Las Moradas Santa Teresa de Jesús
Prosigue en lo mismo, y pone una manera de cuando levanta Dios el alma con
un vuelo del espíritu en diferente manera de lo que queda dicho.
Dice alguna causa por que es menester ánimo. Declara algo de
esta merced que hace el Señor, por sabrosa manera. Es harto
provechoso.
1. Otra manera de arrobamientos hay
[1], o vuelo del espíritu le llamo
yo, que aunque todo es uno en la sustancia, en el interior se siente muy
diferente; porque muy de presto algunas veces se siente un movimiento tan
acelerado del alma, que parece es arrebatado el espíritu con una velocidad
que pone harto temor, en especial a los principios; que por eso os decía
[2] que es menester ánimo grande para a quien Dios ha de hacer estas
mercedes, y aun fe y confianza y resignación grande de que haga nuestro
Señor del alma lo que quisiere.
¿Pensáis que es poca
turbación estar una persona muy en su sentido y verse arrebatar el
alma y aun algunos hemos leído
[3] que el cuerpo con ella) sin saber
adónde va, qué o quién la lleva o cómo?; que
al principio de este momentáneo movimiento no hay tanta certidumbre
de que es Dios
[4].
2. Pues ¿hay algún remedio de poder resistir? En ninguna
manera; antes es peor; que yo sé de alguna persona
[5] que parece
quiere Dios dar a entender al alma que, pues tantas veces con tan grandes
veras se ha puesto en sus manos, y con tan entera voluntad se le ha ofrecido
toda, que entienda que ya no tiene parte en sí, y notablemente con
más impetuoso movimiento es arrebatada; y tomaba ya por sí
no hacer más que hace una paja cuando la levanta el ámbar,
si lo habéis mirado, y dejarse en las manos de quien tan poderoso
es, que ve es lo más acertado hacer de la necesidad virtud.
Y porque
dije de la paja, este nuestro gran gigante y poderoso arrebata el espíritu
[6].
3. No parece sino que aquel pilar de agua que dijimos creo era en la
cuarta morada, que no me acuerdo bien
[7], que con tanta suavidad y
mansedumbre, digo sin ningún movimiento, se henchía, aquí
desató este gran Dios, que detiene los manantiales de las aguas y
no deja salir la mar de sus términos
[8], los manantiales por donde
venía a este pilar del agua; y con un ímpetu grande se levanta
una ola tan poderosa, que sube a lo alto esta navecica de nuestra alma.
Y
así como no puede una nave, ni es poderoso el piloto, ni todos los
que la gobiernan, para que las olas, si vienen con furia, la dejen estar
adonde quieren, muy menos puede lo interior del alma detenerse en donde quiere,
ni hacer que sus sentidos ni potencias hagan más de lo que les tienen
mandado, que lo exterior no se hace aquí caso de ello.
4. Es cierto, hermanas, que de sólo irlo escribiendo me voy espantando
de cómo se muestra aquí el gran poder de este gran Rey y Emperador;
¡qué hará quien pasa por ello! Tengo para mí, que
si los que andan muy perdidos por el mundo se les descubriese Su Majestad,
como hace a estas almas, que aunque no fuese por amor, por miedo no le
osarían ofender.
Pues ¡oh, cuán obligadas estarán
las que han sido avisadas por camino tan subido a procurar con todas sus
fuerzas no enojar este Señor! Por El os suplico, hermanas, a las que
hubiere hecho Su Majestad estas mercedes u otras semejantes, que no os
descuidéis con no hacer más que recibir. Mirad que quien mucho
debe, mucho ha de pagar
[9].
5. Para esto también es menester gran ánimo, que es una cosa
que acobarda en gran manera; y si nuestro Señor no se le diese,
andaría siempre con gran aflicción; porque mirando lo que Su
Majestad hace con ella y tornándose a mirar a sí, cuán
poco sirve para lo que está obligada, y eso poquillo que hace lleno
de faltas y quiebras y flojedad, que por no se acordar de cuán
imperfectamente hace alguna obra, si la hace, tiene por mejor procurar que
se le olvide y traer delante sus pecados y meterse en la misericordia de
Dios, que, pues no tiene con qué pagar, supla la piedad y misericordia
que siempre tuvo con los pecadores.
6. Quizás le responderá lo que a una persona
[10] que estaba
muy afligida delante de un crucifijo en este punto, considerando que nunca
había tenido qué dar a Dios ni qué dejar por El:
díjole el mismo Crucificado, consolándola, que El le daba todos
los dolores y trabajos que había pasado en su Pasión, que los
tuviese por propios, para ofrecer a su Padre.
Quedó aquel alma tan
consolada y tan rica, según de ella he entendido, que no se le puede
olvidar; antes cada vez que se ve tan miserable, acordándosele, queda
animada y consolada.
Algunas cosas de éstas podría decir aquí, que como he
tratado tantas personas santas y de oración, sé muchas; porque
no penséis que soy yo, me voy a la mano.
Esta paréceme de gran
provecho para que entendáis lo que se contenta nuestro Señor
de que nos conozcamos y procuremos siempre mirar y remirar nuestra pobreza
y miseria, y que no tenemos nada que no lo recibimos
[11].
Así que,
hermanas mías, para esto y otras muchas cosas que se ofrece a un alma
que ya el Señor la tiene en este punto, es menester ánimo;
y a mi parecer, para esto postrero más que para nada, si hay humildad.
Dénosla el Señor, por quien El es.
7. Pues tornando a este apresurado arrebatar el espíritu
[12], es
de tal manera que verdaderamente parece sale del cuerpo, y por otra parte
claro está que no queda esta persona muerta; al menos ella no puede
decir si está en el cuerpo o si no, por algunos instantes.
Parécele
que toda junta ha estado en otra región muy diferente de en ésta
que vivimos, adonde se le muestra otra luz tan diferente de la de acá,
que si toda su vida ella la estuviera fabricando junto con otras cosas, fuera
imposible alcanzarlas.
Y acaece que en un instante le enseñan tantas
cosas juntas que en muchos años que trabajara en ordenarlas con su
imaginación y pensamiento no pudiera de mil partes la una.
Esto no
es visión intelectual, sino imaginaria, que se ve con los ojos del
alma muy mejor que acá vemos con los del cuerpo, y sin palabras se
le da a entender algunas cosas; digo como si ve algunos santos, los conoce
como si los hubiera mucho tratado.
8. Otras veces, junto con las cosas que ve con los ojos del alma, por
visión intelectual se le representan otras, en especial multitud de
ángeles con el Señor de ellos; y sin ver nada con los ojos
del cuerpo
[13], por un conocimiento admirable que yo no sabré decir,
se le representa lo que digo y otras muchas cosas que no son para decir.
Quien pasare por ellas, que tenga más habilidad que yo, las sabrá
quizá dar a entender, aunque me parece bien dificultoso.
Si esto todo
pasa estando en el cuerpo, o no, yo no lo sabré decir; al menos ni
juraría que está en el cuerpo ni tampoco que está el
cuerpo sin alma
[14].
9. Muchas veces he pensado, si como el sol estándose en el cielo,
que sus rayos tienen tanta fuerza que no mudándose él de
allí, de presto llegan acá, si el alma y el espíritu,
que son una misma cosa como lo es el sol y sus rayos, puede, quedándose
ella en su puesto, con la fuerza del calor que le viene del verdadero Sol
de Justicia, alguna parte superior salir sobre sí misma
[15].
En fin,
yo no sé lo que digo.
Lo que es verdad, es que con la presteza que
sale la pelota de un arcabuz cuando la ponen el fuego, se levanta en el interior
un vuelo que yo no sé otro nombre que le poner), que aunque no hace
ruido, hace movimiento tan claro que no puede ser antojo en ninguna manera;
y muy fuera de sí misma, a todo lo que puede entender, se le muestran
grandes cosas; y cuando torna a sentirse en sí, es con tan grandes
ganancias y teniendo en tan poco todas las cosas de la tierra para en
comparación de las que ha visto, que le parecen basura; y desde ahí
adelante vive en ella con harta pena, y no ve cosa de las que le solían
parecer bien, que le haga dársele nada de ella.
Parece que le ha querido
el Señor mostrar algo de la tierra adonde ha de ir, como llevaron
señas los que enviaron a la tierra de promisión los del pueblo
de Israel
[16], para que pase los trabajos de este camino tan trabajoso,
sabiendo adónde ha de ir a descansar.
Aunque cosa que pasa tan de
presto no os parecerá de mucho provecho, son tan grandes los que deja
en el alma que si no es por quien pasa, no se sabrá entender su
valor.
10. Por donde se ve bien no ser cosa del demonio; que de la propia
imaginación es imposible, ni el demonio podría representar
cosas que tanta operación y paz y sosiego y aprovechamiento deja en
el alma, en especial tres cosas muy en subido grado: conocimiento de la grandeza
de Dios, porque mientras más cosas viéremos de ella, más
se nos da a entender.
Segunda razón:
[17] propio conocimiento y humildad
de ver cómo cosa tan baja en comparación del Criador de tantas
grandezas, la ha osado ofender ni osa mirarle; la tercera, tener en muy poco
todas las cosas de la tierra, si no fueren las que puede aplicar para servicio
de tan gran Dios.
11. Estas son las joyas
[18] que comienza el Esposo a dar a su esposa, y
son de tanto valor que no las pondrá a mal recaudo; que así
quedan esculpidas en la memoria estas visitas, que creo es imposible olvidarlas
hasta que las goce para siempre, si no fuese para grandísimo mal suyo;
mas el Esposo que se las da, es poderoso para darle gracia que no las
pierda.
12. Pues tornando al ánimo que es menester
[19], ¿paréceos
que es tan liviana cosa?; que verdaderamente parece que el alma se aparta
del cuerpo, porque se ve perder los sentidos y no entiende para qué.
Menester es que le dé el que da todo lo demás.
Diréis
que bien pagado va este temor. Así lo digo yo. Sea para siempre alabado
el que tanto puede dar. Plega a Su Majestad, que nos dé para que
merezcamos servirle, amén.
contacto: hgonzalez@gmail.com