Viene a continuación el tema de la embriaguez. Sobre ella se plantean
cuatro preguntas, a saber:
Artículo 1:
¿Es pecado la embriaguez?
lat
Objeciones por las que parece que la embriaguez no es
pecado.
1. A todo pecado se opone otro pecado: a la timidez, la audacia; a la
pusilanimidad, la presunción. Ahora bien: no hay ningún pecado que se
oponga a la embriaguez. Luego ésta no es pecado.
2. Todo pecado es voluntario. Pero nadie quiere estar
borracho, porque nadie quiere verse privado del uso de la razón. Por
tanto, la embriaguez no es pecado.
3. Todo aquel que es causa del pecado de otro, peca
también él. Luego si la embriaguez fuera pecado, pecarían todos
aquellos que invitan a otros a tomar una bebida con la cual se
emborrachan. Pero esto parece demasiado duro.
4. Más todavía: todo pecado ha de ser corregido. Pero no se da ningún
correctivo a los que están ebrios, pues dice San Gregorio: Debe dejárseles benévolamente seguir su inclinación, no vayan a hacerse peores si se les aparta de su costumbre. Luego la embriaguez no es pecado.
Contra esto: está lo que dice el Apóstol en Rom 13,13: No viviendo
en comilonas y borracheras.
Respondo: Podemos considerar la embriaguez
bajo dos aspectos. Primero, en cuanto que significa la falta de
control sobre la razón, que sobreviene al hombre como consecuencia de
haber bebido excesivamente. Tomada así, la embriaguez no indica culpa,
sino la pena que se sigue de una culpa. En segundo lugar, la
embriaguez puede designar el acto por el que el hombre llega a ese
estado, que puede causar la embriaguez de un doble modo. Primero, por
la excesiva fuerza del vino, a la cual está ajeno el que lo bebe. En
este sentido, la embriaguez puede darse sin pecado, sobre todo si no
se debe a la negligencia del hombre, como parece que sucedió a Noé,
tal como leemos en Gén 9,21. Puede darse la embriaguez, en segundo
lugar, como consecuencia del excesivo deseo y uso del vino. En este
caso, la embriaguez es pecado, y pertenece a la gula como una especie
a su género, porque la gula se divide en comilonas y borracheras y
embriaguez, todas prohibidas por el Apóstol en el texto aducido (Rom
16,3).
A las objeciones:
1. Como dice el Filósofo en III Ethic., la insensibilidad, que se opone a la
templanza, no es muy frecuente. Por consiguiente, tanto ella
como todas sus especies que se oponen a las diversas especies de
intemperancia carecen de nombre. Y también carece de nombre el vicio
que se opone a la embriaguez. Sin embargo, si alguien se abstuviera
del vino tanto que hiciera mucho daño a la naturaleza, no estaría
exento de pecado.
2. La objeción se basa en el
efecto derivado, que es involuntario. Pero es voluntario el uso
inmoderado del vino, en lo cual consiste la razón de
pecado.
3. Así como el que se emborracha
está exento de pecado si no conoce la fuerza del vino, del mismo modo
el que invita a otro a beber no incurre en pecado si no sabe que la
condición del que bebe es tal que se emborracha con esa bebida. Pero
si no existe tal ignorancia, ninguno de los dos está exento de
pecado.
4. A veces conviene no corregir al
pecador para evitar males mayores, como dijimos antes (q.33 a.6). Por
eso dice San Agustín en la carta Ad Aurelium Episcopum, hablando de las comilonas y borracheras: Estas cosas creo que no se quitan con aspereza, con dureza ni por la fuerza, sino enseñando más bien que mandando, aconsejando más bien que amenazando. De este modo hay que obrar cuando son muchos los pecadores, mientras que hay que usar la severidad cuando los pecadores son pocos.
Artículo 2:
¿Es la embriaguez pecado mortal?
lat
Objeciones por las que parece que la embriaguez no es pecado
mortal.
1. San Agustín, en su sermón De Purgatorio,
dice que la embriaguez es pecado mortal si es continua. Pero
la continuidad es una circunstancia que no conduce a otra especie de
pecado, y así no puede agravar hasta el infinito, de modo que
convierta un pecado venial en mortal, como se deduce de lo dicho (1-2 q.88 a.5). Luego si la embriaguez no es pecado mortal por otro
capítulo, tampoco lo será por esta circunstancia.
2. San Agustín, en el mismo sermón, dice: Cada vez que uno toma más comida o bebida de la necesaria, sepa que
comete un pecado pequeño. Ahora bien: los pecados pequeños son los
veniales. Luego la embriaguez, consecuencia de beber sin moderación,
es pecado venial.
3. Ningún pecado mortal puede justificarse por razones
médicas. Pero algunos beben más de lo debido por consejo médico, para
luego purgarse mediante el vómito. Pero este exceso de bebida también
da lugar a la embriaguez. Luego ésta no es pecado mortal.
Contra esto: está lo que dicen los Cánones de los
Apóstoles: El obispo o presbítero que se dé al
juego o a la borrachera, o abandone su cargo o sea depuesto. En cuanto
al subdiácono, lector o cantor que haga eso, abandone su cargo o sea
privado de la comunión. Hágase lo mismo con el laico. Ahora bien:
tales penas sólo se aplican en caso de pecado mortal. Luego la
embriaguez es pecado mortal.
Respondo: El pecado de embriaguez consiste,
como dijimos antes (a.1), en el uso y la apetencia del vino sin
moderación. Esto puede suceder de tres modos. En primer lugar, cuando
uno no sabe que la bebida es inmoderada y capaz de emborrachar, en
cuyo caso puede darse la embriaguez sin existir pecado, tal como ya
dijimos (a.1). En segundo lugar, cuando se sabe que es una bebida
inmoderada, pero no se sabe que pueda emborrachar, y en ese caso la
embriaguez es pecado venial. Y, en tercer lugar, puede suceder que se
sepa perfectamente que la bebida es inmoderada y puede emborrachar,
pero prefiere emborracharse a privarse de la bebida. Este tercero es
el que incurre en embriaguez, porque las materias morales se
especifican, no por aquello que sucede accidentalmente y sin
intención, sino por lo que se busca intencionadamente. Así tomada, la
embriaguez es pecado mortal, porque en este caso el hombre se priva
conscientemente del uso de su razón, que le hace practicar la virtud y
apartarse del pecado. Peca, pues, mortalmente porque se pone en
peligro de pecar. En efecto, San Ambrosio dice en su obra De
Patriarchis: Decimos que hay que evitar la
embriaguez porque en dicho estado no podemos evitar los pecados, ya
que lo que evitamos estando sobrios lo cometemos sin darnos cuenta
cuando estamos borrachos. Luego la embriaguez es, en sí misma,
pecado mortal.
A las objeciones:
1. La asiduidad hace que la
embriaguez sea pecado mortal, no sólo por la repetición del acto, sino
porque no es posible que el hombre se emborrache con frecuencia sin
incurrir en la embriaguez conscientemente, al experimentar muchas
veces la fuerza del vino y la propia inclinación a
emborracharse.
2. Tomar más comida o bebida es
objeto de la gula, la cual no siempre es pecado mortal. Pero tomar
vino, conscientemente, hasta llegar a emborracharse, es pecado mortal.
Por eso dice San Agustín en X Confesiones: La embriaguez está lejos de mí; compadécete de mi para que no se me
acerque; pero la crápula se adueñó de tu siervo alguna
vez.
3. Como dijimos antes (q.141 a.6),
hay que ser moderados en la comida y la bebida en pro de la salud
corporal. Por eso, así como a veces la comida o bebida moderadas para
una persona son excesivas para un enfermo, puede suceder lo contrario:
que lo que es excesivo para una persona sana resulte moderado para
otra enferma. Desde este punto de vista, cuando uno come o bebe mucho
por consejo médico para provocar el vómito, no se considera que lo
haga en exceso. Pero tampoco es necesario, para provocar el vómito,
que se tome una bebida que provoque la embriaguez, porque también el
agua templada es buena para provocar el vómito. Por consiguiente,
tampoco este argumento eximiría de embriaguez.
Artículo 3:
¿Es la embriaguez el pecado más grave?
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Objeciones por las que parece que la embriaguez es el más grave de
los pecados.
1. San Juan Crisóstomo dice: No hay nada tan amigo
del demonio como la embriaguez y la lascivia, la cual es madre de
todos los vicios. Y en dist.XXXV Decretales
leemos: Evítese en los clérigos, ante todo, la
embriaguez, que es raíz y madre de todos los vicios.
2. Aún más: decimos que una cosa es pecado cuando nos priva
del bien de la razón. Pero esto lo hace, en grado máximo, la
embriaguez. Luego ésta es el pecado más grave.
3. La gravedad del pecado se mide por la gravedad del
castigo. Ahora bien: parece que la embriaguez es la más severamente
castigada, ya que dice San Ambrosio: El hombre no
seria esclavo si no existiera la embriaguez. Por consiguiente,
ésta es el pecado más grave.
Contra esto: está que, según San Gregorio, los vicios
espirituales son más graves que los carnales. Ahora bien: la
embriaguez se considera vicio carnal. Luego no es el pecado más
grave.
Respondo: Consideramos mala una cosa en la
medida en que priva de un bien. Por ello, cuanto mayor es el bien del
que priva el mal, tanto más grave será éste. Por otra parte, es
evidente que un bien divino es más importante que uno humano. Por
tanto, los pecados que van directamente contra Dios son más graves que
el pecado de embriaguez, que se opone directamente al bien de la razón
humana.
A las objeciones:
1. El hombre se muestra inclinado
de un modo especial hacia los pecados de intemperancia, porque esos
deseos y deleites nos son connaturales. En este sentido se dice que
dichos pecados son los más amigos del demonio, no porque sean más
graves, sino porque son más frecuentes entre los hombres.
2. El bien de la razón puede ser
impedido de dos modos: por algo que es contrario a la razón o por algo
que quita el uso de la misma. Es más grave lo primero, ya que el uso
de la razón, impedido por la embriaguez, puede ser bueno o malo,
mientras que los bienes de las virtudes, que son impedidos por aquello
que se opone a la razón, son siempre buenos.
3. La esclavitud fue un efecto
ocasional de la embriaguez, en cuanto que Cam transmitió a sus
descendientes la maldición de la esclavitud por haberse reído de su
padre borracho. Pero la esclavitud no fue un castigo derivado
directamente de la embriaguez.
Artículo 4:
¿Exime de pecado la embriaguez?
lat
Objeciones por las que parece que la embriaguez no exime de
pecado.
1. El Filósofo dice en III Ethic.: El
borracho merece doble maldición. Luego la embriaguez, en vez de
disculpar de pecado, lo agrava.
2. Un pecado no disminuye con otro, sino que aumenta su
gravedad. Y, como la embriaguez es pecado, no puede eximir de
pecado.
3. Dice el Filósofo, en VII Ethic.,
que, así como la razón humana se siente atada por la embriaguez, así
también se siente dominada por la concupiscencia. Luego, del mismo
modo que la concupiscencia no exime de pecado, tampoco lo hará la
embriaguez.
Contra esto: está el hecho de que a Lot se le disculpa el pecado de
incesto por su estado de embriaguez, como dice San Agustín en su obra Contra Faustum.
Respondo: Hemos de tener en cuenta dos
factores que intervienen en la embriaguez, según dijimos antes (a.1):
una deficiencia posterior y un acto anterior. Por parte de la
deficiencia posterior, debido a la cual se ve impedido el uso de la
razón, la embriaguez exime de pecado en cuanto que es el motivo de que
se obre involuntariamente por ignorancia. Pero, por parte del acto
anterior, parece que hay que distinguir: si la embriaguez se produce
sin pecado, entonces el pecado siguiente queda totalmente exento de
culpa, como sucedió en el caso de Lot. Pero si el acto anterior fue
culpable, no queda la persona totalmente exenta del pecado siguiente,
el cual se hace voluntario por la voluntad del acto anterior, en
cuanto que se comete el pecado siguiente tras haber hecho algo
ilicito. Sin embargo, dicho pecado se atenúa, como se atenúa también
la voluntariedad. Por eso dice San Agustín, en su obra Contra
Faustum, que Lot no es culpable del incesto,
pero sí de la embriaguez.
A las objeciones:
1. El Filósofo no afirma que el
ebrio merezca una maldición más grave, sino dos maldiciones por el
doble pecado.
Podría decirse, también, que habla conforme a la ley de un tal Pitaco, el cual, según se nos dice en II Polií., decretó que los ebrios, si herían a alguien, fueran castigados más severamente que los sobrios, porque cometen esos actos más frecuentemente. Según Aristóteles, con ello parece que se fijó más en la utilidad, es decir, en evitar injusticias, que en el perdón que conviene otorgar a los ebrios, por el hecho de no ser dueños de sí mismos.
2. La embriaguez puede eximir de
pecado, no en cuanto que es pecado, sino por la deficiencia
consiguiente, según dijimos antes (In corp.).
3. La concupiscencia no se apodera
de la razón totalmente, como la embriaguez, a no ser que sea tan
fuerte que vuelva loco al hombre. Y, sin embargo, la pasión de la
concupiscencia disminuye la gravedad del pecado, porque es más leve
pecar por flaqueza que por malicia.