Artículo 1:
¿Fue necesario anunciar a la Santísima Virgen lo que iba a realizarse
en ella?
lat
Objeciones por las que parece que no fue necesario anunciar a la
Santísima Virgen lo que en ella iba a realizarse.
1. Porque la anunciación sólo parece necesaria para obtener el
consentimiento de la Virgen. Pero tal consentimiento no parece haber
sido necesario, porque la concepción de la Virgen había sido predicha
mediante profecía de predestinación, que se cumple sin
intervención de nuestra propia voluntad, como apostilla una Glosa a propósito de Mt 1,22. Luego no fue necesario
que se diese tal anunciación.
2. La Santísima Virgen tenía acerca de la encarnación
aquella fe sin la que nadie puede estar en estado de salvación,
porque, como se dice en Rom 3,22, la justicia de Dios se obtiene
por la fe en Jesucristo. Ahora bien, el que cree algo sin duda de
ninguna clase, no necesita de más instrucciones sobre lo mismo. Luego
no fue necesario que a la Santísima Virgen se le anunciase la
encarnación de su Hijo.
3. Como la Santísima Virgen concibió corporalmente a
Cristo, así también lo concibe espiritualmente cada una de las almas;
por eso dice el Apóstol en Gal 4,19: Hijitos míos, a los que de
nuevo alumbro con dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en
vosotros. Pero a los que deben concebirle espiritualmente, no se
les anuncia tal concepción. Luego tampoco a la Santísima Virgen debió
anunciársele que concebiría en su seno al Hijo de Dios.
Contra esto: está que, según Lc 1,31, el ángel le dijo: He aquí que
concebirás en tu seno y darás a luz un hijo.
Respondo: Fue conveniente que a la Santísima
Virgen se le anunciase que habría de concebir a Cristo. Primero, para
que se guardase el orden oportuno en la unión del Hijo de Dios con la
Virgen, esto es: para que su mente fuera instruida acerca de El antes
de que lo concibiese corporalmente. De donde dice Agustín en el
libro
De virginitate: María es más dichosa
recibiendo la fe de Cristo que concibiendo la carne de Cristo. Y
además añade:
Nada aprovecharía a María la unión materna si no
llevase con mayor felicidad a Cristo en el corazón que en el
cuerpo.
Segundo, para que pudiera ser testigo más seguro de este misterio,
supuesto que había sido instruida por inspiración divina acerca de
él.
Tercero, para que ofreciese voluntariamente a Dios el don de su
obediencia, para lo que se ofreció dispuesta cuando dijo: He aquí
la esclava del Señor (Lc 1,38).
Cuarto, para dar a conocer la existencia de un cierto matrimonio
espiritual entre el Hijo de Dios y la naturaleza humana. Y, por eso,
mediante la anunciación se esperaba con ansia el consentimiento de la
virgen en nombre de toda la naturaleza humana.
A las objeciones:
1. La profecía de predestinación
se cumple sin que actúe nuestro libre albedrío como causa, pero no sin
su consentimiento.
2. La Santísima
Virgen tenía fe expresa en la futura encarnación; pero, siendo
humilde, no pensaba en misterios tan sublimes respecto de sí misma. Y
por eso tenía que ser instruida acerca de ello.
3. La concepción espiritual de
Cristo, que se realiza por la fe, va precedida del anuncio que se
concreta en la predicación de la misma fe, conforme a lo que se dice
en Rom 10,17: La fe viene de la audición. Sin embargo, nadie
tiene por esto la certeza de poseer la gracia; pero tiene certeza de
que la fe que recibe es verdadera.
Artículo 2:
¿La anunciación a la Santísima Virgen debió ser hecha por medio de un
ángel?
lat
Objeciones por las que parece que la anunciación a la Santísima
Virgen no debió hacerse por medio de un ángel.
1. Porque los ángeles supremos reciben la revelación inmediatamente
de Dios, como dice Dionisio en el c.7 del De Cael.
Hier.. Pero la Madre de Dios ha sido exaltada por
encima de todos los ángeles. Luego parece que el misterio de la
encarnación debió serle anunciado inmediatamente por Dios, y no por
medio de un ángel.
2. Si era razonable que en esto se respetase el orden común
de que las cosas divinas son reveladas a los hombres por medio de
ángeles, del mismo modo a la mujer deben serle comunicadas por medio
del marido; de donde dice el Apóstol en 1 Cor 14,34-35: Las mujeres
guarden silencio en las asambleas; y, si quieren aprender algo,
pregunten en casa a sus maridos. Por consiguiente, parece que el
misterio de la encarnación debió ser anunciado a la Santísima Virgen
por medio de un varón; sobre todo porque José, su esposo, fue
instruido por un ángel, como se lee en Mt 1,20-21.
3. Nadie puede anunciar convenientemente lo que ignora.
Ahora bien, los ángeles supremos no conocieron plenamente el misterio
de la encarnación. Por eso dice Dionisio, en el c.7 del De Cael.
Hier., que la pregunta planteada en Is 63,1:
¿Quién es este que viene de Edom?, debe entenderse respecto de
aquéllos. Luego parece que la anunciación de la encarnación no pudo
hacerla debidamente ningún ángel.
4. Los negocios más graves deben ser anunciados por los
mensajeros de mayor categoría. Ahora bien, el misterio de la
encarnación es el supremo entre los anunciados a los hombres por los
ángeles. Parece, por consiguiente, que si debió ser anunciado por
medio de un ángel, éste hubo de ser del orden supremo. Pero Gabriel no
pertenece al orden supremo, sino al orden de los arcángeles, que es el
penúltimo; de donde canta la Iglesia : Sabemos que el
arcángel Gabriel te habló de parte de Dios. Luego una anunciación
de esta categoría no fue convenientemente hecha por el arcángel
Gabriel.
Contra esto: está lo que se lee en Lc 1,26: Fue enviado el ángel
Gabriel de parte de Dios, etc.
Respondo: Fue conveniente que un ángel
anunciase el misterio de la encarnación divina a la Santísima Virgen,
por tres motivos. Primero, para que también en esto se observase la
disposición divina de que las cosas del cielo lleguen a los hombres
por medio de los ángeles. Por lo que dice Dionisio en el c.7 del
De
Cael. Hier.:
Sobre el misterio divino de la
benignidad de Jesús primeramente fueron instruidos los ángeles; luego,
por medio de ellos, pasó a nosotros la gracia de ese conocimiento. Así
pues, el excelso Gabriel anunció a Zacarías que de él nacería un
profeta;y a María la hizo saber el modo en que se realizaría en ella
el misterio divino de la formación inefable de Dios.
Segundo, fue conveniente para la restauración de la humanidad, que
había de realizarse por medio de Cristo. De donde dice Beda, en una Homilía: Fue un principio a propósito
de la restauración humana el que Dios enviase un ángel a la Virgen que
iba a ser consagrada con un parto divino, ya que la primera causa de
la perdición humana fue el envío de la serpiente, por parte del diablo,
a la mujer para que fuese engañada con el espíritu de
soberbia.
Tercero, porque esto convenía a la virginidad de la Madre de Dios.
Por eso dice Jerónimo en un Sermón sobre la Asunción: Perfecto resulta que sea enviado un ángel a la Virgen, porque la virginidad siempre fue pariente de los ángeles. Verdaderamente, vivir en la carne al margen de ella no es vida terrena, sino celestial.
A las objeciones:
1. La Madre de Dios era superior a
los ángeles por lo que atañe a la dignidad para la que era elegida.
Pero era inferior a ellos por lo que se refiere al estado de la vida
presente, porque incluso el mismo Cristo, por razón de su vida
pasible, fue hecho un poco inferior a los ángeles, como se lee
en Heb 2,9. Sin embargo, Cristo, por haber sido viador y comprehensor,
no necesitaba ser instruido por los ángeles acerca del conocimiento de
las cosas divinas. Pero la Madre de Dios no estaba todavía en el
estado de los comprehensores, y por lo tanto tenía que ser instruida
por los ángeles acerca de la concepción divina.
2. Como expone Agustín en un
Sermón sobre la Asunción, la Santísima Virgen
está justamente exenta de algunas leyes generales, porque ni
multiplicó sus concepciones ni estuvo bajo la potestad de un
varón, es decir, de su marido, porque recibió a Cristo en sus
purísimas entrañas por obra del Espíritu Santo. Y, por tanto, no
debió ser instruida sobre el misterio de la encarnación por su marido,
sino por medio de un ángel. Precisamente por eso también fue instruida
ella primero que José, pues ella lo fue antes de la concepción, y José
después de la misma (cf. Mt 1,2).
3. Como es manifiesto por la
autoridad alegada de Dionisio, los ángeles conocieron
el misterio de la encarnación; pero, sin embargo, preguntan, deseando
conocer mejor por medio del propio Cristo las razones de este
misterio, que son incomprensibles para todo entendimiento creado. Por
eso escribe Máximo: No se puede dudar de que los
ángeles hayan conocido la futura encarnación. Pero estuvo oculta para
ellos la impenetrable concepción del Señor, y el modo de permanecer
totalmente en el Padre, enteramente en todas las cosas, e incluso en
el seno de la Virgen.
4. Algunos sostienen
que Gabriel pertenece al orden supremo, porque dice
Gregorio: Sería conveniente que viniera un ángel
supremo, puesto que anunciaba el supremo de los misterios. Pero de
eso no se sigue que fuera el máximo de todos los órdenes, sino
respecto de los ángeles. Por lo que la Iglesia le llama arcángel, y el
propio Gregorio dice en la Homilía De centum ovibus: Llamamos arcángeles a los que anuncian los supremos misterios. Por consiguiente, es bastante creíble que sea el supremo en el orden de los arcángeles. Y, como dice Gregorio, este nombre rima con su oficio, pues Gabriel significa fortaleza de Dios. Y por la fortaleza de Dios debía ser anunciado, porque venía el Señor de las potestades y el poderoso en las batallas para vencer a las potestades aéreas.
Artículo 3:
El ángel de la anunciación, ¿debió aparecerse a la Virgen en forma
corpórea?
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Objeciones por las que parece que el ángel de la anunciación no debió
aparecerse a la Virgen en forma corpórea.
1. Porque, como dice Agustín en el libro XII De Genesi ad
litt., la visión intelectual es más digna que
la corporal y, sobre todo, más conveniente al ángel, pues en la
visión intelectual se ve al ángel en su propia sustancia, mientras
que en la corporal es visto en la figura corpórea que toma. Pero como
para anunciar la concepción divina convenía que viniese un mensajero
supremo, de igual modo parece conveniente que la categoría de la
visión fuese la suprema. Luego parece que el ángel de la anunciación
se apareció a la Virgen en visión intelectual.
2. Aún más: la visión imaginaria parece que también es más
noble que la visión corpórea, como la imaginación es una potencia más
elevada que el sentido. Pero el ángel se apareció a José en
sueños, en visión imaginaria, como es manifiesto por Mt 1,20 y
2,13.19. Luego da la impresión de que también debió aparecerse a la
Santísima Virgen en visión imaginaria, y no en visión
corpórea.
3. La visión corpórea de una sustancia espiritual causa
estupefacción a los que la contemplan, por lo que también se canta a
propósito de la propia Virgen: Y la Virgen se
espantó de la luz. Pero hubiera sido mejor que su alma hubiera
sido preservada de tal turbación. Luego no fue conveniente que una
anunciación de este género se hiciese mediante visión
corpórea.
Contra esto: está que Agustín, en un Sermón, hace
comparecer a la Santísima Virgen hablando de esta manera: Vino a mí
el arcángel Gabriel con rostro resplandeciente, con vestido brillante,
con un modo de andar maravilloso. Pero estas circunstancias sólo
pueden convenir a una visión corpórea. Luego el ángel de la
anunciación se apareció a la Santísima Virgen en visión
corpórea.
Respondo: El ángel de la anunciación se
apareció a la Madre de Dios en visión corporal. Y esto fue
conveniente: Primero, en cuanto a lo que se anunciaba, pues el ángel
había venido a anunciar la encarnación del Dios invisible. Por lo que
fue también conveniente que, para la declaración de este misterio, una
criatura invisible tomase forma visible, estando además ordenadas
todas las apariciones del Antiguo Testamento a esta aparición, en la
que el Hijo de Dios se dejó ver en carne.
Segundo, convino a la dignidad de la Madre de Dios, que había de
recibir al Hijo de Dios no sólo en la mente, sino también en el seno
corporal. Y por tanto, no sólo su mente, sino también sus sentidos
corporales debían ser vigorizados con la visión angélica.
Tercero, convino a la certeza del misterio que se anunciaba. Las
cosas que captan nuestros ojos las percibimos con más seguridad que
aquellas que imaginamos. De donde dice Crisóstomo, In
Matth., que el ángel no se presentó a la Virgen en
sueños sino visiblemente, pues, dado que recibía del ángel una
altísima comunicación, necesitaba una visión solemne antes del
acontecimiento de un hecho tan maravilloso.
A las objeciones:
1. La visión intelectual es mejor
que la visión imaginaria o corpórea si éstas se toman en solitario.
Pero el mismo Agustín dice que es mejor la profecía que
incluye a la vez la visión intelectual y la imaginaria que aquella que
cuenta sólo con una de ellas. Y la Santísima Virgen no percibió sólo
la visión corporal, sino que disfrutó también de la iluminación
intelectual. Por lo cual tal aparición fue más noble.
Sin embargo, hubiera sido todavía más noble en caso de que hubiese
contemplado en visión intelectual al ángel en su propia sustancia.
Pero no es compatible con el estado del hombre viador ver al ángel en
su esencia.
2. La imaginación es una potencia
más noble que los sentidos externos; sin embargo, como el principio
del conocimiento humano son los sentidos, en éstos se asienta la
máxima certeza, pues siempre es necesario que los principios del
conocimiento sean los más ciertos. Y por eso José, a quien el ángel se
le apareció en sueños, no disfrutó de una aparición tan excelente como
la Santísima Virgen.
3. Como dice Ambrosio,
In
Lúe.,
nos turbamos y nos sentimos fuera de
nosotros mismos cuando estamos subyugados por el encuentro con un
poder superior. Pero esto no acontece sólo en la visión corpórea,
sino también en la visión imaginaria. Por lo que en Gen 15,12 se dice
que,
puesto el sol, cayó un sopor sobre Abrahán y se apoderó de él
un terror grande y tenebroso. Sin embargo, el daño ocasionado por
tal perturbación no es tan grande que obligue a
omitir la aparición de un ángel. Primero, porque cuando el hombre se
eleva sobre sí mismo, lo que es propio de su dignidad, su parte
inferior se debilita, de lo que se origina la perturbación mencionada;
como cuando el calor natural se concentra en el interior, los miembros
externos tiemblan. Segundo, porque, como dice Orígenes
In Lúe., el ángel, al aparecerse, conociendo la condición
humana, cura en primer lugar esa perturbación. Por lo que, tras la
turbación, tanto a Zacarías como a María les dijo:
No temas (Le
1,13.30). Y por esto, como se lee en la
Vida de Antonio, no es
difícil el discernimiento entre los espíritus buenos y los malos. Si
tras el temor surge el gozo, sepamos que el auxilio nos ha venido del
Señor, porque la seguridad del alma es un indicio de la presencia de
Dios. En cambio, si persevera el temor, es el enemigo quien se
aparece.
Incluso la turbación de la Virgen rimaba con su pudor virginal,
porque, como dice Ambrosio In Lúe., es
propio de las vírgenes el temblor, y el temer ante cualquier
aproximación del varón, el avergonzarse ante cualquier palabra del
hombre.
Algunos dicen, sin embargo, que la Santísima Virgen,
por estar acostumbrada a las visiones angélicas, no se turbó con la
visión del ángel, sino por la admiración de lo que éste le decía, al
no pensar de sí misma cosas tan altas. Por lo que el Evangelista no
dice que se turbase con la visión del ángel, sino a causa de sus
palabras (Lc 1,29).
Artículo 4:
¿Fue perfecta la anunciación en cuanto al orden conveniente?
lat
Objeciones por las que parece que la anunciación no fue perfecta en
lo que se refiere al orden conveniente (Lc 1,26).
1. Porque la dignidad de la Madre de Dios depende de la prole
concebida. Pero la causa debe manifestarse antes que el efecto. Luego
el ángel debió anunciar a la Virgen la concepción de la prole antes
que expresar su dignidad saludándola.
2. La prueba, o debe silenciarse cuando se trata de cosas
que no admiten duda, o debe anteponerse cuando afecta a cosas que
pueden ser dudosas. Ahora bien, parece que el ángel anunció
primeramente aquello de que la Virgen dudaría, y sobre lo que, a
consecuencia de la duda, preguntaría, diciendo: ¿Cómo será
esto? (Lc 1,34), y después añadió la prueba, ya con el ejemplo de
Isabel, ya por parte de la omnipotencia divina. Luego la anunciación
del ángel se realizó en un orden incorrecto.
3. Lo mayor no se prueba de manera suficiente mediante lo
que es menor. Pero es mayor prodigio dar a luz una virgen que una
anciana. Luego la prueba del ángel para demostrar la concepción de la
Virgen, apoyándose en la concepción de una anciana, no fue
suficiente.
Contra esto: está lo que se dice en Rom 13,1: Las cosas que proceden
de Dios están en orden. Pero el ángel fue enviado por Dios
para llevar el mensaje a la Virgen, como se lee en Lc 1,26. Luego la
anunciación por medio del ángel se produjo en perfectísimo
orden.
Respondo: La anunciación se produjo en el orden
conveniente, pues tres eran los propósitos del ángel respecto de la
Virgen. Primero, llamar su atención para que reflexionase sobre un
misterio tan grande. Hizo esto saludándola con un saludo nuevo e
insólito. De donde dice Orígenes,
In Lúe.,
que
si (la Virgen)
hubiera sabido (puesto que tenía
conocimiento de la Escritura) que palabras semejantes habían sido
dirigidas a cualquier otra persona, jamás la hubiese asustado tal
saludo como algo extraño. En tal saludo le adelantó su idoneidad
para la concepción, al llamarla
llena de gracia; le expresó la
misma concepción, al decirle
el Señor está contigo; y le
predijo el honor subsiguiente, cuando le dijo
Bendita tú entre las
mujeres.
Segundo, intentaba instruirla acerca del misterio de la encarnación,
que debía realizarse en ella. Y lo hizo prediciendo la concepción y el
parto, al decir: He aquí que concebirás en tu seno, etc.; y
manifestando la dignidad del Hijo concebido, cuando le dijo: Este
será grande; y también dándole a conocer el modo
de la concepción, al decirle: El Espíritu Santo vendrá sobre ti
desde lo alto.
Tercero, intentaba inducirla a que prestase su consentimiento. Y esto
lo hizo citando el ejemplo de Isabel y alegando la razón que provenía
de la omnipotencia divina.
A las objeciones:
1. Para un alma humilde, nada hay
más sorprendente que oír sus propias alabanzas. La admiración
despierta sobremanera la atención de la mente, y por eso el ángel,
queriendo llamar la atención de la Virgen hacia el anuncio de un
misterio tan grande, comenzó por alabarla.
2. Ambrosio,
In
Lúe., declara expresamente que la Santísima Virgen
no dudó de las palabras del ángel. Dice, en efecto:
La respuesta de
María es más moderada que las palabras del sacerdote. Esta dice: ¿Cómo
será esto? Aquél responde: ¿Por dónde lo conoceré? Se niega a creer
aquel que niega conocer lo que se le propone. No duda de que se hará
quien pregunta sobre el modo en que eso se hará.
Agustín, sin embargo, parece decir que ella hubiera dudado. Escribe,
efectivamente, en el libro Quaestionum Veteris et Novi
Test.: A la Virgen que duda de la concepción,
le anuncia el ángel su posibilidad. Pero tal duda es más fruto de
la admiración que de incredulidad. Y por eso el ángel alegó la prueba,
no para quitar la infidelidad, sino para suprimir su
admiración.
3. Como escribe Ambrosio, In
Hexame., muchas estériles se anticiparon en dar
a luz para que se crea en el parto de la Virgen. Y por eso se
alega la concepción de Isabel, no como argumento suficiente, sino como
ejemplo con carácter de figura. Por esta razón, para confirmar este
ejemplo, se añade el argumento eficaz de la omnipotencia
divina.