El día siguiente vio Juan a Jesús venir a él, y dijo: "He aquí el Cordero de Dios; he aquí el que quita los pecados del mundo. Este es Aquél de quien yo dije: En pos de mí viene un varón, que fue engendrado antes de mí, porque primero era que yo. Y yo no le conocía; mas para que sea manifestado en Israel, por eso vine yo a bautizar en agua". (vv. 29-31)
Orígenes
Después del testimonio de San Juan ya se ve a Jesús viniendo hacia él, que no sólo ha perseverado hasta entonces, sino que refuerza aun más su testimonio, lo cual se designa por el día segundo. Por esto dice: "El día siguiente vio Juan a Jesús". Ya antes de ahora, cuando la Madre de Jesús estaba embarazada y al poco tiempo de haberle concebido, había pasado a visitar a la madre del Bautista, que a su vez le encerraba en su seno. Y tan luego la voz de María llegó a los oídos de Isabel, con sólo la salutación de María, salta Juan, encerrado en el vientre de su madre. Y Este es visto por San Juan, quien ha dado testimonio de El, viniendo y dirigiéndose hacia El. Primero sucede que uno es instruido por lo que oye a otro, y después confirma ocularmente lo que ha oído. Por cuanto María vino a visitar a Santa Isabel como a persona inferior, y el Hijo de Dios al Bautista, se nos enseña el auxilio que debemos a los menores y el ejercicio de la modestia. Mas no se dice aquí de dónde venía el Salvador cuando se dirigía a donde estaba el Bautista, sino que lo deducimos de las palabras de San Mateo, que dice: "Entonces vino Jesús desde Galilea al Jordán, a ser bautizado por Juan" ( Mt 2,13).
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 16
San Mateo habla propiamente de la venida del Salvador al bautismo, mas San Juan parece indicar que Jesús fue por segunda vez a ver al Bautista después del bautismo. Y esto lo prueba por lo que sigue: "Porque he visto al Espíritu Santo que bajaba", etc. Parece que los evangelistas se distribuyeron el tiempo de esta narración. Porque San Mateo, pasando en silencio lo que sucedió antes que el Bautista fuese aprehendido, pasa a ocuparse de lo que sucedió después; mas San Juan se detiene especialmente en los tiempos que precedieron a la prisión del Bautista. Por esto dice: "Al día siguiente, vio", etc. Por qué vino a ver al Bautista una segunda vez después del bautismo se conoce porque lo había bautizado entre muchos, para que no se creyese que el Salvador había venido como los demás, que acudían ora para confesar los pecados, ora para purificarse en el río por medio de la penitencia. Por esto sucedió que, dando ocasión a San Juan de destruir esta sospecha, San Juan se anticipó con estas palabras. Por esto sigue: "Y dice, he aquí el Cordero de Dios", etc. El que era tan puro que podría borrar los pecados de otros, manifiesta desde luego que no venía a confesar sus pecados sino a dar ocasión a San Juan para que hablase de El. Vino también por segunda vez para que aquellos que ya habían oído las cosas anteriores vean confirmado lo que se les había dicho y oigan otra vez cosas nuevas. Por esto dice: "He aquí el Cordero de Dios", manifestando que Este es Aquél que era esperado en otro tiempo y recordando la profecía de Isaías según la que, aquellas sombras que existían en la ley de Moisés, los condujeran más fácilmente de la figura a la realidad.
San Agustín, in Ioannem, tract. 4
Y si el Cordero de Dios es inocente, también San Juan es el cordero, ¿o acaso no es él inocente también? Pero todos proceden de aquella descendencia de quien dice el afligido David: "He sido concebido en el pecado" ( Sal 50,7). De modo que sólo es cordero Aquél que no viene al mundo de este modo. Y en realidad no había sido concebido en pecado, ni su madre había tenido pecado cuando le llevaba en su vientre, pues ella le había concebido siendo Virgen, y siendo Virgen le había parido. Porque le había concebido por medio de la fe, y por medio de la misma le había tenido en su seno.
Orígenes, in Ioannem, tom. 6
Se ofrecían en el templo cinco clases de animales (tres de la tierra: el becerro, la oveja y la cabra; dos del aire: la tórtola y la paloma; y de las ovejas eran llevadas tres: el carnero, la oveja y el cordero). Sólo hace mención del cordero, que es de la raza de las ovejas. En los holocaustos diarios se ofrecían un cordero por la mañana y otro por la tarde. ¿Qué otra oblación puede hacerse todos los días que sea digna del ser inteligente sino el Verbo florido y vigoroso, llamado por antonomasia el Cordero? Por lo tanto esto se considerará como la oblación de la mañana, en cuanto se refiere a la frecuencia con que el alma se detiene en las cosas divinas, dada la condición de nuestra alma, que no puede estar siempre en los conceptos altísimos por estar unida con el cuerpo, que es terreno y pesado. De esta palabra, según la cual llamamos a Jesucristo Cordero, podemos deducir lo demás y por qué razón nos inclinamos a las cosas temporales, a la manera que nos tendemos a la llegada de la tarde. Y el que ofreció este cordero para sacrificarle fue el mismo Dios escondido en el hombre, gran sacerdote, que dijo: "Ninguno separará mi alma de mí, porque soy yo quien la depongo" ( Jn 10,18). Por esto dice: "Cordero de Dios", porque El, tomando sobre sí nuestras aflicciones y quitando los pecados de todo el mundo, recibió la muerte como bautismo. Y no pasa sin corrección para Dios nada de lo que hacemos contrario a su Ley, la cual ha de cumplirse aun a costa de las mayores dificultades.
Teofilacto
Se llama Jesucristo Cordero de Dios porque Dios Padre aceptó la muerte de Jesucristo por nuestra salvación. O lo que es lo mismo, en cuanto lo entregó a la muerte por nosotros. Y así como acostumbramos a decir esta ofrenda es de tal hombre, esto es, la que tal hombre ofreció, así Jesucristo se llama Cordero de Dios, quien le había entregado a la muerte por nuestra salvación. Mas aquel cordero que había servido antes de figura, no tenía mancha alguna; pero éste llevó sobre sí las manchas o los pecados de todos los hombres, porque sacó al mundo del peligro en que estaba de sucumbir bajo el castigo de Dios 1. Por esto añade: "He aquí el que quita el pecado del mundo". No dijo: el que quitará, sino el que quita el pecado del mundo, como si siempre hubiese estado haciendo lo mismo. No quitó el pecado únicamente cuando padeció, sino desde entonces hasta nuestros días. No es sacrificado constantemente (porque sólo se ha ofrecido una vez por nuestros pecados) mas siempre los está quitando por medio de su oblación.
San Gregorio, Moralium, 8, 32
Se quita el pecado al género humano en absoluto, cuando se cambia nuestra corrupción por la gloria de la incorrupción. Y no podemos estar libres de culpa hasta que nos libremos del cuerpo por medio de la muerte.
Teofilacto
¿Y por qué no dijo: los pecados del mundo, sino el pecado? Dijo únicamente pecado, refiriéndose al pecado en sentido universal, como decimos que el hombre fue arrojado del Paraíso, para que se entienda todo el género humano.
Beda
Se llama pecado del mundo al pecado original, que es el pecado común a todos los hombres, cuyo pecado, como todos los demás que a éste pueden añadirse, los quita Jesucristo por medio de su gracia.
San Agustín, ut sup
Y el que no tomó el pecado cuando tomó nuestra naturaleza es el mismo que quita nuestro pecado. Ya sabemos que dicen algunos: nosotros quitamos los pecados a los hombres porque somos santos. Mas si no fuere santo el que bautiza, ¿cómo quita el pecado de otro, siendo él un hombre lleno de pecado? Contra estas cuestiones leamos ahora: "He aquí el que quita el pecado del mundo", para que no crean los hombres que son ellos quienes quitan el pecado a otros hombres.
Orígenes
Así como los sacrificios legales se referían como por lazo de parentesco al ofrecimiento del Cordero, así también ahora al sacrificio de este Cordero se añaden otras oblaciones, como son, a mi modo de entender, los derramamientos de sangre de los mártires, con cuya paciencia, confesión y prontitud se embotan las maquinaciones de los malos, inclinándolos al bien.
Teofilacto
Y como San Juan había dicho ya a los que le habían enviado: "Mas en medio de vosotros estuvo a quien vosotros no conocéis", ahora se lo enseña a los que no lo conocieron, diciendo: "Este es aquél de quien yo dije: en pos de mí viene un hombre", etc. Se llama hombre por el desarrollo de su cuerpo, porque fue bautizado a los treinta años, y porque es un hombre con alma espiritual y el esposo de la Iglesia. Por cuya razón decía San Pablo: "Pues os he desposado con Cristo, para presentaros como virgen pura al único esposo" ( 2Cor 2,2).
San Agustín, in Ioannem, tract. 4
Vino después de mí, porque ha nacido después que yo. Y ha sido hecho antes que yo porque es anterior a mí.
San Gregorio, in Evang. hom. 7
Y manifiesta las causas de esta precedencia cuando añade: "Porque primero era que yo". Como si dijese claramente: aunque yo he nacido antes que El, a El no lo limita el tiempo de su nacimiento; porque aun cuando nace de su madre en el tiempo, fue engendrado por el Padre sin tiempo.
Teofilacto
¡Oh Arrio! escucha: No dijo que fue creado antes que yo, sino que era antes que yo. Oiga también esto la secta de Pablo de Samosata 2, que enseña que no nació de la Virgen, porque aunque de ella tomó el modo de existir, ¿cómo existió antes del precursor? Pues es bien sabido que el precursor tenía seis meses más que el Salvador en cuanto a la humana generación.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 16
Y para que no parezca que da testimonio de El por el parentesco, porque era pariente suyo según la carne, dice: "Yo no lo conocía". Y según la razón natural sucedió así, porque San Juan había estado siempre en el desierto. Además, los milagros que habían ocurrido en la niñez de Jesús (como el que tuvo lugar respecto de los Magos y algunos otros) se habían verificado mucho tiempo antes, y San Juan era demasiado niño. De modo que, aun cuando existía entre los hombres, era desconocido de todos. Por lo que añadió: "Sino para que se manifieste en Israel", etc. De aquí se deduce que aquellos milagros que algunos dicen haber hecho Jesús en su niñez, son mentiras y ficciones 3. Porque si Jesús hubiera hecho milagros desde su primera edad, nadie lo hubiese desconocido, ni aun el Bautista, ni las gentes hubiesen necesitado de maestro que se lo hubiese manifestado. Y no era Jesucristo quien necesitaba de bautismo, ni había otra razón alguna para aquella purificación que la de demostrar la fe que existe en Cristo. Y no dijo: para limpiar yo a los que se bautizan, ni he venido bautizando para librar de los pecados, sino: "para que sea manifestado en Israel". Pero ¿acaso no podía predicar sin necesidad de bautismo, y llevar la muchedumbre al fin que se proponía? Claramente que sí, pero esto lo facilitaba mucho, porque nunca hubiesen concurrido todos si la predicación se hubiera hecho sin bautismo.
San Agustín, in Ioannem, tract. 5
Cuando el Señor fue conocido, en vano se le preparaba camino, porque El mismo se ofrece como camino a los que le conocen. Y así no duró por mucho tiempo el bautismo de San Juan sino hasta que se dio a conocer el Dios de la humildad. Y, además, para darnos ejemplo de esta virtud y enseñarnos a obtener la salvación por medio del bautismo, recibió El el bautismo del siervo. Y para que no fuese preferido el bautismo del siervo al bautismo del Señor, fueron bautizados otros con el mismo bautismo del siervo. Mas los que fueron bautizados con el bautismo del siervo, convenía también que fuesen bautizados con el bautismo del Señor. Porque los que son bautizados con el bautismo del Señor no necesitan del bautismo del siervo.
Notas
1. Aparece aquí la perspectiva del Dios castigador. La fe de la Iglesia enseña que Dios es Ser y Amor, y que se acerca a nosotros con un amor misericordioso que supone la justicia y va más allá de ella.
2. Pablo de Samosata enseñó la existencia de un único Dios que se manifestaba de tres modos distintos. No hay, pues, una realidad tripersonal, sino una trinidad nominal. Jesús era un hombre extraordinario, pero no era el Verbo, sino que la parte superior de su ser estaba dirigida por la divinidad.
3. Se alude aquí también a los llamados "evangelios apócrifos", y de entre ellos a aquellos que se refieren a la infancia de Jesús.