Las Moradas Santa Teresa de Jesús
Comienza a tratar cómo en la oración se une el ama con Dios.
Dice en qué se conocerá no ser engaño.
1. ¡Oh hermanas!, ¿cómo os podría yo decir la riqueza
y tesoros y deleites que hay en las quintas moradas? Creo fuera mejor no
decir nada de las que faltan, pues no se ha de saber decir ni el entendimiento
lo sabe entender ni las comparaciones pueden servir de declararlo, porque
son muy bajas las cosas de la tierra para este fin.
Enviad, Señor mío, del cielo luz para que yo pueda dar alguna
a estas vuestras siervas, pues sois servido de que gocen algunas de ellas
tan ordinariamente de estos gozos, porque no sean engañadas,
transfigurándose el demonio en ángel de luz
[1], pues todos
sus deseos se emplean en desear contentaros.
Y aunque dije «algunas», bien pocas hay que no entren en esta
morada que ahora diré.
2. Hay más y menos, y a esta causa digo
que son las más las que entran en ellas. En algunas cosas de las que
aquí diré que hay en este aposento, bien creo que son pocas;
mas aunque no sea sino llegar a la puerta, es harta misericordia la que las
hace Dios; porque, puesto que son muchos los llamados, pocos son los escogidos
[2].
3. Así digo ahora que aunque todas las que traemos este hábito
sagrado del Carmen somos llamadas a la oración y contemplación
(porque éste fue nuestro principio, de esta casta venimos, de aquellos
santos Padres nuestros del Monte Carmelo, que en tan gran soledad y con tanto
desprecio del mundo buscaban este tesoro, esta preciosa margarita de que
hablamos), pocas nos disponemos para que nos la descubra el Señor.
Porque cuanto a lo exetiror vamos bien para llegar a lo que es menester;
en las virtudes para llegar aquí, hemos menester mucho, mucho, y no
nos descuidar poco ni mucho.
Por eso, hermanas mías, alto a pedir
al Señor, que pues en alguna manera podemos gozar del cielo en la
tierra, que nos dé su favor para que no quede por nuestra culpa y
nos muestre el camino y dé fuerzas en el alma para cavar hasta hallar
este tesoro escondido
[3], pues es verdad que le hay en nosotras mismas,
que esto querría yo dar a entender, si el Señor es servido
que sepa.
4. Dije «fuerzas en el alma», porque entendáis que no hacen
falta las del cuerpo a quien Dios nuestro Señor no las da; no imposibilita
a ninguno para comprar sus riquezas; con que dé cada uno lo que tuviere,
se contenta. Bendito sea tan gran Dios.
Mas mirad, hijas, que para esto que
tratamos no quiere que os quedéis con nada; poco o mucho, todo lo
quiere para sí, y conforme a lo que entendiéreis de vos que
os han dado, se os harán mayores o menores mercedes
[4].
No hay mejor
prueba para entender si llega a unión o si no nuestra oración.
No penséis que es cosa soñada, como la pasada
[5].
Digo
soñada, porque así parece está el alma como adormezida,
que ni bien parece está dormida ni se siente despierta. Aquí
con estar todas dormidas, y bien dormidas, a las cosas del mundo y a nosotras
mismas (porque en hecho de verdad se queda como sin sentido aquello poco
que dura, que ni hay poder pensar, aunque quieran, aquí no es menester
con artificio suspender el pensamiento; hasta el amar si lo hace
no entiende cómo, ni qué es lo que ama ni qué querría;
en fin, como quien de todo punto ha muerto al mundo para vivir más
en Dios, que así es: una muerte sabrosa, un arrancamiento del alma
de todas las operaciones que puede tener estando en el cuerpo; deleitosa,
porque aunque de verdad parece se aparta el alma de él para mejor
estar en Dios, de manera que aun no sé yo si le queda vida para resolgar
(ahora lo estaba pensando y paréceme que no, al menos si lo hace no
se entiende si lo hace)
[6], todo su entendimiento se querría emplear
en entender algo de lo que siente y, como no llegan sus fuerzas a esto,
quédase espantado de manera que, si no se pierde del todo, no menea
pie ni mano, como acá decimos de una persona que está tan desmayada
que nos parece está muerta.
¡Oh secretos de Dios!, que no me hartaría de procurar dar a
entenderlos si pensase acertar en algo, y así diré mil desatinos,
por si alguna vez atinase, para que alabemos mucho al Señor.
5. Dije que no era cosa soñada
[7], porque en la morada que queda
dicha, hasta que la experiencia es mucha queda el alma dudosa de qué
fue aquello: si se le antojó, si estaba dormida, si fue dado de Dios,
si se transfiguró el demonio en ángel de luz.
Queda con mil
sospechas, y es bien que las tenga, porque como dije
[8] aun
el mismo natural nos puede engañar allí alguna vez; porque
aunque no hay tanto lugar para entrar las cosas ponzoñosas, unas
lagartijillas sí, que como son agudas por doquiera se meten; y aunque
no hacen daño, en especial si no hacen caso de ellas como
dije porque son pensamientillos que proceden de la imaginación
y de lo que queda dicho
[9], importunan muchas veces. Aquí, por ayudas
que son las lagartijas, no pueden entrar en esta morada; porque ni hay
imaginación, ni memoria ni entendimiento que pueda impedir este bien.
Y osaré afirmar que si verdaderamente es unión de Dios, que
no puede entrar el demonio ni hacer ningún daño; porque está
Su Majestad tan junto y unido con la esencia del alma, que no osará
llegar ni aun debe de entender este secreto.
Y está claro: pues dicen
que no entiende nuestro pensamiento, menos entenderá cosa tan secreta,
que aun no la fía Dios de nuestro pensamiento
[10].
¡Oh gran
bien, estado adonde este maldito no nos hace mal! Así queda el alma
con tan grandes ganancias, por obrar Dios en ella sin que nadie le estorbe,
ni nosotros mismos. ¿Qué no dará quien es tan amigo de
dar y puede dar todo lo que quiere?
6. Parece que os dejo confusas en decir si es unión de Dios y que
hay otras uniones. Y ¡cómo si las hay! Aunque sean en cosas vanas,
cuando se aman mucho, también los transportará el demonio;
[11] mas no con la manera que Dios ni con el deleite y satisfacción
del alma y paz y gozo.
Es sobre todos los gozos de la tierra y sobre todos
los deleites y sobre todos los contentos y más, que no tiene que ver
adonde se engendran estos contentos o los de la tierra, que es muy diferente
su sentir como lo tendréis experimentado.
Dije yo una vez
[12], que
es como si fuesen en esta grosería del cuerpo, o en los tuétanos,
y atiné bien, que no sé cómo lodecir mejor.
7. Paréceme que aún no os veo satisfechas, porque os parecerá
que os podéis engañar, que esto interior es cosa recia de examinar;
y aunque para quien ha pasado por ello basta lo dicho, porque es grande la
diferencia, quiéroos decir una señal clara por donde no os
podréis engañar ni dudar si fue de Dios, que Su Majestad me
la ha traído hoy a la memoria, y a mi parecer es la cierta. Siempre
en cosas dificultosas, aunque me parece que lo entiendo y que digo verdad,
voy con este lenguaje de que «me parece»; porque si me engañare,
estoy muy aparejada a creer lo que dijeren los que tienen letras muchas;
porque aunque no hayan pasado por estas cosas, tienen un no sé qué
grandes letrados, que como Dios los tiene para luz de su Iglesia, cuando
es una verdad, dásela para que se admita; y si no son derramados sino
siervos de Dios, nunca se espantan de sus grandezas, que tienen bien entendido
que puede mucho más y más.
Y, en fin, aunque algunas cosas
no tan declaradas, otras deben hallar escritas, por donde ven que pueden
pasar éstas.
8. De esto tengo grandísima experiencia, y también la tengo
de unos medioletrados espantadizos, porque me cuestan muy caro
[13]. Al menos
creo que quien no creyere que puede Dios mucho más y que ha tenido
por bien y tiene algunas veces comunicarlo a sus criaturas, que tiene bien
cerrada la puerta para recibirlas.
Por eso, hermanas, nunca os acaezca, sino
creed de Dios mucho más y más, y no pongáis los ojos
en si son ruines o buenos a quien las hace, que Su Majestad lo sabe, como
os lo he dicho;
[14] no hay para qué nos meter en esto, sino con simpleza
de corazón y humildad servir a Su Majestad y alabarle por sus obras
y maravillas.
9. Pues tornando a la señal que digo es la verdadera
[15], ya veis
esta alma que la ha hecho Dios boba del todo para imprimir mejor en ella
la verdadera sabiduría, que ni ve ni oye ni entiende en el tiempo
que está así, que siempre es breve, y aun harto más
breve le parece a ella de lo que debe de ser.
Fija Dios a sí mismo
en lo interior de aquel alma de manera que cuando torna en si en ninguna
manera pueda dudar que estuvo en Dios y Dios en ella. Con tanta firmeza le
queda esta verdad, que aunque pase años sin tornarle Dios a hacer
aquella merced, ni se le olvida ni puede dudar que estuvo.
Aun dejemos por
los efectos con que queda, que éstos diré después;
[16]
esto es lo que hace mucho al caso.
10. Pues diréisme: ¿cómo lo vio o cómo lo
entendió, si no ve ni entiende? No digo que lo vio entonces, sino
que lo ve después claro; y no porque es visión, sino una
certidumbre que queda en el alma que sólo Dios la puede poner.
Yo
sé de una persona que no había llegado a su noticia que estaba
Dios en todas las cosas por presencia y potencia y esencia, y de una merced
que le hizo Dios de esta suerte lo vino a creer de manera, que aunque un
medioletrado de los que tengo dichos
[17] a quien preguntó cómo
estaba Dios en nosotros (él lo sabía tan poco como ella antes
que Dios se lo diese a entender) le dijo que no estaba más de por
gracia, ella tenía ya tan fija la verdad, que no le creyó y
preguntólo a otros
[18] que le dijeron la verdad, con que se consoló
mucho.
11. No os habéis de engañar pareciéndoos que esta
certidumbre queda en forma corporal, como el cuerpo de nuestro Señor
Jesucristo está en el Santísimo Sacramento, aunque no le vemos,
porque acá no queda así, sino de sola la divinidad.
Pues
¿cómo lo que no vimos se nos queda con esa certidumbre?
Eso no lo sé yo, son obras suyas: mas sé que digo la verdad,
y quien no quedare con esta certidumbre, no diría yo que es unión
de toda el alma con Dios, sino de alguna potencia, y otras muchas maneras
de mercedes que hace Dios al alma.
Hemos de dejar en todas estas cosas de
buscar razones para ver cómo fue; pues no llega nuestro entendimiento
a entenderlo, ¿para qué nos queremos desvanecer? Basta ver que
es todopoderoso el que lo hace, y pues no somos ninguna parte
[19] por
diligencias que hagamos para alcanzarlo, sino que es Dios el que lo hace,
no lo queramos ser para entenderlo.
12. Ahora me acuerdo, sobre esto que digo de que «no somos parte»,
de lo que habéis oído que dice la Esposa en los Cantares:
Llevóme el rey a la bodega del vino, o metiome, creo que dice
[20].
Y no dice que ella se fue.
Y dice también que andaba buscando a su
Amado por una parte y por otra. Esta entiendo yo es la bodega adonde nos
quiere meter el Señor cuando quiere y como quiere; mas por diligencias
que nosotros hagamos, no podemos entrar.
Su Majestad nos ha de meter y entrar
El en el centro de nuestra alma y, para mostrar sus maravillas mejor, no
quiere que tengamos en ésta más parte de la voluntad que del
todo se le ha rendido, ni que se le abra la puerta de las potencias y sentidos,
que todos están dormidos; sino entrar en el centro del alma sin ninguna,
como entró a sus discípulos cuando dijo: Pax vobis, y salió
del sepulcro sin levantar la piedra
[21].
Adelante veréis cómo
Su Majestad quiere que le goce el alma en su mismo centro, aun más
que aquí mucho en la postrera morada.
13. ¡Oh hijas, qué mucho veremos si no queremos ver más
de nuestra bajeza y miseria, y entender que no somos dignas de ser siervas
de un Señor tan grande, que no podemos alcanzar sus maravillas! Sea
por siempre alabado, amén.
contacto: hgonzalez@gmail.com