Nos toca ahora tratar de la crueldad. Sobre ella se plantean dos
problemas:
Artículo 1:
¿Se opone la crueldad a la clemencia?
lat
Objeciones por las que parece que la crueldad no se opone a la
clemencia.
1. Séneca dice, en II De Clementia, que se
llaman crueles los que se exceden en el modo de castigar, lo cual
se opone a la justicia. Pero la clemencia no se considera parte de la
justicia, sino de la templanza. Luego no parece que la crueldad se
oponga a la clemencia.
2. Leemos en Jer 6,23: Es cruel y no se compadecerá,
con lo que parece que la crueldad se opone a la misericordia. Ahora
bien: la misericordia no se identifica con la clemencia, como dijimos
antes (q.157 a.4 ad 3). Luego la crueldad no se opone a la
clemencia.
3. Se supone que la clemencia tiene por objeto la
imposición de castigos, como ya dijimos (q.157 a.1). Pero la crueldad
puede existir incluso en la sustracción de beneficios, según lo que se
dice en Prov 11,17: El que es cruel rechaza a su prójimo.
Luego la crueldad no se opone a la clemencia.
Contra esto: está lo que Séneca dice en II De Clementia: Se opone a la clemencia la crueldad, que no es sino la atrocidad de espíritu en exigir las penas.
Respondo: El nombre de crueldad parece que se
ha tomado de crudeza. En efecto, de igual modo que los
manjares cocidos y sazonados suelen tener un sabor dulce y agradable,
así también los crudos tienen un sabor áspero y desabrido. Ya dijimos
antes (q.157 a.3 ad 1; a.4 ad 3) que la clemencia incluye cierta
suavidad y dulzura de ánimo, que hacen que el hombre rebaje las penas.
De ahí que la crueldad se oponga directamente a la
clemencia.
A las objeciones:
1. Así como pertenece a la
epiqueya la disminución de las penas conforme a la recta razón,
mientras que la dulzura de afecto por la que el hombre se inclina a
hacer esto pertenece a la clemencia, así también el exceso en imponer
penas, en cuanto se hace esto exteriormente, pertenece a la
injusticia; pero en cuanto a la austeridad de ánimo, por la que uno se
inclina al aumento de las penas, pertenece a la crueldad.
2. La misericordia y la clemencia
coinciden en rehuir y odiar la miseria ajena, pero lo hacen de
distinto modo. En efecto, pertenece a la misericordia socorrer
mediante la concesión de un beneficio, mientras que pertenece a la
clemencia disminuir la miseria mediante la sustracción de penas. Y
puesto que la crueldad implica un exceso en la exigencia de las penas,
se opone a la clemencia más directamente que a la misericordia. Sin
embargo, dada la semejanza que hay entre ellas dos,
a veces se toma la crueldad por falta de misericordia.
3. La crueldad está tomada, en la
objeción, como falta de misericordia, de la que es propio no impartir
beneficios, aunque puede decirse que la misma sustracción de
beneficios es una cierta pena.
Artículo 2:
¿Se distingue la crueldad de la sevicia o fiereza?
lat
Objeciones por las que parece que la crueldad no se distingue de la
sevicia o fiereza.
1. Bajo un aspecto determinado parece que se opone a la virtud un
solo vicio. Pero a la clemencia se oponen, en cuanto al exceso, la
crueldad y la sevicia. Luego parece que ambas se identifican.
2. San Isidoro dice en Etymol.: Severo parece derivado de salvaje y verdadero, porque mantiene la
justicia sin piedad. Por eso parece que la sevicia excluye la
remisión de las penas en los juicios, lo cual es propio de la piedad.
Pero ya dijimos (a.1 ad 1) que esto era propio de la crueldad. Luego
ésta se identifica con la sevicia.
3. Así como a la virtud se opone un vicio por exceso,
también le corresponde otro por defecto, el cual se opone a la virtud,
que se mantiene en un término medio, y al vicio que consiste en un
exceso. Pero parece que a la crueldad y a la sevicia se opone el mismo
vicio por defecto, a saber: la remisión o disolución, puesto que dice
San Gregorio en XX Moral.: Haya amor, pero
sin molicie; rigor, sin exasperar a nadie; piedad, pero no más
indulgente de lo que conviene. Luego la sevicia se identifica con
la crueldad.
Contra esto: está lo que dice Séneca en II De Clement.: Quien se irrita sin haber sido ofendido y contra alguien que no es pecador, no es cruel, sino fiero o salvaje.
Respondo: El nombre de sevicia y
fiereza se toma de la semejanza con las fieras, que
también se dicen salvajes, ya que estos animales hacen daño a
otros para alimentarse de sus cuerpos, no por otra razón de justicia,
cuya consideración pertenece exclusivamente a la razón. Por eso,
hablando con propiedad, la fiereza o sevicia hacen alusión a que
alguno, al imponer penas, no tiene en cuenta la culpa de aquel al que
castigan, sino sólo el deleitarse en el sufrimiento de los hombres. Y
así es evidente que queda incluido dentro de la bestialidad, porque
tal deleite no es humano, sino propio de los animales y originado o
por una mala costumbre o por la corrupción de la naturaleza, como los
demás sentimientos bestiales. En cuanto a la crueldad, se fija en la
culpa del castigado, pero se excede en el modo de castigar. Por eso la
crueldad se distingue de la sevicia o fiereza como la malicia humana
se distingue de la bestialidad, tal como aparece en VII Ethic..
A las objeciones:
1. La clemencia es una virtud
humana. Por eso se le opone directamente la crueldad, que es malicia
humana. Pero la sevicia o fiereza queda incluida bajo la bestialidad,
por lo cual no se opone directamente a la clemencia, sino a una virtud
más excelente, que el Filósofo califica de heroica o
divina y que para nosotros pertenece a los dones del
Espíritu Santo. Por eso puede decirse que la sevicia se opone
directamente al don de piedad.
2. No es lo mismo severo que
salvaje, lo cual suena a vicioso, sino que se dice fiero en el
cumplimiento de la verdad por cierta semejanza con la sevicia, que
no disminuye las penas.
3. La remisión de las penas no es
vicio sino en cuanto que se traspasa el orden de la justicia, según el
cual debe ser castigado uno por la culpa, a la cual sobrepasa la
crueldad. Por su parte, la sevicia no tiene en cuenta para nada este
orden. Por ello, la remisión de la pena se opone directamente a la
crueldad y no a la sevicia.