Y así Jesús respondió, y les dijo: "En verdad, en verdad os digo: Que el Hijo no puede hacer por sí cosa alguna, sino lo que viere hacer al Padre: porque todo lo que el Padre hiciere, lo hace también igualmente el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que El hace, y mayores obras que éstas le mostrará, de manera que os maravilléis vosotros". (vv. 19-20)
San Hilario De Trin 1,
7
Respecto de la violación del sábado que se le imputaba, había dicho: "Mi Padre obra hasta ahora, y yo obro" (
Jn 5,17). Y esto lo dijo con el fin de que se entendiese que lo hacía autorizado por su ejemplo, dando a entender que lo que El hacía debía considerarse como obra de su Padre, porque lo que obraba el Padre lo obraba por su mediación. Y además, en contra de la envidia que podría surgir, porque se hacía igual a Dios usurpando el nombre del Padre, respondió queriendo confirmar su nacimiento y el poder de su naturaleza. Por esto sigue: "Y así Jesús les dijo: en verdad, en verdad os digo, que el Hijo no puede hacer por sí cosa alguna", etc.
San Agustín in Ioannem tract. 20
Algunos que se quieren tener por cristianos (los herejes arrianos), cuando dicen que el mismo Hijo de Dios que tomó carne es menor que el Padre, ponen como fundamento de su calumnia estas palabras, y nos responden: ya veis que al ver Jesús que los judíos se alborotaban porque se hace igual a Dios Padre, añadió estas palabras y demostró que El no era igual. Dicen además: porque el que no puede hacer por sí nada si no lo viere hacer al Padre, es menor, y no igual; pero si Dios era el Verbo, y hay Dios mayor y Dios menor, entonces tendremos dos dioses, y no un solo Dios.
San Hilario,
ut supra
Y para que esta igualdad no le quitase lo que le correspondía por haber nacido, que es el nombre de Hijo, dice que el Hijo nada puede hacer por sí.
San Agustín in Ioannem tract. 18
Como diciendo: ¿por qué os escandalizáis cuando llamo a Dios mi Padre y cuando me hago igual a Dios? Yo soy igual a El, tanto que El me ha engendrado. Y soy tan igual, que El no es por mí, sino que yo soy por El, y para el Hijo tanto es el existir como el poder. Y por cuanto la esencia del Hijo le viene del Padre, así también viene del Padre el poder del Hijo. Y como el Hijo no es por sí, no puede obrar por sí. En este concepto "el Hijo no puede hacer por sí cosa alguna, sino lo que viere hacer al Padre", porque el ver del Hijo, le viene de ser engendrado por el Padre. No ha recibido del Padre distinta manera de ver ni otra esencia: todo lo que es, lo es por el Padre.
San Hilario,
ut supra
Para que permaneciera intacto el sentido de nuestra confesión salvadora del Padre y del Hijo, muestra la naturaleza que le corresponde por el origen de su nacimiento, en virtud de la cual, no recibe el poder de obrar por el aumento de fuerzas que se le conceden para cada acto, sino que lo ha adquirido de antemano en virtud del conocimiento. Y no lo ha adquirido de ningún modelo de una obra material, como si el Padre hiciera algo previamente para que el Hijo lo pudiera hacer después, sino que el Hijo ha nacido del Padre, consciente de que en sí mismo tiene la fuerza y naturaleza del Padre. El da testimonio de que el Hijo nada puede hacer por sí mismo, más que lo que ha visto hacer al Padre.
San Agustín De Trin 2,
1
Por tanto, si aceptáramos lo que se ha dicho, en sentido de que el Hijo es menor en la forma tomada de la criatura, deberíamos aceptar como consecuencia que el Padre primero hubiera andado sobre las aguas y que hubiera hecho todo lo demás que hizo el Hijo entre los hombres mientras que vivió en carne mortal, para que el Hijo pudiera hacerlo. Pero ¿quién en su sano juicio puede admitir este absurdo?
San Agustín Super Ioan. tract., 20.
Aquel paseo de la naturaleza humana sobre el mar, lo hacía el Padre por medio del Hijo. Porque cuando la carne andaba y la divinidad del Hijo gobernaba, el Padre no estaba ausente. Por eso el Hijo dice: "Permaneciendo el Padre en mí, El es quien hace las cosas". Y como había dicho antes, "no puede el Hijo hacer cosa alguna por sí mismo", para que no se entendiese que esto lo decía en sentido natural y para que no se creyese que obraba sólo como hombre, como si fueran dos artistas, uno maestro y otro discípulo, como cuando sucede que el maestro hace una arca, y el discípulo otra, prosiguiendo dice: "Porque todo lo que el Padre hiciere, lo hace también igualmente el Hijo" (
Jn 14,10). Y no dice, todo lo que hace el Padre, el Hijo lo hace igual, sino unas mismas cosas. El Padre ha hecho el mundo, el Hijo ha hecho el mundo y el Espíritu Santo ha hecho el mundo. Si un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y un solo mundo ha sido hecho por el Padre, por medio del Hijo y en el Espíritu Santo, es porque los tres hacen una misma cosa. Añade también
igualmente, para que no naciese otro nuevo error. Parece que el cuerpo hace lo mismo que el alma, pero no de la misma manera, porque el alma manda al cuerpo. El cuerpo es visible, el alma no lo es. Como sucede cuando un siervo hace algo que su amo le manda, así sucede cuando el cuerpo y el alma hacen lo mismo. ¿Pero acaso lo hacen del mismo modo? No así el Padre y el Hijo, que hacen las mismas cosas, y las hacen del mismo modo; para que comprendamos que el Hijo hace las mismas cosas que el Padre y con el mismo poder. Pues el Hijo es igual al Padre.
San Hilario De Trin 1,
7
Dijo
todas las cosas y
lo mismo, para manifestar el poder de su naturaleza. Hay, por tanto, igual naturaleza cuando de la misma naturaleza es el poder. Sin embargo, cuando se hacen las mismas cosas por medio del Hijo, la semejanza de las acciones no admite la identidad de quien las ejecuta. Ahí está la comprensión de la verdadera generación y el misterio perfecto de nuestra fe, que confiesa en la unidad de la naturaleza divina la verdad de una sola e igual divinidad en el Padre y en el Hijo. Con este modo de hablar las cosas hechas
de modo semejante dan testimonio de la generación, y
los mismos hechos, de la naturaleza.
Crisóstomo in Ioannem hom. 37
Todo lo que dice de que: "El Hijo no puede hacer por sí cosa alguna", debe entenderse que no puede hacer cosa alguna contraria al Padre, ni que pueda oponérsele. Y por lo tanto no dice que haga alguna cosa contraria, sino que no puede hacerla, y con esto demuestra la conformidad y la certeza de igualdad. Y esto no demuestra debilidad en el Hijo, sino su gran poder. Así como cuando decimos que es imposible que Dios peque, no demostramos en ello que Dios sea débil, sino que con ello atestiguamos su poder inefable, así también cuando dice el Hijo: "No puedo hacer cosa alguna por mí mismo", dice esto porque es imposible que El pueda hacer algo contrario a su Padre.
San Agustín Contra serm. Arian,
cap. 14
Y esto no es propio del que es mudable, sino del que permanece en cuanto que ha nacido del Padre; y es tan conveniente que el Omnipotente no pueda cambiar, como lo es que el Omnipotente no pueda morir. El Hijo podría hacer lo que no viese que el Padre hacía, si pudiese hacer lo que el Padre no hace por medio del Hijo, esto es, si pudiese pecar; pero ello no convendría a aquella naturaleza invariablemente buena, que ha sido engendrada por el Padre. Mas esto de que no puede, no debe entenderse de que no pueda por defecto, sino por potencia.
Crisóstomo,
ut supra
Y para demostrar que es verdad cuanto se ha dicho, dice a continuación: "Porque todo lo que el Padre hiciere lo hace igualmente el Hijo". Y si el Padre todo lo hace por sí mismo y el Hijo también lo hace por sí mismo, conste que esto lo dice igualmente respecto de los dos. Y véase cómo su inteligencia es elevada, como lo son las palabras de su humildad. Mas no nos llame la atención que pronuncie ciertas palabras de la mayor humildad, porque a los que le perseguían por oír de El cosas grandes, y creyéndole contrario a Dios, los serenaba algún tanto por medio de estas palabras.
San Agustín In Ioannem tract., 21.
Y habiendo dicho que El hace las mismas cosas y del mismo modo que las hace el Padre, añade: "Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todas las cosas que El hace". Y respecto de lo que El había dicho antes, que no hacía más que lo que veía hacer al Padre, parece que debe entenderse en el sentido de que le muestra todo lo que hace. Pero la imaginación humana se perturba otra vez. Porque dirá alguno: el Padre obra aparte, para que el Hijo pueda ver lo que el Padre hace, como sucede cuando el artífice enseña su propio arte a un hijo suyo y le dice cómo lo hace para que él pueda hacer lo que ve que hace el padre. Por tanto, ¿cuando el Padre hace alguna cosa no la hace el Hijo, para que éste pueda ver lo que hace el Padre?
San Agustín In Ioannem tract., 19.
Mas si tenemos presente y fijo en nuestra imaginación que el Padre todo lo hace por medio del Hijo, claro está que le da a conocer todas las cosas antes de hacerlas.
San Agustín In Ioannem tract., 21.
¿Y en dónde demuestra el Padre al Hijo lo que hace, sino por medio del mismo Hijo, por quien lo hace? Pero si el Padre da ejemplo y el Hijo está atento respecto de cómo obra la mano del Padre, ¿en qué consiste entonces la inseparabilidad de la Trinidad?
San Agustín In Ioannem tract., 23.
Es que el Padre no demuestra al Hijo haciendo, sino que demostrando hace por el Hijo. Mas el Hijo ve al Padre que le demuestra antes que haga cosa alguna; y por medio de la demostración del Padre, y por la presencia del Hijo, sucede todo lo que hace el Padre por medio del Hijo. Pero se dirá: yo manifiesto a mi hijo lo que quiero hacer, y él lo hace, pero yo lo hago por medio de él. Pero aún incurres en gran desemejanza, porque antes que hagas alguna cosa, das a conocer a tu hijo lo que quieres hacer para que, dándoselo a conocer antes que lo haga, haga lo que le has demostrado, pero por tu mediación. Pero las palabras que tú has de decir a tu hijo, no son lo mismo que tú, ni son lo mismo que él. Y en este concepto ¿creemos que Dios Padre habla a su Hijo por medio de palabra de otro? Y siendo el Hijo la palabra del Padre, ¿había de hablar con palabras a la Palabra? ¿Acaso porque el Hijo es la gran Palabra habían de mediar palabras de menor importancia entre el Padre y el Hijo? ¿Por ventura podría decirse que algún otro sonido, como alguna otra criatura temporal, habría de salir de la boca del Padre y habría de herir el oído del Hijo? Prescindamos de todo lo corporal y comprendamos que todo es simplicidad, si obras sin doblez. Y poco después, si no puedes comprender lo que es Dios, comprende lo que no es Dios. Mucho aprovecharás, si no juzgas respecto de Dios otra cosa distinta de lo que El es. Y además considera en tu mente lo que yo quiero decir, respecto de lo que veo en ella: la memoria y el pensamiento. La memoria propone a tu pensamiento la ciudad de Cartago, y lo que estaba en la memoria antes que dirigieses tu mente a ella, se lo muestra a la atención de tu pensamiento cuando se vuelve hacia ella. Entonces la memoria hace una demostración y se produce una visión en el pensamiento, sin que medien palabras ni se reciba ninguna sensación corporal. Y sin embargo, todo lo que tenemos en la memoria lo hemos recibido de fuera. El Padre no ha recibido de fuera lo que da a conocer al Hijo. Todo lo hace dentro de Sí mismo, y no habría ninguna de las criaturas fuera de El si el Padre no hubiese hecho esto por el Hijo. Mas el Padre hace todo esto dando a conocer que lo hace por medio del Hijo que lo ve. Así, pues, demostrando el Padre, engendra la visión del Hijo del mismo modo que el Padre engendra al Hijo. Pues la demostración engendra la visión y la visión no engendra la demostración. Si pudiéramos conocer más perfectamente, acaso encontraríamos que no es diferente el Padre de su misma demostración, ni otra cosa el Hijo que el acto de verle.
San Hilario De Trin., 1,
7
Por tanto, no debemos afirmar que el Unigénito Dios necesita la doctrina de la demostración, porque la demostración de sus obras no nos proporciona otra cosa que la fe en su generación, para que creamos al Hijo que subsiste por el Padre, que también subsiste.
San Agustín,
ut supra
Ver al Padre es para Aquél el ser Hijo. Por tanto, así el Padre demuestra al Hijo todo lo que hace para que el Hijo vea todas las cosas, como procediendo del Padre. Pues viendo ha sido generado y por El es aquel ver del que es aquel ser, tanto el ser generado como el permanecer.
San Hilario,
ut supra
Y no dijo esto sin cuidado, no fuera que la representación de una naturaleza diferente produjera alguna ambigüedad con motivo de lo que había dicho. Dice que las obras del Padre le han sido mostradas al Hijo, pero no que se le haya dado el poder de la naturaleza divina con el fin de que las pudiera hacer; así se enseña que la demostración de las obras pertenece a la esencia misma del que es engendrado, pues a El es innato, por el amor del Padre, el conocimiento de las obras que Este quiere que se realicen por medio del Hijo.
San Agustín,
ut supra
Pero he aquí que Aquél que hemos llamado coeterno con el Padre, que ve al Padre y que existe viéndole, vuelve a nombrarnos los tiempos. Porque sigue: "Y mayores obras que éstas le mostrará". Por tanto, si las mostrará -esto es, si se las ha de mostrar-, es que aún no se las ha mostrado, y se las mostrará al Hijo entonces, cuando las muestre a los demás. Sigue, pues: "De manera que os maravilléis vosotros". Y es difícil ver esto: de qué modo el Padre, siendo eterno, muestre al Hijo coeterno, en algunas ocasiones y de un modo temporal, para que conozca todas las cosas que hay en el Padre. Y que estas cosas sean de la mayor importancia, se comprende fácilmente por lo que añade: "Porque así como el Padre resucita a los muertos", etc. Es de mayor importancia resucitar muertos que curar enfermos. Pero el que poco antes hablaba como Dios, empezó a hablar como hombre. Porque demostró como cosa propia de un hombre que vive en el tiempo que hay obras de mayor importancia, como es la resurrección de los cuerpos. Porque los cuerpos resucitarán por gracia temporal de la humanidad del Hijo de Dios, pero las almas se levantarán en virtud de la esencia eterna de Dios. El alma es hecha feliz por participación de Dios. El alma enferma no es hecha feliz por participación de un alma santa, y tampoco una alma santa por participación de un ángel. Porque del mismo modo que el alma -que es inferior a Dios- da vida a todo lo que a ella es inferior -esto es, el cuerpo-, así no vivifica y hace feliz al alma sino aquello que es superior a ella misma -esto es, Dios-. Por esto se ha dicho antes que "el Padre ama al Hijo y le muestra todas las cosas que El hace". En efecto, el Padre da a conocer al Hijo que las almas serán resucitadas, pues son resucitadas por el Padre y el Hijo, y no pueden vivir si Dios no es su vida. Y esto nos lo ha de demostrar el Padre y no el Hijo. Y por esto añade: "De manera que os maravilléis". En lo que dio a conocer lo que quiso decir: "Y mayores obras que éstas le mostrará". ¿Y por qué no dijo,
os demostrará, sino al Hijo? Porque nosotros somos miembros del Hijo, y El conoce en cierto sentido por medio de sus miembros, como también padece en nosotros. Y así como dijo: "Que lo que disteis a uno de estos mis pequeñuelos, lo disteis a mí" (
Mt 25,40), así, cuando fuese preguntado por nosotros: ¿Cuándo enseñarás, puesto que tú enseñas todas las cosas? responderá: cuando aprende uno de estos mis pequeñuelos, yo aprendo.