Artículo 1:
¿Le conviene a Cristo sentarse a la diestra del Padre?
lat
Objeciones por las que parece que no conviene a Cristo sentarse a la
derecha de Dios Padre.
1. Derecha e izquierda designan diferencias entre posiciones
corporales. Pero a Dios nada corporal le conviene, porque Dios es
espíritu, como se lee en Jn 4,24. Luego parece que Cristo no está
sentado a la derecha del Padre.
2. Si uno se sienta a la derecha de alguno, éste se sienta a
la izquierda del primero. Por consiguiente, en el caso de que Cristo
se siente a la derecha del Padre, se sigue que el Padre está sentado a
la izquierda del Hijo. Esto es inaceptable.
3. Sentarse y estar de pie parecen cosas opuestas. Ahora
bien, Esteban, en Act 7,55, dice: He aquí que veo los cielos
abiertos y al Hijo del hombre en pie a la diestra del poder de
Dios. Luego da la impresión de que Cristo no está sentado a la
derecha del Padre.
Contra esto: está lo que se dice en Mc 16,19: El Señor Jesús, después
de hablarles, subió al cielo, y está sentado a la derecha de
Dios.
Respondo: En la expresión
estar sentado
(«sessionis») podemos distinguir dos aspectos, a saber: la quietud,
conforme al pasaje de Lc 24,49:
Permaneced aquí, en la duda; y
también, la potestad regia o judicial, según aquellas palabras de Prov
20,8:
El rey que se sienta en el tribunal, disipa todo mal con su
mirada. De uno y otro modo conviene a Cristo estar sentado a la
derecha del Padre. Del primer modo, en cuanto que permanece
eternamente incorruptible en la bienaventuranza del Padre, llamada su
diestra según aquellas palabras del Sal 15,11:
En tu diestra se
encuentran las delicias para siempre. Por lo cual dice Agustín, en
el libro
De Symbolo: Está sentado a la derecha del
Padre: Por «estar sentado» entended «habitar», a la manera en que
decimos de un hombre: Ha habitado en tal tierra durante tres años.
Asi, pues, creed que Cristo habita a la derecha del Padre; es
bienaventurado y su bienaventuranza se llama «la derecha del
Padre».
Del segundo modo se dice que Cristo está sentado a la derecha del
Padre en cuanto que reina con el Padre y de El recibe la potestad
judicial, así como el que se sienta con el rey a su derecha le asiste
en las funciones de reinar y juzgar. De donde dice Agustín, en otro
Sermón De Symbolo: Por «derecha» entended la
potestad que recibió aquel hombre tomado por Dios, afín de que venga
para juzgar el que antes vino para ser juzgado.
A las objeciones:
1. Como escribe el Damasceno, en el
libro IV, no llamamos diestra del Padre a una
realidad local. ¿Cómo conseguiría una derecha local el que no puede
ser circunscrito? La derecha y la izquierda son propias
de los que están circunscritos. Llamamos derecha del Padre a la gloria
y el honor de la divinidad.
2. La objeción se plantea
entendiendo corporalmente el «estar sentado a la derecha». Por lo cual
comenta Agustín, en un Sermón De Symbolo: Si
entendiésemos materialmente el que Cristo «está sentado a la derecha
del Padre», éste estaría a la izquierda. Pero allí, esto es, en la
bienaventuranza, todo es derecha, al no haber allí miseria de
ninguna clase.
3. Como explica Gregorio en una
Homilía sobre la Ascensión, estar sentado es propio del que juzga;
en cambio, estar en pie, lo es del que lucha o del que ayuda. Por
consiguiente, Esteban, colocado en el trabajo del combate, vio en pie
a quien tuvo por colaborador. Pero a ése, después de la ascensión,
Marcos lo describe como sentado, porque, después de la gloria de su
ascensión, al final será contemplado como juez.
Artículo 2:
¿El estar sentado a la derecha de Dios Padre le conviene a Cristo en
cuanto Dios?
lat
Objeciones por las que parece que el estar sentado a la derecha de
Dios Padre no le conviene a Cristo en cuanto Dios:
1. Cristo, en cuanto Dios, es la derecha del Padre. Ahora
bien, no parece ser lo mismo la derecha de uno y aquel que está
sentado a la derecha de aquél. Luego Cristo, en cuanto Dios, no está
sentado a la derecha del Padre.
2. En Mc 16,19 se dice que el Señor Jesús fue elevado al
cielo, y está sentado a la derecha de Dios. Pero Cristo no fue
elevado al cielo en cuanto Dios. Luego, en cuanto Dios, tampoco está
sentado a la derecha de Dios.
3. Cristo, en cuanto Dios, es igual al Padre y al Espíritu
Santo. Por consiguiente, si Cristo, en cuanto Dios, está sentado a la
derecha del Padre, por igual motivo el Espíritu Santo estará sentado a
la derecha del Padre y del Hijo, y el mismo Padre lo estará a la
derecha del Hijo. Tal cosa no se encuentra en ninguna
parte.
Contra esto: está lo que dice el Damasceno: Llamamos
derecha del Padre a la gloria y el honor de la divinidad, en la que el
Hijo de Dios existió eternamente como Dios y como consustancial al
Padre.
Respondo: Como es manifiesto por lo dicho
anteriormente
(en cambio; a.1 en la sol. y en la primera
resp.), por el término
derecha se puede entender tres cosas:
primera, según el Damasceno,
la gloria de la
divinidad; segunda, según Agustín,
la
bienaventuranza del Padre; tercera, según este mismo
autor,
la potestad judicial. Y el
estar
sentado, como hemos dicho (
a.1), designa la habitación, la
dignidad real, o la potestad judicial. Por lo cual,
estar sentado a
la derecha del Padre no es otra cosa que compartir junto con el
Padre la gloria de la divinidad, la bienaventuranza, y la potestad
judicial; y esto perpetuamente y como rey. Todo esto le conviene al
Hijo en cuanto Dios. De donde resulta evidente que Cristo, en cuanto
Dios, está sentado a la derecha del Padre; pero de suerte que la
preposición
a, que es transitiva, sólo supone la distinción de
personas y el orden del origen, pero no un grado de naturaleza o de
dignidad, porque ninguno se da en las personas divinas, como quedó
expuesto en la
Primera Parte (
q.42 a.3 y
4).
A las objeciones:
1. Al Hijo se le llama
derecha del Padre por apropiación, como se le llama también virtud del Padre (cf. 1 Cor 1,24). Pero «derecha del Padre», según
los tres significados señalados anteriormente (en la sol.), es algo
común a las tres personas.
2. Cristo, en cuanto hombre, fue
elevado al honor divino, el cual está expresado en el predicho «estar
sentado». Sin embargo, ese honor divino le conviene a Cristo en cuanto
Dios, no por elevación de ninguna clase sino por su origen
eterno.
3. No puede afirmarse de ningún
modo que el Padre esté sentado a la derecha del Hijo o del Espíritu
Santo, porque el Hijo y el Espíritu Santo proceden del Padre, y no al
revés. Sin embargo, puede decirse con propiedad que
el Espíritu Santo está sentado a la derecha del Padre o del Hijo, en
el sentido antes mencionado (en la sol.); no obstante, por una cierta
apropiación se atribuye al Hijo, a quien se adjudica la igualdad, como
dice Agustín: En el Padre está la unidad, en el
Hijo la igualdad, en el Espíritu Santo la conexión entre la unidad y
la igualdad.
Artículo 3:
¿Estar sentado a la derecha del Padre le conviene a Cristo en cuanto
hombre?
lat
Objeciones por las que parece que el estar sentado a la derecha del
Padre no le conviene a Cristo en cuanto hombre.
1. Como dice el Damasceno, llamamos derecha del
Padre a la gloria y al honor de la divinidad. Pero el honor y la
gloria de la divinidad no le convienen a Cristo en cuanto hombre.
Luego parece que Cristo, en cuanto hombre, no está sentado a la
derecha del Padre.
2. Sentarse a la derecha del que reina parece excluir la
sujeción, porque el que se sienta a la derecha del que reina, en
cierto modo reina con él. En cambio, Cristo, en cuanto hombre, está
sujeto al Padre, como se dice en 1 Cor 15,28. Luego parece que
Cristo, en cuanto hombre, no se halla a la derecha del
Padre.
3. Sobre Rom 8,34 —el que está a la derecha de
Dios-comenta la Glosa: Esto es (está
como) igual al Padre en el honor en que Dios Padre se halla; o a la
derecha del Padre, es decir, en los mejores bienes de Dios. Y
sobre el pasaje de Heb 1,3 —está sentado a la derecha de Dios en
las alturas —, dice la Glosa: En
igualdad con el Padre, sobre todas las cosas en lugar y dignidad.
Pero ser igual al Padre no le conviene a Cristo en cuanto hombre,
porque, a este propósito, dice El mismo, en Jn 14,28: El Padre es
mayor que yo. Luego da la impresión de que el sentarse a la
derecha del Padre no le conviene a Cristo en cuanto
hombre.
Contra esto: está lo que dice Agustín, en un Sermón De Symbolo: Por
la derecha entended la potestad que recibió aquel hombre elevado por
Dios, para que venga a juzgar el que antes había venido para ser
juzgado.
Respondo: Como antes se ha expuesto (
a.2), por
la expresión
derecha del Padre se entiende: O la misma gloria
de su divinidad, o su eterna bienaventuranza, o su potestad judicial y
real. Y la preposición
«a» designa un cierto acceso a la
derecha, mediante el cual se significa conformidad junto con alguna
distinción, como antes se ha dicho (
a.2;
1 q.93 a.1). Lo cual puede
acontecer de tres modos. Primero, existiendo conformidad en la
naturaleza y distinción en la persona. Y, en este sentido, Cristo, en
cuanto Hijo de Dios, está sentado a la derecha del Padre, porque tiene
la misma naturaleza que el Padre. Por lo cual, las tres cosas
antedichas convienen esencialmente al Hijo lo mismo que al Padre. Y
esto es hallarse en igualdad con el Padre.
Segundo, por razón de la gracia de unión que, por el contrario, lleva
consigo la distinción de naturaleza y la unidad de persona. Y, en este
aspecto, Cristo, en cuanto hombre, es Hijo de Dios y, por
consiguiente, está sentado a la derecha del Padre; de tal modo, sin
embargo, que el «en cuanto que» no designe la condición de la
naturaleza sino la unidad del supuesto, como antes se expuso (q.16 a.10 y a.11).
Tercero, el acceso antedicho puede entenderse con arreglo a la gracia
habitual, que en Cristo es más abundante que en todas las otras
criaturas, en tanto que la misma naturaleza humana de Cristo es más
bienaventurada que las demás criaturas, y tiene, por encima de todas
ellas, la potestad real y judicial.
Así pues, si el «en cuanto» designa la índole de la
naturaleza, Cristo, en cuanto Dios, está sentado a la derecha del
Padre, esto es, en igualdad con el Padre. Pero, en cuanto hombre, está
sentado a la derecha del Padre, es decir, en los bienes del Padre
mejores que todas las criaturas, esto es, en la mayor
bienaventuranza, y tiene la potestad judicial. Pero, si
el «en cuanto» alude a la unidad del supuesto, también así
Cristo, en cuanto hombre, está sentado a la derecha del Padre en
igualdad de honor, es a saber: en cuanto que con el mismo honor
veneramos al propio Hijo de Dios con la naturaleza que tomó, como
antes se ha expuesto (q.25 a.1).
A las objeciones:
1. La humanidad de Cristo,
atendidas las condiciones de su naturaleza, no tiene la gloria o el
honor de la divinidad; pero sí lo tiene por razón de la persona a la
que está unida. Por lo cual añade el Damasceno en el mismo
lugar: En la cual, esto es, en la gloria de la
divinidad, existe el Hijo de Dios desde la eternidad como Dios y,
consustancial al Padre, está sentado junto a El con su carne
glorificada. En consecuencia, con una sola adoración es adorada la
única hipóstasis con su carne por toda criatura.
2. Cristo, en cuanto hombre, está
sometido al Padre, teniendo en cuenta que el «en cuanto»
designa la condición de la naturaleza. Y, en este aspecto, no le
compete estar sentado a la derecha del Padre en condición de igualdad,
puesto que es hombre. Pero le compete estar sentado a la derecha del
Padre cuando con tal expresión se alude a la excelencia de la
bienaventuranza y a la potestad judicial sobre toda
criatura.
3. Ser igual al Padre no compete
a la naturaleza humana de Cristo, sino sólo a la persona que la
asumió. Pero estar en los mejores bienes de Dios, en cuanto esto lleva
consigo ventaja sobre las otras criaturas, compete también a la misma
naturaleza asumida.
Artículo 4:
¿Estar sentado a la derecha del Padre es propio de
Cristo?
lat
Objeciones por las que parece que el sentarse a la derecha del Padre
no es propio de Cristo.
1. Dice el Apóstol, en Ef 2,6, que nos resucitó, y nos hizo sentar
en los cielos en Cristo Jesús. Pero el ser resucitado no es propio
de Cristo. Luego, por igual motivo, tampoco lo es el estar sentado
a la derecha de Dios en las alturas (cf. Heb 1,3).
2. Como dice Agustín, en el libro De Symbolo, el estar Cristo sentado a la derecha del Padre, es lo mismo que habitar en su bienaventuranza. Pero esto conviene a otros muchos. Luego parece que el estar sentado a la derecha del Padre no es propio de Cristo.
3. El propio Cristo dice, en Ap 3,21: Al que venciere
le concederé el sentarse conmigo en mi trono, así como yo también
vencí y me senté con mi Padre en su trono. Pero Cristo se sienta a
la derecha del Padre porque se sienta en su trono. Luego también los
demás que vencen se sientan a la derecha del Padre.
4. En Mt 20,23 dice el Señor: Sentarse a mi derecha o
a mi izquierda, no me pertenece a mí dároslo a vosotros, sino a
aquellos para quienes mi Padre lo tiene dispuesto. Pero esto se
hubiese dicho en vano en caso de no estar preparado para algunos.
Luego el estar sentado a la derecha no conviene a Cristo en
exclusiva.
Contra esto: está lo que se dice en Heb 1,13: ¿A cuál de los ángeles
dijo alguna vez Siéntate a mi derecha, esto es, en mis mejores bienes, o como igual a mí en la divinidad? Como si
dijera: A ninguno. Pero los ángeles son superiores a las otras
criaturas. Luego mucho menos conviene a ningún otro fuera de Cristo
sentarse a la derecha del Padre.
Respondo: Como acabamos de exponer (
a.3), se
dice que Cristo está sentado a la derecha del Padre, en cuanto que por
la naturaleza divina es igual al Padre, y según la naturaleza humana
goza de los bienes divinos por una posesión superior a la de las demás
criaturas. Ambas cosas convienen solamente a Cristo. Por tanto, a
ningún otro, ni ángel ni hombre, le conviene estar sentado a la
derecha del Padre, sino exclusivamente a Cristo.
A las objeciones:
1. Por ser Cristo nuestra cabeza,
lo que a Cristo ha sido conferido, también lo ha sido a nosotros en
El. Y, debido a esto, como El ya ha resucitado, dice el Apóstol que
Dios, en cierto modo, nos resucitó con él (Ef 2,6), a pesar de
que nosotros todavía no hemos sido resucitados, pero que lo seremos,
según aquel pasaje de Rom 8,11: El que resucitó a Jesucristo de
entre los muertos, también dará la vida a nuestros cuerpos
mortales. Y, de acuerdo con ese mismo modo de hablar, añade el
Apóstol que hizo que nos sentáramos con él en los cielos (Ef
2,6); es a saber, por el hecho de que nuestra cabeza, que es Cristo,
ya está sentado allí.
2. Por equivaler la derecha a la
bienaventuranza divina, estar sentado a la derecha no significa
simplemente gozar de la bienaventuranza, sino poseer la
bienaventuranza con cierta potestad dominativa, y como propia y
natural. Esto conviene exclusivamente a Cristo, pero a ninguna otra
criatura. Sin embargo, se puede decir que todo santo que goza de la
bienaventuranza está colocado a la derecha de Dios (cf. 2 Cor
4,14). Por esto, en Mt 25,33 se dice que colocará las ovejas a su
derecha.
3. La palabra trono
significa el poder judicial, que Cristo recibe del Padre. Y, en este
sentido, se dice que está sentado en el trono del Padre. Pero
los otros santos reciben tal poder de Cristo. Y, considerándolo así,
se dice que se sientan en el trono de Cristo, conforme a aquel
pasaje de Mt 19,28: Vosotros os sentaréis también sobre doce tronos
para juzgar a las doce tribus de Israel.
4. Como escribe el Crisóstomo,
In Matth.,
ese lugar, esto es, el
asentamiento a la derecha,
es inaccesible no sólo a todos los
hombres, sino también a los ángeles. Pablo lo señala como dote del
Unigénito, cuando escribe: ¿A. cuál de los ángeles dijo alguna vez:
Siéntate a mi derecha? (Heb 1,13). Por consiguiente, el Señor
responde, no como a hombres, que habían de sentarse,
sino como
condescendiendo a la súplica de quienes le preguntaban. Pues sólo
pedían esto: Estar a su lado delante de los otros.
No obstante, puede decirse que los hijos de Zebedeo lo que pedían era
una preeminencia sobre los otros, participando de su poder judicial.
Por lo cual no solicitaban sentarse a la derecha o a la izquierda del
Padre, sino a la derecha o a la izquierda de Cristo.