“Transfiguración”

1. Situación.

En los evangelios está situada la transfiguración de Cristo en un momento decisivo, el momento en que Jesús, reconocido por sus discípulos como Mesías, les revela cómo va a realizarse su obra: su glorificación será una resurrección, lo cual implica el paso por el sufrimiento y por la muerte Mt 17,1-9 p 16,13-28 p. Este contexto da a la escena su significado en la vida de Cristo y su fecundidad en la vida del cristiano. Jesús aparece aquí realizando las Escrituras Lc 24,44ss y sus oráculos sobre el Mesías, el siervo de Dios y el Hijo del hombre.

2. El misterio.

Jesús escoge como testigos del acontecimiento a los que serán testigos de su agonía: Pedro 2Pe 1,16ss, Santiago y Juan Mc 14,33 p 5,37. La escena evoca las teofanías de que Moisés y Elías fueron testigos en la montaña de Dios (Sinaí-Horeb, Ex 19,9 24,15-18 1Re 19,8-18). Dios no manifiesta solamente su presencia hablando en medio de la nube y del fuego Dt 5,2-5; sino que Jesús, en presencia de Moisés y de Elías, aparece a sus discípulos transfigurado por la gloria de Dios.

Esta gloria les infunde terror, temor religioso delante de lo divino Lc 1,29s; pero provoca tambiénuna reflexión sugestiva de Pedro, que expresa su gozo delante de la gloria de aquel cuya mesianidad había confesado; Dios va a habitar con los suyos, como lo anunciaron los profetas de los tiempos mesiánicos. Sin embargo, la gloria no es la del último día; no se reduce a iluminar los vestidos y el rostro de Jesús, como en otro tiempo ponía radiante el rostro de Moisés Ex 34,29s.35. Es la gloria misma de Cristo Lc 9,32 que es el Hijo muy amado, como lo proclama la voz que sale de la nube. Al mismo tiempo esta voz ratifica la revelación que ha hecho Jesús a sus discípulos y que es el objeto de su conversación con Moisés y con Elías: ese «éxodo» cuyo punto de partida va a ser Jerusalén Lc 9,31, ese paso por la muerte necesario para la entrada en la gloria Lc 24,25ss; en efecto, la voz divina prescribe escuchar al que es el Hijo, el elegido de Dios Lc 9,35.

La palabra que resuena en el nuevo Sinaí revela que una ley nueva va a ocupar el lugar de la ley dada en otro tiempo; esta palabra evoca tres oráculos del AT: uno que concierne al Mesías y a su filiación divina Sal 2,7, otro que se refiere al siervo de Dios, su elegido Is 42,1, el tercero en que se anuncia un nuevo Moisés Dt 18,15 Jn 1,17s: «Yahveh tu Dios suscitará... un profeta como yo: a él le escucharéis.» Escucharle es, en efecto, escuchar al Verbo hecho carne, en quien el creyente ve la gloria de Dios Jn 1,14.

3. Fin y fruto del acontecimiento.

La transfiguración confirma la confesión de Cesarea y consagra la revelación de Jesús, Hijo del hombre, paciente y glorioso, cuya muerte y resurrección cumplirán las Escrituras. Revela la persona de Jesús, Hijo muy amado y trascendente, que posee la gloria misma de Dios. Manifiesta a Jesús y su palabra como la ley nueva. Anticipa y prefigura el acontecimiento pascual que, por el camino de la cruz, introducirá a Cristo en la plena expansión de su gloria y de su dignidad filial. Esta experiencia anticipada de la gloria de Cristo está destinada a sostener a los discípulos en su participación en el misterio de la cruz.

Los cristianos, hechos por el bautismo partícipes del misterio de resurrección prefigurado por la transfiguración, son llamados ya acá en la tierra a transfigurarse cada vez más por la acción del Señor 2Cor 3,18 hasta que sean totalmente transfigurados con sus cuerpos cuando llegue la parusía Flp 3,21. En su participación terrenal en los sufrimientos de Cristo todo encuentro auténtico con el Señor Jesús tiene en cierto modo la misma función para el apoyo de su fe que la transfiguración para el apoyo de la fe de los discípulos.

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hjg.com.ar - Última actualización: 14-junio-2009
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