Y como dice San Agustín en su obra Super Gen. contra Manichaeos, ahora se nos habla de su pena, es decir, de la del diablo, de la cual debemos guardarnos; no de la que queda reservada al juido final. En efecto, con las palabras (Gén 3,14) Maldita eres entre todos los animales y bestias de la tierra se indica que todos los animales son más nobles que ella, no en poder, sino en cuanto a la conservación de su naturaleza, puesto que los animales no han perdido la gloria del cielo, la cual nunca poseyeron, sino que viven en la naturaleza en la que fueron creados. Se le dice también: Te arrastrarás sobre tu pecho y tu vientre, según otra versión. Bajo la palabra pecho se indica la soberbia, y con la palabra vientre se expresa el deseo carnal, porque esta parte es la más blanda del cuerpo, y mediante esos elementos va caminando hacia aquellos a los que desea seducir. Con las palabras comerás tierra todos los días de tu vida (Gén 3,14) pueden significarse dos cosas. O los pecadores engañados por los placeres que ella presenta, o la curiosidad, pues quien come tierra penetra en lugares profundos y tenebrosos. Al decir que pondrá enemistades entre ella y la mujer, da a entender que no podemos ser tratados por el diablo sino mediante aquella parte animal de la que es símbolo la mujer. La obra del diablo es la sugestión perversa; la de la mujer, el fruto de las buenas obras que resisten a tal sugestión. Por eso la serpiente observa la planta de la mujer, a fin de que, cuando obre ilícitamente, el deleite se apodere de ella. Y la mujer espía, también, la cabeza del animal, para rechazar todo conato de sugestión maligna.
Suma teológica - Parte II-IIae - Cuestión 165
La tentación de los primeros padres
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Corresponde ahora tratar de la tentación de los primeros padres.
Sobre ello se plantean dos problemas:
Artículo 1:
¿Fue conveniente que el hombre fuera tentado por el
diablo?
lat
Objeciones por las que parece que no fue conveniente que el hombre
fuera tentado por el diablo.
1. La misma pena final se aplica al pecado de los ángeles y del
hombre, según se dice en Mt 25,4: Id, malditos, al fuego eterno,
preparado para el diablo y sus ángeles. Pero el primer pecado de
los ángeles no fue causado por ninguna tentación externa. Luego
tampoco fue conveniente que ninguna tentación exterior precediera al
pecado del hombre.
2. Dios, que conoce el futuro, sabía que el hombre, ante la
tentación, caería en pecado, y así sabía perfectamente que no convenía
al hombre el ser tentado. Luego parece que no fue conveniente que
permitiera el que el hombre fuera tentado.
3. El estar sometido al ataque ajeno parece un castigo,
así como, por el contrario, parece un premio el quedar libre de ese
ataque, según lo que se dice en Prov 16,7: Cuando agradan al Señor
los caminos del hombre, hasta convierte a sus enemigos en amigos.
Pero la pena no debe ser anterior a la culpa. Por tanto, no fue
conveniente que el hombre fuera tentado antes del pecado.
Contra esto: está lo que se dice en Eclo 34,9: ¿Qué sabe el que no
es tentado?
Respondo: La divina Providencia dispone
todo suavemente, como se dice en Sab 8,1. Es decir, su providencia
da a todos lo que les es necesario conforme a su naturaleza, puesto
que, como dice Dionisio en De Div. Nom. c.4, no es providencia corromper la naturaleza, sino salvarla.
Ahora bien: es algo inherente a la condición de la naturaleza humana
el poder ser ayudada u obstaculizada por las otras criaturas. De ahí
que fuera conveniente que Dios permitiera que el hombre en estado de
inocencia fuera tentado por los ángeles malos y ayudado por los
buenos. Pero un favor especial de la gracia le había concedido el que
ninguna criatura ajena a él pudiera hacerle daño contra su voluntad,
mediante la cual también podía resistir la tentación del
demonio.
A las objeciones:
1. Por encima de la naturaleza
humana existe otra naturaleza en la que puede hallarse el mal de la
culpa, no por encima de la naturaleza angélica. Y el tentar induciendo
al mal sólo es propio de alguien ya manchado por la culpa. Por eso fue
conveniente que el hombre fuera tentado por un ángel malo para que
pecara, del mismo modo que, también en el orden natural, los ángeles
buenos ayudan al hombre en la perfección. Ahora bien: los ángeles
pudieron ser promovidos por su superior, Dios, en el bien, pero no ser
inducidos al mal, ya que, como se dice en Jds 1,13, Dios no
intenta el mal.
2. Del mismo modo que Dios sabía
que el hombre, por la tentación, caería en pecado, también sabía que
podía resistir al tentador mediante su libre albedrío. Pero la
condición de su naturaleza requería que se le dejara a su voluntad,
según lo que leemos en Eclo 15,14: Dios dejó al hombre sometido a
su propio albedrío. Por eso dice San Agustín en XI Super Gen.
ad litt.: No me parecería que el hombre hubiera
de ser digno de gran alabanza si pudiera vivir bien porque nadie le
inducía a vivir mal, dado que podía, por su naturaleza y su voluntad,
resistir al que le tentaba.
3. El ataque al que no se puede
resistir puede considerarse como un castigo. Pero el hombre, en el
estado de inocencia, podía resistir fácilmente a la
tentación. Por eso el ataque del tentador no fue un
castigo.
Artículo 2:
¿Fue conveniente el modo y el orden en que tuvo lugar la
tentación?
lat
Objeciones por las que parece que no fue conveniente el modo y orden
de la primera tentación.
1. Así como, en el orden de la naturaleza, el ángel era superior al hombre,
también éste era superior a la mujer. Pero el pecado vino desde el ángel al
hombre. Por consiguiente, también debió pasar del hombre a la mujer, es decir,
debió ser tentada la mujer por el hombre y no al revés.
2. La tentación de los primeros padres fue una sugestión.
Pero el diablo puede sugerir al hombre sin necesidad de recurrir a una
criatura sensible externa. Dado, pues, que los primeros padres estaban
dotados de una mente espiritual y eran menos accesibles a lo sensible
que a lo espiritual, habría sido preferible que la tentación fuera
sólo espiritual y no externa.
3. No se puede sugerir propiamente una cosa mala si no
aparece como buena bajo algún aspecto. Ahora bien: muchos otros
animales tienen más apariencia de bien que la serpiente. Luego no fue
acertado el que el hombre fuera tentado por una serpiente.
4. Y además: la serpiente es un animal irracional. Pero un animal
irracional no tiene sabiduría ni locución ni le compete una pena.
Luego se dice impropiamente que la serpiente era más astuta que
todos los animales (Gén 3,1), o la más prudente de todos los
animales, según otra traducción. También es
impropio que hablara a la mujer y que fuera castigada.
Contra esto: está el hecho de que lo primero en cualquier género debe
ser proporcionado a aquellos que lo siguen en ese mismo género. Pero
en todo pecado se encuentra un orden de primera tentación, en cuanto
que el deseo de pecado aparece antes en la sensualidad, representada
por la serpiente: el deleite de la razón inferior, representada por la
mujer, y el consentimiento en el pecado en la razón superior,
representada por el hombre, como dice San Agustín en XII De
Trin..
Respondo: El hombre está compuesto de una
doble naturaleza, intelectiva y sensitiva. Por eso el diablo le incitó
al pecado de dos modos. Primeramente contra el entendimiento,
prometiendo la semejanza con Dios mediante la adquisición de la
ciencia, cosa que el hombre desea. En segundo lugar, contra los
sentidos, y así hizo uso de las cosas más afines al hombre: en parte,
en la misma especie, tentando al hombre por medio de la mujer; en
parte, en el mismo género, tentando a la mujer por medio de la
serpiente, y en parte, por el género próximo, proponiendo la manzana
del árbol prohibido para que la comieran.
A las objeciones:
1. En el acto de la tentación el
diablo actuaba como agente principal, pero la mujer figuraba como
instrumento de tentación para hacer caer al hombre. Puesto que ella
era más débil que el varón, podía ser seducida más fácilmente. Y, por
su unión al varón, era el mejor instrumento para hacerle caer. Pero no
son iguales el agente principal y el instrumento: el primero es más
importante.
2. La sugestión del diablo al
hombre demuestra que el diablo posee sobre el hombre un poder mayor
que una sugerencia exterior, porque, mediante la sugerencia interior,
el diablo cambia, por lo menos, la imaginación del hombre, mientras
que la sugestión externa sólo cambia en la criatura en su aspecto
exterior. Pero el diablo no tenía sobre el hombre ningún poder en
orden al pecado. Por eso no pudo tentarlo mediante una sugestión
interior, sino sólo mediante la exterior.
3. Como dice San Agustín en XI Super Gen. ad litt., no debemos pensar que
el diablo escogió a la serpiente para tentar mediante ella, sino que,
existiendo en él el deseo de hacer caer, no se le permitió hacerlo
mediante ningún otro animal.
4. Como dice San Agustín en XI Super Gen. ad litt., se dice que la serpiente es astuta, o prudente,
por la astucia del diablo que preparaba el engaño en ella, del mismo
modo que decimos que es prudente o astuta la lengua que el prudente o
el astuto usan para persuadir a hacer algo con prudencia o con astuda. Tampoco la serpiente
entendía los sonidos que salían de su boca hacia la mujer, ni que su
alma se convirtiera en racional. A veces, ni los hombres, cuya
naturaleza es racional, saben lo que dicen cuando el demonio habla en
ellos. Por eso, la serpiente habló al hombre del mismo
modo que el asna en la que iba sentado Balaán habló al hombre, con la
única diferencia consistente en que en aquel caso era obra del diablo,
mientras que en éste fue de un ángel. Por tanto, no fue
preguntada la serpiente por qué había hecho aquello, puesto que no lo
había hecho por sí misma, sino el diablo en ella, el cual ya había
sido destinado al fuego eterno por su pecado. Y lo que se dice a la
serpiente se refiere al que se valió de ella para actuar.