Artículo 1:
¿Existieron los preceptos ceremoniales antes de la
ley?
lat
Objeciones por las que parece que las ceremonias legales existieron
antes de la ley.
1. Los sacrificios y holocaustos son parte del ceremonial de la ley
antigua, como queda dicho (
q.101 a.4); pero los sacrificios y
holocaustos se practicaron antes de la ley, pues en Gén 4,3 se dice:
Al cabo del tiempo hizo Caín ofrenda a Yahveh de los frutos de la
tierra, y se la hizo también Abel de los primogénitos de su ganado, de
lo mejor de ellos. También Noé ofreció holocaustos al Señor, según
se cuenta en Gén 8,20, e igualmente Abraham, según se narra en Gén
22,13. Luego las ceremonias de la ley antigua existieron antes de la
ley.
2. Son también parte de las ceremonias sagradas la erección de un
altar y la unción del mismo; pero esto ya se practicaba antes de la
ley, según se lee en Gén 13,18 de Abrahán, que erigió un altar al
Señor; y de Jacob, en Gén 28,18, que tomó una piedra y la alzó
por memoria y vertió óleo sobre ella. Luego existieron las
ceremonias legales antes de la ley.
3. Entre los sacramentos de la antigua ley se cuenta la circuncisión;
pero se dio antes de la ley, como resulta de Gén 17,11. Asimismo, el
sacerdocio, pues en Gen 14,18 se lee de Melquisedec que era
sacerdote del Altísimo Dios. Luego las ceremonias de los
sacramentos existieron antes de la ley.
4. La distinción de los animales en puros e impuros pertenece a las
observancias ceremoniales, según consta por lo dicho (
q.102 a.6 ad 1);
pero tal distinción es anterior a la ley, pues ya en Gén 7,2 se
lee:
De todos los animales puros toma dos septenas, machos y
hembras, y de los impuros dos parejas, machos y hembras. Luego
existieron las ceremonias legales antes de la ley.
Contra esto: está lo que se dice en Dt 6,1: Estos son los preceptos y
las ceremonias que me mandó que os enseñara el Señor, vuestro
Dios. Pero no había necesidad de que se los enseñase si hubieran
existido antes de la ley; luego no existieron antes de la ley las
ceremonias legales.
Respondo: Según hemos visto (
q.101 a.2;
q.102 a.2), las ceremonias legales se ordenaban a dos cosas, a saber, al
culto divino y a figurar a Cristo. Todo el que rinde culto a Dios, por
necesidad ha de emplear determinados ritos, que pertenecen al culto
exterior; pues la determinación de estos ritos pertenece al
ceremonial, como el determinar nuestras relaciones con el prójimo es
de los preceptos judiciales, según queda dicho (
q.99 a.4). Ahora bien,
como existen entre los hombres preceptos judiciales, instituidos por
autoridad humana, pero no por una ley divina, así
existían también algunas ceremonias, no establecidas por la autoridad
de ninguna ley, sino por la voluntad de los hombres y por la devoción
de los que a Dios rendían culto. Pero antes de la ley hubo insignes
varones dotados de espíritu profético, los cuales es de creer que, por
instinto divino y como por una ley privada, eran inducidos a practicar
ciertos modos de dar culto a Dios, aptos para expresar el culto
interior y para figurar los misterios de Cristo, figurados también por
otras acciones de los mismos personajes, como leemos en 1 Cor
10,11:
Todas estas cosas les sucedían en figura. En suma, que
existieron antes de la ley algunas ceremonias, pero no eran ceremonias
legales, porque no estaban instituidas por ninguna
ley.
A las objeciones:
1. Tales oblaciones, sacrificios y
holocaustos los ofrecían los antiguos antes de la ley, por su
particular devoción y según les parecía conveniente, para que con las
cosas recibidas de Dios y que ofrecían en reverencia suya, protestasen
rendir culto al que es el principio y fin de todas las
cosas.
2. También establecieron algunos
ritos sagrados, según les parecía convenir que, para expresar la
reverencia divina, hubiera algunos lugares separados y reservados al
culto de Dios.
3. El sacramento de la
circuncisión fue establecido por precepto divino antes de la ley, de
manera que no se puede decir sacramento de la ley, como instituido por
ésta, sino en cuanto observado en tiempo de la ley. Esto es lo que
dice el Señor en Jn 7,22: La circuncisión no viene de Moisés, sino
de los patriarcas. El sacerdocio existió antes de la ley entre los
adoradores de Dios, establecido por autoridad humana, que atribuyó a
los primogénitos esta dignidad.
4. La distinción de los animales en
puros e impuros no existió antes de la ley cuanto a su uso como
alimento, pues se dice en Gen 9,3: Todo cuanto se mueve y vive,
será vuestra comida; sino sólo en lo que toca a la oblación de los
sacrificios, por cuanto éstos los hacían de determinados animales. Si
en cuanto a la comida se hacía alguna distinción de unos animales a
otros, esto no era porque alguna ley lo impusiera, sino por la
repugnancia o costumbre, como actualmente observamos que en algunas
regiones tienen por abominables algunos animales que en otras regiones
son comestibles.
Artículo 2:
¿Tuvieron virtud de justificar las ceremonias de la ley antigua en
tiempo de la ley?
lat
Objeciones por las que parece que las ceremonias de la ley antigua
tenían virtud de justificar en tiempo de la ley.
1. La expiación del pecado y la consagración del hombre son parte de
la justificación. Ahora bien, se dice en Ex 29,1-37 que por la
aspersión de la sangre y de la unción del óleo se consagraban los
sacerdotes y sus vestidos; y en Lev 16,16, que el sacerdote por la
expiación de la sangre del becerro expiaba el santuario de las
impurezas de los hijos de Israel y de sus prevaricaciones y
pecados. Luego las ceremonias de la ley antigua tenían la virtud
de justificar.
2. Pertenece a la justicia lo que agrada a Dios, según se dice en el
salmo 10,8: Justo es el Señor y ama las justicias. Pero muchos
agradaron a Dios por las ceremonias, según se dice en Lev 10,19:
¿Cómo podía... agradar al Señor con las ceremonias ejecutadas con
la mente lúgubre? Luego las ceremonias de la ley antigua tenían
virtud de justificar.
3. Lo que toca al culto divino, más es del alma que del cuerpo, según
se dice en Sal 18,8: La ley del Señor es perfecta, restaura las
almas. Mas por las ceremonias de la ley antigua se purificaban los
leprosos, según Lev 14; luego mucho más podían las ceremonias de la
antigua ley limpiar el alma por medio de la justificación.
Contra esto: está lo que dice el Apóstol en Gál 2,21: Si la ley fuera
capaz de justificar, inútil hubiera sido la muerte de Cristo. Esto
no se puede admitir; luego las ceremonias de la ley antigua no
justificaban.
Respondo: Ya hemos visto (
q.102 a.5 ad 4) que en la ley antigua se admitía una doble impureza, la una
espiritual, que es la impureza de la culpa, y la otra corporal, que
quitaba la idoneidad para ejercer el culto divino, como se decía
impuro el leproso y el que había tocado un muerto. Esta impureza no es
otra cosa que cierta irregularidad. De esta impureza limpiaban las
ceremonias de la ley antigua, que eran como remedios aplicados por
disposición de la ley para quitar las impurezas que la misma ley había
establecido. Por esto dice el Apóstol, en Heb 9,13:
La sangre de
los machos cabríos y de los toros y la aspersión de la ceniza de la
vaca santifica a los impuros y les da la limpieza de la carne. Y
como la impureza que estas ceremonias limpiaban era más de la carne
que de la mente, por eso las ceremonias son llamadas por el Apóstol
justicias de la carne, como las llama cuando dice (v.10):
Las
justicias eran carnales, sobre alimentos, bebidas..., establecidas
hasta el tiempo de la sustitución.
Pero la impureza de la mente, que es la impureza del pecado, no
tenían virtud de limpiarla las ceremonias de la ley, porque la
expiación de los pecados nunca se pudo hacer sino por Cristo, que
quita los pecados del mundo, como se dice en Jn 1,29. Y como el
misterio de la encarnación y de la pasión de Cristo no estaba aún
realizado, las ceremonias de la ley antigua no podían contener en sí
realmente la virtud que brota de Cristo encarnado y muerto, como los
sacramentos de la ley nueva, y así no podían purificar del pecado,
como el Apóstol dice en Heb 10,4: Imposible era con la sangre de
los toros o de los machos cabríos quitar los pecados. Por esto el
Apóstol llama a estas ceremonias en Gál 4,9 elementos pobres y
flacos: flacos, porque no pueden limpiar del pecado. Pero esta
flaqueza les viene de su pobreza, porque no encierran en sí la
gracia.
Sin embargo, la mente de los fieles podía en tiempo de la ley unirse
por la fe con Cristo encarnado y muerto, y así se justificaban por la
fe en Cristo. De esta fe venía a ser una confesión la observancia de
las ceremonias, en cuanto eran figura de Cristo. He aquí por qué en la
antigua ley se ofrecían sacrificios, no porque limpiasen de los
pecados, sino porque eran una profesión de la fe que purifica del
pecado. Y esto mismo indica el modo de hablar de la ley, pues en Lev
4,5 se dice: En la oblación de las víctimas por el pecado orará el
sacerdote por el oferente, y el pecado le será perdonado; como si
el pecado se perdonase, no por virtud de los sacrificios, sino de la
fe y devoción de los oferentes. Conviene, no obstante, saber que la
misma virtud que las ceremonias tenían de expiar las impurezas
corporales, era figura de la expiación de los pecados, que nos viene
de Cristo.
Así pues, está claro que las ceremonias de la ley no tenían virtud de
justificar.
A las objeciones:
1. Aquella santificación de los
sacerdotes, de sus ornamentos y de cualesquiera otras cosas por la
aspersión de la sangre, no es otra cosa que la dedicación al culto
divino y la remoción de los impedimentos para la limpieza de la
carne, según dice el Apóstol (Heb 9,13). Y era figura de la
santificación con que Cristo había de santificar al pueblo por
medio de su sangre (ib., 13,12). La expiación misma no es otra
cosa que la remoción de las impurezas corporales, pero no la remoción
de la culpa. Y así, se habla de la expiación del santuario, que no
podía ser sujeto de pecado.
2. Los sacerdotes agradaban a Dios
por su obediencia y devoción y por la fe en las cosas figuradas, pero
no por las ceremonias en sí consideradas.
3. Las ceremonias instituidas para
la purificación del leproso no se ordenaban a curar la impureza de la
lepra, lo que es bien evidente, pues no se aplicaban sino a los ya
curados de dicha enfermedad. Por esto se dice en Lev 14,3s que el
sacerdote saldrá a su encuentro (del leproso) fuera del
campamento y le examinará. Si la plaga de la lepra ha desaparecido del
leproso, mandará tomar, para el que ha de purificar, dos avecillas
vivas, etc. De modo que el sacerdote era juez de la curación de la
lepra, pero no médico del que necesitaba cura. El objeto de estas
ceremonias era quitar la irregularidad de la impureza.
Dicen, sin embargo, que, si a veces el sacerdote se equivocaba en su
juicio, milagrosamente curaba Dios al leproso por el poder divino,
pero no por la virtud de los sacrificios. Como se pudría
milagrosamente el seno de la mujer adúltera al beber el agua en que el
sacerdote había pronunciado las maldiciones, como se lee en Núm
5,27.
Artículo 3:
¿Cesaron con la venida de Cristo las ceremonias de la ley
antigua?
lat
Objeciones por las que parece que las ceremonias de la antigua ley no
cesaron con la venida de Cristo.
1. Se dice en Baruc (4,1): Este es el libro de los mandamientos de
Dios y la ley perdurable para siempre. Pero las ceremonias son
parte de la ley; luego las ceremonias de la ley durarán para
siempre.
2. La oblación que debía hacer el leproso curado era cosa de la ley;
pero en el mismo Evangelio se le manda cumplir esa ceremonia (Mt 8,9);
luego las ceremonias de la ley no cesaron con la venida de
Cristo.
3. Persistiendo la causa, persistirá el efecto; pero las ceremonias
de la ley antigua tenían sus causas razonables en cuanto se ordenaban
al culto divino, aun fuera de su ordenación a figurar a Cristo; luego
las ceremonias de la ley antigua no debieron cesar.
4. La circuncisión fue instituida como señal de la fe de Abrahán; la
observancia del sábado, para recuerdo del beneficio de la creación;
como otras solemnidades para recordar otros beneficios divinos, según
queda dicho atrás (
q.102 a.4 ad 10;
a.5 ad 1). Pero la fe de Abrahán
hemos de imitarla siempre, como hemos de recordar el beneficio de la
creación y los demás beneficios divinos; luego a lo menos la
circuncisión y las festividades de la ley no debieron
cesar.
Contra esto: está el dicho del Apóstol en Col 2,16s: Que ninguno,
pues, os juzgue por la comida o la bebida, por las fiestas, los
novilunios o los sábados, sombra de lo futuro, cuya realidad es
Cristo. Igualmente lo que dice en Heb 8,13: Al decir «un pacto
nuevo», declara envejecido el primero. Ahora bien, lo que envejece y
se hace anticuado está a punto de desaparecer.
Respondo: Todos los preceptos ceremoniales de
la ley antigua se ordenaban al culto de Dios, según hemos dicho (
q.101 a.1.2). El culto exterior debe estar en armonía con el interior, que
consiste en la fe, la esperanza y la caridad. Luego, según la
diversidad del culto interior, debe variar el exterior. Podemos
distinguir tres grados en el culto interior: el primero, en que se
tiene la fe y la esperanza de los bienes celestiales y de aquellos que
nos introducen en estos bienes, como de cosas futuras; y tal fue el
estado de la fe y de la esperanza en el Viejo Testamento. El segundo
es aquel en que tenemos la fe y la esperanza de los bienes celestiales
como de cosas futuras; pero de las cosas que nos introducen en
aquellos bienes las tenemos como de cosas presentes o pasadas, y éste
es el estado de la ley nueva. El tercer estado es aquel en que unas y
otras son ya presentes y nada de lo que se cree es ausente ni se
espera para el futuro, y éste es el estado de los bienaventurados.
En este estado de los bienaventurados, nada habrá figurativo de
cuanto pertenece al culto divino; todo será acción de gracias y
voces de alabanza (Is 51,3); por lo cual se dice en el
Apocalipisis (21,22) que en la ciudad de los bienaventurados no se
ve templo; porque el Señor Dios omnipotente es su templo junto al
Cordero. Pero, por la misma razón, las ceremonias del primer
estado, figurativo del segundo y del tercero, llegado
el segundo estado, debieron desaparecer, para instituir otras
ceremonias que se armonizasen con el estado del culto divino en aquel
tiempo en que los bienes celestiales son futuros, pero los beneficios
de Dios, que nos introducen en el cielo, son presentes.
A las objeciones:
1. La ley antigua se dice duradera
para siempre en absoluto en lo que toca a los preceptos morales; pero
en cuanto a los ceremoniales, sólo en cuanto a la verdad por ellos
figurada.
2. El misterio de la redención del
género humano se consumó en la pasión de Cristo. Por esto dijo el
Señor: Acabado es, según leemos en Jn 19,30, y entonces
debieron cesar totalmente los ritos legales, como que ya estaba
consumada su razón de ser. En señal de esto se lee que se -rasgó el
velo del templo (Mt 27,51). Por esto, antes de la pasión, mientras
Cristo predicaba y obraba milagros, corrían a la par la Ley y el
Evangelio, pues el misterio de Cristo, aunque estaba incoado, no
estaba consumado. Esta fue la razón por la que antes de su pasión
Jesucristo mandó al leproso que cumpliese las observancias
legales.
3. Las razones literales de las
ceremonias que atrás hemos consignado, se refieren al culto divino, el
cual vivía de la fe en las cosas venideras; por esto, llegado el que
debía venir, tenía que cesar aquel culto, e igualmente las razones que
a él se referían.
4. La fe de Abrahán se recomienda
por cuanto creyó en la promesa divina sobre la futura descendencia en
quien serían bendecidas todas las gentes. Mientras esta descendencia
era futura, convenía hacer profesión de la fe de Abrahán por la
circuncisión; pero, una vez llegada, debía declararse por otra señal,
por el bautismo, que sucedió a la circuncisión, según la sentencia del
Apóstol en Col 2,11s:
En quien fuisteis circuncidados con una
circuncisión, no de mano de hombre, no por la amputación de la carne,
sino con la circuncisión de Cristo. Con El fuisteis sepultados en el
bautismo.
El sábado, que recordaba la primera creación, se mudó en el domingo,
en el cual se conmemora la nueva criatura, incoada en la resurrección
de Cristo. Asimismo, a las otras solemnidades de la ley antigua
suceden nuevas solemnidades, porque los beneficios otorgados a aquel
pueblo significan los beneficios a nosotros concedidos por Cristo.
Así, sucede a la Pascua la fiesta de la Pasión y Resurrección de
Cristo; a la fiesta de Pentecostés, en que se dio la ley antigua,
sucede la de Pentecostés, en que fue dada la ley del Espíritu de vida;
a la fiesta de los novilunios, las fiestas de la bienaventurada
Virgen, en la que apareció primero la claridad del Sol, esto es,
Cristo, con la abundancia de su gracia; a la fiesta de las trompetas
suceden las de los apóstoles; a la de la expiación, las de los
mártires y confesores; a la de los tabernáculos, la de la consagración
de las iglesias; a la fiesta de la asamblea o colecta, las fiestas de
los ángeles, o también la de todos los santos.
Artículo 4:
Después de la pasión de Cristo, ¿se pueden observar los ritos legales
sin pecado mortal?
lat
Objeciones por las que parece que después de la pasión de Cristo se
pueden observar los ritos legales sin pecado mortal.
1. No es de creer que los apóstoles, después de recibir el Espíritu
Santo, hayan pecado mortalmente; pues, según dice San Lucas (24,49) habían sido llenos de su plenitud. Pero los apóstoles, después de
la venida del Espíritu Santo, observaban los ritos
legales, pues se dice en Act 16,3 que San Pablo circuncidó a Timoteo,
y en Act 21,26 se lee que el mismo Apóstol, siguiendo el consejo de
Santiago, tomando consigo a los varones y purificado con ellos,
entró en el templo al día siguiente, anunciando el cumplimiento de los
días de la consagración, para saber el día en que pudiera presentar la
ofrenda por cada uno de ellos. Luego se podía después de la pasión
de Cristo observar los ritos legales sin cometer pecado
mortal.
2. Se ordenaban las observancias legales a evitar el trato con los
gentiles. Pero esto lo practicó el primer pastor de la Iglesia, según
se dice en Gál 2,12, que antes de venir algunos de los de Santiago
comía con los gentiles; pero, en cuanto aquéllos llegaron, se
retrajo y apartó... Luego sin pecado mortal se pueden observar los
ritos legales.
3. Los preceptos de los apóstoles no podían inducir a los hombres a
pecado; pero por el decreto de los apóstoles se estableció que los
gentiles guardasen ciertas observancias legales, según consta por Act
15,28ss: Porque ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros no
imponeros ninguna otra carga que estas necesarias, que os abstengáis
de las carnes inmoladas a los ídolos, de sangre y de lo ahogado y de
la fornicación, de lo cual haréis bien en guardaros. Luego sin
incurrir en pecado se pueden observar, después de la pasión de Cristo,
los ritos legales.
Contra esto: está la sentencia del Apóstol, que dice a los Gálatas
5,2: Si os circuncidáis, Cristo no os aprovechará de nada. Pero
nada excluye el fruto de la redención de Cristo, fuera del pecado
mortal; luego el circuncidarse y observar los otros ritos legales
después de la pasión de Cristo es pecado mortal.
Respondo: Son las ceremonias otras tantas
profesiones de la fe, en que consiste el culto interior; y tal es la
profesión que el hombre hace con las obras cual es la que hace con las
palabras. Y, si en una y otra profesa el hombre alguna falsedad, peca
mortalmente. Y, aunque sea una misma la fe que los antiguos patriarcas
tenían de Cristo y la que nosotros tenemos, como ellos precedieron a
Cristo y nosotros le seguimos, la misma fe debe declararse con
diversas palabras por ellos y por nosotros, pues ellos decían: He
aquí que la virgen concebirá y parirá un hijo, que es expresión de
tiempo futuro; mientras que nosotros expresamos la misma fe por
palabras de tiempo pasado: que la Virgen concibió y parió. De
igual modo las ceremonias antiguas significaban a Cristo, que nacería
y padecería; pero nuestros sacramentos lo significan como nacido y
muerto. Y como pecaría quien ahora hiciera profesión de su fe diciendo
que Cristo había de nacer, lo que los antiguos con piedad y verdad
decían, así pecaría mortalmente el que ahora observase los ritos que
los antiguos patriarcas observaban piadosa y fielmente. Esto es lo que
dice San Agustín en Contra Faustum: Ya no se
promete que nacerá Cristo, que padecerá, que resucitará, como los
antiguos ritos pregonaban; ahora se anuncia que nació, que padeció,
que resucitó, y esto es lo que pregonan los sacramentos que practican
los cristianos.
A las objeciones:
1. Sobre este punto una fue la
sentencia de San Jerónimo, y otra la de San Agustín. Distingue San
Jerónimo dos tiempos: uno, antes de la pasión de Cristo,
en que los ritos de la ley no eran
muertos, como si no
obligasen o no tuviesen, a su modo, la virtud expiatoria; ni eran
mortíferos, pues no pecaban los que los practicaban. Pero luego de
la pasión de Cristo empezaron a ser no sólo muertos, esto es, sin
virtud y sin obligación; pero también mortíferos, pues pecaban
mortalmente quienes los observaban. De aquí venía a decir que nunca
después de la pasión habían los apóstoles observado de verdad los
ritos legales, sino con cierta piadosa simulación, para no
escandalizar a los judíos e impedir su conversión. Esta simulación se
ha de entender, no en el sentido que ellos no ejerciesen de verdad
aquellos actos, sino que no los ejecutaban como impuestos por la ley,
como si alguno se quitase la película del miembro viril por motivo de
salud y no por observar un rito legal.
Mas, porque no parece decoroso que los apóstoles, por
evitar el escándalo, ocultasen las cosas tocantes a la fe y a la
doctrina cristiana y que en cosas tocantes a la salvación de los
fíeles usasen de simulación, por eso San Agustín, con
más razón, distinguió tres tiempos: uno, antes de la pasión de Cristo,
en que los ritos legales ni eran mortíferos ni muertos; otro, después
de la divulgación del Evangelio, en que esos ritos son muertos y
mortíferos; y un tercero, medio entre los dos, desde la pasión de
Cristo hasta la divulgación del Evangelio, en que los ritos legales
eran muertos porque carecían de toda virtud y nadie estaba obligado a
observarlos; pero no eran mortíferos, y los convertidos a Cristo de
entre los judíos los podían lícitamente observar, con tal que no
pusieran en ellos la esperanza y la consideración como necesarios para
la salvación, como si la fe de Cristo fuera insuficiente para
justificar sin los ritos legales. Pero los gentiles que se convertían
a Cristo no tenían motivo para observarlos. Por esto San Pablo
circuncidó a Timoteo, nacido de madre judía, pero se resistió a
circuncidar a Tito, que era nacido de padres gentiles.
Y no quiso el Espíritu Santo que desde luego se prohibiera a los
judíos convertidos la observancia de los ritos legales, como se
prohibía a los convertidos gentiles los ritos de la gentilidad, para
mostrar la diferencia entre unos y otros. Pues los ritos gentiles eran
repudiados como ilícitos y prohibidos por Dios, mientras que los ritos
de la ley cesaban, por cuanto la razón por la que habían sido
instituidos quedaba cumplida con la pasión de Cristo.
2. Según San Jerónimo, San Pedro simulaba apartarse de los gentiles para evitar el escándalo de los judíos, cuyo apóstol era, y así no había en esto ningún pecado, y de manera también simulada le reprendió San Pablo para evitar el escándalo de los gentiles, de quienes era apóstol. Pero San Agustín reprueba esta interpretación, porque San Pablo, en una escritura canónica (Gál 2,11), en la que no está permitido admitir que haya cosa falsa, dice que Pedro era reprensible. Así que sin duda que pecó San Pedro y que San Pablo le reprendió de verdad. Ahora bien, no estuvo el pecado de Pedro en haber observado algún tiempo los ritos legales, porque, como a judío, le era permitido, sino por haber puesto extremada diligencia en esta observancia por temor de escandalizar a los judíos, aunque con escándalo de los gentiles.
3. Dijeron algunos
que tal prohibición de los apóstoles no se ha de entender a la letra,
sino en sentido espiritual, a saber, en la prohibición de la sangre,
el homicidio; en la prohibición de lo ahogado, la violencia y la
rapiña; en la de las carnes inmoladas, la idolatría; y la fornicación
se prohibe como cosa de suyo mala. Tienen esta opinión de ciertas
glosas que exponen místicamente estos preceptos. Pero como el
homicidio y la rapiña eran tenidos por ilícitos aun por los gentiles,
no había por qué darles semejantes preceptos a los que de la
gentilidad se convertían a Cristo.
Por esto dicen otros que la prohibición de esos
comestibles se ha de entender a la letra, no como observancias
legales, sino como medios de reprimir la gula. Y San Jerónimo dice
sobre Ezequiel (44,31): Condena a los sacerdotes que
en sus comidas y otras cosas tales no guardan, por amor de la gula,
estos preceptos. Mas, porque hay otros manjares más delicados y
que más provocan a la gula, no parece había razón para que éstos, más
que aquéllos, fueran prohibidos.
Por esto dice una tercera sentencia que esas
prohibiciones se han de entender a la letra, no como observación
legal, sino como preceptos destinados a fomentar la unión de los
gentiles y judíos que habitaban juntos. A causa de la antigua
costumbre, a los judíos les eran cosas abominables la sangre y la
carne ahogada, y el comer de las carnes inmoladas a los ídolos podía
engendrar en los judíos sospechas de idolatría de parte
de los gentiles. Por esto se prohibieron estas cosas
en aquel tiempo, en que era nueva la reunión de los judíos y los
gentiles. Andando el tiempo y cesando la causa, cesó también el
efecto, una vez divulgada la verdad de la doctrina evangélica,
enseñada por el Señor, de que nada de lo que entra por la boca
mancha al hombre, como se lee en Mt 15,11, y de que no se ha de
rechazar nada de lo que se toma con hacimiento de gracias (1 Tim
4,4). La fornicación se prohibe de modo especial porque los gentiles
no la tenían por pecado.