Artículo 1:
¿Es o no es correcto decir que la acumulación de aguas fue hecha en
el tercer día?
lat
Objeciones por las que parece que no es correcto decir que la
acumulación de aguas fue hecha el tercer día:
1. Todo lo hecho en los días primero y segundo es expresado con el
verbo hacer. Se dice: Dijo Dios: Hágase la luz (Gén 1,3); Hágase el firmamento (Gén 1,6). Pero el tercer día constituye un
solo bloque con los dos primeros. Por lo tanto, la
obra del tercer día debió ser expresada con el verbo hacer y no
sólo con el verbo acumular.
2. Más aún. Antes la tierra estaba cubierta de aguas y por eso
era llamada invisible. Por lo tanto, no había ningún lugar
sobre la tierra en el que las aguas pudieran ser acumuladas.
3. Lo que no es continuo no ocupa un solo lugar. Pero no
todas las aguas son continuas entre sí. Luego no todas las aguas están
acumuladas en un lugar.
4. La acumulación se debe al movimiento local. Pero parece
que, por naturaleza, las aguas fluyen y corren hasta el mar. Por lo
tanto, no fue necesario para esto un precepto divino.
5. La tierra también es nombrada al comienzo de su
creación cuando se dice: En el principio creó Dios el cielo y la
tierra (Gén 1,1). Por lo tanto, no es correcto decir que el nombre
tierra se dio en el tercer día.
Contra esto: es suficiente la autoridad de la Sagrada Escritura (Gén
1,9ss.).
Respondo: Es necesario que aquí se den
soluciones distintas según se siga a Agustín o a otros
santos. Pues Agustín no pone en todas estas obras un
orden de duración, sino sólo de origen y de naturaleza. Pues
dice que primero fue creada la naturaleza espiritual
informe (indicada con el nombre tierra y agua), no porque dicho estado
informe precediera a la formación en el tiempo, sino sólo en el
origen. Según él, tampoco una formación precede a la otra en duración,
sino sólo en el orden de la naturaleza. Según este orden, fue
necesario que primero se pusiera la formación de la suprema
naturaleza, la espiritual, por lo cual se lee que en el primer día fue
hecha la luz.
Así como la naturaleza espiritual es superior a la corporal, así
también los cuerpos de allá arriba son superiores a los de aquí abajo.
De ahí que, en segundo lugar, se apunte la formación de los cuerpos de
allá arriba, cuando se dice: Hágase el firmamento (Gén 1,6),
por el cual se entiende la impresión de la forma celeste en la materia
informe, no existente con anterioridad temporal, sino sólo en el
origen. En tercer lugar, se coloca la impresión de las formas
elementales en la materia informe, anterior no en el tiempo, sino en
el origen. Por eso, cuando se dice: Acumúlense las aguas y que se
vea lo seco (Gén 1,9), hay que entender que en la impresión de la
materia corporal está la forma sustancial del agua, por la cual le
corresponde tal movimiento, y también la forma sustancial de la
tierra, por la que le corresponde ser árida.
Pero, según otros santos, en todas estas obras está presente también
el orden de duración, pues sostienen que el estado informe de la
materia precede en el tiempo a la formación, y una formación precede a
la otra. Pero, según ellos, el estado informe de la materia no es
entendido como carencia de forma, porque ya había cielo y agua y
tierra (cuyos tres nombres responden a su evidente perceptibilidad por
los sentidos), sino que el estado informe de la materia es entendido
como carencia de la debida diversificación y de la completa belleza de
cada una. Y según estos tres nombres, la Escritura puso tres estados
informes. Pues al cielo, que está arriba, pertenece el estado informe
de las tinieblas, porque en el cielo se origina la luz. El
estado informe del agua, que está en medio, se indica con el nombre de abismo, porque este nombre indica una cierta inmensidad
descontrolada de las aguas, como observa Agustín en Contra Faustum. El estado informe de la tierra está apuntado
cuando se dice que la tierra era invisible o estaba deshabitada, por estar cubierta de agua.
Así, pues, la formación del cuerpo de más arriba se hizo en el primer
día. Y porque el tiempo sigue al movimiento del cielo, el tiempo es el
número del movimiento del cuerpo de más arriba. Con
esta formación fue hecha la diversificación del tiempo, es decir, el
de la noche y el del día.
En el segundo día fue formado el cuerpo de en medio, es decir, el
agua, tomando por el firmamento una determinada diversificación y
orden (así como también todo lo que está comprendido en el nombre de aguas, tal como se dijo anteriormente, q.68 a.3).
En el tercer día fue formado el último cuerpo, es decir, la tierra,
al quedar libre de las aguas que la cubrían. Así se hizo la
diversificación en la parte más baja y que es llamada tierra y
mar.
Por eso, es bastante congruente que, así como el estado informe de la
tierra había sido expresado diciendo que la tierra era invisible o deshabitada, así también está expresada su
formación diciendo: Y apareció seca.
A las objeciones:
1. Según Agustín, en
la obra del tercer día la Escritura no utiliza como en los días
anteriores el verbo hacer, para demostrar que las formas
superiores, es decir, las formas espirituales de los ángeles y las de
los cuerpos celestes son perfectas y estables en su ser, pero las
formas de los cuerpos de aquí abajo son imperfectas y mutables. Así,
con la acumulación de las aguas y la aparición de lo seco, se indica
la impresión de tales formas; pues el agua es inconsistentemente
fluida, la tierra firmemente estable, como dice él mismo en II Super Gen. ad litt.. Según otros, la
obra del tercer día es perfecta sólo en cuanto al movimiento local. Y,
así, no fue necesario que la Escritura usara el verbo hacer.
2. La respuesta viene dada por
Agustín: Porque no es necesario decir que la tierra
primero estaba cubierta de aguas y después las aguas fueron
acumuladas. Sino que fueron producidas en tal acumulación. Según
otros, y como observa el mismo Agustín en I Super Gen. ad
litt., la respuesta es triple. 1) Una, que
las aguas son elevadas a un lugar más alto en el que son acumuladas.
Pues que el mar es más alto que la tierra se comprobó
experimentalmente en el mar Rojo, como dice Basilio. 2) Dos, que se diga que el agua vaporizada, como la
niebla, cubría las tierras, densificándose con la acumulación.
3) Tres, que se diga que la tierra pudo tener algunas partes
cóncavas en las cuales desembocaron las aguas. De estas tres
respuestas, la primera es la más probable.
3. Todas las aguas tienen un
destino, el mar, en el que confluyen a través de caminos visibles u
ocultos. Por eso se dice que las aguas se acumulan en un lugar. O se
dice un lugar, no en cuanto tal, sino por comparación al lugar de la
tierra seca. Cuyo sentido es: Se acumulen las aguas en un
lugar, esto es, fuera de la tierra seca. Pues para indicar
la pluralidad de lugares de agua, añade: Las acumulaciones de agua
las llamó mares.
4. El mandato de Dios da a los
cuerpos el movimiento natural. Por eso se dice (Sal 148,8) que con sus
movimientos naturales cumplen su palabra. O
puede decirse que sería natural que el agua se extendiese por doquier
alrededor de la tierra, como está el aire alrededor del agua y de la
tierra. Pero, por necesidad del fin, es decir, para que sobre la
tierra hubiera animales y plantas, fue necesario que una parte de la
tierra se viera libre de aguas. Esto algunos filósofos
lo atribuyen a la acción del sol, por los vapores que secan la tierra.
Pero la Sagrada Escritura atribuye esto al poder divino, no sólo en
el Génesis sino también en Job 38,10, donde de la persona del
Señor se dice: Rodeé el mar poniéndole límites.
Y en Jer 5,22: Dice el Señor: ¿No me temeréis a Mi que con la arena
delimité el mar?
5. Según Agustín,
por tierra, de la que se hablaba antes, se entiende la materia prima.
Ahora se entiende el mismo elemento de la tierra. O puede decirse,
según Basilio, que antes se llamaba a la tierra por su
naturaleza, y ahora se la llama por su principal propiedad, la aridez.
Por eso se dice:
A la parte árida la llamó tierra. O puede
decirse, según Rabí Moisés, que siempre que se dice
llamó, se indica un nombre equívoco. Por eso, antes se ha dicho
que
llamó a la luz día, porque también se llama
día al
espacio de veinticuatro horas, al decir:
El día primero se hizo la
tarde y la mañana. Igualmente, se dice que
al firmamento,
esto es,
al aire, lo llamó cielo, porque también se llama
cielo a lo primero que fue creado. Igualmente aquí se dice que
seca, esto es, aquella parte libre de aguas, la llamó
tierra, en cuanto que se distingue del mar, aun cuando con el
nombre
tierra en general se indica tanto la parte cubierta de
agua como la libre de aguas.
Siempre que se dice llamó hay que entender: Dio la
naturaleza o la propiedad para que pueda ser llamada
así.
Artículo 2:
¿Es o no es correcto colocar en el tercer día la producción de
plantas?
lat
Objeciones por las que parece que no es correcto colocar en el tercer
día la producción de plantas:
1. Las plantas tienen vida como también la tienen los animales. Pero
la producción de los animales no se coloca entre las obras de
diversificación, sino que pertenece a la de ornamentación. Luego
tampoco la producción de plantas debió colocarse en el tercer día, que
pertenece a la obra de diversificación.
2. Lo que pertenece a la maldición de la tierra no debió
colocarse junto a la formación de la tierra. Pero la producción de
algunas plantas pertenece a la maldición de la tierra, según aquello
de Gen 3,17-18: Será maldita la tierra en tu trabajo, te dará
espinas y cardos. Luego la producción de las plantas en general no
debió colocarse en el tercer día, que pertenece a la formación de la
tierra.
3. Así como las plantas brotan de la tierra, también lo
hacen las piedras y los metales, y, sin embargo, no se mencionan en la
formación de la tierra. Luego tampoco las plantas debieron ser hechas
en el tercer día.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 1,2: Produjo la tierra hierba
verde. Y se añade (v.13): Hubo tarde y hubo mañana, el día
tercero.
Respondo: Como se indicó anteriormente (
a.1),
en el tercer día desapareció el estado informe de la tierra. Dicho
estado se describía de dos maneras: 1) Una, diciendo que la tierra
era
invisible o
deshabitada, porque estaba cubierta de
aguas. 2) Otra, diciendo que estaba
sin componer o
vacia, esto es, que no tenía una ornamentación adecuada como la
que le viene de las plantas con las que está revestida. En ambos
aspectos desapareció el estado informe de la tierra en este tercer
día: Primero, con la acumulación de aguas en un lugar, apareciendo la
tierra seca; segundo, con la producción de hierba verde.
Sin embargo, con respecto a la producción de plantas opinan de forma
distinta Agustín y los demás. Pues estos dicen que las
plantas fueron producidas con sus especies en este tercer día según el
sentido literal del texto. Por su parte, Agustín en V Super Gen. ad
litt. escribe: Se dice que la tierra produjo
causalmente la hierba y los árboles, esto es, que recibió la capacidad
de producir. Esto queda confirmado con la autoridad de la
Escritura. Pues se lee en Gén 2,4-5: Estos son los orígenes del
cielo y de la tierra cuando fueron creados. El día en que Dios hizo el
cielo y la tierra, no había arbusto alguno en el campo, ni hierba en
ninguna parte de la tierra. Por lo tanto, antes que afloraran
sobre la tierra, fueron hechas causalmente en la tierra. Esto queda confirmado también por la razón. Porque en aquellos
primeros días, creó Dios la criatura original o causalmente, después
descansó. Sin embargo, después de esto, y según el plan de propagación
de lo creado, siguió actuando hasta el presente (Jn 5,17).
Producir plantas es algo que pertenece a la obra de propagación. Por
lo tanto, en el tercer día no se produjeron las plantas en acto, sino
sólo causalmente.
Aun cuando, según otros, pueda decirse que la primera institución de
las especies pertenece a la obra de los seis días, la producción a
partir de las primeras especies instituidas pertenece a la propagación
de las cosas. Y esto es lo que dice la Escritura: Antes de que
apareciera sobre la tierra, o antes de que germinara, es
decir, antes de que de semejantes surgieran semejantes, como
observamos que ahora se hace por inseminación. Por eso recalca la
Escritura: Que la tierra germine hierba verde con semilla, pues
las especies de las plantas fueron producidas de manera perfecta, y de
sus semillas surgían otras. No es el momento de discutir dónde tienen
su fuerza germinativa: Si en la raíz, en el tronco o en el
fruto.
A las objeciones:
1. La vida en las plantas es
oculta, porque carecen de movimiento local y de sentido, que es, sobre
todo, lo que distingue lo animado de lo inanimado. De este modo, por
estar inmóviles en la tierra, se dice que su producción es como una
formación de la misma tierra.
2. También antes de aquella
maldición habían sido producidas las espinas y los cardos, en potencia
o en acto. Pero no habían sido producidas para desgracia del hombre,
como si la tierra cultivada para dar alimentos, diera cosas estériles
y dañinas. Se dijo: Germinará para ti.
3. Moisés se propuso explicar lo
que se veía, según hemos dicho (q.68, a.3). Y los minerales tienen su
origen oculto en las entrañas de la tierra. Además, no
se distinguen claramente de la tierra, sino que parecen una especie de
tierra. Por eso no los mencionó.