Suma teológica - Parte Ia - Cuestión 73
El séptimo día
Ahora hay que tratar lo referente al séptimo día. Esta cuestión plantea y exige respuesta a tres problemas:
  1. La conclusión de las obras.
  2. El descanso de Dios.
  3. Bendición y santificación de este día.
Artículo 1: La conclusión de las obras divinas, ¿fue o no fue en el séptimo día? lat
Objeciones por las que parece que la conclusión de las obras divinas no hay que colocarla en el séptimo día:
1. Todo lo que se hace en este tiempo, pertenece a las obras divinas. Pero la consumación del tiempo será al fin del mundo, como consta en Mt 13,37ss. También el momento de la encarnación de Cristo es una cierta conclusión del tiempo; de ahí que en Gál 4,4 se diga tiempo de la plenitud. El mismo Cristo, al morir, dijo: Está consumado (Jn 19,30). Por lo tanto, la conclusión de las obras divinas no fue en el séptimo día.
2. Aquel que concluye en obra, algo hace. Pero no se lee que Dios hiciera algo en el séptimo día, sino que descansó de toda obra. Por lo tanto, la conclusión de las obras divinas no fue en el séptimo día.
3. No se llama acabado a aquello a lo que se le añaden cosas, a no ser, quizás, que éstas sean innecesarias. Porque perfecto se llama a aquello que no le falta nada de lo que debe tener. Pero después del séptimo día se hicieron muchas cosas: la producción de muchos individuos; como también la de nuevas especies que aparecen con frecuencia, en especial de animales procedentes de putrefacción. Diariamente Dios crea nuevas almas. Nueva fue también la obra de la Encarnación, de la que se dice en Jer 31,22: Algo nuevo hará Dios en la tierra. Nuevas son también las obras milagrosas, de las que se dice en Ecl 36,6: Renueva los milagros, repite los portentos. Todo se renovará también en la glorificación de los santos, pues dice Ap 21,5: Dijo el que estaba sentado en el trono: He aquí que lo renuevo todo. Por lo tanto, la conclusión de las obras divinas no fue en el séptimo día.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 2,2: En el día séptimo concluyó Dios sus obras.
Respondo: La perfección de una cosa es doble: primera y segunda. 1) La primera se da cuando una cosa es perfecta en su sustancia. Dicha perfección es la forma del todo que surge de la integración de las partes. 2) La segunda es la perfección del fin. Y el fin o es una acción, como tocar la cítara lo es del citarista; o es algo a lo que llega la acción, como la casa lo es del constructor, que la hace construyéndola. La primera perfección es causa de la segunda, porque la forma es principio de acción. La última perfección, fin de todo el universo, es la perfecta bienaventuranza de los santos, que se dará en la definitiva consumación de los tiempos. La primera perfección, que consiste en la integridad del universo, se dio en la primera institución de las cosas. Esta es de la que se habla en el séptimo día.
A las objeciones:
1. Como se dijo, la perfección primera es causa de la segunda. Y para conseguir la bienaventuranza se requiere la naturaleza y la gracia. Aunque, como también se dijo, la misma perfección de la bienaventuranza se dará al fin del mundo. Pero dicha consumación causalmente tuvo sus anticipos; por lo que respecta a la naturaleza, lo tuvo en la institución de las cosas; por lo que respecta a la gracia, lo tuvo en la encarnación de Cristo, porque, como se dice en Jn 1,17, la gracia y la verdad nos vinieron por Jesucristo. Así, pues, en el séptimo día se dio la consumación de la naturaleza; en la encarnación de Cristo, la de la gracia; al fin del mundo, la de la gloria.
2. En el séptimo día Dios hizo algo, no creando una nueva criatura, sino rigiendo lo creado e impulsándolo en su propia acción. Esto en cierto modo ya pertenece al comienzo de la segunda perfección. Por eso la conclusión de las obras, según nuestra versión, se coloca en el séptimo día; según otra versión, se coloca en el sexto día. Y en los dos puede colocarse. Porque la conclusión, en cuanto a la integridad de las partes del universo, corresponde al sexto día; y la conclusión en cuanto a la acción de dichas partes, corresponde al séptimo.

O puede decirse que en el movimiento continuo, mientras algo puede seguir moviéndose, no es llamado movimiento acabado antes del reposo; pues el reposo manifiesta que el movimiento ha acabado. Dios había podido hacer muchas más cosas además de las que hizo en los seis días. De ahí que el hecho mismo de parar en su creación de nuevas criaturas en el séptimo día, sea llamado conclusión de las obras.

3. Después de lo que Dios hizo, nada es absolutamente nuevo, pues de algún modo está anticipado en las obras de los seis días. Pues algunas cosas preexistieron materialmente: como la mujer, que Dios formó de la costilla de Adán. Otras cosas, en cambio, preexistieron no sólo materialmente, sino causalmente. Como los individuos que ahora son engendrados, fueron ya anticipados en los primeros individuos de sus especies. Incluso las especies nuevas, si se dan, preexistían en algunas potencias activas: como los animales engendrados a partir de la putrefacción, son producidos por los poderes de las estrellas y de los elementos que recibieron desde el principio; y esto es así incluso si se producen nuevas especies de tales animales. Hay también algunos animales que forman una nueva especie y surgen a partir de la mezcla de animales diversos según la especie, como del cruce de un asno con una yegua sale un mulo. Estos también causalmente ya estaban en las obras de los seis días. Otros preexistieron por semejanza: como las almas que ahora son creadas. Igualmente la obra de la Encarnación, porque, como se dice en Flp 2,7: El Hijo de Dios ha sido hecho semejante al hombre. También la gloria espiritual, por semejanza, fue anticipada en los ángeles; y la corporal, en el cielo, en especial el empíreo. Por eso se dice en Ecl 1,10: Nada nuevo bajo el sol; pues todo existió ya en los siglos que nos precedieron.
Artículo 2: En el séptimo día, ¿descansó o no descansó Dios de todo lo hecho? lat
Objeciones por las que parece que en el séptimo día Dios no descansó de todo lo hecho:
1. En Jn 5,17 se dice: Mi Padre sigue obrando, y yo obro también. Por lo tanto, en el séptimo día no descansó Dios de todo lo hecho.
2. Descanso se opone a movimiento; o al trabajo que, algunas veces, es realizado a partir del movimiento. Pero Dios llevó a cabo sus obras sin moverse y sin trabajo. Por lo tanto, no hay que decir que en el séptimo día descansó de todo lo hecho.
3. Si se dice que en el séptimo día Dios descansó porque ordenó descansar al hombre, hay que replicar: El descanso se opone a su acción. Pero al decir: Dios creó o hizo esto o aquello, no implica: Dios mandó al hombre hacer o crear. Por lo tanto, tampoco es correcto decir que Dios descansó porque mandó descansar al hombre.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 2,2: En el séptimo día Dios descansó de todo lo que había hecho.
Respondo: En sentido propio, descanso se opone a movimiento; y, consecuentemente, al trabajo que se realiza a partir del movimiento. Aun cuando el movimiento se atribuya propiamente a los cuerpos, la palabra movimiento también es aplicable a los seres espirituales, y en un doble aspecto. 1) Uno, en cuanto que toda acción es llamada movimiento; así, la bondad divina en cierto modo se mueve y se dirige a los objetos en cuanto que se comunica a ellos, como señala Dionisio en el c.2 De div. nom. 2) Otro, en cuanto que el deseo que tiende hacia algo, es como un cierto movimiento. De ahí que el reposo tenga dos acepciones: 1) Una, como cese del obrar. 2) Otra, como cumplimiento del deseo. En ambas acepciones se dice que Dios descansó en el séptimo día. Primero, porque en el séptimo día cesó de su creación de nuevas criaturas; pues ya no hizo nada que, de algún modo, no estuviera contenido en lo hecho, tal como dijimos (a.1 ad 3). Segundo, en cuanto que no necesitaba lo creado, pues El es feliz disfrutándose a Sí mismo.

De ahí que, después de la creación de todas las cosas, no se diga: Descansó en sus obras, como si las necesitara para su felicidad; sino que se dice: Descansó de sus obras, pero descansó en sí mismo, porque se basta a sí mismo y colma todos sus deseos. Y aun cuando descansara en sí mismo desde la eternidad, sin embargo, el hecho de descansar en sí mismo después de haber creado, esto pertenece al séptimo día. Este es el sentido del descansar de sus obras, como dice Agustín en Super Gen. ad litt.

A las objeciones:
1. Dios sigue actuando conservando y rigiendo lo creado; no creando algo nuevo.
2. El reposo no se opone al trabajo o al movimiento, sino a la producción de cosas nuevas y al deseo que tiende hacia algo, como ya se dijo.
3. Así como Dios descansa sólo en sí mismo y es feliz disfrutándose; así también nosotros somos felices sólo disfrutando de Dios. Y así también nos hace descansar en El mismo de sus trabajos y de los nuestros. Por lo tanto, es correcto que se diga que Dios descansó porque nos mandó descansar a nosotros. Pero esta afirmación no es la única; sino que la otra es la primera y la principal.
Artículo 3: ¿Es o no es correcto decir que Dios bendijo y santificó el séptimo día? lat
Objeciones por las que parece que no es correcto decir que Dios bendijo y santificó el día séptimo:
1. Algún tiempo concreto suele ser llamado bendito o santo porque en él se encuentra algo bueno, o porque se evita algo malo. Pero en Dios nada aumenta ni disminuye, por actuar o por dejar de actuar. Por lo tanto, al día séptimo no se le debe ninguna bendición ni santificación especial.
2. Bendición es un derivado de bueno. Pero, según Dionisio, el bien tiende a expandirse y es comunicativo. Por lo tanto, con mucho mayor motivo debieron ser bendecidos los días en los que Dios creó, que aquel día en el que dejó de crear.
3. Se puede decir que hay una cierta bendición en cada criatura cuando de cada una de sus obras se dice: Vio Dios que era bueno. Así, pues, no era necesario que, después de la creación de todo, fuera bendecido el día séptimo.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 2,3: Bendijo Dios el día séptimo, y lo santificó; porque en aquel día había dejado de crear.
Respondo: Como se dijo anteriormente (a.2), el descanso de Dios en el día séptimo tiene una doble acepción. 1) Primero, en cuanto que dejó de crear cosas nuevas aunque, sin embargo, las conserva y las rige. 2) Segundo, en cuanto que, después de actuar, descansó en sí mismo. Con respecto a lo primero, la bendición le corresponde al séptimo día. Porque, tal como ya se dijo (q.72 ad 4), la bendición se refiere a la multiplicación. De ahí que se diga de las criaturas a las que bendijo: Creced y multiplicaos. Tal multiplicación responde al plan divino por el que los semejantes se engendran entre sí. Con respecto a lo segundo, la santificación le corresponde al séptimo día. Pues la santificación de algo se debe, sobre todo, a que reposa en Dios. Por eso lo dedicado a Dios es llamado santo.
A las objeciones:
1. No se dice que el día séptimo sea santificado porque Dios pueda aumentar o disminuir, sino porque algo crece en las criaturas por multiplicarse y reposar en Dios.
2. En los primeros seis días, las cosas fueron producidas en sus primeras causas. Pero después se multiplican y conservan a partir de aquellas primeras causas; porque también esto se debe a la bondad divina, cuya perfección se manifiesta sobre todo en que Dios descansa en su misma bondad, mientras que nosotros podemos descansar disfrutando de ella.
3. El bien que se menciona en cada día, corresponde a la primera institución de las cosas. La bendición del séptimo día corresponde a la propagación de la naturaleza.