, que el alma está unida al cuerpo como motor, no como forma.
Pues no hay ningún inconveniente en que un mismo móvil sea movido por
distintos motores, de modo especial en sus diversas partes. Pero, si
suponemos que el alma se une al cuerpo como forma, resulta totalmente
imposible que en un mismo cuerpo haya muchas almas esencialmente
distintas. Esto se puede probar por tres razones.
1. La primera, porque el animal en el que hubiese muchas almas,
esencialmente no sería uno. Pues nada es esencialmente uno sino en
virtud de la forma única por la que tiene el ser, puesto que del mismo
modo se tiene el ser que la unidad. Por eso, las realidades cuya
denominación se debe a formas diversas, esencialmente no son una.
Ejemplo: Hombre blanco. Pues si el hombre, en virtud de una forma,
esto es, el alma vegetativa, tuviese el vivir, y en virtud de otra,
esto es, el alma sensible, tuviese el ser animal, y de una tercera,
esto es, el alma racional, tuviera el ser hombre, habría que concluir
que no es esencialmente uno. Así argumenta Aristóteles contra Platón
en VIII Metaphys. cuando dice que si la idea de
animal y la de bípedo fuesen distintas, animal bípedo no constituiría
una unidad absoluta. Por eso, en I De Anima,
contra los que sostienen que en un mismo cuerpo hay distintas almas
pregunta: ¿Qué es lo que las contiene?, es decir, qué es lo que
las establece en una sola unidad, no puede responderse que se unan por
la unidad del cuerpo, pues, más bien, el alma contiene al cuerpo
haciéndolo uno, y no al revés.
2. La segunda, por el modo de predicación. Pues los predicados
tomados de distintas formas, se predican unos de otros de modo
accidental cuando las formas no están relacionadas entre sí. Ejemplo:
Lo blanco es dulce. Si las formas están relacionadas entre sí, la
predicación es necesaria siguiendo el segundo modo de predicación esencial, porque el sujeto entra en la definición del predicado.
Ejemplo: Debido a que el color presupone la superficie, si decimos que
la superficie de un cuerpo está pintada, tendremos el segundo modo de
predicación esencial. Por lo tanto, si la forma por la que se dice que
un ser es animal es distinta de aquella por la que se dice que es
hombre, habría que concluir, o que uno de estos
atributos no se puede predicar del otro, a no ser accidentalmente,
esto es, siempre que las dos formas no estén relacionadas entre sí, o
se tendrá el segundo modo de predicación esencial si una de las
almas es presupuesto para la otra. Todo esto es resueltamente falso.
Pues animal se predica del hombre esencialmente y no de modo
accidental. Hombre no entra en la definición de animal, sino al
revés. Por lo tanto, es necesario que la forma que hace a algo ser
animal y la que lo hace ser hombre sea la misma. De lo contrario, el
hombre no sería verdaderamente animal como lo es, ya que animal se
predica del hombre esencialmente.
3) La tercera, porque cuando una operación del alma es intensa,
impide otra. Esto no sería así si el principio de las operaciones
no fuese esencialmente uno.
Por lo tanto, hay que decir: El alma sensitiva, la intelectiva y la
nutritiva, en el hombre son numéricamente la misma. Cómo sucede esto,
se puede comprobar fácilmente reflexionando sobre las diferencias de
las especies y de las formas. Pues observamos que las especies y las
formas se distinguen entre sí por su mayor o menor perfección. De este
modo, en el orden natural los seres animados son más perfectos que los
inanimados, los animales, son más perfectos que las plantas, el hombre
más perfecto que los animales, y aun dentro de estos géneros hay
diversos grados. Así, Aristóteles, en VIII Metaphys., compara las especies de las cosas a los números,
que varían de especie por la suma o resta de la unidad. Y en II De
Anima compara las diversas almas a las especies de
las figuras, en las que unas contienen a otras, como el pentágono
contiene al cuadrilátero y es mayor que él. Así, pues, el alma
intelectiva contiene virtualmente todo lo que hay en el alma sensitiva
de los seres irracionales y lo que hay en el alma vegetativa de las
plantas. Por lo tanto, así como una superficie pentagonal no tiene
figura de cuadrilátero por una parte y de pentágono por otra, ya que
la primera es superflua al estar contenida en la segunda, así tampoco
Sócrates es hombre en virtud de un alma y animal en virtud de otra,
sino que lo es por una y la misma.
A las objeciones:
1. El alma sensitiva no es
incorruptible por ser sensitiva, sino que por ser intelectiva tiene
incorruptibilidad. Por lo tanto, cuando el alma es solamente
sensitiva, es corruptible. Pero si, además de sensitiva, es también
intelectiva, entonces es incorruptible. Pues, aun cuando lo sensitivo
no da incorruptibilidad, tampoco la quita a lo intelectivo.
2. No son las formas, sino los
compuestos, los incluidos en el género y la especie. El hombre es
corruptible como los demás animales. Por eso, la diferencia
fundamentada en lo corruptible y lo incorruptible, proveniente de la
forma, no hace que el hombre se distinga por el género de los demás
animales.
3. Al principio, el embrión tiene
un alma sólo sensitiva que es sustituida por otra más perfecta, a la
vez sensitiva e intelectiva, como trataremos exhaustivamente más
adelante (
q.118 a.2 ad 2).
4. No es necesario que a los
diversos conceptos e intenciones lógicas, propias de nuestro modo de
entender, les correspondan en la naturaleza objetos distintos, ya que
el entendimiento puede concebir algo de distintos modos. Así, pues,
porque, tal como acabamos de decir, el alma intelectiva
virtualmente contiene la sensitiva superándola, la razón puede
concebir separadamente lo que es propiamente sensitivo como algo
imperfecto y material. Y tal como lo encuentra, común al hombre y a
los demás animales, así establece el concepto de género. En cambio,
aquello en lo que el alma intelectiva supera a la sensitiva, lo
considera como formal y completivo, estableciendo así la diferencia de
hombre.
Artículo 4:
En el hombre, además del alma intelectiva, ¿hay o no hay otra
forma?
lat
Objeciones por las que parece que en el hombre, además del alma
intelectiva, hay otra forma:
1. El Filósofo en el II De Anima dice: El
alma es el acto de un cuerpo físico que tiene la vida en potencia.
Así, pues, el alma se relaciona con el cuerpo como la forma con la
materia. Pero el cuerpo tiene alguna forma sustancial por la que es
cuerpo. Por lo tanto, en el cuerpo, antes del alma, hay alguna forma
sustancial.
2. El hombre y cualquier animal se mueve a sí mismo. Todo lo
que se mueve a sí mismo se divide en dos partes, la que mueve y la
movida, como se demuestra en VII Physic. La
parte que mueve es el alma. Por lo tanto, es necesario que la otra sea
de tal naturaleza que pueda ser movida. Pero la materia prima no puede
ser movida, como se dice en V Physic., por
estar solamente en potencia, y, además, todo lo movido es cuerpo. Por
lo tanto, es necesario que en el hombre y en cualquier animal haya
alguna otra forma sustancial por la que queda constituido el
cuerpo.
3. En las formas, el orden se establece por su relación
con la materia prima, puesto que anterior y posterior se dice por su
relación a algún principio. Por lo tanto, si en el hombre no hubiese
otra forma sustancial además del alma racional, sino que ésta se
uniera directamente a la materia prima, se seguiría que pertenecería
al orden de las formas más imperfectas, que son las unidas
directamente a la materia.
4. El cuerpo humano es un cuerpo mixto. En dicha
composición no entra sólo la materia ya que sólo habría entonces
corrupción. Por lo tanto, es necesario que en un cuerpo compuesto
permanezcan las formas de sus elementos, que son formas sustanciales.
Por lo tanto, en el cuerpo humano, además del alma intelectiva, hay
otras formas sustanciales.
Contra esto: está el hecho de que una cosa no tiene más que un solo ser
sustancial. Pero la forma sustancial es lo que da el ser sustancial.
El alma es forma sustancial del hombre. Por lo tanto, es imposible que
en el hombre, además del alma intelectiva, haya otra forma
sustancial.
Respondo: Si se supone que el alma intelectiva
no está unida al cuerpo como forma, sino sólo como motor, como
sostuvieron los platónicos, sería necesario que en el hombre hubiera
otra forma sustancial por la que el cuerpo, móvil del alma, fuera
constituido en su ser. Pero, si el alma intelectiva está unida al
cuerpo como forma sustancial, como ya dijimos (
a.1), es imposible que,
además de ella, se encuentre en el hombre otra forma
sustancial.
Para demostrarlo, hay que tener presente que la forma sustancial se
distingue de la accidental en que ésta no da el ser en absoluto, sino
tal ser. Ejemplo: El calor no hace que su sujeto sea ser en absoluto,
sino ser caliente.
De este modo, cuando sobreviene una forma accidental, no se dice que
algo es formado o generado absolutamente, sino que se habla de haber
recibido tal modalidad. Igualmente, cuando la pierde, no decimos que
algo se corrompa totalmente, sino hasta cierto punto. En cambio, la
forma sustancial da el ser en absoluto. De este modo, al aparecer,
hablamos de generación absoluta de un ser. Al desaparecer, hablamos de
total corrupción. Por eso, los antiguos naturalistas, que suponían que
la materia prima era ser en acto, como el fuego, el aire o algo
parecido, dijeron que nada se engendra ni se destruye totalmente, sino
que se transforma, como se dice I Physic.
Si esto fuera así, y si además del alma intelectiva en la materia
preexiste alguna otra forma sustancial por la cual el sujeto del alma
es un ser en acto, habría que concluir que el alma no comunica en
absoluto el ser, ni, consecuentemente, es forma sustancial, y que ni
el advenimiento del alma ocasionaría la generación en cuanto
tal, ni su pérdida la destrucción, sino que sólo se
darían de forma accidental. Esto es evidentemente falso.
Por lo tanto, hay que decir que en el hombre no hay ninguna otra
forma sustancial a no ser el alma intelectiva, la cual, así como
contiene virtualmente la sensitiva y la nutritiva, así también
virtualmente contiene todas las formas inferiores y por sí misma hace
todo lo que las formas más imperfectas llevan a cabo en los demás
seres. Lo mismo puede decirse del alma sensitiva en los animales
irracionales, lo mismo de la vegetativa en las plantas, y, hablando en
general, lo mismo de todas las formas más perfectas con respecto a las
menos perfectas.
A las objeciones:
1. Aristóteles no
dice que el alma sea sólo acto del cuerpo, sino acto de un
cuerpo físico y orgánico que tiene potencialmente vida y que tal
potencia no excluye al alma. Por eso resulta evidente que en
aquello cuya alma es llamada acto también se incluye el alma. También
decimos que el calor es acto del cuerpo caliente, y la luz del
luminoso, no porque un cuerpo sea luminoso sin la luz, sino porque lo
lúcido lo es por la luz. Es así como se dice que el alma es acto
del cuerpo, etc., ya que por el alma es cuerpo, es orgánico y
tiene vida en potencia. Pero se dice que el acto primero está en
potencia con respecto al segundo, que es la operación. Pues tal
potencia no expulsa, esto es, no excluye al
alma.
2. El alma no mueve al cuerpo por
su ser, en cuanto que está unida como forma, sino por su fuerza
motriz, cuyo acto presupone el cuerpo constituido en acto por el alma.
Así, el alma, por su potencia motriz, es la parte que mueve; y el
cuerpo animado, la parte movida.
3. En la materia hay que
distinguir distintos grados de perfección como ser, vivir, sentir y
entender. Pero, cuando a un grado se añade otro, la perfección
aumenta. Por lo tanto, la forma que solamente da a la materia el
primer grado de perfección, es muy imperfecta. Pero la forma que da el
primero, el segundo, el tercero y todos los demás, es muy perfecta a
pesar de estar unida directamente a la materia.
4. Avicena
estableció que las formas sustanciales de los elementos permanecen
íntegras en todo compuesto. La composición se lleva a cabo por la
neutralización de las cualidades opuestas de los elementos. Pero esto
es imposible. Porque las distintas formas de los elementos no pueden
existir más que en las diversas partes de la materia, cuya diversidad
supone dimensiones sin las que la materia no puede ser divisible. La
materia sometida a dimensiones sólo se da en los cuerpos. Diversos
cuerpos no pueden ocupar un mismo lugar. Por eso, hay que concluir que
los elementos en la composición ocupan lugares distintos. Así no se da
una verdadera composición, en sí misma total, sino sólo aparente,
resultado de la yuxtaposición de mínimas partículas.
Averroes en III De Caelo sostuvo que las formas
de los elementos, debido a su imperfección, son formas intermedias
entre las sustanciales y las accidentales. Consecuentemente, sometidas
a aumento y disminución, por lo cual, en el compuesto llegan a
atenuarse hasta el punto de llegar a un nivel medio, componiendo, de
esta manera, una forma. Pero esto es todavía más imposible. Pues el
ser sustancial de una cosa consiste en algo indivisible, y toda suma o
resta hace variar la especie como sucede con los números, tal como se
dice en VIII Metaphys. Por lo tanto, es
imposible que una forma sustancial esté sometida al aumento o a la
disminución. Y no es menos imposible que exista algo intermedio entre
la sustancia y el accidente.
Por lo tanto, hay que decir, según el Filósofo en I De
Generat., que las formas de los elementos
permanecen en el compuesto no en acto, sino virtualmente. Pues
permanecen las cualidades propias de los elementos, aunque atenuadas,
en los que reside el poder de las formas elementales. Igualmente, la
cualidad de la composición es la disposición propia para la forma
sustancial del cuerpo compuesto, como para la forma
de la piedra o del alma de cualquier ser.
Artículo 5:
¿Es o no es conveniente que el alma intelectiva se una al cuerpo
correspondiente?
lat
Objeciones por las que parece que no es conveniente que el alma
intelectiva se una al cuerpo correspondiente:
1. La materia debe ser proporcionada a la forma. Pero el alma
intelectiva es una forma incorruptible. Por lo tanto, no se une
convenientemente a un cuerpo corruptible.
2. El alma intelectiva es una forma sumamente inmaterial, y
lo prueba el hecho de que tiene operaciones en las que no participa la
materia corpórea. Pero cuanto más sutil es un cuerpo tanta menos
materia tiene. Por lo tanto, el alma debería estar unida a un cuerpo
sumamente sutil, como el fuego, y no a un cuerpo compuesto y más
terrestre.
3. Como quiera que la forma es principio de la especie,
de una sola forma no provienen especies distintas. Pero el alma
intelectiva es una forma. Por lo tanto, no debe estar unida a un
cuerpo compuesto de partes de distintas especies.
4. Cuanto más perfecta es la forma, más perfecto debe ser
el sujeto que la recibe. Pero el alma intelectiva es la más perfecta
de las almas. Así, pues, como quiera que los cuerpos de los otros
animales tienen naturalmente con que protegerse, como pelo en lugar de
vestido y pezuñas en lugar de calzado, y además tienen armas dadas por
la naturaleza, como uñas, dientes y cuernos, parece que el alma
intelectiva no debería unirse a un cuerpo imperfecto desprovisto de
tales ayudas.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en II De Anima: El alma es acto de un cuerpo físico, orgánico, que
potencialmente tiene vida.
Respondo: Como quiera que la forma no lo es por
la materia, sino más bien la materia por la forma, a partir de la
forma debe fundamentarse la razón de por qué la materia es de tal
naturaleza, y no al revés. Pues el alma intelectiva, como dijimos
anteriormente (
q.55 a.2), en el orden de la naturaleza ocupa el más
bajo lugar entre las sustancias intelectuales, debido a que no le es
connatural el conocimiento innato de la verdad, como sí lo es en los
ángeles, sino que se ve obligada a desgranarla a través de los
sentidos tomándola de la multiplicidad de las cosas, como dice
Dionisio en el c.7
De Div. Nom. Por otra parte,
en lo necesario la naturaleza no le falla a ningún ser. Por eso, sería
necesario que el alma intelectiva no solamente tuviera la facultad de
entender, sino también la de sentir. Pero como quiera que la acción de
sentir no se puede llevar a cabo más que por medio de un órgano
corporal, por eso se precisa que el alma intelectiva se una a un
cuerpo constituido de tal manera que pueda servir convenientemente de
órgano a los sentidos.
Todos los sentidos se fundamentan en el tacto. Pero el
órgano del tacto es preciso que sea algo intermedio entre los
contrarios que puede percibir, como lo frío y lo caliente, lo húmedo y
lo seco. Pues, así, se encuentra en potencia con respecto a unos y
otros pudiendo recibir la sensación. Por eso, cuanto más se acerque a
dicho punto medio la composición del órgano del tacto, más perfecta
será la capacidad sensible táctil. Pero el alma intelectiva posee el
más alto grado de capacidad de sentir, pues, como dice Dionisio en el
libro De Div. Nom., las cualidades del ser
inferior se encuentran más perfectamente en el superior. Por lo tanto,
fue necesario que el cuerpo al que estuviera unida el alma
intelectiva, fuera un cuerpo compuesto y de complexión
más equilibrada que los demás.
Por eso, de todos los animales el hombre es el que posee el mejor
tacto. Entre los hombres, los de mejor tacto son los de mejor
entendimiento. Prueba de ello es, como se dice en II De Anima, el hecho de que vemos cómo los más refinados
son de buena valía mental.
A las objeciones:
1. Probablemente alguien trataría
de eludir esta objeción diciendo que, antes del pecado, el cuerpo del
hombre era incorruptible. Pero parece que esta respuesta no es
suficiente. Porque, antes del pecado, el cuerpo del hombre fue
inmortal no por naturaleza, sino por don de la gracia divina. De lo
contrario, no habría perdido la inmortalidad por el pecado, como no la
perdió el demonio.
Y, así, es mejor decir otra cosa: que en la materia
encontramos una doble condición: Una, elegida en orden a
hacerla proporcionada a la forma; otra, que necesariamente se
deduce de la primitiva condición de la materia. Ejemplo: Un herrero,
para hacer una sierra, elije un material de hierro apto para cortar
objetos duros. Pero que los dientes de la sierra se partan o se oxiden
es una consecuencia necesaria de la condición del mismo material.
Igualmente, al alma intelectiva le corresponde tener un cuerpo de
equilibrada complexión. Pero de ello se deduce, por condición propia
de la materia, que sea corruptible. Si alguien dice que Dios pudo
evitar tal necesidad, hay que decir que, en la constitución de los
seres naturales, no hay que considerar lo que Dios pudo hacer, sino lo
que le corresponde a la naturaleza de las cosas, como dice Agustín en
II Super Gen. ad litt. Sin embargo, Dios proveyó
el remedio contra la muerte concediendo el don de la
gracia.
2. Al alma intelectiva no le
compete el cuerpo en razón de la operación intelectual en cuanto tal,
sino como una exigencia de la parte sensitiva, que precisa un órgano
de adecuada complexión. De este modo fue necesario que el cuerpo se
viera unido al alma intelectiva, y no que el alma se uniera a un
elemento simple o a un cuerpo compuesto en el que predominase el
fuego, ya que no podría haber equilibrio en su complexión debido a la
excesiva potencia del fuego. Por lo demás, este cuerpo de equilibrada
complexión posee una determinada dignidad, ya que no está sometido a
influencias contrarias, por lo cual, y en cierto modo se asemeja al
cuerpo celeste.
3. Las partes del animal, como el
ojo, la mano, la carne, el hueso, etc., no pertenecen a la especie,
sino que lo que le pertenece es el todo. De este modo, no puede
decirse, propiamente, que estas partes sean de especie distinta, sino
que, propiamente hablando, tienen distintas disposiciones. Esto mismo
es lo que ocurre con el alma intelectiva, la cual, aun cuando en su
esencia sea una, por su perfección es de múltiple virtualidad. De este
modo, para sus diversas operaciones requiere diversas disposiciones en
las partes del cuerpo al que se une. Por esto vemos que hay mayor
diversidad de partes en los animales perfectos que en los imperfectos,
y en éstos más que en las plantas.
4. El alma intelectiva, porque
puede comprender lo universal, tiene capacidad para lo infinito. Por
eso la naturaleza no podía imponerle determinadas estimaciones
naturales, ni tampoco determinados medios de defensa o de abrigo como
a los otros animales cuyas almas tienen capacidad de percepción y
otras facultades para cosas particulares. Pero en su lugar, el hombre
posee por naturaleza la razón y las manos, que son órgano de los
órganos; por las que el hombre puede preparar una
variedad infinita de instrumentos para infinitos efectos.
Artículo 6:
El alma intelectiva, ¿se une o no se une al cuerpo mediante
determinadas disposiciones accidentales?
lat
Objeciones por las que parece que el alma intelectiva se une al
cuerpo mediante algunas determinadas disposiciones
accidentales:
1. Toda forma está en una materia que le es propia y convenientemente
dispuesta. Pero las disposiciones para la forma son accidentales. Por
lo tanto, es necesario presuponer en la materia algunos accidentes
previos a la forma sustancial y, consecuentemente, anteriores al alma,
ya que el alma es la forma sustancial.
2. Las diversas formas de una especie requieren diversas
partes de la materia. Pero no es posible concebir diversas partes de
la materia a no ser dividiendo sus dimensiones cuantitativas. Por lo
tanto, es necesario concebir en la materia las dimensiones antes que
las formas sustanciales, muchas de las cuales son de la misma
especie.
3. Lo espiritual se une a lo corporal por contacto
virtual. Pero la fuerza del alma es su potencia. Por lo tanto, parece
que el alma se une al cuerpo mediante su potencia, que es un
accidente.
Contra esto: el accidente es posterior a la sustancia en el tiempo y en
el conocimiento, como se dice en VIII Metaphys.
Por lo tanto, en la materia no se puede concebir ninguna forma
accidental anterior al alma, que es la forma sustancial.
Respondo: Si el alma se uniese al cuerpo
solamente como motor, no solamente nada lo impediría, sino que sería
necesario que entre el alma y el cuerpo mediasen algunas
disposiciones. Por parte del alma, la potencia de mover el cuerpo; por
parte del cuerpo, una cierta aptitud para ser movido por el
alma.
Pero si el alma se une al cuerpo como forma sustancial, como dijimos
anteriormente (a.1), es imposible que medie alguna disposición
accidental entre el alma y el cuerpo o entre cualquier forma
sustancial y su materia. El porqué de esto radica en que, como la
materia está en potencia para todos los actos, en un cierto orden, es
necesario que lo primero que concebimos en la materia sea el acto
absolutamente primero. Entre todos los actos el primero es el ser. Por
eso, resulta imposible concebir que la materia sea caliente o extensa
antes de que exista en acto. Pero el ser en acto lo es por la forma
sustancial, que da el ser absolutamente, según dijimos (a.4). Por eso,
es imposible que en la materia preexistan, anteriormente a la forma
sustancial, algunas disposiciones accidentales, ni, consecuentemente,
previas a su unión con el alma.
A las objeciones:
1. De lo dicho anteriormente (
a.4)
resulta evidente que la forma más perfecta contiene virtualmente lo
propio de las formas inferiores, y, por lo tanto, permaneciendo una y
la misma, perfecciona a la materia en los diversos grados de
perfección. Pues una y la misma es, esencialmente, la forma por la que
el hombre es ser en acto, y es cuerpo, viviente, animal y hombre. Es
evidente también que cada género tiene sus propios accidentes. Por lo
tanto, así como la materia se preconcibe perfecta según el ser antes de entender su corporeidad y así con otros atributos, así también se preconciben los
accidentes propios según el ser como anteriores a la corporeidad.
Igualmente se pueden considerar en la materia las disposiciones
anteriores a la forma, no en cuanto a todo efecto suyo, sino sólo en
cuanto al de grado inferior.
2. Las dimensiones cuantitativas
son accidentes que acompañan a la corporeidad propia de la materia.
Por eso, una vez considerada la materia bajo la corporeidad y las
dimensiones, es posible concebirla como dividida en diversas partes,
de modo que reciba diversas formas según los distintos grados de
perfección. Pues, aun cuando la forma que da a la materia los diversos
grados de perfección sea esencialmente la misma, como hemos
dicho (ad 1), sin embargo, difieren
conceptualmente.
3. La sustancia espiritual que
está unida al cuerpo sólo como motor lo está por potencia o virtud.
Pero el alma intelectiva se une al cuerpo como forma por su ser. Sin
embargo, lo mueve y rige por su potencia o virtud.
Artículo 7:
El alma, ¿se une o no se une al cuerpo mediante algún
cuerpo?
lat
Objeciones por las que parece que el alma se une al cuerpo del animal
mediante algún cuerpo:
1. Dice Agustín en VII Super Gen. ad litt. que
el alma orienta al cuerpo por la luz, esto es, por el fuego, y por el
aire, que son los más parecidos al espíritu. Pero el fuego y el aire
son cuerpos. Por lo tanto, el alma se une al cuerpo humano mediante
algún cuerpo.
2. Aquello cuya supresión motiva el que se disuelva una
unión, parece ser el medio de unión entre lo unido. Pero, al faltar el
espíritu, el alma se separa del cuerpo. Por lo tanto, el espíritu, que
es un cierto cuerpo sutil, es el medio de unión entre el cuerpo y el
alma.
3. Las cosas que distan mucho entre sí, no se unen más
que por un medio. Pero el alma intelectiva dista del cuerpo, no sólo
por ser incorpórea, sino por ser incorruptible. Por lo tanto, parece
que está unida mediante algo que es cuerpo incorruptible. Este algo
parece ser la luz celeste, que concilia los elementos reduciéndolos a
la unidad.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en II De
Anima: No es necesario preguntarse si el alma y
el cuerpo forman una unidad, como tampoco preguntarse si la forman la
cera y la figura en ella grabada. Pero la figura se une a la cera
sin mediación de cuerpo alguno. Por lo tanto, tampoco sin mediación se
une el alma al cuerpo.
Respondo: Si el alma se uniera al cuerpo
solamente como motor, tal como sostienen los platónicos, sería
conveniente decir que entre el alma del hombre o de un animal
cualquiera y su cuerpo, se encontrarían cuerpos intermedios, ya que
propio del motor es mover lo más alejado por medios más
próximos.
En cambio, si el alma se une al cuerpo como forma, según dijimos
(a.1), es imposible que se una a él mediante algún cuerpo. El porqué
de esto radica en que algo es uno del mismo modo que es ser. La forma
hace por sí misma que las cosas estén en acto, siendo ella
esencialmente acto, y no comunica el ser por mediador alguno. Por eso,
la unidad de un ser compuesto a partir de la materia y de la forma
proviene de la misma forma, que, por sí misma, se une a la materia
como su acto, al no haber otro principio de unión, a no ser el agente,
que hace que la materia esté en acto, como se dice en VIII Metaphys.
Por eso, resulta claro que son falsas las opiniones de aquellos que
sostuvieron que hay algunos cuerpos intermedios entre el alma y el
cuerpo del hombre. Algunos platónicos afirmaron que el
alma intelectiva posee un cuerpo incorruptible unido a ella por
naturaleza, del que nunca se separa y por el que se une al cuerpo
corruptible del hombre. Otros afirmaron que se une al
cuerpo mediante un espíritu corpóreo. Otros afirmaron
que se une al cuerpo mediante la luz, pues sostenían
que es cuerpo y de naturaleza de una quinta esencia. Y lo hace de tal
modo que el alma vegetativa está unida al cuerpo mediante la luz del
cielo sideral; la sensitiva, con la del cielo cristalino; y la
intelectual, con la del cielo empíreo. Todo esto resulta ficticio e
irrisorio, bien porque la luz no es cuerpo, bien porque la
quintaesencia, por ser inalterable, materialmente no entra en la
composición de un cuerpo, a no ser sólo virtualmente, bien porque el
alma está directamente unida al cuerpo como la forma a la
materia.
A las objeciones:
1. Agustín está hablando del alma
en cuanto que mueve al cuerpo. Por eso utiliza la palabra orientar. Es cierto que mueve las partes más espesas del cuerpo
mediante las más sutiles, y que el primer instrumento de su fuerza
motriz es el espíritu, como dice el Filósofo en el libro De causa
motus animalium.
2. Anulado el espíritu, desaparece
la unión del alma con el cuerpo, no porque sea medio, sino porque el
cuerpo pierde su disposición para tal unión. Sin embargo, el espíritu
es medio para el movimiento como primer instrumento del
movimiento.
3. El alma dista mucho del cuerpo
si se consideran por separado sus condiciones. Por eso, si tuvieran el
ser por separado, entre ellos debería haber muchos seres intermedios.
Pero, en cuanto que es forma del cuerpo, no tiene un ser separado de
éste, sino que por su propio ser se une directamente al cuerpo. Pues
cualquier forma considerada como acto, dista mucho de la materia, que
es ser sólo en potencia.
Artículo 8:
El alma, ¿está o no está totalmente en cualquier parte del
cuerpo?
lat
Objeciones por las que parece que el alma no está totalmente en
cualquier parte del cuerpo:
1. Dice el Filósofo en el libro De causa motus
animalium: No es preciso que el alma esté en
cada una de las partes del cuerpo, sino que, existiendo en algún
principio del cuerpo, las demás viven, debido a que, por su propia
naturaleza, están destinadas a efectuar simultáneamente su propio
movimiento.
2. Más aún. El alma está en el cuerpo del que es acto. Pero es
acto de un cuerpo orgánico. Por lo tanto, no está más que en un cuerpo
orgánico. Pero no cualquier parte del cuerpo humano es un cuerpo
orgánico. Por lo mismo, el alma no está totalmente en cualquier parte
del cuerpo.
3. En el II De Anima se dice que
la misma relación que hay entre una parte del alma y otra del cuerpo,
por ejemplo, entre la visión y la pupila, es la misma que hay entre el
alma y todo el cuerpo del animal. Así, pues, si el alma está
totalmente en cada una de las partes del cuerpo, hay que concluir que
cualquier parte del cuerpo es el animal.
4. Todas las potencias del alma están fundamentadas en la
misma esencia del alma. Así, pues, si el alma está totalmente en
cualquier parte del cuerpo, hay que concluir que todas las potencias
del alma están en cualquier parte del cuerpo, y, así, la vista estará
en el oído, y el oír en el ojo. Esto es absurdo.
5. Si el alma estuviese totalmente en cualquier parte del
cuerpo, cualquier parte del cuerpo dependería directamente del alma.
Por lo tanto, una parte no dependería de la otra, ni una sería más
importante que la otra. Esto es evidentemente falso. Por lo tanto, el
alma no está totalmente en cualquier parte del cuerpo.
Contra esto: está lo que dice Agustín en VI De Trin.: El alma está totalmente en cualquier cuerpo y en cualquiera de sus
partes.
Respondo: Si, como hemos dicho ya (
a.1), el
alma se uniera al cuerpo sólo como motor, se podría decir que no está
en cada una de sus partes, sino solamente en una por la que
movería las demás. Pero porque el alma se une al
cuerpo como forma, es necesario que esté en todo él y en cada una de
sus partes. Pues no es forma accidental del cuerpo, sino forma
sustancial. La forma sustancial no es solamente perfección del todo,
sino de cada una de sus partes. Como quiera que el todo está compuesto
a partir de las partes, la forma del todo que no diese el ser a cada
una de las partes del cuerpo, sería una forma de composición y orden.
Ejemplo: La forma de una casa. Esta es una forma accidental. En
cambio, el alma es forma sustancial. Por eso, es necesario que sea
forma y acto no solamente del todo, sino de cada una de sus partes. De
este modo, así como al separarse el alma no hablamos de hombre o de
animal, a no ser equívocamente, como llamamos animal al pintado o al
tallado, lo mismo debemos decir con respecto a la mano y al ojo, a la
carne y al hueso, como dice el Filósofo. Prueba de
ello es que cuando el alma se separa, ninguna parte del cuerpo realiza
sus funciones propias, mientras que todo lo que conserva su especie
retiene la operación específica. El acto se encuentra en el sujeto del
que es acto. Por eso es necesario que el alma esté en todo el cuerpo y
en cada una de sus partes.
Que esté totalmente en cada una de sus partes se deduce al considerar
las tres clases de totalidad en conformidad con la triple división del
todo, pues es el todo lo que se divide en partes. Hay un todo que se
divide en partes cuantitativas, como la totalidad de una línea o de un
cuerpo. Otros se dividen en partes de razón y de esencia, como lo
definido, en las partes de la definición, y lo compuesto, en materia y
forma. El tercer modo es el todo potencial, que se divide en partes
virtuales.
El primer modo de totalidad no le corresponde a las formas, a no ser
accidentalmente tal vez. Y sólo a aquellas formas que se ordenan
indistintamente al todo cuantitativo y a sus partes. Ejemplo: La
blancura, por su naturaleza, lo mismo puede estar en toda la
superficie de un cuerpo que en cada parte. Por eso, al dividir la
superficie, la blancura se divide accidentalmente. Pero una forma que
precisa diversidad de las partes, como el alma, sobre todo el alma de
los animales superiores, no se ordena indistintamente al todo que a
las partes. Por eso no se divide accidentalmente por división
cuantitativa. De este modo, ni esencial ni accidentalmente se puede
atribuir al alma la totalidad cuantitativa. Pero la segunda totalidad,
la fundamentada en la perfección conceptual y esencial, les
corresponde a las formas en sentido propio y esencial. Igualmente la
totalidad virtual, ya que la forma es el principio de la
operación.
Por lo tanto, si se preguntase por la blancura, si está toda en la
superficie y en cada una de las partes, es necesario hacer una
distinción. Si se habla de la totalidad cuantitativa que la blancura
tiene accidentalmente, no toda la blancura está en cada una de las
partes de la superficie. Lo mismo habría que decir de la totalidad
virtual, ya que más puede centrar la vista la blancura de toda una
superficie que la de una parte minúscula. Pero si se trata de
totalidad específica y esencial, toda la blancura está en cada una de
las partes de la superficie.
Pero, porque el alma no tiene ni esencial ni accidentalmente
totalidad cuantitativa, como acabamos de decir (sol.), es suficiente
con decir que está toda en cada parte del cuerpo según su totalidad de
perfección y de esencia, si bien no según su totalidad virtual. Porque
no está, en cuanto a cada una de sus potencias, en cada parte del
cuerpo, sino que por la potencia visual está en el ojo; y por la
auditiva, en el oído; y, así, en lo demás.
Sin embargo, hay que tener presente que, porque el alma exige
diversidad de partes, no está referida al todo de la misma forma que
lo está a las partes. Al todo se refiere de forma necesaria y esencial
como a su propio y proporcionado perfectible. A las
partes, secundariamente, en cuanto que están orientadas al
todo.
A las objeciones:
1. El Filósofo está hablando de la
fuerza motriz del alma.
2. El alma es acto de un cuerpo
orgánico en cuanto que éste es su primero y proporcionado
perfectible.
3. El animal es un ser compuesto a
partir del alma y de todo el cuerpo, que es lo inmediatamente
perfectible y proporcionado a ella. Pero el alma no está en cada parte
del cuerpo de este modo. Por eso, no es necesario que una parte del
animal sea el animal.
4. Algunas potencias del alma, como
el entendimiento y la voluntad, están en ella por exceder la capacidad
corporal. Por eso no se encuentran en ninguna parte del cuerpo. En
cambio, otras potencias son comunes al alma y al cuerpo. Por eso, no
es necesario que cada una esté allá donde esté el alma, sino solamente
en aquella parte del cuerpo proporcionada a la operación de dicha
potencia.
5. Se dice que una parte del cuerpo
es más importante que otra en razón de las diversas potencias de las
que son órganos. Pues la parte que es órgano de la potencia más
importante, ésa es la parte más importante del cuerpo. También puede
decirse lo mismo de aquella que le sirve de un modo más
sobresaliente.