Y después de la transmigración de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel. Y Salatiel engendró a Zorobabel. Y Zorobabel engendró a Abiud. Y Abiud engendró a Eliakim. Y Eliakim engendró a Azor. Y Azor engendró a Sadoq. Y Sadoq engendró a Aquim. Y Aquim engendró a Eliud. Y Eliud engendró a Eleazar. Y Eleazar engendró a Matán. Y Matán engendró a Jacob. (vv. 12-15)
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Después del destierro pone el evangelista entre los particulares primeramente a Jeconías.
San Ambrosio,
in Lucam, 3
Del que dice Jeremías: "Escribe que este hombre será estéril, pues no habrá de su linaje varón que se siente sobre el solio de David" (
Jer 22,30). Pero si Cristo ha reinado y Cristo es de la raza de Jeconías, ¿cómo dice el profeta que no reinará varón alguno de la descendencia de Jeconías? ¿Entonces ha mentido el profeta? No, por cierto. El profeta no niega la descendencia de Jeconías, y por tanto Cristo es de su posteridad. Pero el haber reinado Cristo no contradice al profeta, porque Cristo no reinó como los reyes del siglo, puesto que él mismo dijo: "Mi reino no es de este mundo" (
Jn 18,36).
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Respecto a Salatiel, no hemos leído nada ni bueno ni malo, sin embargo suponemos que fue un hombre santo, y en el destierro suponemos que constantemente suplicó a Dios en favor del afligido Israel, y que por lo tanto fue llamado Salatiel, que significa
la súplica de Dios. "Y Salatiel engendró a Zorobabel", que se traduce por
corriente pospuesta, o
de la confusión, o aquí,
el maestro de Babilonia. He leído, pero no sé si sea cierto, que tanto el linaje sacerdotal como el real estaban unidos en Zorobabel; y que fue por medio de él que los hijos de Israel regresaron a su propio país. Pues en una discusión entre tres personajes defendiendo su propia opinión, uno de los cuales era Zorobabel, prevaleció la de éste, a saber, que la Verdad era más fuerte que todas las cosas; y gracias a esto Darío permitió que los hijos de Israel regresen a su país. Y por ello, después de esta providencia divina, fue justamente llamado Zorobabel,
el maestro de Babilonia. Pues, ¿qué doctrina hay más grande que mostrar que la Verdad es la señora de todas las cosas?
La glosa
Pero esto parece contradecir a la genealogía que se lee en el libro de las Crónicas, según la cual Jeconías engendró a Salatiel y a Fadaia, y Fadaia a Zorobabel, y Zorobabel a Mesullam, Ananías y Salomit, hermana de éstos. Pero conocemos de muchas alteraciones en las Crónicas por error de los copistas. De ahí las muchas e interminables cuestiones que ocurren sobre genealogías y que el apóstol nos manda evitar. También puede decirse que Salatiel y Fadaia son una misma persona con dos nombres, o que eran hermanos y tuvieron hijos de un mismo nombre, y que el historiador siguió la genealogía de Zorobabel, hijo de Fadaia, y no la de Zorobabel, hijo de Salatiel. Desde Abiud hasta José no encontramos genealogía en las Crónicas, pero sí leemos haber otros muchos anales entre los hebreos que se llamaban
Palabras de los días y que Herodes, rey idumeo, mandó quemar para que la genealogía de los reyes se confundiese. Tal vez José había leído allí los nombres de sus padres, o los había retenido de cualquier modo en la memoria por lo que el evangelista podía saber la serie de esta generación. Como quiera que sea, es de notar que el primer Jeconías se traduce como
resurrección
del
Señor, y el segundo como
preparación
del
Señor. Ambos caracteres convienen a Cristo, que dice: "Yo soy la resurrección y la vida" (
Jn 11,25), y también: "Voy a prepararos el lugar" (
Jn 14,2). Le conviene asimismo el de Salatiel,
Dios
mi
perfección: "Padre Santo, guarda a aquellos que me diste" (
Jn 17,11).
Remigio
Es también Zorobabel,
maestro
de
confusión: "Vuestro maestro come con los publicanos y pecadores" (
Mt 9,11). Es Abiud,
ese
mi
padre: "Yo y el Padre somos una misma cosa" (
Jn 10,30). Es Eliakim,
Dios
que
resucita: "Le resucitaré en el último día" (
Jn 6,40). Es Azor,
el
ayudado: "El que me envió conmigo está" (
Jn 8,29). Es Sadoq,
el
justo
o justificado: "Fue entregado el justo por los injustos" (
1Pe 3,18). Es Aquim,
ése mi hermano: "El que hiciese la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano" (
Mt 12,50). Es Eliud,
ése mi Dios: "Señor mío y Dios mío" (
Jn 20,28).
La glosa
Es Eleazar,
Dios mío ayudador: "Mi Dios, mi ayudador" (
Sal 17,3). Es Matán,
el que enriquece o el enriquecido: "Dio dones a los hombres" (
Ef 4,8) y también: "De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito" (
Jn 3,16).
Remigio
Es Jacob,
el suplantador, porque no sólo ha engañado El mismo al diablo, sino que ha dado a sus hijos la habilidad de éste: "Veis que os ha dado el poder de pisar sobre serpientes" (
Lc 10,19). Es José,
el que añade, el que aumenta: "He venido para que tengan vida, y para que la tengan en más abundancia" (
Jn 10,10).
Rábano
Pero veamos la significación en sentido moral de estos ascendientes del Señor. Después de Jeconías,
preparación del Señor, sigue Salatiel,
Dios mi petición, porque el que está preparado no busca sino solo a Dios. Pero entre tanto se hace Zorobabel, es decir
maestro de Babilonia, de los hombres terrenales, a los que hace conocer que
nuestro padre es Dios -es lo que significa Abiud-, y entonces aquel pueblo se levantará de los vicios, por lo que sigue Eliakim,
resurrección. Así se eleva a la buena operación con la ayuda de la gracia, siendo Azor,
el ayudado. Se hace después Sadoq,
el justo, y entonces resulta fiel por el
amor del prójimo, según la significación de Aquim,
ése mi hermano, o por el amor de Dios, que se traduce por Eliud,
Dios mío. Luego viene Eleazar,
Dios mi ayudador, porque reconoce que Dios lo es de él. El fin a que tiende lo manifiesta bien Matán,
don o donante, pues espera a Dios como remunerador. Y así como luchó al principio con sus pasiones y las subyugó, así luchará también al fin de su vida y se hará
Jacob, y así llegar a
José, es decir
al cúmulo de las virtudes.