Y había un hombre de los fariseos llamado Nicodemo, príncipe de los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: "Rabbí, sabemos que eres Maestro venido de Dios, porque ninguno puede hacer estos milagros que tú haces, si Dios no estuviese con él". Y Jesús respondió, y le dijo: "En verdad, en verdad te digo, que no puede ver el reino de Dios sino aquél que renaciere de nuevo". (vv. 1-3)
San Agustín, In Ioannem tract., 11
Había dicho el Evangelista ( Jn 2,23) que cuando el Salvador estaba en Jerusalén muchos creyeron en su nombre viendo los milagros y los prodigios que hacía. Entre éstos se hallaba Nicodemo, de quien se dice: "Y había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo", etc.
Beda
Y también manifiesta la dignidad que tenía cuando añade: "Príncipe de los judíos". Dice a continuación lo que hizo: "Este vino a Jesús de noche: esto es, deseando conocer más claramente, en su conversación privada, los misterios de su fe, cuyos principios ya conocía por sus milagros.
Crisóstomo, In Ioannem hom, 23
Sin embargo, aún se detenía, por la cobardía común a todos los judíos ( Jn 12,42). En virtud de ello venía de noche, temiendo hacerlo de día. Por esto el Evangelista dice en otro lugar que muchos de los príncipes creyeron en el Salvador, pero no lo decían por miedo a los judíos, para que no los arrojasen fuera de la sinagoga.
San Agustín, ut supra
Y Nicodemo era del número de los que creyeron pero que aún no habían renacido, por esto venía de noche. Los renacidos por el agua y el Espíritu Santo oyen aquellas palabras del Apóstol: "Fuisteis en otra época tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor" ( Ef 5,8).
Haymo
Se dice muy oportunamente que vino de noche, porque oscurecido en las tinieblas de la ignorancia, aún no había llegado a alcanzar la luz necesaria para creer perfectamente que Jesús era Dios. La palabra "noche", en la Sagrada Escritura, se pone muchas veces en lugar de ignorancia. Por esto añade: "Y le dijo: 'Rabbí: sabemos que eres Maestro venido de Dios'". Es bien sabido de todos que en hebreo la palabra Rabbí quiere decir maestro. Le llamaba Maestro y no Dios, porque creía que había sido enviado por Dios; y sin embargo, como se ha dicho, no le reconocía como Dios.
San Agustín, ut supra
Por qué había creído éste, se conoce en virtud de lo que añade: "Porque ninguno puede hacer estos milagros que tú haces, si Dios no estuviese con él". Por esto Nicodemo era de aquellos muchos que creyeron en su nombre viendo los milagros que hacía.
Crisóstomo, ut supra
Y sin embargo, a pesar de sus milagros, no había formado gran concepto del Salvador, sino que teniéndole como un ser meramente humano, habla de El como de un profeta que había sido enviado para hacer aquellos milagros, pero que necesitaba de ayuda ajena para hacerlos, siendo así que el Padre le había engendrado perfecto y suficiente en sí mismo, no teniendo nada imperfecto. Y como Jesucristo tenía gran cuidado de no revelar su dignidad y de convencer que nada hacía que fuese contrario al Padre, por esto en sus palabras se expresaba casi siempre en sentido humilde. Pero cuando hacía algún milagro lo hacía con todo su poder. Y así, respecto de Nicodemo, nada dice de sí mismo que pueda contribuir a su enaltecimiento. Pero de una manera oculta Jesucristo rectifica el concepto humilde que de El se había formado, dándole a entender que hace aquellos milagros con autoridad propia. Por esto añade: "Jesús le respondió y le dijo: en verdad, en verdad te digo, que no puede ver el reino de Dios sino aquél que renaciere de nuevo".
San Agustín, ut supra
Estos son, por tanto, a quienes Jesús se confía: los que habiendo nacido de nuevo, no vienen de noche, como lo hacía Nicodemo. Porque estos tales ya le confiesan. Por esto dice: "Sino aquél que renaciere de nuevo", etc.
Crisóstomo, ut supra
Como diciendo: como aún no has nacido de nuevo (esto es, de Dios en generación espiritual) el conocimiento que tienes de mí no es espiritual, sino animal y humano. Por esto te digo que, o tú o cualquier otro, si no nace de nuevo de Dios, no podrá alcanzar la gloria que me rodea, sino que se quedará fuera del reino. Porque la generación que se verifica por medio del bautismo es la que contribuye a la iluminación del alma. O acaso el sentido literal sea éste: "en verdad, en verdad te digo, que si alguno no fuere hecho", etc., esto es, si tú no has nacido de lo alto y no has adquirido el conocimiento cierto de los misterios, andas errante fuera de la verdad y te hallas a larga distancia del reino de los cielos. Así el Señor se manifestaba a sí mismo e indicaba que no es únicamente lo que se ve, sino que se necesita de otros ojos para poderle ver. Y cuando dice: "De lo alto", unos lo entienden del cielo y otros desde el principio. Por tanto, los judíos, si hubiesen oído esto, burlándose, se hubiesen retirado. Pero éste manifiesta su afecto de discípulo, porque sigue preguntando al Salvador.