Por ejemplos

De cosas dichas, y por decir:

1. Un padre católico declara que él no piensa engañar a sus hijos con las tradiciones de Papá Noel o los Reyes Magos. Porque, dice, esto puede sembrar en sus cabecitas la idea (a germinar en la adolescencia, probablemente) de que la religión cristiana es en esencia lo mismo: un cuentito infantil, una ilusión de la que debemos desprendernos al hacernos adultos. Y, como sabemos los católicos, no es así; nada que ver.

2. Otro cátolico se niega a desconfiar de las apariciones de Medjugorje. Porque, dice, de entre los buenos frutos que se aducen, a él le consta uno, importantísimo a sus ojos: su propia conversión. Si él se convirtió (en cualquier sentido de la palabra) con motivo de Medjugorje, aceptar que Medjugorje es un fraude sería reconocer que su conversión no tuvo buenos motivos. Lo cual vendría a poner en duda su fe. Y eso… no.

3. Me llega este texto de san Juan Crisóstomo:

La cruz ha ganado a los espíritus por medio de predicadores ignorantes, y esto en el mundo entero. No se trata de cuestiones banales, sino de Dios y de la verdadera fe, de la vida según el Evangelio, del juicio futuro. La cruz ha transformado a gente sencilla e iletrada en filósofos. Aquí se ve que «lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres» (1C 1,25).
¿Por qué es más fuerte? Porque se ha extendido por el mundo entero, ha sometido a los hombres a su poder y ha resistido a los innumerables adversarios que querían hacer desaparecer el nombre del Crucificado. Y fue lo contrario, este nombre se extendió y se propagó; sus enemigos perecieron, desaparecieron; lo vivos que combatían con un muerto han quedado reducidos a la impotencia… En efecto, lo que unos publicanos y pecadores, por la gracia de Dios han conseguido realizar con éxito, los filósofos, los oradores, los reyes, es decir, la tierra entera en toda su extensión, ni tan sólo han sido capaces de imaginar…
Es pensando en ello que el apóstol Pablo dice: «La debilidad de Dios es más fuerte que todos los hombres». De no ser así ¿cómo estos doce pescadores, pobres e ignorantes, hubieran podido imaginar una empresa de tal envergadura?

El argumento, con variaciones, es un clásico de la apologética católica. Lo era al menos en la Edad Media. Habría que ver si lo sigue siendo, y si tiene (y tuvo) derecho a serlo.

4. «Camperas», primer libro de Castellani, debe ser uno de los mejores suyos, o al menos uno de los más satisfactorios y presentables (a pesar del colono Mulosini…). Fábulas, mayormente. Nuchi, con su estilo infantil algo impostado y empalagoso, no debe ser de las mejores, ni de las más características. Pero no calza mal aquí.

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