Suma teológica - Parte II-IIae - Cuestión 46
La necedad
Viene a continuación el tema de la necedad, opuesta a la sabiduría. Sobre ella se formulan tres preguntas:
  1. La necedad, ¿se opone a la sabiduría?
  2. ¿Es pecado la necedad?
  3. ¿A qué pecado capital corresponde?
Artículo 1: ¿Se opone la necedad a la sabiduría? lat
Objeciones por las que parece que la necedad no se opone a la sabiduría:
1. Parece evidente que la ignorancia se opone a la sabiduría. Mas no parece que la necedad se identifique con la ignorancia, dado que ésta versa sólo sobre lo divino, como la sabiduría, mientras que la necedad versa sobre lo divino y sobre lo humano. La necedad, pues, no se opone a la sabiduría.
2. Ningún opuesto es camino para llegar a otro. Pero la necedad es camino para llegar a la sabiduría, conforme a las palabras del Apóstol: Si alguno entre vosotros se tiene por sabio en este siglo, ese tal hágase necio para que salga sabio (1 Cor 3,18). Luego la necedad no se opone a la sabiduría.
3. Un opuesto no es causa de otro. La sabiduría, en cambio, es causa de la necedad según el testimonio de la Escritura: Necio se ha vuelto el hombre por su ciencia (Jer 10,4), y la sabiduría es cierta ciencia. Por otra parte, vemos también que tu sabiduría y tu ciencia te han desviado (Is 47,10), y equivocarse es necedad. Por consiguiente, la necedad no se opone a la sabiduría.
4. Finalmente, tenemos el testimonio de San Isidoro en el libro Etymol., que escribe: Necio es quien no se entristece por la ignominia ni se conmueve por la injuria. Ahora bien, todo esto atañe a la sabiduría espiritual, según expone San Gregorio en X Moral. En consecuencia, la necedad no se opone a la sabiduría.
Contra esto: está la afirmación de San Gregorio en II Moral. de que el don de sabiduría se da contra la necedad.
Respondo: La palabra necedad parece que viene de estupidez, y por eso escribe San Isidoro en el libro Etymol.: Necio es el que por estupidez no se conmueve. La necedad difiere, sin embargo, de la fatuidad, como declara allí mismo San Isidoro, en que la necedad implica hastío del corazón y embotamiento de los sentidos, mientras que la fatuidad implica privación total de sentido espiritual. Por eso es adecuada la oposición de la necedad a la sabiduría. En efecto, como dice San Isidoro: Sabio viene de sabor, porque, al igual que el gusto es idóneo para percibir los sabores, discierne el sabio las cosas y las causas. Es, por lo mismo, evidente que la necedad se opone a la sabiduría como su contrario; la fatuidad, como pura negación. Porque el fatuo carece del sentido de juzgar; el necio, en cambio, lo tiene, pero embotado; y el sabio, por su parte, lo tiene sutil y perspicaz.
A las objeciones:
1. Como allí mismo escribe San Isidoro, el insipiente es contrario al sabio, porque le falta discreción y sentido. Por eso parece que se identifican ignorancia y necedad. Pero inequívocamente se define como necio quien se muestra falto de juicio sobre la causa suprema; mas si se muestra así en cosas insignificantes, no por eso es calificado de necio.
2. Lo mismo que hay una especie de sabiduría mala, como queda expuesto (q.45 a.1 ad 1), llamada sabiduría del siglo, porque considera como causa suprema y último fin algún bien terreno, hay también cierta necedad o estulticia buena contraria a la mala sabiduría; es la que induce a despreciar las cosas de la tierra. De esa estulticia habla el Apóstol.
3. La sabiduría del mundo es la que engaña y hace ser lerdo ante Dios, como es claro por las palabras del Apóstol.
4. No conmoverse por la injuria acaece alguna vez porque al hombre no le satisface lo terreno, sino solamente lo celestial. Y eso no atañe a la necedad del mundo, sino a la sabiduría de Dios, como escribe allí mismo San Gregorio. Pero también acaece a veces que el hombre es simplemente estúpido para todo. Es el caso de los dementes, que no captan las injurias. Eso raya en la estulticia absoluta.
Artículo 2: ¿Es pecado la necedad? lat
Objeciones por las que parece que no es pecado la necedad:
1. No hay en nosotros pecado que provenga de la naturaleza. Pero hay algunos que son naturalmente necios. Luego la necedad no es pecado.
2. En expresión de San Agustín, todo pecado es voluntario. La necedad no es voluntaria. Luego tampoco pecado.
3. Todo pecado se opone a algún precepto divino. La necedad no se opone a ninguno. Por tanto, la necedad no es pecado.
Contra esto: está el testimonio de la Escritura: La prosperidad pierde a los necios (Prov 1,32). Ahora bien, nadie se pierde si no es por el pecado. Por tanto, la necedad es pecado.
Respondo: Según hemos dicho (a.1), la necedad entraña cierto embotamiento del sentido para juzgar, sobre todo en cuanto se refiere a la causa suprema, fin último y sumo bien. Pero ese embotamiento para juzgar se puede sufrir de dos maneras. La primera, por indisposición natural, como en el caso de los enajenados, y esa necedad no es pecado. La otra, por la absorción del hombre en las cosas terrenas, hecho por el que su sentido queda incapacitado para captar lo divino, conforme al testimonio del Apóstol: El hombre animal no percibe lo que es del Espíritu de Dios (1 Cor 2,14), lo mismo que no saborea las cosas dulces quien tiene estragado el gusto con mal humor. Esta necedad es pecado.
A las objeciones:
1. Da dada la respuesta en lo que acabamos de exponer.
2. Aunque nadie quiere la necedad, quiere, sin embargo, aquello que, como consecuencia, conduce a ella: apartar el sentido de lo espiritual y sumergirse en lo terreno. Lo mismo ocurre con los demás pecados. Y así, el lujurioso quiere el placer, sin el que no puede haber pecado, aunque no quiere el pecado: querría, en realidad, gozar el deleite sin pecado.
3. La necedad se opone a los preceptos dados sobre la contemplación de la verdad, y de los cuales hemos tratado al estudiar la ciencia y el entendimiento (q.16).
Artículo 3: ¿Es hija de la lujuria la necedad? lat
Objeciones por las que parece que la necedad no es hija de la lujuria:
1. San Gregorio, en XXXI Moral., enumera varias hijas de la lujuria, y entre ellas no cuenta la necedad. La necedad, pues, no nace de la lujuria.
2. El Apóstol escribe que la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios (1 Cor 3,19). Pero en sentir de San Gregorio, en X Moral., la sabiduría del mundo está en encubrir el corazón con enredos, y esto es propio de la doblez. Luego la necedad más es hija de la doblez que de la lujuria.
3. Algunos, por la ira, caen especialmente en furor y en frenesí, cosas propias de la necedad. La necedad, pues, procede más de la ira que de la lujuria.
Contra esto: está el testimonio de la Escritura: Se fue tras ella —la cortesana— entontecido, ignorando, necio, que es arrastrado hacia sus lazos (Prov 7,22).
Respondo: Como ya hemos expuesto (a.2), la necedad pecado procede del embotamiento del sentido espiritual, hasta el punto de tornarse inepto para juzgar las cosas espirituales. Pues bien, el sentido del hombre se sumerge en las cosas terrenas principalmente por la lujuria, que lanza hacia los placeres más fuertes que absorben del todo al alma. Por eso la necedad pecado nace sobre todo de la lujuria.
A las objeciones:
1. Compete a la necedad producir hastío de Dios y de sus dones. De ahí que San Gregorio enumere entre las hijas de la lujuria dos que corresponden a la necedad: el odio a Dios y la desesperanza del siglo futuro, como dividiéndola en dos partes.
2. Esas palabras del Apóstol no se han de entender de una manera causal, sino esencial, es decir, en el sentido de que la sabiduría misma del mundo es necedad ante Dios. De ahí que no todo lo que atañe a la sabiduría del mundo sea causa de esa necedad.
3. La ira, como hemos dicho (1-2 q.48 a.2), con la excitación es capaz de alterar profundamente la complexión del cuerpo. Por eso principalmente es causa de la necedad, que nace de perturbación del cuerpo. Mas la necedad que proviene de desorden espiritual, es decir, del engolfamiento del alma en lo terreno, proviene sobre todo de la lujuria, como queda dicho.