77. Pero si admitimos un conocimiento humano limitado por parte de Jesús ¿qué nos dice de sus perspectivas para el futuro? Algunas de ellas afectan directamente a la misma existencia de la Iglesia.

Es una pregunta muy aguda. Esta es una de las razones por las que siempre sostuve que una equilibrada estimación, tanto del carácter revelador del ministerio de Jesús como de su conocimiento humano limitado, tiene una gran importancia para el cristianismo. Si se sitúa la revelación sin limitaciones en el conocimiento humano, uno se imagina a un Jesús que conocía anticipadamente todo cuanto iba a suceder: cómo se iba a desarrollar la Iglesia, dónde se evangelizaría... y hasta los más pequeños detalles de la liturgia y de la organización de la vida eclesial. En pocas palabras, se dibuja a un Jesús que nos da un organigrama perfecto de la Iglesia, y que, curiosamente, a menudo se parece mucho a cómo se entendía en tiempos pasados la fundación de la Iglesia.

Ante tales teorías, un especialista en el nuevo testamento ha de plantear el debate: A partir de las palabras de Jesús que nos transmiten los evangelios, ¿dónde se encuentra, o por lo menos, se insinúa tal modelo? En los cuatro evangelios, la palabra «Iglesia» aparece únicamente dos veces en labios de Jesús. Y puesto que dicha palabra se refiere claramente a la comunidad local en Mt 18, 17 se puede decir que tan sólo una vez en todos los evangelios llegó Jesús a hablar de la Iglesia en su sentido más amplio, a saber, en Mt 16, 18: «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia», una afirmación a la que muchos atribuyen un origen posterior a la resurrección. Por consiguiente, no existe una absoluta claridad evangélica sobre un plan detallado de o para la Iglesia, y el peso de las pruebas ha de recaer sobre quienes dan por sentado que Jesús había pensado en todo ello.

78. Entonces, ustedes los biblistas ¿están diciendo que Jesús no fundó la Iglesia?

Debo contestarle rotundamente que no estoy diciendo eso. En mi libro Biblical Exegesis and Church Doctrine (New York, Paulist, 1985, 60), en el que se afirma claramente que se puede defender con la Biblia que Cristo fundó la Iglesia, hacía referencia a un debate entre Karl Rahner y Hans Küng, en el que Rahner defendía la postura de que Cristo fundó la Iglesia, mientras que Küng la consideraba imprecisa. Küng tal vez conozca el material bíblico de manera más crítica que Rahner, pero, en mi opinión, Rahner acertaba en su intuición. La fundación de la Iglesia por Cristo es una parte fundamental de la propia concepción cristiana. Pero al fundar la Iglesia no hacía falta que Jesús tuviera un conocimiento minucioso de lo que habría de ser la Iglesia o que hubiera trazado un proyecto para la misma. Formando parte esencial de su ministerio, Jesús convocó a todos sus seguidores y los implicó en su tarea; y Jesús resucitado derramó el Espíritu santo sobre ellos para que de esta manera pudieran continuar su obra. Ellos constituyen la continuidad entre Jesús y la Iglesia que surgió de su predicación. La Iglesia no es una mera institución humana ni fue su origen el simple resultado de una idea intuitiva por parte de los seguidores de Jesús. Ellos comprendieron que al convocar a sus fieles para que formaran una comunidad no hacían sino proseguir directamente lo que había hecho Jesús cuando los llamó y los envió a continuar su obra. Por esa razón insisto en la defensa de la idea de que Cristo fundó la Iglesia.