"Yo en verdad os bautizo aquí en agua para que hagáis penitencia, pero El que ha de venir después de mí, es más fuerte que yo: cuyo calzado yo no soy digno de desatar. El os bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Ya tiene el bieldo (aventador) en su mano, y limpiará muy bien su era, y reunirá el trigo en su granero; pero quemará las pajas en el fuego inextinguible". (vv. 11-12)
La glosa
Ya San Juan había explicado en las palabras que anteceden lo que más adelante predicó de una manera sintética sobre hacer penitencia. Le faltaba, pues, explicar lo que ya había dicho de la aproximación del reino de los cielos. Por ello dice: "Yo os bautizo en agua, para que hagáis penitencia".
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 7,3
San Juan no bautiza en espíritu sino en agua, porque no podía perdonar los pecados. Lava los cuerpos por el agua, pero no lava las almas con el perdón.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 10,1
Como no había sido ofrecida aún la hostia, ni se había perdonado el pecado, ni el Espíritu Santo había bajado sobre el agua, ¿cuál debería ser el perdón de los pecados? Pero como los judíos no conocían sus propios pecados y esto era para ellos la causa de todos sus males, vino San Juan invitándolos al conocimiento de sus propios pecados, y recordándoles la necesidad de hacer penitencia.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 7,3
¿Por qué bautiza quien no puede perdonar pecados? Para que, observando la misión del cargo de precursor, preparase los caminos a Aquel a quien, como había sido su precursor en el nacimiento, lo prefigurase también bautizando también al que después debía bautizar.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 3
Fue enviado San Juan a bautizar para que predicase la presencia corporal del Hijo de Dios a los que viniesen a bautizarse, como él mismo dice en aquellas palabras: "Para que se sepa en Israel, que yo he venido a bautizar en agua" ( Jn 1,31).
San Agustín, in Ioannem, 5,5
Bautizaba, porque convenía que Jesucristo fuese bautizado. Pero, ¿por qué no fue bautizado sólo Jesucristo por el Bautista, ya que éste había sido enviado para esto? Porque si sólo Jesucristo hubiese sido bautizado por San Juan, no faltarían quienes creyesen que el bautismo de San Juan era más meritorio que el de Jesucristo, ya que sólo Jesucristo era digno de ser bautizado por él.
Rábano
Bautiza, por lo tanto, para que, distinguiendo a los verdaderos penitentes de los que no lo son, con esta señal pudiesen los primeros hacerse dignos del bautizo de Jesucristo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 3
Porque por lo mismo que bautizaba por Cristo, predicaba que habría de manifestarse a los que venían, y anuncia su poder supremo diciéndoles: "El que ha de venir después de mí, es más fuerte que yo".
Remigio
Debe saberse que Cristo ha venido después de San Juan de cinco modos: naciendo, predicando, bautizando, muriendo y bajando a los infiernos. Y con mucha razón se dice que Cristo es más fuerte que el Bautista, porque éste es un simple hombre, mientras que Cristo es Dios y hombre.
Rábano
Como si San Juan dijese: "Yo soy fuerte para invitaros a la penitencia; pero Aquél lo es perdonando los pecados; yo predicando el reino de los cielos, Aquél dándolo; yo bautizando en agua, Aquél en espíritu".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 11,4
Cuando oigas que es más fuerte que yo, no juzgues que digo esto por comparación, porque no soy digno ni siquiera de contarme entre sus servidores para tomar la menor parte, aunque fuese la más vil de su ministerio. Por ello añade: "Cuyo calzado yo no soy digno de llevar".
San Hilario, in Matthaeum, 2
Dejando a sus apóstoles también la gloria de extender la predicación, puesto que sus pies dichosos habían de anunciar por doquier la paz y la adoración que se debía a Dios.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 3
Por los pies de Cristo debe entenderse a los cristianos, principalmente a los apóstoles y a los demás predicadores, entre los que se encuentra San Juan Bautista. Los calzados son las enfermedades con las cuales, dice, están cubiertos los predicadores. Estos calzados de Cristo son los que llevan los predicadores, y San Juan los llevaba también. Pero dice que no es digno de llevarlos, para manifestar mejor la gracia de Jesucristo que sus méritos.
San Jerónimo
En otro Evangelio se dice: "La correa de cuyo calzado no soy digno de soltar" ( Jn 1,27). Aquí se demuestra su humildad, allí su misión. Porque siendo Jesucristo el Esposo y no mereciendo Juan desatar la correa del Esposo, su casa no puede llamarse casa de descalzado, según la ley de Moisés ( Dt 25) y el ejemplo de Rut ( Rut 4).
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 3
Porque ninguno puede dar un beneficio más digno que lo que él mismo es, ni hacer una cosa que no sea él mismo, añade con mucha oportunidad: "El os bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego". San Juan, siendo corpóreo, no podía dar un bautismo espiritual y por ello bautiza en agua que es materia. Cristo es espíritu porque es Dios. El Espíritu Santo también es espíritu, el alma también es espíritu y por eso el Espíritu bautiza con Espíritu. El bautismo espiritual aprovecha, porque entrando el espíritu abraza el alma y la rodea como de un muro inexpugnable y no permite que las concupiscencias de la carne puedan vencerla. Sin duda, no hace que la carne no se levante contra el espíritu, pero retiene al espíritu para que no consienta en la tentación. Por lo mismo que Jesucristo es juez bautiza en fuego, esto es, en las tentaciones. En cambio un simple hombre no puede bautizar en fuego, pues tiene potestad para tentar aquel que puede remunerar. Este bautismo de la tribulación (esto es, del fuego), quema la carne para que no engendre las concupiscencias, pues la carne no teme las penas espirituales, sino las carnales. Por ello, el Señor manda sobre sus hijos tribulaciones carnales, para que temiendo sus propias angustias la carne no se complazca en hacer lo malo. Ya vemos que el espíritu rechaza las concupiscencias y no permite que prevalezcan. Por ello el fuego quema hasta sus raíces.
San Jerónimo
En espíritu y en fuego, porque el Espíritu Santo es fuego, que descendiendo se posa sobre cada uno de los apóstoles en forma de fuego. Así se cumple la palabra del Señor que dice: "He venido a prender fuego a la tierra" ( Lc 12), porque al presente somos bautizados en espíritu y en adelante lo seremos en el fuego, según aquellas palabras del Apóstol: El fuego probará la calidad de obras de cada uno ( 1Cor 3).
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 11,4
No dice, pues, "os dará el Espíritu Santo", sino "os bautizará en el Espíritu Santo". La misma argumentación metafórica de que se vale hace resaltar la abundancia de la efusión de la gracia. 1Por esto se demuestra también que sólo basta la voluntad, aun en la fe, para justificarse, y que no son necesarios los trabajos y los sudores; y así como es fácil ser bautizados, así por su medio, es fácil mudarse y hacerse mejores. En el fuego demuestra la vehemencia de la gracia, que no puede contrariarse, y para que se conozca que a semejanza de los antiguos y grandes profetas, puede transformar a los suyos. Por ello, pues, hace mención del fuego, porque muchas de las visiones de los profetas se verificaron por medio del fuego.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 3
Se desprende que el bautismo de Jesucristo no anula el bautismo de San Juan. Antes al contrario, lo confirma. Quien es bautizado en nombre de Jesucristo recibe ambos bautismos: el de agua y el de espíritu, porque Cristo era espíritu y tomó cuerpo para poder dar el bautismo corporal y el espiritual. El bautismo de San Juan, pues, no incluye en sí el bautismo de Cristo, porque lo menor no puede incluir lo mayor. Por lo tanto, el apóstol, habiendo encontrado algunos de Efeso bautizados con el bautismo de San Juan, los bautizó otra vez en nombre de Jesucristo, porque no estaban bautizados en espíritu. Por la misma razón, Jesucristo bautizó también a los que ya lo habían sido por San Juan, como asegura él mismo diciendo: "Yo os bautizo en agua, pero El os bautiza en espíritu". No se crea por esto que quien así se bautiza lo hace dos veces, sino una. Porque como el bautismo de Cristo es más excelente que el de San Juan, se daba un bautismo nuevo y no un bautismo reiterado, porque el antiguo terminaba en Cristo.
San Hilario, in Matthaeum, 2
Designa en el Señor el tiempo de nuestra salvación y de nuestro juicio, diciendo: "Os bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego", porque a los bautizados en el Espíritu Santo les falta ser consumidos por el fuego del juicio. De donde se desprende la expresión: "cuyo aventador tiene en su mano".
Rábano
Por el aventador, esto es la pala, se designa la discreción del justo examen que hace Dios teniendo la pala en su mano, esto es, la potestad, porque el Padre ha concedido al Hijo el supremo juicio de los hombres.
Sigue el evangelista: "Y limpiará su era".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 3
Su era es la Iglesia, su granero el reino de los cielos, el campo es este mundo. Enviando, pues, el Señor a los apóstoles y a los demás maestros como segadores, cortó toda clase de gente del mundo y los reunió en su era, es decir, en su Iglesia. Aquí debemos ser trillados y cernidos. Todos los hombres se complacen en las cosas de la carne, como los granos en la aventadora. Pero el que es fiel y tiene sustancia de buen corazón, en cuanto lo agita la tribulación aunque sea de una manera leve, corre hacia el Señor despreciando las cosas de la tierra. Pero si tiene poca fe, apenas se dirige a Dios aunque la tribulación sea demasiado grande. Y el que es absolutamente infiel y está cerrado a la gracia, nunca se dirige al Señor por mucho que sea atribulado. El trigo, después de trillado, permanece confundido con las pajas en un mismo lugar, pero luego se avienta para que se separe de ellas. Así sucede en la Iglesia: los fieles permanecen junto con los infieles. Se mueve la persecución como si fuese un viento para que, agitados por la aventadora de Cristo, sean separados de lugar, los que ya se han separado por sus acciones. Y observa que no dijo "limpiará su era", sino que "la barrerá muy bien". Es preciso que la Iglesia sea tratada de muchos modos hasta que quede completamente limpia. Primero la aventaron los judíos, después los gentiles, más adelante los herejes, y por último, la aventará el Anticristo. Así como cuando el viento es poco no se limpia bien toda la cantidad de trigo, sino que las pajas pequeñas salen al viento con la aventadora, pero las grandes y duras vuelven a caer mezcladas con el trigo, así sucede ahora, cuando sopla de una manera suave la tentación, los hombres malos vuelven a sus culpas. Pero si se levanta una tempestad mayor, hasta los que parecen más resistentes salen también empujados por ella. Así es que se hace preciso que la tentación sea fuerte para que la Iglesia se limpie por completo.
Remigio
Dios limpia esta era, es decir su Iglesia, aun en esta vida, ya sea cuando los malos son sacados de la Iglesia por juicio de los sacerdotes, ya sea cuando son sacados de la vida por medio de la muerte.
Rábano
La limpieza absoluta y general de la Iglesia no tendrá lugar hasta el último día, cuando el Hijo del hombre mande a sus ángeles y quite de su reino todos los escándalos.
San Gregorio Magno, Moralia, 34,5
Porque después de la trilla de la vida presente, en que el trigo está escondido bajo la paja, la última avienta del juicio final separará perfectamente el trigo de la paja de tal modo, que ni las pajas puedan volver a mezclarse en el granero con el trigo, ni el trigo pueda jamás ser quemado en el fuego en que ardan las pajas. Y esto es lo que se sigue: "Y reunirá el trigo en su granero, pero quemará las pajas en un fuego inextinguible".
San Hilario, in Matthaeum, 2
Dice el Señor que esconderá el trigo, es decir los frutos perfectos de los que creen en sus graneros celestiales. Y que las pajas, esto es, la inercia de los hombres que no dan fruto, habrá de quemarlas en el fuego de su juicio.
Rábano
Pero existe diferencia entre las pajas y la cizaña. Las pajas proceden de la simiente del trigo, pero la cizaña procede de simiente diferente. Las pajas son aquéllos que, alimentados por los sacramentos, no permanecen fuertes. La cizaña son aquéllos que, por sus obras y por su profesión, se separan de la comunión con los buenos.
Remigio
Se llama fuego inextinguible a la pena de eterna condenación, ya sea porque nunca dejará de atormentar a los que una vez recibió, sin que estos puedan desaparecer, ya por diferencia con el fuego del purgatorio, que se enciende y se apaga por un tiempo determinado.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,12
Si se busca qué palabras fueron las que dijo el Bautista, si las que refiere San Mateo, o las que refiere San Lucas, o las que San Marcos, no creo que aquí deba esforzarse el ánimo, cuando se entiende prudentemente que estas sentencias son necesarias para conocer la verdad, cualquiera que sea el concepto bajo el que sean explicadas. Y esto se demuestra cuando no creemos que alguien miente, si recordando varios una cosa que han visto u oído, no la refieren del mismo modo ni con las mismas palabras con que fue indicada. Cualquiera que dice que se concedió a los evangelistas, por la virtud del Espíritu Santo, el que no se diferenciasen en el estilo, en el orden, ni en el Números, no entiende que tanto más se eleva la autoridad de los evangelistas cuando lo que ellos afirman con verdadera seguridad está puesto según el hablar de los hombres. Cuando uno dice: "cuyo calzado no soy digno de desatar", y otro: "desatar la correa de su calzado", se ve desde luego que sólo en las palabras se nota la diferencia. Con razón habría de saberse cuál de estas dos cosas dijo San Juan. Debe considerarse como verdadero lo que narra aquel que puede decir lo que el otro dijo. Sin embargo, aunque haya dicho lo mismo pero en otra forma, no puede afirmarse que haya mentido, porque puede juzgarse que dejando de tener en la memoria las palabras, dijo lo mismo pero en otra forma. Toda falsedad debe considerarse ausente de los evangelistas, no sólo en lo referente a aquel tipo de falsedad que viene a decir algo positivamente falso, sino también en lo referente a aquellas cosas que son fruto del olvido. Por lo tanto, aunque pueda haber diversidad de pareceres, en cuanto a la inteligencia de sus narraciones, debe sin embargo juzgarse rectamente de cada uno. Otro modo de considerar esto, es que San Juan dijo una y otra cosa, ya sea que lo dijera en distinto tiempo, ya fuese que repetía un concepto semejante. El Bautista, cuando habla del calzado del Señor en este texto, nada se proponía que no fuese ensalzar la excelencia de Dios y manifestar su propia humildad. Sea lo que fuere que se dijo, se expresa el mismo pensamiento, ya que se empieza con la misma significación de su humildad, aunque exponiendo en forma diferente el mismo sentido y por ende, no se difiere en la intención.
Es, pues, una regla útil y que debe retenerse en la memoria, que no hay mentira cuando uno explica la intención de aquél de quien habla, aunque use alguna palabra que el otro no dijo, siempre que exprese el mismo sentido de las palabras pronunciadas. Por lo cual decimos que la interpretación sana no debe buscar sino la intención del que habla.
Notas
1. La frase que sigue no se encuentra en el texto original del Crisóstomo.