Ahora hay que analizar lo referente al nombre Don. Esta cuestión
plantea y exige respuesta a dos problemas:
Artículo 1:
Don, ¿es o no es nombre personal?
lat
Objeciones por las que parece que Don no es nombre
personal:
1. En Dios todo nombre personal implica alguna distinción. Pero el
nombre Don no implica distinción alguna, pues dice Agustín en
XV De Trin.: El Espíritu Santo se da como don
de Dios para que El también se dé a sí mismo como Dios. Luego Don
no es nombre personal.
2. A la esencia divina no le corresponde ningún nombre
personal. Pero la esencia divina es el Don que el Padre da al Hijo,
como dice Hilario en IX De Trin. Luego Don no es
nombre personal.
3. Según el Damasceno, en Dios nada está
sometido, ni hay servidumbre. Pero el don implica cierta dependencia
tanto para quien lo da como para quien lo recibe. Luego Don no es
nombre personal.
4. El Don implica relación con la criatura, y así parece
que se dice de Dios desde el tiempo. Pero en Dios los nombres
personales, como Padre e Hijo, se
dicen desde la eternidad. Luego Don no es nombre personal.
Contra esto: está lo que dice Agustín en XV De Trin.: Así como el cuerpo carnal no es más que carne, así también el don del Espíritu Santo no es más que Espíritu Santo.
Respondo: En el nombre don está
implícita la aptitud para ser dado. Y lo que se da implica relación
tanto con el que lo da como con aquel a quien se da; pues alguien no
lo daría si no fuera suyo, y lo da a alguien para que sea suyo. Se
dice que la Persona divina es de alguien, o por el origen, como el
Hijo es del Padre, o porque la tiene por otro. Se dice que tenemos
algo cuando libremente, tal como queremos, podemos usarlo y
disfrutarlo. En este sentido, la Persona divina no puede ser tenida
más que por la criatura racional unida a Dios. Otras criaturas pueden
ser movidas en cierta manera por la persona divina; sin embargo, no de
tal manera que en ellas esté la capacidad para disfrutar la Persona
divina o usar sus efectos. A esto, algunas veces llega la criatura
racional, como por ejemplo, es hecha partícipe de la Palabra divina o
del Amor, a fin que pueda libremente conocer a Dios en verdad y amarle
como corresponde. De ahí que sólo la criatura racional pueda tener la
Persona divina. Pero el hecho de llegar a tenerla no puede conseguirlo
con sus propias fuerzas; siendo necesario que se le conceda desde
arriba; pues decimos que nos es dado lo que nos proviene de fuera.
Así, a la Persona divina le corresponde darse y ser
Don.
A las objeciones:
1. El nombre Don implica
distinción personal, en cuanto que, por el origen, se dice que el don
es de alguien. Sin embargo, el Espíritu Santo se da a sí mismo, en
cuanto que se pertenece pudiéndose usar o, mejor, disfrutar, como
también decimos que el hombre libre dispone de sí mismo. Es esto lo
que dice Agustín en Super loan., cuando
escribe: ¿Qué hay más tuyo que tú mismo? O, mejor dicho, es
necesario que, de algún modo, el don sea de quien lo da. Pero la
frase ser de quien lo da tiene varios sentidos. 1) Uno,
sentido de identidad, como dice el mismo Agustín en Super
Ioan. En este sentido don y dador no se distinguen,
sólo se distinguen de aquel a quien se da. Así es como se dice que el
Espíritu Santo se da a sí mismo. 2) Otro, el sentido de
pertenencia. Cuando algo es de alguien, como la propiedad o el siervo.
En este sentido, es necesario que don y dador se distingan
esencialmente. Así es como el don de Dios es algo creado. 3) El tercer sentido, cuando se dice que algo es de alguien sólo por su
origen. Así, el Hijo es del Padre, y el Espíritu Santo es de ambos. En
este sentido, don y dador se distinguen personalmente, y, por lo
tanto, don es nombre personal.
2. La esencia divina es don del
Padre en el primer sentido; porque la esencia es del Padre por
identidad.
3. En Dios, Don, en cuanto nombre
personal y con respecto al dador, no implica sometimiento, sino sólo
origen. Y con respecto a quien lo recibe, implica, como se ha dicho, libre uso y disfrute.
4. No se llama don porque algo sea
realmente dado, sino porque algo tiene aptitud para ser dado. Por eso,
la Persona divina es llamada Don desde la eternidad, aun cuando el
nombre se le dé desde el tiempo. Sin embargo, tampoco por el hecho de
implicar relación con la criatura se requiere que sea esencial; sino
que en su concepto esté incluido algo esencial, como la esencia está
incluida en el concepto de persona, como ya se dijo anteriormente
(q.34 a.3 ad 1).
Artículo 2:
Don, ¿es o no es nombre propio del Espíritu Santo?
lat
Objeciones por las que parece que Don no es nombre propio del
Espíritu Santo:
1. Algo es llamado don porque se da. Pero, como se dice en Is 9,6: El Hijo nos ha sido dado. Por lo tanto, ser Don le corresponde al Hijo como le corresponde al Espíritu
Santo.
2. Todo nombre propio de alguna de las Personas indica
alguna propiedad suya. Pero el nombre Don no indica ninguna propiedad
del Espíritu Santo. Luego Don no es nombre propio del Espíritu
Santo.
3. Como se dijo anteriormente (q.36 a.1 obi.3), el
Espíritu Santo puede ser llamado aliento de algún hombre. Pero no
puede ser llamado don de algún hombre, sino sólo Don de Dios. Luego Don no es nombre propio del Espíritu Santo.
Contra esto: está lo que dice Agustín en IV De Trin.: Así como para el Hijo proceder del Padre es ser nacido, así también para el Espíritu Santo proceder del Padre y del Hijo es ser Don de Dios. Pero el Espíritu Santo toma el nombre propio en cuanto que procede del Padre y del Hijo. Luego Don es nombre propio del Espíritu Santo.
Respondo: En Dios, Don, tomado en sentido
personal, es el nombre propio del Espíritu Santo. Para demostrarlo,
hay que tener presente que, según el Filósofo, don es
propiamente entrega sin deber de devolución; esto es, que no se
da con intención de recibir algo a cambio; esto implica donación
gratuita. La razón de la gratuidad en la entrega es el amor, pues
hacemos regalos a quien deseamos el bien. Por lo tanto, lo primero que
le damos es el amor con el que le deseamos el bien. Por eso es
evidente que el amor es el primer don por el que todos los dones son
dados gratuitamente. De ahí que, como el Espíritu Santo procede como
Amor, según se dijo (q.27 a.4; q.37 a.1), procede como primer don. Por
eso dice Agustín en XV De Trin.: Por el Don
que es el Espíritu Santo se distribuyen muchos dones particulares
entre los miembros de Cristo.
A las objeciones:
1. Así como el Hijo, por proceder
como Palabra en la que está contenida la razón de semejanza con el
principio, es llamado propiamente Imagen, aun cuando el Espíritu Santo
sea también semejante al Padre; así también el Espíritu Santo, por
proceder del Padre como Amor, es llamado propiamente Don, aun cuando
el Hijo también sea dado. Pues el hecho mismo de que el Hijo se dé, se
debe al amor del Padre, según aquello de Jn 3,16: ¡Cuánto amó Dios
al mundo para darle a su Hijo único!
2. El nombre don implica
que, por su origen, sea del dador. Y así es como está implicada la
propiedad del origen del Espíritu Santo, que es la
procesión.
3. El don, antes de ser dado, es
sólo del dador; una vez dado, es del receptor. Así, pues, porque Don
no implica hecho de dar, no puede decirse que sea don del hombre, sino
Don del dador, de Dios. Cuando ya se ha dado, entonces es don del
hombre.