"Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así el Hijo da vida a los que quiere. Y el Padre no juzga a ninguno; mas todo el juicio ha dado al Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre: quien no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió". (vv. 21-23)
San Agustín In Ioannem tract., 21.
Como había dicho que el Padre daría a conocer al Hijo acciones mayores que éstas, explica a continuación cuáles son, y dijo: "Porque así como el Padre resucita a los muertos", etc. y en realidad que esto es mucho mayor, porque es mucho más difícil que resucite un muerto, a que un enfermo sane. Y además, no entendamos esto en el sentido de que creamos que unos han de ser resucitados por el Padre y otros por el Hijo, sino que debemos creer que los mismos que el Padre resucita y vivifica, son los que el Hijo vivifica y resucita. Y para que no haya quien diga que el Padre resucita a los muertos por medio del Hijo, Aquél como poderoso, y Este como utilizando el poder ajeno -como cuando un siervo hace algo-, dio a conocer el poder del Hijo diciendo: "Así el Hijo da vida a los que quiere". Ved aquí, no sólo el poder del Hijo, sino también su propia voluntad. Es, pues, la misma la potestad y la voluntad del Padre y del Hijo. Porque el Padre no quiere otra cosa distinta de la que quiere el Hijo, y así como los dos tienen una misma esencia, así tienen una misma voluntad.
San Hilario De Trin., 1, 7
El acto de querer pertenece a la libertad de la naturaleza, que permanece con la voluntad de su libre albedrío para -en libertad- obtener la felicidad de la perfecta virtud.
San Agustín, ut supra
¿Pero quiénes son estos muertos a quienes el Padre y el Hijo vivifican? Quiere darnos a conocer la resurrección de los muertos que todos esperamos y no aquélla que han tenido algunos para que creyesen los demás. Porque resucitó Lázaro que había de morir otra vez. Nosotros resucitaremos y venceremos para siempre con Jesucristo. Y para que cuando dijo "como el Padre resucita a los muertos y les da vida", no entendiéramos que era aquella resurrección de muertos que hizo por medio de un milagro, aunque no resucitaban para la vida eterna, dice a continuación: "Y el Padre no juzga a ninguno", etc., para dar a conocer que hablaba de aquella resurrección de los muertos que habrá de tener lugar en el día del juicio. Se ha dicho respecto de la resurrección de las almas: "Porque así como el Padre resucita a los muertos", etc. Así habla de la resurrección de los cuerpos, como cuando dice: "Y el Padre no juzga a ninguno", etc., porque la resurrección de las almas se verifica por la esencia eterna del Padre y del Hijo. Y por lo tanto, esto lo hacen a la vez el Padre y el Hijo. Mas la resurrección de los cuerpos se verifica por la gracia de la humanidad de Jesucristo, que no es coeterna con el Padre. Y véase como el Verbo de Cristo lleva a nuestra imaginación aquí y allá, y no la deja descansar en ninguna cosa material para que así, agitándola, pueda ejercitarla, ejercitándola la limpie, y limpiándola la haga capaz y llene El a los que son capaces. Y poco antes, cuando decía: "Que el Padre demuestra al Hijo todo lo que hace", veía yo al Padre cómo obraba, y al Hijo cómo esperaba. Pero ahora veo al hijo cómo obra, y al Padre cómo descansa.
San Agustín De Trin., 1, 13
Y no porque dice: "Mas todo el juicio ha dado al Hijo", se ha de entender como se ha dicho en aquella frase: así concedió al Hijo el que tuviese vida en sí mismo, para significar de este modo, que lo había engendrado. Y si así se entendiese, no se diría que el Padre no juzga a ninguno. Según esto, pues, porque el Padre ha engendrado al Hijo, juzga con El. Y en virtud de esto se ha dicho que en el día del juicio no aparecerá con la forma de Dios sino con la del Hijo del hombre, no porque no juzgará el que ha dado al Hijo el poder de juzgar, sino porque el Hijo dice respecto de El: "Hay quien examine y juzgue" ( Jn 8,50). Y así se ha dicho que el Padre no juzga a ninguno, como si se dijese que ninguno verá al Padre en el día del juicio, pero todos verán al Hijo. Porque es Hijo del hombre para que pueda ser visto por los malvados, para que ellos comprendan entonces a quién ofendieron ( Zac 21,10).
San Hilario De Trin., 1, 7
Y había dicho: "Y el Hijo da vida a los que quiere", no para que creyesen que no tenía esta potestad en sí, en virtud de la naturaleza en que había nacido, sino que la tenía en virtud del poder que no tenía principio, añadió a continuación: "Y el Padre no juzga", etc. Y en el mismo hecho de que se le ha concedido todo el poder de juzgar, se da a conocer su naturaleza y su origen, porque el tener todas las cosas es propio únicamente de la naturaleza indivisa con el Padre. De origen no puede tener cosa alguna si no le ha sido dada.
Crisóstomo in Ioannem hom. 38
Y así como el Padre dio vida (esto es, engendró al que vive), así le dio el poder de juzgar o, lo que es lo mismo, le engendró juez y le concedió que subsistiese, de tal modo, que no creamos que éste era ingénito, ni que tenía dos padres. Dice pues: "todo el juicio", porque el Señor es quien castiga y premia cuando quiere.
San Hilario, ut supra
Se le ha concedido todo el juicio, porque da vida a los que quiere. Y no puede pensarse que el poder de juzgar se le haya quitado al Padre, porque El no es quien no juzga, aun cuando el juicio del Hijo proviene del juicio del Padre. Todo el poder de juzgar lo ha recibido del Padre, pero la causa de habérselo concedido no está oculta, porque sigue: "Para que todos honren al Hijo como honran al Padre".
Crisóstomo, ut supra
Y para que cuando oímos que tiene al Padre por autor no creamos que hay diferencia de esencia ni disminución de honor, encadena (o une) el honor del Hijo con el honor del Padre, dando a conocer que es uno mismo el del Padre y el del Hijo. ¿Pero acaso le llamaremos Padre? De ninguna manera, porque el que le llama Padre no honra al Hijo como al Padre, sino que le confunde.
San Agustín
Y en verdad que antes el Hijo aparecía como un siervo y el Padre era honrado como Dios, pero después aparecerá el Hijo igual al Padre con el fin de que todos honren al Hijo como honran al Padre. ¿Y qué diríamos si se encuentran algunos que honren al Padre y no al Hijo? Mas esto no puede suceder. Por esto sigue: "Quien no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que le envió". Una cosa es cuando se nos presenta Dios porque es Dios y otra cuando se nos presenta Dios porque es Padre. Cuando se nos presenta porque es Dios, se nos presenta como Padre y se nos presenta como omnipotente, y entonces se nos presenta como un espíritu sumo, eterno, invisible e inmutable. Mas cuando se nos presenta porque es Padre no lo hace con otro fin que con el de presentarnos al Hijo, porque no puede llamarse padre el que no tiene hijo. Pero si alguna vez honramos al Padre como mayor y al Hijo como menor, entonces no se honra al Padre, porque se cree que el Hijo es menor. Y si alguno admite esto, tendría que admitir que el Padre, o no quiso engendrar a un Hijo igual a Sí mismo, o no pudo. Si no quiso, tuvo envidia; y si no pudo, le faltó poder.
San Agustín, In Ioannem tract. 23
Cuando dice: "Para que todos honren al Hijo, como honran al Padre", se refirió a la resurrección de las almas, que llevan a cabo tanto el Hijo como el Padre. Pero añade acerca de la resurrección de los cuerpos: "El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió". No dijo "del mismo modo", pues es honrado Cristo hombre, pero no como Padre Dios.
San Agustín, In Ioannem tract. 21
Mas dirá alguno: fue enviado el Hijo, luego es mayor el Padre que le envió. Prescindamos de la carne, oigamos que dice misión y no separación. Las cosas humanas engañan a los hombres, las divinas los purifican. Aun en las mismas cosas humanas sucede muchas veces que dan testimonio contra sí mismas. Así, cuando alguno quiere pedir una mujer y no puede hacerlo por sí, envía un amigo de mayor importancia que la pida. Y sin embargo, observa qué distinto es en otros asuntos humanos. ¿Acaso el hombre va con aquél a quien envía? Pero el Padre que envió al Hijo no se separó de El, porque dice: "No estoy solo, porque el Padre está conmigo" ( Jn 16,32).
San Agustín De Trin., 4, 21
No porque el Hijo ha nacido del Padre se dice que el Hijo ha sido enviado, sino porque apareció en el mundo, habiéndose hecho carne el Verbo. Por esto dice: "Salí del Padre, y vine a este mundo" ( Jn 16,28). O también cuando la mente percibe en el tiempo su asistencia, como está escrito: "Envíala del trono de tu grandeza, para que esté conmigo y trabaje conmigo" ( Sab 9,10).
San Hilario, ut supra
Todo se ha cerrado contra el ingenio de la furiosa herejía. Es Hijo, porque nada hace por sí mismo. Y es Dios, porque todo lo que hace el Padre lo hace El. Son una sola cosa, porque están igualados en el honor. No es el Padre, porque fue enviado.