Las Moradas Santa Teresa de Jesús
En que trata qué es oración de recogimiento, que por la mayor
parte la da el Señor antes de la dicha. Dice sus efectos y
los que quedan de la pasada que trató, de los gustos que da el
Señor.
1. Los efectos de esta oración son muchos: algunos diré, y
primero, otra manera de oración que comienza casi siempre primero
que ésta, y por haberla dicho en otras partes
[1], diré poco.
Un recogimiento que también me parece sobrenatural, porque no es estar
en oscuro ni cerrar los ojos, ni consiste en cosa exetrior, puesto que, sin
quererlo, se hace esto de cerrar los ojos y desear soledad; y sin artificio,
parece que se va labrando el edificio para la oración que queda dicha;
[2] porque estos sentidos y cosas exteriores parece que van perdiendo de
su derecho porque el alma vaya cobrando el suyo que tenía perdido.
2. Dicen que «el alma se entra dentro de sí» y otras veces
que «sube sobre sí»
[3].
Por este lenguaje no sabré
yo aclarar nada, que esto tengo malo que por el que yo lo sé decir
pienso que me habéis de entender, y quizá será sola
para mí. Hagamos cuenta que estos sentidos y potencias (que ya he
dicho
[4] que son la gente de este castillo, que es lo que he tomado para
saber decir algo), que se han ido fuera y andan con gente extraña,
enemiga del bien de este castillo, días y años; y que ya se
han ido, viendo su perdición, acercando a él, aunque no acaban
de estar dentro porque esta costumbre es recia cosa, sino no
son ya traidores y andan alrededor.
Visto ya el gran Rey, que está
en la morada de este castillo, su buena voluntad, por su gran misericordia,
quiérelos tornar a él y, como buen pastor, con un silbo tan
suave, que aun casi ellos mismos no le entienden, hace que conozcan su voz
y que no anden tan perdidos, sino que se tornen a su morada. Y tiene tanta
fuerza este silbo del pastor, que desamparan las cosas exteriores en que
estaban enajenados y métense en el castillo.
3. Paréceme que nunca lo he dado a entender como ahora, porque para
buscar a Dios en lo interior (que se halla mejor y más a nuestro provecho
que en las criaturas, como dice San Agustín que le halló,
después de haberle buscado en muchas partes)
[5], es gran ayuda cuando
Dios hace esta merced.
Y no penséis que es por el entendimiento adquirido
procurando pensar dentro de sí a Dios, ni por la imaginación,
imaginándole en sí. Bueno es esto y excelente manera de
meditación, porque se funda sobre verdad, que lo es estar Dios dentro
de nosotros mismos; mas no es esto, que esto cada uno lo puede hacer (con
el favor del Señor, se entiende, todo).
Mas lo que digo es en diferente
manera, y que algunas veces, antes que se comience a pensar en Dios, ya esta
gente está en el castillo, que no sé por dónde ni cómo
oyó el silbo de su pastor. Que no fue por los oídos, que no
se oye nada, mas siéntese notablemente un encogimiento suave a lo
interior, como verá quien pasa por ello, que yo no lo sé aclarar
mejor.
Paréceme que he leído que como un erizo o tortuga, cuando
se retiran hacia sí, y debíalo de entender bien quien lo
escribió
[6]. Mas éstos, ellos se entran cuando quieren; acá
no está en nuestro querer sino cuando Dios nos quiere hacer esta merced.
Tengo para mí que cuando Su Majestad la hace, es a personas que van
ya dando de mano a las cosas del mundo.
No digo que sea por obra los que
tienen estado que no pueden, sino por el deseo, pues los llama particularmente
para que estén atentos a las interiores; y así creo que, si
queremos dar lugar a Su Majestad, que no dará sólo esto a quien
comienza a llamar para más.
4. Alábele mucho quien esto entendiere en sí, porque es muy
mucha razón que conozca la merced, y el hacimiento de gracias por
ella hará que se disponga para otras mayores.
Y es disposición
para poder escuchar, como se aconseja en algunos libros, que procuren no
discurrir, sino estarse atentos a ver qué obra el Señor en
el alma;
[7] que si Su Majestad no ha comenzado a embebernos, no puedo acabar
de entender cómo se pueda detener el pensamiento de manera que no
haga más daño que provecho, aunque ha sido contienda bien platicada
entre algunas personas espirituales, y de mí confieso mi poca humildad
que nunca me han dado razón para que yo me rinda a lo que dicen.
Uno
me alegó con cierto libro del santo Fray Pedro de Alcántara
que yo creo lo es a quien yo me rindiera, porque sé que
lo sabía; y leímoslo y dice lo mismo que yo, aunque no por
estas palabras;
[8] mas entiéndese en lo que dice que ha de estar
ya despierto el amor.
Ya puede ser que yo me engañe, mas voy por estas
razones:
5. La primera, que en esta obra de espíritu quien menos piensa y quiere
hacer, hace más; lo que habemos de hacer es pedir como pobres necesitados
delante de un grande y rico emperador, y luego bajar los ojos y esperar con
humildad.
Cuando por sus secretos caminos parece que entendemos que nos oye,
entonces es bien callar, pues nos ha dejado estar cerca de él, y no
será malo procurar no obrar con el entendimiento si podemos
digo Mas si este Rey aun no entendemos que nos ha oído ni nos
ve, no nos hemos de estar bobos, que lo queda harto el alma cuando ha procurado
esto, y queda mucho más seca y por ventura más inquieta la
imaginación con la fuerza que se ha hecho a no pensar nada, sino que
quiere el Señor que le pidamos y consideremos estar en su presencia,
que El sabe lo que nos cumple.
Yo no puedo persuadirme a industrias humanas
en cosas que parece puso Su Majestad límite y las quiso dejar para
Sí; lo que no dejó otras muchas que podemos con su ayuda, así
de penitencia, como de obras, como de oración, hasta donde puede nuestra
miseria.
6. La segunda razón es, que estas obras interiores son todas suaves
y pacíficas, y hacer cosa penosa, antes daña que aprovecha.
Llamo penosa fuerza que nos queramos hacer, como sería pena detener
el huelgo; sino dejarse el alma en las manos de Dios, haga lo que quisiere
de ella, con el mayor descuido de su provecho que pudiere y mayor
resignación a la voluntad de Dios.
La tercera es, que el mismo cuidado que se pone en no pensar nada quizá
despertará el pensamiento a pensar mucho.
La cuarta es, que lo más sustancial y agradable a Dios es que nos
acordemos de su honra y gloria y nos olvidemos de nosotros mismos y de nuestro
provecho y regalo y gusto.
Pues ¿cómo está olvidado de
sí el que con mucho cuidado está, que no se osa bullir, ni
aun deja a su entendimiento y deseos que se bullan a desear la mayor gloria
de Dios, ni que se huelgue de la que tiene? Cuando Su Majestad quiere que
el entendimiento cese, ocúpale por otra manera y da una luz en el
conocimiento tan sobre la que podemos alcanzar, que le hace quedar absorto,
y entonces, sin saber cómo, queda muy mejor enseñado que no
con todas nuestras diligencias para echarle más a perder; que pues
Dios nos dio las potencias para que con ellas trabajásemos y se tiene
todo su premio, no hay para qué las encantar, sino dejarlas hacer
su oficio, hasta que Dios las ponga en otro mayor.
7. Lo que entiendo que más conviene que ha de hacer el alma que ha
querido el Señor meter a esta morada es lo dicho
[9], y que sin ninguna
fuerza ni ruido procure atajar el discurrir del entendimiento, mas no el
suspenderle ni el pensamiento, sino que es bien que se acuerde que está
delante de Dios y quién es este Dios.
Si lo mismo que siente en sí
le embebiere, enhorabuena; mas no procure entender lo que es, porque es dado
a la voluntad; déjela gozar sin ninguna industria más de algunas
palabras amorosas, que aunque no procuremos aquí estar sin pensar
nada, se está muchas veces, aunque muy breve tiempo.
8. Mas como dije en otra parte
[10] la causa porque en esta manera
de oración (digo en la que comencé esta morada, que he metido
la de recogimiento con ésta que había de decir primero, y es
muy menos que la de los gustos que he dicho de Dios, sino que es principio
para venir a ella; que en la del recogimiento no se ha de dejar la
meditación, ni la obra del entendimiento)
[11] en esta fuente manantial
que no viene por arcaduces él se comide o le hace comedir ver que
no entiende lo que quiere; y así anda de un cabo a otro, como tonto
que en nada hace asiento.
La voluntad le tiene tan grande en su Dios, que
la da gran pesadumbre su bullicio, y así no ha menester hacer caso
de él, que la hará perder mucho de lo que goza, sino dejarle
y dejarse a sí en los brazos del amor, que Su Majestad la
enseñará lo que ha de hacer en aquel punto, que casi todo es
hallarse indigna de tanto bien y emplearse en hacimiento de gracias.
9. Por tratar de la oración de recogimiento, dejé los efectos
o señales que tienen las almas a quien Dios nuestro Señor da
esta oración
[12].
Así como se entiende claro un dilatamiento o
ensanchamiento en el alma, a manera de como si el agua que mana de una fuente
no tuviese corriente, sino que la misma fuente estuviese labrada de una cosa
que mientras más agua manase más grande se hiciese el edificio,
así parece en esta oración, y otras muchas maravillas que hace
Dios en el alma, que la habilita y va disponiendo para que quepa todo en
ella. Así esta suavidad y ensanchamiento interior se ve en el que
le queda para no estar tan atada como antes en las cosas del servicio de
Dios, sino con mucha más anchura.
Así en no se apretar con
el temor del infierno, porque aunque le queda mayor de no ofender a Dios,
el servil
[13] piérdese aquí: queda con gran confianza que
le ha de gozar. El que solía tener, para hacer penitencia, de perder
la salud, ya le parece que todo lo podrá en Dios;
[14] tiene más
deseos de hacerla que hasta allí. El temor que solía tener
a los trabajos, ya va más templado; porque está más
viva la fe y entiende que, si los pasa por Dios, Su Majestad le dará
gracia para que los sufra con paciencia, y aun algunas veces los desea, porque
queda también una gran voluntad de hacer algo por Dios.
Como va más
conociendo su grandeza, tiénese ya por más miserable; como
ha probado ya los gustos de Dios, ve que es una basura los del mundo, vase
poco a poco apartando de ellos y es más señora de sí
para hacerlo.
En fin, en todas las virtudes queda mejorada y no dejará
de ir creciendo, si no torna atrás ya, a hacer ofensas de Dios, porque
entonces todo se pierde, por subida que esté un alma en la cumbre.
Tampoco se entiende que de una vez o dos que Dios haga esta merced a un alma,
quedan todas éstas hechas si no va perseverando en recibirlas, que
en esta perseverancia está todo nuestro bien.
10. De una cosa aviso mucho a quien se viere en este estado: que se guarde
muy mucho de ponerse en ocasiones de ofender a Dios; porque aquí no
está aún el alma criada, sino como un niño que comienza
a mamar, que si se aparta de los pechos de su madre, ¿qué se
puede esperar de él sino la muerte? Yo he mucho temor que a quien
Dios hubiere hecho esta merced y se apartare de la oración, que será
así, si no es con grandísima ocasión o si no torna presto
a ella, porque irá de mal en peor.
Yo sé que hay mucho que
temer en este caso, y conozco a algunas personas que me tienen harto lastimada
y he visto lo que digo, por haberse apartado de quien con tanto amor se le
quería dar por amigo y mostrárselo por obras.
Aviso tanto que
no se pongan en ocasiones, porque pone mucho el demonio más por un
alma de éstas que por muy muchas a quien el Señor no haga estas
mercedes; porque le pueden hacer gran daño con llevar otras consigo,
y hacer gran provecho, podría ser, en la Iglesia de Dios; y aunque
no haya otra cosa sino ver el que Su Majestad las muestra amor particular,
basta para que él se deshaga porque se pierdan; y así son muy
combatidas y aun mucho más perdidas que otras, si se pierden.
Vosotras, hermanas, libres estáis de estos peligros, a lo que podemos
entender; de soberbia y vanagloria os libre Dios; y de que el demonio quiera
contrahacer estas mercedes, conocerse ha en que no hará estos efectos,
sino todo al revés.
11. De un peligro os quiero avisar (aunque os lo he dicho en otra parte)
[15] en que he visto caer a personas de oración, en especial mujeres,
que como somos más flacas, ha más lugar para lo que voy a decir.
Y es que algunas, de la mucha penitencia y oración y vigilias y aun
sin esto, sonse flacas de complexión; en teniendo algún regalo,
sujétales el natural y, como sienten contento alguno interior y caimiento
en lo exterior y una flaqueza
[16], cuando hay un sueño que llaman
espiritual, que es un poco más de lo que queda dicho
[17], paréceles
que es lo uno como lo otro y déjanse embebecer.
Y mientras más
se dejan, se embebecen más, porque se enflaquece más el natural,
y en su seso les parece arrobamiento; y llámole yo abobamiento, que
no es otra cosa más de estar perdiendo tiempo allí y gastando
su salud (a una persona le acaecía estar ocho horas), que ni
están sin sentido, ni sienten cosa de Dios.
Con dormir y comer y no
hacer tanta penitencia, se le quitó a esta persona, porque hubo quien
la entendiese, que a su confesor traía engañado y a otras personas
y a sí misma, que ella no quería engañar.
Bien creo
que haría el demonio alguna diligencia para sacar alguna ganancia,
y no comenzaba a sacar poca.
12. Hase de entender que cuando es cosa verdaderamente de Dios, que aunque
hay caimiento interior y exterior, que no le hay en el alma, que tiene grandes
sentimientos de verse tan cerca de Dios, ni tampoco dura tanto, sino muy
poco espacio, bien que se torna a embebecer; y en esta oración, si
no es flaqueza como he dicho
[18] no llega a tanto que derrueque
el cuerpo ni haga ningún sentimiento exterior en él.
13. Por eso
tengan aviso que cuando sintieren esto en sí, lo digan a la prelada
y diviértanse lo que pudieren y hágalas no tener horas tantas
de oración sino muy poco, y procure que duerman bien y coman, hasta
que se les vaya tornando la fuerza natural, si se perdió por aquí.
Si es de tan flaco natural que no le baste esto, créanme que no la
quiere Dios sino para la vida activa, que de todo ha de haber en los monasterios;
ocúpenla en oficios, y siempre se tenga cuenta que no tenga mucha
soledad, porque vendrá a perder del todo la salud.
Harta
mortificación será para ella; aquí quiere probar el
Señor el amor que le tiene en cómo lleva esta ausencia, y
será servido de tornarle la fuerza después de algún
tiempo, y si no, con oración vocal ganará y con obedecer, y
merecerá lo que había de merecer por aquí y por ventura
más.
14. También podría haber algunas de tan flaca cabeza e
imaginación como yo las he conocido que todo lo que piensan
les parece que lo ven; es harto peligroso.
Porque quizá se tratará
de ello adelante
[19], no más aquí, que me he alargado mucho
en esta morada, porque es en la que más almas creo entran, y como
es también natural junto con lo sobrenatural
[20], puede el demonio
hacer más daño; que en las que están por decir, no le
da el Señor tanto lugar. Sea por siempre alabado, amén.
contacto: hgonzalez@gmail.com