Suma teológica - Parte IIIa - Cuestión 17
Sobre la unidad de Cristo en cuanto al ser
Corresponde a continuación tratar de lo que, en Cristo, pertenece a la unidad en general. De lo que corresponde a la unidad o a la pluralidad en especial se tratará en los lugares oportunos, como antes (q.9) concretamos que en Cristo no se dio sólo una ciencia; y más tarde (q.35 a.2) demostraremos que en Cristo no se da solamente un nacimiento.

Por consiguiente, estudiaremos: primero, la unidad de Cristo en cuanto al ser; segundo, en cuanto a la voluntad (q.18); tercero, en cuanto a la operación (q.19).

Sobre lo primero se plantean dos preguntas:

  1. Cristo, ¿es un solo ser o dos seres?
  2. ¿Hay en Cristo una sola existencia?
Artículo 1: Cristo, ¿es un solo ser o dos seres? lat
Objeciones por las que parece que Cristo no es un solo ser, sino dos.
1. Dice Agustín en el libro I De Trin.: Habiendo tomado la forma de Dios y la forma de siervo, ambas son Dios, por ser Dios quien las toma; ambas son hombre, por causa del hombre que ha sido asumido. Pero no puede decirse ambos más que donde hay dos seres. Luego Cristo es dos seres.
2. Dondequiera que hay una cosa y otra cosa, allí hay dos cosas. Pero Cristo es una cosa y otra cosa, pues dice Agustín en el Enchir.: Poseyendo la forma de Dios, tomó la forma de siervo; ambas cosas constituyen un solo sujeto; pero una a causa del Verbo, y otra por razón del hombre. Luego Cristo es dos seres.
3. Cristo no es solamente hombre, pues, en caso de ser exclusivamente hombre, no sería Dios. Luego es alguna otra cosa además de hombre. Por consiguiente, en Cristo hay una cosa y otra cosa. Luego Cristo es dos seres.
4. Cristo es algo que es el Padre y es algo que no es el Padre. Por consiguiente, Cristo es una cosa y otra cosa. Luego Cristo es dos seres.
5. Así como en el misterio de la Trinidad hay tres personas en una naturaleza, así en el misterio de la encarnación hay dos naturalezas en una persona. Pero, a causa de la unidad de naturaleza, no obstante la distinción de personas, el Padre y el Hijo son una sola cosa, según Jn 10,30: Yo y el Padre somos una sola cosa. Luego, no obstante la unidad de la persona, Cristo es dos cosas a causa de la dualidad de sus dos naturalezas.
6. También escribe el Filósofo, en el libro III Physic., que los términos uno y dos se dicen denominativamente. Pero Cristo tiene dualidad de naturalezas. Luego Cristo es dos seres.
7. Como dice Porfirio, así como la forma accidental hace algo diferente, así también la forma sustancial da origen a otra cosa. Ahora bien, en Cristo hay dos naturalezas sustanciales, la humana y la divina. Luego Cristo es una cosa y otra cosa. Por consiguiente, Cristo es dos seres.
Contra esto: está lo que escribe Boecio en el libro De duabus Nat.: Todo lo que existe, en cuanto existe, es una sola cosa. Pero de Cristo confesamos que existe. Luego Cristo es un solo ser.
Respondo: La naturaleza, considerada en sí misma, en el sentido de algo abstracto, no puede predicarse verdaderamente del supuesto o de la persona más que cuando se trata de Dios; en El no se distingue lo que es y aquello por lo que es, como se ha demostrado en la Primera Parte (q.29 a.4 ad 1; q.40 a.1 en cambio; q.50 a.2 ad 3; q.75 a.5 ad 4). Ahora bien, habiendo en Cristo dos naturalezas, es a saber, la divina y la humana, una de ellas, la divina, puede predicarse de El tanto en abstracto como en concreto; por eso decimos que el Hijo de Dios, significado por el nombre de Cristo, es la naturaleza divina, y que es Dios. Pero la naturaleza humana no puede predicarse de Cristo por sí misma en abstracto, sino sólo en concreto, a saber, en cuanto expresada en un supuesto. Pues no es posible decir con verdad que Cristo es su naturaleza humana, porque la naturaleza humana no es apta para ser predicada de su supuesto; en cambio se dice que Cristo es hombre, lo mismo que decimos que Cristo es Dios. El término Dios significa el que posee la divinidad, lo mismo que la palabra hombre significa el que tiene la humanidad. Sin embargo, este poseer la humanidad se significa de un modo mediante el término hombre, y de otro distinto cuando se emplean los nombres Jesús o Pedro. El término hombre, en efecto, significa el que posee la humanidad sin más. En cambio, los nombres Pedro o Jesús denotan al que posee la humanidad de una manera concreta, a saber, con unas determinadas propiedades individuales, al modo en que la expresión Hijo de Dios significa el que posee la divinidad bajo una determinada propiedad personal.

En Cristo la dualidad obedece a sus dos naturalezas. Y, por eso, si ambas se predicasen de Cristo en abstracto, se seguiría que Cristo sería dos seres a la vez. Pero, al no predicarse de Cristo las dos naturalezas más que en cuanto se entienden en su supuesto, es necesario que el uno o el dos se prediquen de Cristo por razón del supuesto. No obstante, algunos (q.2 a.6) atribuyeron a Cristo dos supuestos, pero una sola persona que, a juicio de los mismos, parece comportarse como supuesto completo final. Y por eso, al defender dos supuestos en Cristo, enseñaban que Cristo es dos en género neutro; pero, como ponían una sola persona, decían que Cristo es uno en género masculino, pues el género neutro significa algo informe e imperfecto, mientras que el género masculino designa algo formado y perfecto.

Los Nestorianos, por su parte, al establecer en Cristo dos personas (q.2 a.6), enseñaban que Cristo era dos no sólo en el género neutro, sino que también era dos en el género masculino. Mas nosotros, al defender en Cristo una sola persona y un solo supuesto, como es claro por lo dicho antes (q.2 a.2 y 3), decimos, en lógica consecuencia, que Cristo es uno no sólo en el género masculino, sino que también es una sola cosa en el género neutro.

A las objeciones:
1. El texto alegado de Agustín no debe entenderse como si el uno y otro haya de tomarse por parte del predicado, como si dijera que Cristo es uno y otro, sino que debe tomarse por parte del sujeto. Y, en este sentido, el uno y otro se pone no como en lugar de dos supuestos, sino como en lugar de dos nombres que designan dos naturalezas en concreto. Yo puedo, en efecto, decir uno y otro, es a saber, Dios y el hombre, es Dios, a causa del Dios que asume; y también uno y otro, es decir, Dios y el hombre, es hombre, por razón del hombre asumido.
2. Cuando se enuncia: Cristo es una cosa y otra cosa, tal expresión debe exponerse de manera que su sentido sea: Tiene dos naturalezas distintas. Y de esta manera la explica Agustín en el libro Contra Felicianum, cuando, después de haber dicho: En el mediador entre Dios y los hombres, una cosa es el Hijo de Dios y otra el Hijo del hombre, añade: Digo «otra cosa» por razón de la distinción sustancial; pero no digo «otra cosa» por razón de la unidad personal. Y Gregorio Nacianceno, en su carta Ad Chelidoniurn, escribe: Hablando con brevedad, una cosa y otra cosa enuncian los elementos de que consta el Salvador, pues no es lo mismo lo invisible que lo visible, ni lo eterno es igual que lo temporal. Pero de ningún modo es Cristo un sujeto y otro sujeto. Ambas cosas son en él un único sujeto.
3. La proposición Cristo es solamente hombre es falsa, porque lo que excluye no es otro supuesto, sino otra naturaleza, porque los términos puestos como predicados se toman formalmente. Pero, si se añadiese alguna precisión por la que se interpretase del supuesto, tal proposición sería verdadera, diciendo, por ejemplo: Cristo es solamente lo que es el hombre. Sin embargo, no se seguiría que sea otra cosa distinta del hombre, ya que la expresión otra cosa, por referirse a la diversidad sustancial, propiamente se relaciona con el supuesto, como sucede con todas las palabras relativas que establecen una relación personal. Mas se sigue esto: Luego [Cristo] posee otra
4. Cuando se enuncia que Cristo es algo que también es el Padre, la palabra algo se toma por la naturaleza divina que, incluso en abstracto, se predica del Padre y del Hijo. En cambio, cuando se dice: Cristo es algo que no es el Padre, el término algo se toma por la naturaleza humana, no entendida en abstracto, sino en concreto; no, ciertamente, conforme a un supuesto distinto, sino según un supuesto indistinto, esto es, en cuanto subsiste en la naturaleza, pero no en las propiedades individuantes. Y, por eso, no se sigue que Cristo sea una cosa y otra cosa, o que sea dos cosas, porque, en Cristo, el supuesto de la naturaleza humana —que es la persona del Hijo de Dios-no forma número con la naturaleza divina, que se predica del Padre y del Hijo.
5. En el misterio de la Santísima Trinidad, la naturaleza divina se predica en abstracto de las tres personas, y por eso puede decirse que las tres personas son una sola cosa. En cambio, en el misterio de la encarnación, las dos naturalezas no se predican de Cristo en abstracto, y por eso no puede decirse a secas que Cristo es dos cosas.
6. La palabra dos se emplea con el sentido de poseer una dualidad, y no por parte de otro, sino por parte del sujeto de quien se predican esas dos cosas. Ahora bien, la predicación se hace del supuesto, designado por el nombre Cristo. Por consiguiente, aunque Cristo posea dualidad de naturalezas, no tiene dualidad de supuestos, y por lo mismo no puede decirse que sea dos.
7. El término otro incluye diversidad accidental, y por eso tal diversidad es suficiente para decir a secas que tal cosa es otra. En cambio, la palabra distinto implica diversidad sustancial. Ahora bien, se llama sustancia no sólo a la naturaleza, sino también al supuesto, como se dice en el libro V Metaphys.. Y, por tanto, no basta la diversidad de naturaleza para decir que una cosa es absolutamente distinta de otra, sino que se requiere la diversidad de supuesto. La sola diversidad de naturaleza, si no existe la diversidad de supuesto, únicamente origina algo distinto relativamente, a saber, en cuanto a su naturaleza.
Artículo 2: ¿Hay en Cristo una sola existencia? lat
Objeciones por las que parece que en Cristo no hay una sola existencia, sino dos.
1. Dice el Damasceno, en el libro III, que en Cristo se duplican las cosas que siguen a la naturaleza. Pero la existencia sigue a la naturaleza, porque procede de la forma. Luego en Cristo hay dos existencias.
2. La existencia del Hijo de Dios es la misma naturaleza divina, y además tal existencia es eterna. En cambio, la existencia humana de Cristo no es la naturaleza divina, sino que es una existencia temporal. Luego en Cristo no hay sólo una existencia.
3. En la Trinidad, a pesar de ser tres las personas, hay una sola existencia, debido a la unidad de naturaleza. Ahora bien, en Cristo hay dos naturalezas, aunque haya una sola persona. Luego en Cristo no hay una sola existencia, sino dos.
4. En Cristo el alma da una existencia al cuerpo, porque es su forma. Pero no se da a sí la existencia divina, porque ésta es increada. Luego en Cristo se da otra existencia aparte de la existencia divina. Y, de este modo, no hay en Cristo una única existencia.
Contra esto: está que cada cosa se llama una en la medida que es llamada ser, porque la unidad y el ser son intercambiables. Por consiguiente, en caso de que en Cristo se diesen dos existencias y no solamente una, Cristo sería dos seres, y no uno solo.
Respondo: Teniendo en cuenta que en Cristo hay dos naturalezas y una sola hipóstasis, es necesario que en El sean dobles las cosas que pertenecen a la naturaleza, mientras que las pertenecientes a la hipóstasis forman unidad en Cristo. La existencia compete a la hipóstasis y a la naturaleza: a la hipóstasis, como a lo que tiene la existencia; a la naturaleza, como a aquello por lo que una cosa tiene la existencia. La naturaleza, en efecto, se manifiesta a modo de una forma, que se llama ser porque, por su virtud, una cosa es tal. Así, una cosa es blanca por la blancura, y un sujeto es hombre por la humanidad.

Es necesario observar, por otro lado, que si existe una forma o naturaleza que no pertenezca al ser personal de una hipóstasis subsistente, tal ser no se llama a secas ser de tal persona, sino bajo cierto aspecto; así, el ser blanco es el ser de Sócrates no en cuanto que es Sócrates, sino en cuanto que es blanco. Y, en este sentido, nada impide que el ser se multiplique en una sola hipóstasis o persona: uno es, en efecto, el ser por el que Sócrates es blanco, y otro distinto el ser por el que es músico. Pero el ser que pertenece a la misma hipóstasis o persona en absoluto, es imposible que se multiplique en una única hipóstasis o persona, ya que es imposible que una sola cosa tenga más de un ser.

Por consiguiente, en caso de que la naturaleza humana se hubiera unido al Hijo de Dios no hipostática o personalmente, sino de una manera accidental, como algunos enseñaron (q.2 a.6), sería necesario poner en Cristo dos existencias, una en cuanto Dios, otra en cuanto hombre. Como ponemos en Sócrates un ser en cuanto es blanco, y otro en cuanto es hombre, porque el ser blanco no pertenece al ser personal de Sócrates. Tener cabeza, ser corpóreo y ser animado, todo ello pertenece a la única persona de Sócrates, y por eso todos estos elementos no constituyen en él más que un solo ser. Y en la hipótesis de que, una vez constituida la persona de Sócrates, le sobreviniesen a éste las manos, los pies o los ojos, como acontecería con un ciego de nacimiento, no se añadiría a Sócrates un nuevo ser, sino sólo una relación respecto de esos miembros, porque se le llamaría ser no sólo con relación a los miembros que ya tenía, sino también respecto de los que luego le sobrevinieron.

Así pues, dado que la naturaleza humana está unida al Hijo de Dios hipostática o personalmente, como antes hemos dicho (q.2 a.6), y no de manera accidental, se sigue que por medio de la naturaleza humana no le sobreviene un nuevo ser personal, sino sólo una nueva relación de su ser personal preexistente con la naturaleza humana, de modo que afirmemos que su persona subsiste no sólo en cuanto a la naturaleza divina, sino también en cuanto a la naturaleza humana.

A las objeciones:
1. El existir sigue a la naturaleza, no como si ésta tuviese la existencia, sino como la causante de que una cosa exista. En cambio, el existir sigue a la persona o hipóstasis, entendida ésta como lo que tiene ser. Y por eso el existir encarna más la unidad por razón de la unidad de la hipóstasis que la dualidad por razón de las dos naturalezas.
2. El existir eterno del Hijo de Dios, que es la naturaleza divina, se hace existir del hombre en cuanto que la naturaleza humana es asumida por el Hijo de Dios en la unidad de la persona.
3. Como se ha expuesto en la Primera Parte (q.50 a.2 ad 3; q.75 a.5 ad 4), por identificarse la persona divina con su naturaleza, en las divinas personas el ser de la persona no es distinto del ser de la naturaleza; y por eso las tres personas no tienen más que un único existir. En cambio, tendrían tres existencias en el caso de que en ellas el ser de la persona fuese distinto del ser de la naturaleza.
4. El alma de Cristo da el ser al cuerpo en cuanto que le hace animado en acto, lo que equivale a darle el complemento natural y específico. Pero si se entiende el cuerpo perfeccionado por el alma sin la hipóstasis que sustenta a ambos, este todo compuesto de alma y cuerpo, en cuanto designado con el nombre de humanidad, no se interpreta como lo que existe, sino como aquello por lo cual existe una cosa. Y, por eso, el ser es propio de la persona subsistente, en cuanto dice relación a tal naturaleza; relación que es causada por el alma, en cuanto que ésta perfecciona la naturaleza humana al informar al cuerpo.