Las Moradas Santa Teresa de Jesús
Trata de la diferencia que hay de contentos y ternura en la oración
y de gustos, y dice el contento que le dio entender que es cosa diferente
el pensamiento y el entendimiento. Es de provecho para quien se divierte
mucho en la oración
[1].
1. Para comenzar a hablar de las cuartas moradas bien he menester lo que
he hecho, que es encomendarme al Espíritu Santo y suplicarle de aquí
adelante hable por mí, para decir algo de las que quedan de manera
que lo entendáis; porque comienzan a ser cosas sobrenaturales
[2],
y es dificultosísimo de dar a entender, si Su Majestad no lo hace,
como en otra parte que se escribió
[3] hasta donde yo había
entendido, catorce años ha, poco más o menos. Aunque un poco
más luz me parece tengo de estas mercedes que el Señor hace
a algunas almas, es diferente
[4] el saberlas decir.
Hágalo Su Majestad
si se ha de seguir algún provecho, y si no, no.
2. Como ya estas moradas se llegan más adonde está el Rey,
es grande su hermosura y hay cosas tan delicadas que ver y que entender,
que el entendimiento no es capaz para poder dar traza cómo se diga
siquiera algo que venga tan al justo que no quede bien oscuro para los que
no tienen experiencia; que quien la tiene muy bien lo entenderá, en
especial si es mucha.
Parecerá que para llegar a estas moradas se ha de haber vivido en
las otras mucho tiempo; y aunque lo ordinario es que se ha de haber estado
en la que acabamos de decir, no es regla cierta, como ya habréis
oído muchas veces; porque da el Señor cuando quiere y como
quiere y a quien quiere, como bienes suyos, que no hace agravio a nadie
[5].
3. En estas moradas pocas veces entran las cosas ponzoñosas, y si
entran no hacen daño, antes dejan con ganancia. Y tengo por muy mejor
cuando entran y dan guerra en este estado de oración; porque podría
el demonio engañar, a vueltas de los gustos que da Dios, si no hubiese
tentaciones, y hacer mucho más daño que cuando las hay, y no
ganar tanto el alma, por lo menos apartando todas las cosas que la han de
hacer merecer, y dejarla en un embebecimiento
[6] ordinario.
Que cuando lo
es en un ser, no le tengo por seguro ni me parece posible estar en un ser
[7] el espíritu del Señor en este destierro.
4. Pues hablando de lo que dije que diría aquí
[8], de la
diferencia que hay entre contentos en la oración o gustos, los contentos
me parece a mí se pueden llamar los que nosotros adquirimos con nuestra
meditación y peticiones a nuestro Señor, que procede de nuestro
natural, aunque en fin ayuda para ello Dios, que hase de entender en cuanto
dijere que no podemos nada sin El;
[9] mas nacen de la misma obra virtuosa
que hacemos y parece a nuestro trabajo lo hemos ganado, y con razón
nos da contento habernos empleado en cosas semejantes.
Mas, si lo consideramos,
los mismos contentos tendremos en muchas cosas que nos pueden suceder en
la tierra: así en una gran hacienda que de presto se provea a alguno;
como de ver una persona que mucho amamos, de presto; como de haber acertado
en un negocio importante y cosa grande, de que todos dicen bien; como si
a alguna le han dicho que es muerto su marido o hermano o hijo y le ve venir
vivo.
Yo he visto derramar lágrimas de un gran contento, y aun me
ha acaecido alguna vez. Paréceme a mí que así como estos
contentos son naturales, así en los que nos dan las cosas de Dios,
sino que son de linaje más noble, aunque estotros no eran tampoco
malos.
En fin, comienzan de nuestro natural
[10] mismo y acaban en Dios.
Los gustos comienzan de Dios y siéntelos el natural y goza tanto de
ellos como gozan los que tengo dichos y mucho más.
¡Oh Jesús,
y qué deseo tengo de saber declararme en esto!; porque entiendo, a
mi parecer, muy conocida diferencia y no alcanza mi saber a darme a entender.
Hágalo el Señor.
5. Ahora me acuerdo en un verso que decimos a Prima
[11], al fin del postrer
salmo, que al cabo del verso dice: Cum dilatasti cor meum
[12].
A quien tuviere
mucha experiencia esto le basta para ver la diferencia que hay de lo uno
a lo otro; a quien no, es menester más.
Los contentos que están
dichos no ensanchan el corazón, antes lo más ordinariamente
parece aprietan un poco, aunque con contento todo de ver que se hace por
Dios; mas vienen unas lágrimas congojosas, que en alguna manera parece
las mueve la pasión.
Yo sé poco de estas pasiones del alma
que quizá me diera a entender, y lo que procede de la
sensualidad
[13] y de nuestro natural, porque soy muy torpe; que yo me supiera
declarar, si como he pasado por ello lo entendiera. Gran cosa es el saber
y las letras
[14] para todo.
6. Lo que tengo de experiencia de este estado, digo de estos regalos y contentos
en la meditación, es que si comenzaba a llorar por la Pasión
[15], no sabía acabar hasta que se me quebraba la cabeza; si por mis
pecados, lo mismo.
Harta merced me hacía nuestro Señor, que
no quiero yo ahora examinar cuál es mejor lo uno o lo otro, sino la
diferencia que hay de lo uno a lo otro querría saber decir.
Para estas
cosas algunas veces van estas lágrimas y estos deseos ayudados del
natural y como está la disposición; mas, en fin, como he dicho
[16], vienen a parar en Dios, aunque sea esto.
Y es de tener en mucho, si
hay humildad para entender que no son mejores por eso; porque no se puede
entender si son todos efectos del amor, y cuando sea, es dado de Dios.
Por la mayor parte, tienen estas devociones las almas de las moradas pasadas,
porque van casi continuo con obra de entendimiento, empleadas en discurrir
con el entendimiento y en meditación; y van bien, porque no se les
ha dado más, aunque acertarían en ocuparse un rato en hacer
actos y en alabanzas de Dios y holgarse de su bondad y que sea el que es,
y en desear su honra y gloria.
Esto como pudiere, porque despierta mucho
la voluntad. Y estén con gran aviso cuando el Señor les diere
estotro no lo dejar por acabar la meditación que se tiene de costumbre.
7. Porque me he alargado mucho en decir esto en otras partes
[17], no lo
diré aquí. Sólo quiero que estéis advertidas
que, para aprovechar mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos,
no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho;
[18] y así
lo que más os despertare a amar, eso haced.
Quizá no sabemos
qué es amar, y no me espantaré mucho; porque no está
en el mayor gusto, sino en la mayor determinación de desear contentar
en todo a Dios y procurar, en cuanto pudiéremos, no le ofender, y
rogarle que vaya siempre adelante la honra y gloria de su Hijo y el aumento
de la Iglesia Católica.
Estas son las señales del amor, y no
penséis que está la cosa en no pensar otra cosa, y que si os
divertís un poco va todo perdido.
8. Yo he andado en esto de esta barahúnda del pensamiento bien apretada
algunas veces, y habrá poco más de cuatro años que vine
a entender por experiencia que el pensamiento (o imaginación, porque
mejor se entienda)
[19] no es el entendimiento, y preguntélo a un
letrado
[20] y díjome que era así, que no fue para mí
poco contento.
Porque, como el entendimiento es una de las potencias del
alma, hacíaseme recia cosa estar tan tortolito
[21] a veces, y lo
ordinario vuela el pensamiento de presto, que sólo Dios puede atarle,
cuando nos ata a Sí de manera que parece estamos en alguna manera
desatados de este cuerpo. Yo veía, a mi parecer, las potencias del
alma empleadas en Dios y estar recogidas con El, y por otra parte el pensamiento
alborotado: traíame tonta
[22].
9. ¡Oh Señor, tomad en cuenta lo mucho que pasamos en este camino
por falta de saber! Y es el mal que, como no pensamos que hay que saber más
de pensar en Vos, aun no sabemos preguntar a los que saben ni entendemos
qué hay que preguntar, y pásanse terribles trabajos, porque
no nos entendemos, y lo que no es malo, sino bueno, pensamos que es mucha
culpa.
De aquí proceden las aflicciones de mucha gente que trata de
oración y el quejarse de trabajos interiores, a lo menos mucha parte
en gente que no tiene letras, y vienen las melancolías y a perder
la salud y aun a dejarlo del todo, porque no consideran que hay un mundo
interior acá dentro; y así como no podemos tener el movimiento
del cielo, sino que anda a prisa con toda velocidad, tampoco podemos tener
nuestro pensamiento
[23], y luego metemos todas las potencias del alma con
él y nos parece que estamos perdidas y gastado mal el tiempo que estamos
delante de Dios; y estáse el alma por ventura toda junta con El en
las moradas muy cercanas, y el pensamiento en el arrabal del castillo padeciendo
con mil bestias fieras y ponzoñosas y mereciendo con este padecer;
y así, ni nos ha de turbar ni lo hemos de dejar, que es lo que pretende
el demonio. Y por la mayor parte, todas las inquietudes y trabajos vienen
de este no nos entender.
10. Escribiendo esto, estoy considerando lo que pasa en mi cabeza del gran
ruido de ella que dije al principio
[24], por donde se me hizo casi imposible
poder hacer lo que me mandaban de escribir.
No parece sino que están
en ella muchos ríos caudalosos, y por otra parte, que estas aguas
se despeñan; muchos pajarillos y silbos, y no en los oídos,
sino en lo superior de la cabeza, adonde dicen que está lo superior
del alma. Y yo estuve en esto harto tiempo, por parecer que el movimiento
grande del espíritu hacia arriba subía con velocidad. Plega
a Dios que se me acuerde en las moradas de adelante decir la causa de esto,
que aquí no viene bien, y no será mucho que haya querido el
Señor darme este mal de cabeza para entenderlo mejor; porque con toda
esta barahúnda de ella, no me estorba a la oración ni a lo
que estoy diciendo, sino que el alma se está muy entera en su quietud
y amor y deseos y claro conocimiento.
11. Pues si en lo superior de la cabeza está lo superior del alma
[25], ¿cómo no la turba? Eso no lo sé yo; mas sé
que es verdad lo que digo.
Pena da cuando no es la oración con
suspensión
[26], que entonces hasta que se pasa no se siente ningún
mal; mas harto mal fuera si por este impedimento lo dejara yo todo. Y así
no es bien que por los pensamientos nos turbemos ni se nos dé nada;
que si los pone el demonio, cesará con esto; y si es, como lo es,
de la miseria que nos quedó del pecado de Adán con otras muchas,
tengamos paciencia y sufrámoslo por amor de Dios, pues estamos
también sujetas a comer y dormir, sin poderlo excusar, que es harto
trabajo.
12. Conozcamos nuestra miseria, y deseemos ir adonde «nadie nos
menosprecia»; que algunas veces me acuerdo haber oído esto que
dice la Esposa en los Cantares
[27], y verdaderamente que no hallo en toda
la vida cosa adonde con más razón se pueda decir; porque todos
los menosprecios y trabajos que puede haber en la vida no me parece que llegan
a estas batallas interiores.
Cualquier desasosiego y guerra se puede sufrir
con hallar paz adonde vivimos como ya he dicho;
[28] mas que
queremos venir a descansar de mil trabajos que hay en el mundo y que quiera
el Señor aparejarnos el descanso, y que en nosotras mismas esté
el estorbo, no puede dejar de ser muy penoso y casi insufridero.
Por eso,
llevadnos, Señor, adonde no nos menosprecien estas miserias
[29],
que parecen algunas veces que están haciendo burla del alma.
Aun en esta vida la libra el Señor de esto, cuando ha llegado a la
postrera morada, como diremos, si Dios fuere servido
[30].
13. Y no darán a todos tanta pena estas miserias ni las acometerán,
como a mí hicieron muchos años por ser ruin, que parece que
yo misma me quería vengar de mí. Y como cosa tan penosa para
mí, pienso que quizá será para vosotras así y
no hago sino decirlo en un cabo y en otro, para si acertase alguna vez a
daros a entender cómo es cosa forzosa, y no os traiga inquietas y
afligidas, sino que dejemos andar esta tarabilla de molino
[31] y molamos
nuestra harina, no dejando de obrar la voluntad y entendimiento.
14. Hay más y menos en este estorbo, conforme a la salud y a los tiempos.
Padezca la pobre alma, aunque no tenga en esto culpa, que otras haremos por
donde es razón que tengamos paciencia.
Y porque no basta lo que leemos
y nos aconsejan, que es que no hagamos caso de estos pensamientos, para las
que poco sabemos no me parece tiempo perdido todo lo que gasto en declararlo
más y consolaros en este caso; mas hasta que el Señor nos quiera
dar luz, poco aprovecha.
Mas es menester y quiere Su Majestad que tomemos
medios y nos entendamos, y lo que hace la flaca imaginación y el natural
y demonio no pongamos la culpa al alma.
contacto: hgonzalez@gmail.com