Y Josafat engendró a Joram. Y Joram engendró a Ozías. Y Ozías engendró a Joatam. Y Joatam engendró a Acaz. Y Acaz engendró a Ezequías. Y Ezequías engendró a Manasés. Y Manasés engendró a Amón. Y Amón engendró a Josías. Y Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos en la transmigración de Babilonia. (vv. 8-11)
San Jerónimo
En el segundo libro de los Reyes se lee que Joram engendró a Ocozías. Muerto éste, Yehosebá, hija del rey Joram, hermana de Ocozías, tomó a Joás, hijo de su hermano, y lo libró de la matanza de Atalía. A Joás lo sucedió en el reino su hijo Amasías, después del cual reinó el hijo de éste, Azarías, que es el llamado Ozías, a quien sucedió su hijo Joatam. De esto se ve, según la verdad histórica, que el evangelista pasó por alto tres reyes intermedios, puesto que Joram no engendró a Ozías, sino a Ocozías y a los demás arriba enumerados. Pero como el propósito del evangelista era poner en distintos períodos las tres series de catorce cada una, y Joram se había enlazado con la familia de la impía Jezabel, su memoria desaparece hasta la tercera generación, o sea hasta Ozías, como indigno de figurar en la santa genealogía.
San Hilario, in Matthaeum, 1
Pero una vez lavada la mancha de haberse mezclado con familia gentil, vuelve a aparecer en la cuarta generación la estirpe de los reyes.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
La insinuación del Espíritu Santo por el profeta de exterminar a todo varón de la familia de Ajab y de Jezabel fue ejecutada por Jehú, hijo de Jananí, a quien fue prometido que sus hijos se sentarían en el solio del reino de Israel hasta la cuarta generación. Y así, cuanta bendición recayó sobre Jehú por haber vengado al Señor en la familia de Ajab, tamaña maldición descendió sobre la casa de Joram por causa de la hija del impío Ajab y Jezabel, siendo omitidos en la serie de los reyes todos sus hijos hasta la cuarta generación. Y el pecado de éste pasó a sus hijos según estaba escrito: "Vengaré los pecados de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación" ( Ex 20,5). Ved, pues, cuán peligroso es el matrimonio con raza de impíos.
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 85
No sin razón fueron eliminados de entre los demás reyes Ocozías, Joás y Amasías, ya que su impiedad continuó sin intermisión. Si Salomón fue dejado en paz en su reino por méritos de su padre y Roboam por causa de su hijo, aquellos tres, obrando inicuamente, fueron borrados de la serie de los reyes, pues la mejor prueba de la perdición de una raza es que la malignidad se manifieste con carácter permanente.
"Y Ozías engendró a Joatam, y Joatam engendró a Acaz, y Acaz engendró a Ezequías".
La glosa
Al cual, encontrándose sin hijos, se le dijo: "Dispón de tu casa, porque morirás" ( Is 38). Y lloró no porque deseara mayor longevidad, pues sabía que Salomón agradó al Señor por no haber pedido más años de vida, sino porque temía que la promesa de Dios no se cumpliera pues era del linaje de David, por el que había de venir el Cristo, y se encontraba sin hijos.
"Y Ezequías engendró a Manasés y Manasés engendró a Amón y Amón engendró a Josías y Josías engendró a Jeconías y sus hermanos en el destierro de Babilonia".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Esta serie de reyes no se halla así consignada en el libro de los Reyes, sino en este orden: Josías engendró a Eliakim (llamado después Joaquín), y Joaquín engendró a Jeconías. Pero Joaquín fue borrado del número de los reyes por no haber sido elegido por el pueblo de Dios, sino impuesto por el faraón. Y si fue justo que se borrasen de la genealogía tres reyes por haberse mezclado con la familia de Ajab, ¿no es asimismo justa la eliminación de Joaquín, a quien el Faraón había impuesto al pueblo por la violencia? Y así Jeconías (hijo de Joaquín y nieto de Josías) sustituyó a su padre en el número de los reyes como hijo de Josías.
San Jerónimo
O de otra manera, debe saberse que el primer Jeconías es el mismo que Joaquín y el segundo es el hijo, no el padre, y que el nombre del primero se escribe con k y m y el segundo con ch y n, escritura que por un error de los copistas y por la distancia de los tiempos confundieron después los escritores griegos y latinos.
San Ambrosio, in Lucam, 2
Los libros de los Reyes indican dos llamados Joaquín, pues en el segundo libro de los Reyes se lee: "Durmió Joaquín con sus padres y reinó por él Joaquín su hijo" ( 2Re 24,6). Y el Joaquín hijo es al que dio Jeremías el nombre de Jeconías. Con razón no quiso San Mateo discrepar del profeta y nombrar en un mismo tiempo a Joaquín y Jeconías, porque así nos demostró mayor fruto para nosotros de la bondad del Señor, que no buscó en los hombres la nobleza de origen, sino que quiso nacer de cautivos del pecado, como convenía al que venía a predicar la redención de los cautivos. No ha suprimido, pues, el evangelista uno de los dos reyes, sino que ha citado a ambos por el nombre de Jeconías que les era común.
Remigio
Pero, ¿por qué el evangelista dice que éstos han nacido en el destierro, habiendo nacido antes de verificarse éste? Porque nacieron para ser llevados cautivos de entre todos los de su pueblo por sus propios pecados y los de los otros, y como Dios tenía la presciencia de tal cautividad, el evangelista dice que nacieron en el destierro. Es de notar que los que el santo evangelista pone juntos en la genealogía del Señor se asemejaron por su estimación o por su infamia. Así, Judas y sus hermanos fueron laudables por su estimación. Fares y Zara, Jeconías y sus hermanos, por el contrario, se hicieron notables por su infamia.
La Glosa
En sentido místico, David es Cristo que ha vencido a Goliat, el diablo. Urías, que se traduce como mi luz es Dios, es el diablo que dice: "Semejante seré al Altísimo" ( Is 14,14) con quien unida la Iglesia, Cristo empezó a amarla desde el alto solio de la majestad de su Padre y después de embellecerla se desposó con ella. O también Urías es el pueblo judío que se gloriaba de poseer la luz por la ley, pero Cristo le quitó esa ley enseñando más bien que hablaba de sí mismo. Betsabé es el pozo de la hartura, es decir la abundancia de la gracia espiritual.
Remigio
O también Betsabé significa el séptimo pozo, o el pozo del juramento, en el que está prefigurada la fuente del bautismo, en el que se recibe el Espíritu Santo con sus siete dones y se abjura del diablo. Es también Cristo el Salomón pacífico, según el apóstol: "El es nuestra paz" ( Ef 2,14). Es Roboam, extensión del pueblo, según San Mateo: "Vendrán muchos del Oriente y del Occidente" ( Mt 8,11).
Rábano
O también pueblo impetuoso, porque ha convertido rápidamente los pueblos a la fe.
Remigio
Es también Abiá, el Padre Señor: "Uno es vuestro padre que está en los cielos" ( Mt 23,9). Y San Juan: "Vosotros me llamáis Maestro y Señor" ( Jn 13,13). Es también Asá, el que levanta, el que alza.: "El que quita el pecado del mundo" ( Jn 1,29). Es Josafat, el que juzga: "Todo el juicio ha dado al Hijo" ( Jn 5,22). Es Joram, e l excelso, el elevado: "Ninguno subió al cielo, sino el que descendió del cielo" ( Jn 3,13). Es Ozías, el robusto del Señor: "El Señor es mi fortaleza y mi alabanza" ( Sal 117,14). Es Joatam, el consumado, el perfecto según el Apóstol: "Cristo es el fin de la ley" ( Rom 10,4). Es Acaz, el que convierte: "Convertíos a mí" ( Zac 1,3).
Rábano
O el que comprende, "porque nadie conoce al Padre sino el Hijo" ( Mt 11,27).
Remigio
Es Ezequías, el Señor fuerte, el Señor ha confortado, según el texto de San Juan: "Tened confianza, que yo he vencido al mundo" ( Jn 16,33). Es Manasés, el olvidadizo: "No me acordaré más de vuestros pecados" ( Ez 18,22). Es Amón, el fiel: "Fiel es el Señor en todas sus palabras" ( Sal 144,17). Es Josías, donde está el incienso del Señor: "Puesto en agonía, oraba con mayor vehemencia" ( Lc 22,44).
Rábano
El incienso significa la oración, según testimonio del salmista: "Suba derecha mi oración como un perfume en tu presencia" ( Sal 140,2). O la salud del Señor, según Isaías: "Mi salud será para siempre" ( Is 51,8).
Remigio
Es Jeconías, el que prepara o preparación del Señor: "Y si me fuere, yo os aparejaré lugar" ( Jn 14,3).
La glosa
En sentido moral después de David sigue Salomón, que se traduce como el pacífico, pues alguien tiene verdadera paz desde el momento en que apacigua sus ilegítimas costumbres y se dispone a la tranquilidad eterna cuando sirve a Dios y convierte a otros a El. Sigue Roboam, es decir extensión del pueblo, porque después que el hombre no tiene en sí pasiones que vencer, debe extender su caridad a los otros y atraerlos consigo, como pueblo de Dios, a la contemplación de lo celestial. Sigue Abiá, el Padre Señor, porque con tales precedentes puede ya confesarse públicamente hijo de Dios, y entonces ser Asá, el que levanta, y de virtud en virtud subir hasta Dios, su Padre. Luego será Josafat, el que juzga, para juzgar a otros y que no lo juzgue nadie. Y así se hace Joram, el excelso, el elevado, como si habitase en la morada celestial, de donde resulta Ozías, el robusto del Señor, como atribuyendo a Dios toda su fuerza y perseverancia en su propósito. Viene luego Joatam, el perfecto, porque cada día adelanta más en la perfección; y de esta manera se hace Acaz, el que comprende, porque con sus buenas obras aumenta su conocimiento según el Salmo: "Anunciaron las obras de Dios y entendieron los hechos de El" ( Sal 63, 10). Sigue Ezequías, el Señor fuerte, porque él conoce todo su poder y así, convertido a su amor, se hace Manasés, el olvidadizo, dando al olvido todo lo temporal. De ahí resulta Amón, el fiel, porque el que desprecia lo temporal, a nadie defrauda en lo suyo. Por último se hace Josías, la salvación del Señor, porque la espera con toda seguridad.