Suma teológica - Parte IIIa - Cuestión 58
Sobre la exaltación de Cristo a la derecha del Padre
Corresponde a continuación tratar de la exaltación de Cristo a la derecha del Padre'.

Y sobre esto se formulan cuatro preguntas:

  1. ¿Está sentado Cristo a la diestra del Padre?
  2. ¿Le conviene esto por razón de la naturaleza divina?
  3. ¿Le conviene por razón de la naturaleza humana?
  4. ¿Esto es propio de Cristo?
Artículo 1: ¿Le conviene a Cristo sentarse a la diestra del Padre? lat
Objeciones por las que parece que no conviene a Cristo sentarse a la derecha de Dios Padre.
1. Derecha e izquierda designan diferencias entre posiciones corporales. Pero a Dios nada corporal le conviene, porque Dios es espíritu, como se lee en Jn 4,24. Luego parece que Cristo no está sentado a la derecha del Padre.
2. Si uno se sienta a la derecha de alguno, éste se sienta a la izquierda del primero. Por consiguiente, en el caso de que Cristo se siente a la derecha del Padre, se sigue que el Padre está sentado a la izquierda del Hijo. Esto es inaceptable.
3. Sentarse y estar de pie parecen cosas opuestas. Ahora bien, Esteban, en Act 7,55, dice: He aquí que veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre en pie a la diestra del poder de Dios. Luego da la impresión de que Cristo no está sentado a la derecha del Padre.
Contra esto: está lo que se dice en Mc 16,19: El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo, y está sentado a la derecha de Dios.
Respondo: En la expresión estar sentado («sessionis») podemos distinguir dos aspectos, a saber: la quietud, conforme al pasaje de Lc 24,49: Permaneced aquí, en la duda; y también, la potestad regia o judicial, según aquellas palabras de Prov 20,8: El rey que se sienta en el tribunal, disipa todo mal con su mirada. De uno y otro modo conviene a Cristo estar sentado a la derecha del Padre. Del primer modo, en cuanto que permanece eternamente incorruptible en la bienaventuranza del Padre, llamada su diestra según aquellas palabras del Sal 15,11: En tu diestra se encuentran las delicias para siempre. Por lo cual dice Agustín, en el libro De Symbolo: Está sentado a la derecha del Padre: Por «estar sentado» entended «habitar», a la manera en que decimos de un hombre: Ha habitado en tal tierra durante tres años. Asi, pues, creed que Cristo habita a la derecha del Padre; es bienaventurado y su bienaventuranza se llama «la derecha del Padre».

Del segundo modo se dice que Cristo está sentado a la derecha del Padre en cuanto que reina con el Padre y de El recibe la potestad judicial, así como el que se sienta con el rey a su derecha le asiste en las funciones de reinar y juzgar. De donde dice Agustín, en otro Sermón De Symbolo: Por «derecha» entended la potestad que recibió aquel hombre tomado por Dios, afín de que venga para juzgar el que antes vino para ser juzgado.

A las objeciones:
1. Como escribe el Damasceno, en el libro IV, no llamamos diestra del Padre a una realidad local. ¿Cómo conseguiría una derecha local el que no puede ser circunscrito? La derecha y la izquierda son propias de los que están circunscritos. Llamamos derecha del Padre a la gloria y el honor de la divinidad.
2. La objeción se plantea entendiendo corporalmente el «estar sentado a la derecha». Por lo cual comenta Agustín, en un Sermón De Symbolo: Si entendiésemos materialmente el que Cristo «está sentado a la derecha del Padre», éste estaría a la izquierda. Pero allí, esto es, en la bienaventuranza, todo es derecha, al no haber allí miseria de ninguna clase.
3. Como explica Gregorio en una Homilía sobre la Ascensión, estar sentado es propio del que juzga; en cambio, estar en pie, lo es del que lucha o del que ayuda. Por consiguiente, Esteban, colocado en el trabajo del combate, vio en pie a quien tuvo por colaborador. Pero a ése, después de la ascensión, Marcos lo describe como sentado, porque, después de la gloria de su ascensión, al final será contemplado como juez.
Artículo 2: ¿El estar sentado a la derecha de Dios Padre le conviene a Cristo en cuanto Dios? lat
Objeciones por las que parece que el estar sentado a la derecha de Dios Padre no le conviene a Cristo en cuanto Dios:
1. Cristo, en cuanto Dios, es la derecha del Padre. Ahora bien, no parece ser lo mismo la derecha de uno y aquel que está sentado a la derecha de aquél. Luego Cristo, en cuanto Dios, no está sentado a la derecha del Padre.
2. En Mc 16,19 se dice que el Señor Jesús fue elevado al cielo, y está sentado a la derecha de Dios. Pero Cristo no fue elevado al cielo en cuanto Dios. Luego, en cuanto Dios, tampoco está sentado a la derecha de Dios.
3. Cristo, en cuanto Dios, es igual al Padre y al Espíritu Santo. Por consiguiente, si Cristo, en cuanto Dios, está sentado a la derecha del Padre, por igual motivo el Espíritu Santo estará sentado a la derecha del Padre y del Hijo, y el mismo Padre lo estará a la derecha del Hijo. Tal cosa no se encuentra en ninguna parte.
Contra esto: está lo que dice el Damasceno: Llamamos derecha del Padre a la gloria y el honor de la divinidad, en la que el Hijo de Dios existió eternamente como Dios y como consustancial al Padre.
Respondo: Como es manifiesto por lo dicho anteriormente (en cambio; a.1 en la sol. y en la primera resp.), por el término derecha se puede entender tres cosas: primera, según el Damasceno, la gloria de la divinidad; segunda, según Agustín, la bienaventuranza del Padre; tercera, según este mismo autor, la potestad judicial. Y el estar sentado, como hemos dicho (a.1), designa la habitación, la dignidad real, o la potestad judicial. Por lo cual, estar sentado a la derecha del Padre no es otra cosa que compartir junto con el Padre la gloria de la divinidad, la bienaventuranza, y la potestad judicial; y esto perpetuamente y como rey. Todo esto le conviene al Hijo en cuanto Dios. De donde resulta evidente que Cristo, en cuanto Dios, está sentado a la derecha del Padre; pero de suerte que la preposición a, que es transitiva, sólo supone la distinción de personas y el orden del origen, pero no un grado de naturaleza o de dignidad, porque ninguno se da en las personas divinas, como quedó expuesto en la Primera Parte (q.42 a.3 y 4).
A las objeciones:
1. Al Hijo se le llama derecha del Padre por apropiación, como se le llama también virtud del Padre (cf. 1 Cor 1,24). Pero «derecha del Padre», según los tres significados señalados anteriormente (en la sol.), es algo común a las tres personas.
2. Cristo, en cuanto hombre, fue elevado al honor divino, el cual está expresado en el predicho «estar sentado». Sin embargo, ese honor divino le conviene a Cristo en cuanto Dios, no por elevación de ninguna clase sino por su origen eterno.
3. No puede afirmarse de ningún modo que el Padre esté sentado a la derecha del Hijo o del Espíritu Santo, porque el Hijo y el Espíritu Santo proceden del Padre, y no al revés. Sin embargo, puede decirse con propiedad que el Espíritu Santo está sentado a la derecha del Padre o del Hijo, en el sentido antes mencionado (en la sol.); no obstante, por una cierta apropiación se atribuye al Hijo, a quien se adjudica la igualdad, como dice Agustín: En el Padre está la unidad, en el Hijo la igualdad, en el Espíritu Santo la conexión entre la unidad y la igualdad.
Artículo 3: ¿Estar sentado a la derecha del Padre le conviene a Cristo en cuanto hombre? lat
Objeciones por las que parece que el estar sentado a la derecha del Padre no le conviene a Cristo en cuanto hombre.
1. Como dice el Damasceno, llamamos derecha del Padre a la gloria y al honor de la divinidad. Pero el honor y la gloria de la divinidad no le convienen a Cristo en cuanto hombre. Luego parece que Cristo, en cuanto hombre, no está sentado a la derecha del Padre.
2. Sentarse a la derecha del que reina parece excluir la sujeción, porque el que se sienta a la derecha del que reina, en cierto modo reina con él. En cambio, Cristo, en cuanto hombre, está sujeto al Padre, como se dice en 1 Cor 15,28. Luego parece que Cristo, en cuanto hombre, no se halla a la derecha del Padre.
3. Sobre Rom 8,34 —el que está a la derecha de Dios-comenta la Glosa: Esto es (está como) igual al Padre en el honor en que Dios Padre se halla; o a la derecha del Padre, es decir, en los mejores bienes de Dios. Y sobre el pasaje de Heb 1,3 —está sentado a la derecha de Dios en las alturas —, dice la Glosa: En igualdad con el Padre, sobre todas las cosas en lugar y dignidad. Pero ser igual al Padre no le conviene a Cristo en cuanto hombre, porque, a este propósito, dice El mismo, en Jn 14,28: El Padre es mayor que yo. Luego da la impresión de que el sentarse a la derecha del Padre no le conviene a Cristo en cuanto hombre.
Contra esto: está lo que dice Agustín, en un Sermón De Symbolo: Por la derecha entended la potestad que recibió aquel hombre elevado por Dios, para que venga a juzgar el que antes había venido para ser juzgado.
Respondo: Como antes se ha expuesto (a.2), por la expresión derecha del Padre se entiende: O la misma gloria de su divinidad, o su eterna bienaventuranza, o su potestad judicial y real. Y la preposición «a» designa un cierto acceso a la derecha, mediante el cual se significa conformidad junto con alguna distinción, como antes se ha dicho (a.2; 1 q.93 a.1). Lo cual puede acontecer de tres modos. Primero, existiendo conformidad en la naturaleza y distinción en la persona. Y, en este sentido, Cristo, en cuanto Hijo de Dios, está sentado a la derecha del Padre, porque tiene la misma naturaleza que el Padre. Por lo cual, las tres cosas antedichas convienen esencialmente al Hijo lo mismo que al Padre. Y esto es hallarse en igualdad con el Padre.

Segundo, por razón de la gracia de unión que, por el contrario, lleva consigo la distinción de naturaleza y la unidad de persona. Y, en este aspecto, Cristo, en cuanto hombre, es Hijo de Dios y, por consiguiente, está sentado a la derecha del Padre; de tal modo, sin embargo, que el «en cuanto que» no designe la condición de la naturaleza sino la unidad del supuesto, como antes se expuso (q.16 a.10 y a.11).

Tercero, el acceso antedicho puede entenderse con arreglo a la gracia habitual, que en Cristo es más abundante que en todas las otras criaturas, en tanto que la misma naturaleza humana de Cristo es más bienaventurada que las demás criaturas, y tiene, por encima de todas ellas, la potestad real y judicial.

Así pues, si el «en cuanto» designa la índole de la naturaleza, Cristo, en cuanto Dios, está sentado a la derecha del Padre, esto es, en igualdad con el Padre. Pero, en cuanto hombre, está sentado a la derecha del Padre, es decir, en los bienes del Padre mejores que todas las criaturas, esto es, en la mayor bienaventuranza, y tiene la potestad judicial. Pero, si el «en cuanto» alude a la unidad del supuesto, también así Cristo, en cuanto hombre, está sentado a la derecha del Padre en igualdad de honor, es a saber: en cuanto que con el mismo honor veneramos al propio Hijo de Dios con la naturaleza que tomó, como antes se ha expuesto (q.25 a.1).

A las objeciones:
1. La humanidad de Cristo, atendidas las condiciones de su naturaleza, no tiene la gloria o el honor de la divinidad; pero sí lo tiene por razón de la persona a la que está unida. Por lo cual añade el Damasceno en el mismo lugar: En la cual, esto es, en la gloria de la divinidad, existe el Hijo de Dios desde la eternidad como Dios y, consustancial al Padre, está sentado junto a El con su carne glorificada. En consecuencia, con una sola adoración es adorada la única hipóstasis con su carne por toda criatura.
2. Cristo, en cuanto hombre, está sometido al Padre, teniendo en cuenta que el «en cuanto» designa la condición de la naturaleza. Y, en este aspecto, no le compete estar sentado a la derecha del Padre en condición de igualdad, puesto que es hombre. Pero le compete estar sentado a la derecha del Padre cuando con tal expresión se alude a la excelencia de la bienaventuranza y a la potestad judicial sobre toda criatura.
3. Ser igual al Padre no compete a la naturaleza humana de Cristo, sino sólo a la persona que la asumió. Pero estar en los mejores bienes de Dios, en cuanto esto lleva consigo ventaja sobre las otras criaturas, compete también a la misma naturaleza asumida.
Artículo 4: ¿Estar sentado a la derecha del Padre es propio de Cristo? lat
Objeciones por las que parece que el sentarse a la derecha del Padre no es propio de Cristo.
1. Dice el Apóstol, en Ef 2,6, que nos resucitó, y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús. Pero el ser resucitado no es propio de Cristo. Luego, por igual motivo, tampoco lo es el estar sentado a la derecha de Dios en las alturas (cf. Heb 1,3).
2. Como dice Agustín, en el libro De Symbolo, el estar Cristo sentado a la derecha del Padre, es lo mismo que habitar en su bienaventuranza. Pero esto conviene a otros muchos. Luego parece que el estar sentado a la derecha del Padre no es propio de Cristo.
3. El propio Cristo dice, en Ap 3,21: Al que venciere le concederé el sentarse conmigo en mi trono, así como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono. Pero Cristo se sienta a la derecha del Padre porque se sienta en su trono. Luego también los demás que vencen se sientan a la derecha del Padre.
4. En Mt 20,23 dice el Señor: Sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me pertenece a mí dároslo a vosotros, sino a aquellos para quienes mi Padre lo tiene dispuesto. Pero esto se hubiese dicho en vano en caso de no estar preparado para algunos. Luego el estar sentado a la derecha no conviene a Cristo en exclusiva.
Contra esto: está lo que se dice en Heb 1,13: ¿A cuál de los ángeles dijo alguna vez Siéntate a mi derecha, esto es, en mis mejores bienes, o como igual a mí en la divinidad? Como si dijera: A ninguno. Pero los ángeles son superiores a las otras criaturas. Luego mucho menos conviene a ningún otro fuera de Cristo sentarse a la derecha del Padre.
Respondo: Como acabamos de exponer (a.3), se dice que Cristo está sentado a la derecha del Padre, en cuanto que por la naturaleza divina es igual al Padre, y según la naturaleza humana goza de los bienes divinos por una posesión superior a la de las demás criaturas. Ambas cosas convienen solamente a Cristo. Por tanto, a ningún otro, ni ángel ni hombre, le conviene estar sentado a la derecha del Padre, sino exclusivamente a Cristo.
A las objeciones:
1. Por ser Cristo nuestra cabeza, lo que a Cristo ha sido conferido, también lo ha sido a nosotros en El. Y, debido a esto, como El ya ha resucitado, dice el Apóstol que Dios, en cierto modo, nos resucitó con él (Ef 2,6), a pesar de que nosotros todavía no hemos sido resucitados, pero que lo seremos, según aquel pasaje de Rom 8,11: El que resucitó a Jesucristo de entre los muertos, también dará la vida a nuestros cuerpos mortales. Y, de acuerdo con ese mismo modo de hablar, añade el Apóstol que hizo que nos sentáramos con él en los cielos (Ef 2,6); es a saber, por el hecho de que nuestra cabeza, que es Cristo, ya está sentado allí.
2. Por equivaler la derecha a la bienaventuranza divina, estar sentado a la derecha no significa simplemente gozar de la bienaventuranza, sino poseer la bienaventuranza con cierta potestad dominativa, y como propia y natural. Esto conviene exclusivamente a Cristo, pero a ninguna otra criatura. Sin embargo, se puede decir que todo santo que goza de la bienaventuranza está colocado a la derecha de Dios (cf. 2 Cor 4,14). Por esto, en Mt 25,33 se dice que colocará las ovejas a su derecha.
3. La palabra trono significa el poder judicial, que Cristo recibe del Padre. Y, en este sentido, se dice que está sentado en el trono del Padre. Pero los otros santos reciben tal poder de Cristo. Y, considerándolo así, se dice que se sientan en el trono de Cristo, conforme a aquel pasaje de Mt 19,28: Vosotros os sentaréis también sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
4. Como escribe el Crisóstomo, In Matth., ese lugar, esto es, el asentamiento a la derecha, es inaccesible no sólo a todos los hombres, sino también a los ángeles. Pablo lo señala como dote del Unigénito, cuando escribe: ¿A. cuál de los ángeles dijo alguna vez: Siéntate a mi derecha? (Heb 1,13). Por consiguiente, el Señor responde, no como a hombres, que habían de sentarse, sino como condescendiendo a la súplica de quienes le preguntaban. Pues sólo pedían esto: Estar a su lado delante de los otros.

No obstante, puede decirse que los hijos de Zebedeo lo que pedían era una preeminencia sobre los otros, participando de su poder judicial. Por lo cual no solicitaban sentarse a la derecha o a la izquierda del Padre, sino a la derecha o a la izquierda de Cristo.