Artículo 1:
La conclusión de las obras divinas, ¿fue o no fue en el séptimo
día?
lat
Objeciones por las que parece que la conclusión de las obras divinas
no hay que colocarla en el séptimo día:
1. Todo lo que se hace en este tiempo, pertenece a las obras divinas.
Pero la consumación del tiempo será al fin del mundo, como
consta en Mt 13,37ss. También el momento de la encarnación de Cristo
es una cierta conclusión del tiempo; de ahí que en Gál 4,4 se
diga tiempo de la plenitud. El mismo Cristo, al morir, dijo:
Está consumado (Jn 19,30). Por lo tanto, la conclusión de las
obras divinas no fue en el séptimo día.
2. Aquel que concluye en obra, algo hace. Pero no se lee que
Dios hiciera algo en el séptimo día, sino que descansó de toda obra.
Por lo tanto, la conclusión de las obras divinas no fue en el séptimo
día.
3. No se llama acabado a aquello a lo que se le añaden
cosas, a no ser, quizás, que éstas sean innecesarias. Porque perfecto se llama a aquello que no le falta nada de lo que debe
tener. Pero después del séptimo día se hicieron muchas cosas: la
producción de muchos individuos; como también la de nuevas especies
que aparecen con frecuencia, en especial de animales procedentes de
putrefacción. Diariamente Dios crea nuevas almas. Nueva fue también la
obra de la Encarnación, de la que se dice en Jer 31,22: Algo nuevo
hará Dios en la tierra. Nuevas son también las obras milagrosas,
de las que se dice en Ecl 36,6: Renueva los milagros, repite los
portentos. Todo se renovará también en la glorificación de los
santos, pues dice Ap 21,5: Dijo el que estaba sentado en el trono:
He aquí que lo renuevo todo. Por lo tanto, la conclusión de las
obras divinas no fue en el séptimo día.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 2,2: En el día séptimo
concluyó Dios sus obras.
Respondo: La perfección de una cosa es doble:
primera y segunda. 1) La primera se da cuando una cosa es perfecta en
su sustancia. Dicha perfección es la forma del todo que surge de la
integración de las partes. 2) La segunda es la perfección del fin. Y
el fin o es una acción, como tocar la cítara lo es del citarista; o es
algo a lo que llega la acción, como la casa lo es del constructor, que
la hace construyéndola. La primera perfección es causa de la segunda,
porque la forma es principio de acción. La última perfección, fin de
todo el universo, es la perfecta bienaventuranza de los santos, que se
dará en la definitiva consumación de los tiempos. La primera
perfección, que consiste en la integridad del universo, se dio en la
primera institución de las cosas. Esta es de la que se habla en el
séptimo día.
A las objeciones:
1. Como se dijo, la
perfección primera es causa de la segunda. Y para conseguir la
bienaventuranza se requiere la naturaleza y la gracia. Aunque, como
también se dijo, la misma perfección de la bienaventuranza se
dará al fin del mundo. Pero dicha consumación causalmente tuvo sus
anticipos; por lo que respecta a la naturaleza, lo tuvo en la
institución de las cosas; por lo que respecta a la gracia, lo tuvo en
la encarnación de Cristo, porque, como se dice en Jn 1,17, la
gracia y la verdad nos vinieron por Jesucristo. Así, pues, en el
séptimo día se dio la consumación de la naturaleza; en la encarnación
de Cristo, la de la gracia; al fin del mundo, la de la
gloria.
2. En el séptimo día Dios hizo
algo, no creando una nueva criatura, sino rigiendo lo creado e
impulsándolo en su propia acción. Esto en cierto modo ya pertenece al
comienzo de la segunda perfección. Por eso la conclusión de las obras,
según nuestra versión, se coloca en el séptimo día; según otra
versión, se coloca en el sexto día. Y en los dos puede colocarse.
Porque la conclusión, en cuanto a la integridad de las partes del
universo, corresponde al sexto día; y la conclusión en cuanto a la
acción de dichas partes, corresponde al séptimo.
O puede decirse que en el movimiento continuo, mientras algo puede
seguir moviéndose, no es llamado movimiento acabado antes del reposo;
pues el reposo manifiesta que el movimiento ha acabado. Dios había
podido hacer muchas más cosas además de las que hizo en
los seis días. De ahí que el hecho mismo de parar en
su creación de nuevas criaturas en el séptimo día, sea llamado
conclusión de las obras.
3. Después de lo que Dios hizo,
nada es absolutamente nuevo, pues de algún modo está anticipado en las
obras de los seis días. Pues algunas cosas preexistieron
materialmente: como la mujer, que Dios formó de la costilla de Adán.
Otras cosas, en cambio, preexistieron no sólo materialmente, sino
causalmente. Como los individuos que ahora son engendrados, fueron ya
anticipados en los primeros individuos de sus especies. Incluso las
especies nuevas, si se dan, preexistían en algunas potencias activas:
como los animales engendrados a partir de la putrefacción, son
producidos por los poderes de las estrellas y de los elementos que
recibieron desde el principio; y esto es así incluso si se producen
nuevas especies de tales animales. Hay también algunos animales que
forman una nueva especie y surgen a partir de la mezcla de animales
diversos según la especie, como del cruce de un asno con una yegua
sale un mulo. Estos también causalmente ya estaban en las obras de los
seis días. Otros preexistieron por semejanza: como las almas que ahora
son creadas. Igualmente la obra de la Encarnación, porque, como se
dice en Flp 2,7: El Hijo de Dios ha sido hecho semejante al
hombre. También la gloria espiritual, por semejanza, fue
anticipada en los ángeles; y la corporal, en el cielo, en especial el
empíreo. Por eso se dice en Ecl 1,10: Nada nuevo bajo el sol; pues
todo existió ya en los siglos que nos precedieron.
Artículo 2:
En el séptimo día, ¿descansó o no descansó Dios de todo lo
hecho?
lat
Objeciones por las que parece que en el séptimo día Dios no descansó
de todo lo hecho:
1. En Jn 5,17 se dice: Mi Padre sigue obrando, y yo obro
también. Por lo tanto, en el séptimo día no descansó Dios de todo
lo hecho.
2. Descanso se opone a movimiento; o al trabajo que, algunas
veces, es realizado a partir del movimiento. Pero Dios llevó a cabo
sus obras sin moverse y sin trabajo. Por lo tanto, no hay que decir
que en el séptimo día descansó de todo lo hecho.
3. Si se dice que en el séptimo día Dios descansó
porque ordenó descansar al hombre, hay que replicar: El
descanso se opone a su acción. Pero al decir: Dios creó o hizo esto
o aquello, no implica: Dios mandó al hombre hacer o crear.
Por lo tanto, tampoco es correcto decir que Dios descansó porque mandó
descansar al hombre.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 2,2: En el séptimo día Dios
descansó de todo lo que había hecho.
Respondo: En sentido propio, descanso se opone
a movimiento; y, consecuentemente, al trabajo que se realiza a partir
del movimiento. Aun cuando el movimiento se atribuya propiamente a los
cuerpos, la palabra
movimiento también es aplicable a los seres
espirituales, y en un doble aspecto. 1) Uno, en cuanto que toda acción
es llamada movimiento; así, la bondad divina en cierto modo se mueve y
se dirige a los objetos en cuanto que se comunica a ellos, como señala
Dionisio en el c.2
De div. nom. 2) Otro, en
cuanto que el deseo que tiende hacia algo, es como un cierto
movimiento. De ahí que el reposo tenga dos acepciones: 1) Una, como
cese del obrar. 2) Otra, como cumplimiento del deseo. En ambas
acepciones se dice que Dios descansó en el séptimo día. Primero,
porque en el séptimo día cesó de su creación de nuevas criaturas; pues
ya no hizo nada que, de algún modo, no estuviera contenido en lo
hecho, tal como dijimos (
a.1 ad 3). Segundo, en cuanto que no
necesitaba lo creado, pues El es feliz disfrutándose a Sí
mismo.
De ahí que, después de la creación de todas las cosas, no se diga: Descansó en sus obras, como si las necesitara para su felicidad;
sino que se dice: Descansó de sus obras, pero descansó en sí
mismo, porque se basta a sí mismo y colma todos sus deseos. Y aun
cuando descansara en sí mismo desde la eternidad, sin embargo, el
hecho de descansar en sí mismo después de haber
creado, esto pertenece al séptimo día. Este es el sentido del
descansar de sus obras, como dice Agustín en Super Gen. ad
litt.
A las objeciones:
1. Dios sigue actuando conservando
y rigiendo lo creado; no creando algo nuevo.
2. El reposo no se opone al
trabajo o al movimiento, sino a la producción de cosas nuevas y al
deseo que tiende hacia algo, como ya se dijo.
3. Así como Dios descansa sólo en
sí mismo y es feliz disfrutándose; así también nosotros somos felices
sólo disfrutando de Dios. Y así también nos hace descansar en El mismo
de sus trabajos y de los nuestros. Por lo tanto, es correcto que se
diga que Dios descansó porque nos mandó descansar a nosotros. Pero
esta afirmación no es la única; sino que la otra es la primera
y la principal.
Artículo 3:
¿Es o no es correcto decir que Dios bendijo y santificó el séptimo
día?
lat
Objeciones por las que parece que no es correcto decir que Dios
bendijo y santificó el día séptimo:
1. Algún tiempo concreto suele ser llamado bendito o santo porque en él se encuentra algo bueno, o porque se evita algo
malo. Pero en Dios nada aumenta ni disminuye, por actuar o por dejar
de actuar. Por lo tanto, al día séptimo no se le debe ninguna
bendición ni santificación especial.
2. Bendición es un derivado de bueno. Pero, según
Dionisio, el bien tiende a expandirse y es
comunicativo. Por lo tanto, con mucho mayor motivo debieron ser
bendecidos los días en los que Dios creó, que aquel día en el que dejó
de crear.
3. Se puede decir que hay una cierta bendición en cada
criatura cuando de cada una de sus obras se dice: Vio Dios que era
bueno. Así, pues, no era necesario que, después de la creación de
todo, fuera bendecido el día séptimo.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 2,3: Bendijo Dios el día
séptimo, y lo santificó; porque en aquel día había dejado de
crear.
Respondo: Como se dijo anteriormente (
a.2), el
descanso de Dios en el día séptimo tiene una doble acepción. 1)
Primero, en cuanto que dejó de crear cosas nuevas aunque, sin embargo,
las conserva y las rige. 2) Segundo, en cuanto que, después de actuar,
descansó en sí mismo. Con respecto a lo primero, la bendición le
corresponde al séptimo día. Porque, tal como ya se dijo (q.72 ad 4),
la bendición se refiere a la multiplicación. De ahí que se diga de las
criaturas a las que bendijo:
Creced y multiplicaos. Tal
multiplicación responde al plan divino por el que los semejantes se
engendran entre sí. Con respecto a lo segundo, la santificación le
corresponde al séptimo día. Pues la santificación de algo se debe,
sobre todo, a que reposa en Dios. Por eso lo dedicado a Dios es
llamado
santo.
A las objeciones:
1. No se dice que el día séptimo
sea santificado porque Dios pueda aumentar o disminuir, sino porque
algo crece en las criaturas por multiplicarse y reposar en
Dios.
2. En los primeros seis días, las
cosas fueron producidas en sus primeras causas. Pero después se
multiplican y conservan a partir de aquellas primeras causas; porque
también esto se debe a la bondad divina, cuya perfección se manifiesta
sobre todo en que Dios descansa en su misma bondad, mientras que
nosotros podemos descansar disfrutando de ella.
3. El bien que se menciona en cada
día, corresponde a la primera institución de las cosas. La bendición
del séptimo día corresponde a la propagación de la
naturaleza.