Artículo 1:
¿El ser mediador entre Dios y los hombres es propio y peculiar de
Cristo?
lat
Objeciones por las que parece que el ser mediador entre Dios y los
hombres no es propio y peculiar de Cristo.
1. Parece que el sacerdote y el profeta son mediadores entre Dios y
los hombres, según palabras del Dt 5,5: Yo fui entonces arbitro y
mediador entre vosotros y Dios. Pero ser profeta y sacerdote no es
propio y peculiar de Cristo. Luego tampoco el ser mediador.
2. Lo que compete a los ángeles buenos y malos no puede
llamarse función propia y peculiar de Cristo. Pero a los ángeles
buenos les compete ser mediadores entre Dios y los hombres, como dice
Dionisio en el c.4 De Div. Nom.. Y también
compete a los ángeles malos, es decir, a los demonios, pues tienen
algo común con Dios, a saber, la inmortalidad, y algo común con
los hombres, esto es, el ser espíritus pasibles y, por
consiguiente, miserables, como enseña Agustín en el libro IX De Civ. Dei. Luego el ser mediador no es algo
propio y peculiar de Cristo.
3. Pertenece a la misión del mediador interceder ante uno
en favor de otro, al mediar entre ambos. Pero, como se dice en Rom
8,26, el Espíritu Santo intercede por nosotros ante Dios con
gemidos inenarrables. Por tanto, también el Espíritu Santo es
mediador entre Dios y los hombres. Luego no es propio y peculiar de
Cristo.
Contra esto: está lo que se dice en 1 Tim 2:5; Uno es el mediador
entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús.
Respondo: La misión propia del mediador es unir
a aquellos entre los que ejerce la mediación, porque los extremos se
juntan en el medio. Pero unir a los hombres con Dios de manera
perfecta compete en verdad a Cristo, por medio del cual los hombres
son reconciliados con Dios, según estas palabras de 2 Cor 5,19:
Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo. Y, por
tanto, sólo Cristo es el perfecto mediador entre Dios y los hombres,
en cuanto que por medio de su muerte reconcilió al género humano con
Dios. Por eso, habiendo dicho el Apóstol que
el hombre Cristo jesús
es el mediador entre Dios y los hombres, añade en el v.6:
que
se entregó a sí mismo para redención de todos (1 Tim
2,5-6).
Sin embargo, nada impide que se llame también mediadores entre Dios y
los hombres a algunas personas, aunque lo sean de modo relativo, esto
es, en cuanto que cooperan de modo dispositivo y ministerial a la
unión de los hombres con Dios.
A las objeciones:
1. Los profetas y los sacerdotes de
la ley antigua fueron llamados mediadores entre Dios y los hombres de
manera dispositiva y ministerial, es a saber, en cuanto anunciaban de
antemano y prefiguraban al verdadero y perfecto mediador entre Dios y
los hombres. Los sacerdotes de la ley nueva pueden ser llamados
mediadores entre Dios y los hombres en cuanto que son ministros del
verdadero mediador y administran en su lugar los
sacramentos de la salvación a los hombres.
2. Como escribe Agustín en el
libro IX
De Civ. Dei, los ángeles buenos no
pueden llamarse justamente mediadores entre Dios y los hombres:
Teniendo de común con Dios la bienaventuranza y la inmortalidad,y no
teniendo nada de esto en común con los hombres miserables y mortales,
¿cómo no van a estar más bien alejados de los hombres, y unidos con
Dios, que constituidos mediadores entre ambos? No obstante,
Dionisio los llama mediadores porque, teniendo en cuenta el grado de
su naturaleza, resultan inferiores a Dios y superiores a los hombres.
Y ejercen el oficio de la mediación no de una manera principal y
perfectiva, sino ministerial y dispositiva. Por eso se dice en Mt 4,11
que
se acercaron los ángeles y le servían, a Cristo, se
entiende.
Los demonios tienen de común con Dios la inmortalidad, mientras que
con los hombres tienen de común la miseria. La mediación del
demonio inmortal y miserable se interpone para no permitir la
consecución de la inmortalidad bienaventurada, sino para
conducir a una inmortalidad desgraciada. Por eso viene a ser como un mal mediador, que separa a los amigos.
Cristo, en cambio, tuvo de común con Dios la bienaventuranza, y con
los hombres la mortalidad. Y por eso interpuso su mediación para
que, superada su mortalidad, convirtiese a los muertos en inmortales,
como lo demostró con su propia resurrección;y para hacer
bienaventurados a los miserables, por lo que nunca se apartó de los
mismos. Y por ese motivo, El es el
mediador bueno, porque reconcilia a los enemigos.
3. El Espíritu Santo, por ser
enteramente igual a Dios, no puede llamarse medio o mediador entre
Dios y los hombres. Sólo Cristo merece tal nombre porque, aunque
sea igual al Padre en cuanto a la divinidad, sin embargo
es
menor que el Padre en cuanto a su humanidad, como antes se ha
dicho (
q.20 a.1). Por eso, a propósito de Gal 3,20,
Cristo es
mediador, comenta la
Glosa:
No el Padre o
el Espíritu Santo. Pero se dice que el Espíritu
Santo pide por
nosotros (Rom 9,26) porque El mismo nos impulsa a que pidamos
nosotros.
Artículo 2:
Cristo, en cuanto hombre, ¿es mediador entre Dios y los
hombres?
lat
Objeciones por las que parece que Cristo, en cuanto hombre, no es
mediador entre Dios y los hombres.
1. Dice Agustín en su libro Contra Felicianum: Única es la persona de Cristo; para que no se diga que Cristo no
es único, que no es una única sustancia; para impedir que, suprimida
su función de mediador, sea llamado solamente Hijo de Dios o sólo hijo
del hombre. Pero no es Hijo de Dios e hijo del hombre en cuanto
hombre, sino en cuanto que es a la vez Dios y hombre. Luego tampoco
debe decirse que sólo en cuanto hombre es mediador entre Dios y los
hombres.
2. Así como Cristo, en cuanto Dios, es igual al Padre y al
Espíritu Santo, así también, en cuanto hombre, es igual a los hombres.
Pero por ser, en cuanto Dios, igual al Padre y al Espíritu Santo, no
puede llamarse mediador en ese aspecto, porque, a propósito de 1 Tim
2,5, Mediador entre Dios y los hombres, comenta la Glosa: En cuanto Verbo no es mediador, porque
es igual a Dios, y Dios junto a Dios, y, a la vez el único Dios.
Luego tampoco en cuanto hombre puede llamarse mediador porque, en este
aspecto, es igual a los hombres.
3. Cristo es llamado mediador en cuanto que nos ha
reconciliado con Dios; acción que realizó al quitar el pecado que nos
separaba de Dios. Ahora bien, la capacidad de quitar el pecado no le
compete a Cristo en cuanto hombre, sino en cuanto Dios. Luego Cristo
no es mediador en cuanto hombre, sino en cuanto Dios.
Contra esto: está lo que escribe Agustín en el libro IX De Civ. Dei:
Cristo no es mediador por ser el Verbo, pues como tal es enteramente
inmortal y sumamente bienaventurado y alejado de los
míseros mortales. Sino que es mediador en cuanto hombre.
Respondo: En el mediador podemos considerar dos
cosas: por un lado, su cualidad de medio; por otro, la misión de unir.
Es propio de la naturaleza del medio distar de los dos extremos, a los
que el mediador une llevando a uno lo que pertenece al otro. Pero
ninguno de estos requisitos puede convenir a Cristo en cuanto Dios,
sino sólo en cuanto hombre. En cuanto Dios no difiere del Padre y del
Espíritu Santo, ni en la naturaleza ni en la potestad de dominio; ni
tampoco el Padre y el Espíritu Santo tienen algo que no sea del Hijo,
como si de esta manera pudiera llevar a los demás lo que es del Padre
y del Espíritu Santo, como algo que es de otros y no suyo propio. Sin
embargo, ambas cosas le convienen en cuanto hombre, porque, en cuanto
hombre, dista tanto de Dios por la naturaleza cuanto de los hombres
por su dignidad en el campo de la gracia y de la gloria. También en
cuanto hombre le compete unir a los hombres con Dios, transmitiéndoles
sus preceptos y sus dones, y satisfaciendo y abogando por ellos ante
Dios. Y por eso es llamado con toda verdad mediador en cuanto
hombre.
A las objeciones:
1. Si a Cristo se le priva de la
naturaleza divina, se le priva, en consecuencia, de la singular
plenitud de gracia, que le compete por ser el Unigénito del
Padre, como se le llama en Jn 1,14. Tal plenitud de gracia es la
que le pone por encima de todos los hombres y le hace más próximo a
Dios.
2. Cristo, en cuanto Dios, es
enteramente igual al Padre. Pero, a la vez, es superior a todos los
hombres en su naturaleza humana. Y por eso puede ser mediador en
cuanto hombre, pero no en cuanto Dios.
3. Aunque quitar el pecado por vía
de autoridad le competa a Cristo en cuanto Dios, sin embargo, el
satisfacer por el pecado del género humano le compete en cuanto
hombre. Y en este sentido es llamado mediador entre Dios y los
hombres.