101. A tenor de lo que nos ha venido contando, la Iglesia de los inicios del nuevo testamento tuvo que ser bastante distinta de la Iglesia de hoy, ¿verdad?

En gran medida así es. En verdad, las casas particulares donde se reunían los primeros cristianos, tenían que haber sido bastante distintas de nuestras Iglesias actuales, lo mismo que el estilo de las reuniones y lo que podríamos llamar actos litúrgicos tuvieron que ser distintos, aun cuando se cantaran himnos y se rezaran oraciones. Como ya dije, ellos celebraban el bautismo y la eucaristía. Con todo, nuestra teología del bautismo y de la eucaristía supondría un conjunto de ideas que bien podrían haber sido muy distantes en los inicios del nuevo testamento, en el sentido de que ninguna comunidad determinada había tenido todas aquellas ideas. Los primeros cristianos habrían tenido distintas formas de dirección eclesial, que se irían desarrollando rápidamente hacia finales del siglo I. Resulta interesante que algunas de las Iglesias hablarían ya de los obispos, aunque aquellos obispos fuesen completamente distintos, en muchos aspectos, de los obispos de grandes diócesis que hoy conocemos. Y supongo que hay otras muchas características que implican otras diferencias que podrían mencionarse. Después de todo, la Iglesia está formada por seres humanos que viven en su tiempo y si bien deriva su identidad de Cristo, la Iglesia cambia con el paso de los siglos, de acuerdo con las necesidades y modos de vida de las personas que la integran. En Hebreos 13, 8 se lee que «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre». En ningún libro del nuevo testamento se asegura que la Iglesia sea la misma ayer, hoy y siempre.

Curiosamente, sin embargo, y tras decir lo anterior, insisto en que lo que me llama la atención no es tanto el cambio sino la continuidad existente entre la primera Iglesia y la Iglesia actual. Creemos que es el mismo Espíritu que Cristo resucitado dio a sus discípulos el que vivifica la Iglesia de hoy. El sacramento básico del bautismo nos da la vida de Dios y nos hace hijos suyos del mismo modo que ocurría con los primeros cristianos. El mismo cuerpo y sangre eucarísticos alimentan esa vida de la misma manera que ocurría con los primeros cristianos. Pueden haber cambiado el tipo de administración y la terminología empleada para designar a quienes ejercen una tarea pastoral pero continúa teniendo vigencia en la Iglesia de hoy, para hacer presente en el mundo el reino de Dios y la ley que Cristo transmitió a la Iglesia, mediante sus apóstoles, aquella misma autoridad.

Tal vez pueda concretar todo lo dicho de una manera que para mí tiene mucho sentido. El documento cristiano más antiguo que se conserva es la primera carta de Pablo a los tesalonicenses. Fue escrita hacia el año 50. Se trata de un extraordinario y fascinante ejercicio para que nos hagamos la siguiente reflexión: Vamos a suponer que nosotros, cristianos del siglo XX, regresamos al pasado y nos encontramos en Tesalónica entre los convertidos por Pablo al serles leída, por primera vez, aquella carta. A medida que la vamos oyendo, ¿reconoceríamos que nos encontrábamos entre unos cristianos que tenían la misma fe que nosotros tenemos? ¿Nos daríamos cuenta de que no estábamos en una sinagoga judía o tomando parte en una ceremonia pagana, sino auténticamente en una Iglesia cristiana? No tardaríamos ni dos minutos en darnos cuenta ya que en los cinco primeros versículos del documento más antiguo escrito por un cristiano que ha llegado hasta nosotros se hace mención de Dios Padre, del Señor Jesucristo y del Espíritu santo. Se hace mención asimismo de la actividad de la fe, del esfuerzo del amor y del tesón de la esperanza. En su pregunta se hacía referencia a las diferencias que pudieran darse entre la Iglesia de los inicios del nuevo testamento y nuestra Iglesia de hoy en día. Una igualdad esencial es que proclamamos al mismo Padre, al mismo Jesucristo y al mismo Espíritu santo; y que seguimos valorando, por encima de todo, la fe, la esperanza y el amor.