Las Moradas Santa Teresa de Jesús
Prosigue en lo mismo, declarando más esta manera de oración
[1]. Dice lo mucho que importa andar con aviso, porque el demonio
le trae grande para hacer tornar atrás de lo comenzado.
1. Paréceme que estáis con deseo de ver qué se hace
esta palomica y adónde asienta, pues queda entendido que no es en
gustos espirituales ni en contentos de la tierra: más alto es su vuelo.
Y no os puedo satisfacer de este deseo hasta la postrera morada, y aun plega
a Dios se me acuerde o tenga lugar de escribirlo; porque han pasado casi
cinco meses desde que lo comencé hasta ahora;
[2] y como la cabeza
no está para tornarlo a leer, todo debe ir desbaratado y por ventura
dicho algunas cosas dos veces.
Como es para mis hermanas, poco va en ello.
2. Todavía quiero más declararos lo que me parece que es esta
oración de unión. Conforme a mi ingenio pondré una
comparación; después diremos más de esta mariposica,
que no para (aunque siempre fructifica haciendo bien a sí y a otras
almas)
[3], porque no halla su verdadero reposo.
3. Ya tendréis oído muchas veces
[4] que se desposa Dios con
las almas espiritualmente. ¡Bendita sea su misericordia que tanto se
quiere humillar! Y aunque sea grosera comparación, yo no hallo otra
que más pueda dar a entender lo que pretendo que el sacramento del
matrimonio.
Porque aunque de diferente manera, porque en esto que tratamos
jamás hay cosa que no sea espiritual (esto corpóreo va muy
lejos, y los contentos espirituales que da el Señor, y los gustos
[5], al que deben tener los que se desposan, van mil leguas lo uno de lo
otro), porque todo es amor con amor, y sus operaciones son limpísimas
y tan delicadísimas y suaves, que no hay cómo se decir, mas
sabe el Señor darlas muy bien a sentir.
4. Paréceme a mí que la unión aún no llega a
desposorio espiritual; sino, como por acá cuando se han de desposar
dos, se trata si son conformes y que el uno y el otro quieran, y aun que
se vean, para que más se satisfaga el uno del otro, así acá
[6], presupuesto que el concierto está ya hecho y que esta alma está
muy bien informada cuán bien le está y determinada a hacer
en todo la voluntad de su Esposo de todas cuantas maneras ella viere que
le ha de dar contento, y Su Majestad, como quien bien entenderá si
es así, lo está de ella, y así hace esta misericordia,
que quiere que entienda más y que como dicen vengan a
vistas
[7] y juntarla consigo. Podemos decir que es así esto, porque
pasa en brevísimo tiempo.
Allí no hay más dar y tomar,
sino un ver el alma, por una manera secreta, quién es este Esposo
que ha de tomar; porque por los sentidos y potencias en ninguna manera
podía entender en mil años lo que aquí entiende en
brevísimo tiempo; mas como es tal el Esposo, de sola aquella vista
la deja más digna de que se vengan a dar las manos, como dicen; porque
queda el alma tan enamorada, que hace de su parte lo que puede para que no
se desconcierte este divino desposorio.
Mas si esta alma se descuida a poner
su afición en cosa que no sea El, piérdelo todo, y es tan
grandísima pérdida como lo son las mercedes que va haciendo,
y mucho mayor que se puede encarecer.
5. Por eso, almas cristianas, a las que el Señor ha llegado a estos
términos, por El os pido que no os descuidéis, sino que os
apartéis de las ocasiones, que aún en este estado no está
el alma tan fuerte que se pueda meter en ellas, como lo está después
de hecho el desposorio, que es en la morada que diremos tras ésta;
porque la comunicación no fue más de una vista como
dicen
[8] y el demonio andará con gran cuidado a combatirla
y a desviar este desposorio; que después, como ya la ve del todo rendida
al Esposo, no osa tanto, porque la ha miedo, y tiene experiencia que, si
alguna vez lo hace, queda con gran pérdida y ella con más
ganancia.
6. Yo os digo, hijas, que he conocido a personas muy encumbradas, y llegar
a este estado y con la gran sutileza y ardid del demonio, tornarlas a ganar
para sí; porque debe de juntarse todo el infierno para ello, porque,
como muchas veces digo
[9], no pierden un alma sola, sino gran multitud.
Ya él tiene experiencia en este caso; porque, si miramos la multitud
de almas que por medio de una trae Dios a sí, es para alabarle mucho
los millares que convertían los mártires: ¡una doncella
como Santa Ursula! Pues ¡las que habrá perdido el demonio por
Santo Domingo y San Francisco y otros fundadores de Ordenes, y pierde ahora
por el Padre Ignacio, el que fundó la Compañía!, que
todos está claro como lo leemos
[10] recibían mercedes
semejantes de Dios. ¿Qué fue esto, sino que se esforzaron a no
perder por su culpa tan divino desposorio? ¡Oh hijas mías!, que
tan aparejado está este Señor a hacernos merced ahora como
entonces, y aun en parte más necesitado de que las queramos recibir,
porque hay pocos que miren por su honra, como entonces había.
Querémonos mucho; hay muy mucha cordura para no perder de nuestro
derecho. ¡Oh, qué engaño tan grande! El Señor nos
dé luz para no caer en semejantes tinieblas, por su misericordia.
7. Podréisme preguntar o estar con duda de dos cosas: la primera,
que si está el alma tan puesta con la voluntad de Dios como queda
dicho
[11], que ¿cómo se puede engañar, pues ella en todo
no quiere hacer la suya? La segunda, ¿por qué vías puede
entrar el demonio tan peligrosamente que se pierda vuestra alma, estando
tan apartadas del mundo y tan llegadas a los sacramentos y en
compañía podemos decir de ángeles, pues
por la bondad del Señor todas no traen otros deseos sino de servirle
y agradarle en todo?; que ya los que están metidos en las ocasiones
del mundo, no es mucho.
Yo digo que en esto tenéis razón, que
harta misericordia nos ha hecho Dios; mas cuando veo como he dicho
que estaba Judas en compañía de los Apóstoles, y tratando
siempre con el mismo Dios, y oyendo sus palabras, entiendo que no hay seguridad
en esto
[12].
8. Respondiendo a lo primero, digo que si esta alma se estuviese siempre
asida a la voluntad de Dios, que está claro que no se perdería;
mas viene el demonio con unas sutilezas grandes, y debajo de color de bien
vala desquiciando en poquitas cosas de ella y metiendo en algunas que él
le hace entender que no son malas, y poco a poco oscureciendo el entendimiento
y entibiando la voluntad y haciendo crecer en ella el amor propio, hasta
que de uno en otro la va apartando de la voluntad de Dios y llegando a la
suya.
De aquí queda respondido a lo segundo; porque no hay encerramiento
tan encerrado adonde él no pueda entrar, ni desierto tan partado adonde
deje de ir.
Y aun otra cosa os digo, que quizá lo permite el Señor
para ver cómo se ha aquel alma a quien quiere poner por luz de otras;
que más vale que en los principios, si ha de ser ruin, lo sea que
no cuando dañe a muchas.
9. La diligencia que a mí se me ofrece más cierta (después
de pedir siempre a Dios en la oración que nos tenga de su mano, y
pensar muy continuo cómo, si El nos deja, seremos luego en el profundo,
como es verdad, y jamás estar confiadas en nosotras, pues será
desatino estarlo), es andar con particular cuidado y aviso, mirando cómo
vamos en las virtudes: si vamos mejorando o disminuyendo en algo, en especial
en el amor unas con otras y en el deseo de ser tenida por la menor y en cosas
ordinarias; que si miramos en ello y pedimos al Señor que nos dé
luz, luego veremos la ganancia o la pérdida.
Que no penséis
que alma que llega Dios a tanto la deja tan a prisa de su mano, que no tenga
bien el demonio que trabajar, y siente Su Majestad tanto en que se le pierda,
que le da mil avisos interiores de muchas maneras; así que no se le
podrá esconder el daño.
10. En fin, sea la conclusión en esto, que procuremos siempre ir adelante,
y si esto no hay, andemos con gran temor, porque sin duda algún salto
nos quiere hacer el demonio; pues no es posible que, habiendo llegado a tanto,
deje ir creciendo, que el amor jamás está ocioso, y así
será harto mala señal.
Porque alma que ha pretendido ser esposa
del mismo Dios y tratádose ya con Su Majestad y llegado a los
términos que queda dicho, no se ha de echar a dormir.
Y para que veáis, hija, lo que hace con las que ya tiene por esposas,
comencemos a tratar de las sextas moradas, y veréis cómo es
poco todo lo que pudiéremos servir y padecer y hacer para disponernos
a tan grandes mercedes.
Que podrá ser haber ordenado nuestro Señor
que me lo mandasen escribir para que, puestos los ojos en el premio y viendo
cuán sin tasa es su misericordia, pues con unos gusanos quiere así
comunicarse y mostrarse, olvidemos nuestros contentillos de tierra y, puestos
los ojos en su grandeza, corramos encendidas en su amor.
11. Plega a El que acierte yo a declarar algo de cosas tan dificultosas;
que si Su Majestad y el Espíritu Santo no menea la pluma
[13], bien
sé que será imposible. Y si no ha de ser para vuestro provecho,
le suplico no acierte a decir nada; pues sabe Su Majestad que no es otro
mi deseo, a cuanto puedo entender de mí, sino que sea alabado su nombre,
y que nos esforcemos a servir a un Señor que así paga aún
acá en la tierra; por donde podemos entender algo de lo que nos ha
de dar en el cielo, sin los intervalos y trabajos y peligros que hay en este
mar de tempestades.
Porque, a no le haber de perderle y ofenderle, descanso
sería que no se acabase la vida hasta el fin del mundo, por trabajar
por tan gran Dios y Señor y Esposo.
Plega a Su Majestad merezcamos hacerle algún servicio, sin tantas
faltas como siempre tenemos, aun en las obras buenas, amén.
contacto: hgonzalez@gmail.com