Habiendo sido bautizado Jesús, en seguida salió del agua. Y los cielos se le abrieron, y vio que el Espíritu Santo descendía en forma de paloma y se posaba sobre El. (v. 16)
San Agustín, in sermonibus de Epiphania
Porque, como se ha dicho, cuando nuestro Salvador quedó lavado, ya quedaba limpia toda el agua para nuestro bautismo, para que se pudiese administrar la gracia del bautismo a las generaciones venideras.
Convino también que se designasen en el bautismo de Cristo todas las gracias que se conceden por El mismo a los fieles, de donde se dice: "Bautizado Jesús, inmediatamente salió del agua".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 4
La acción de Cristo pertenece al misterio de todos aquellos que después habían de ser bautizados. Por ello dijo "inmediatamente", y no sólo "salió", porque todos los que debían bautizarse dignamente en Cristo, inmediatamente salen del agua, es decir, marchan hacia las virtudes y son elevados a la dignidad celestial. Los que siendo carnales entraron en el agua y eran hijos del pecador Adán, en seguida salen espirituales y convertidos en hijos de Dios. Si algunos por culpa suya no salen santificados del bautismo, ¿qué hace eso al bautismo?
Rábano
El Señor nos ha concedido el lavado del bautismo con la inmersión de su cuerpo, y en ello nos ha demostrado que puede abrirnos las puertas del cielo cuando recibimos el bautismo, y concedernos el Espíritu Santo. De donde prosigue: "Y se le abrieron los cielos".
San Jerónimo, in Matthaeum, 3
No con la apertura de los elementos, sino para los ojos espirituales, como nos refiere Ezequiel en el principio de su libro.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 4
Si lo natural se hubiera abierto no diría: "Se abrieron para El", porque lo que se abre de un modo material, se abre para todos. Pero acaso diga alguno: ¿Qué es esto? ¿Se cerraron los cielos en presencia del Hijo de Dios, quien, aunque estaba en la tierra, a la vez estaba en el cielo? Pero entiéndase que, así como fue bautizado según la condición humana, así se abrieron para El los cielos también según esta misma condición. Sólo según la naturaleza divina se encontraba en los cielos.
Remigio
Pero, ¿acaso entonces se abrieron los cielos para El la primera vez, también conforme con la naturaleza humana? La fe de la Iglesia cree y enseña que no se abrieron menos los cielos para El antes que después. Por lo tanto, se dice que se abrieron los cielos para El, porque la puerta del reino celestial se abría entonces para todos los que renacían a la gracia.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 4
Quizás puede decirse que existían antes obstáculos invisibles que se oponían a que las almas de los justos entrasen en el reino de los cielos. No creo que ningún alma haya ascendido a los cielos antes que Jesucristo, puesto que desde que Adán pecó se cerraron los cielos. Sólo se abrieron cuando Jesucristo se bautizó. Cuando venció la tiranía del pecado por medio de la cruz, como no eran necesarias las puertas (no habiendo estado cerrado el cielo nunca más), no dijeron los ángeles: "Abrid las puertas", porque ya estaban abiertas, sino: "Levantad las puertas". O, los cielos se abren para los que se bautizan y ven las cosas que hay en los cielos, no mirando con los ojos de la carne, sino creyendo con los ojos espirituales de la fe. O de otro modo: Los cielos son las Sagradas Escrituras, las que todos leen, aunque no todos las entienden, a no ser que sean bautizados de manera que reciban el Espíritu Santo. Por ello las Escrituras de los profetas no eran inteligibles para los apóstoles en un principio, hasta que, habiendo recibido el Espíritu Santo, todas las Escrituras les quedaron perfectamente inteligibles. Sin embargo, de cualquier modo que se entienda, los cielos se abrieron para El, es decir, para todos por medio de El, como si un emperador dice a alguno que pide una gracia para otro: "Este beneficio no lo doy para otro, sino para ti, es decir, por ti se lo doy a aquél".
La glosa
Y tanto resplandor rodeó a Jesucristo en el bautismo, que parecía estar en la gloria.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 12,2
Si tú no ves, no seas incrédulo, porque en los principios de los ejercicios del espíritu aparecen visiones sensibles, en favor de aquellos que no pueden tener inteligencia de la naturaleza incorpórea. De este modo, si más adelante dichas visiones desaparecen, reciban la fe de aquellas que una vez acontecieron.
Remigio
Así como la puerta del reino de los cielos se abrió para todos los regenerados por el bautismo, así todos reciben en el bautismo los dones del Espíritu Santo. Por ello se añade: "Y vio el Espíritu de Dios bajando en forma de paloma y viniendo sobre El".
San Agustín, in sermonibus de Epiphania
Jesucristo, después que ha nacido para los hombres, renace en los sacramentos. Como entonces lo admiramos engendrado en una Madre sin culpa, así ahora lo recibimos sumergido en una pura ola. La Madre de Dios engendró a su Hijo y permaneció pura. Una ola de agua lavó a Cristo y quedó santificada. Por último, el Espíritu Santo, que lo formó en las entrañas, ahora lo rodea de luz en lo profundo de las aguas. Y el que antes hizo pura a María, ahora santifica las aguas. De donde dice: "Y vi al Espíritu de Dios, bajando".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 4
Por ello el Espíritu Santo tomó la forma de paloma, porque esta ave mansa y pura es la que, entre todos los animales, practica más la caridad. Todas las apariencias de justicia que tienen los que son hijos de Dios en verdad, pueden tener los esclavos del demonio por medio de la ficción. Sólo la caridad del Espíritu Santo es la que no puede imitar el espíritu inmundo. Por ello, el Espíritu Santo se reservó para sí esta especie privada de caridad. No se conoce por el testimonio de alguno en dónde se encuentre el Espíritu Santo, más que por la gracia de la caridad.
Rábano
Se distinguen siete virtudes en los bautizados por medio de Espíritu Santo bajo la forma de paloma. La paloma habita junto a las aguas, para que, al ver al gavilán, pueda sumergirse en el agua y librarse de sus garras; elige los mejores granos, alimenta a los hijos de otro, no hiere con su pico, carece de hiel, hace sus nidos en los agujeros de las piedras y tiene una especie de gemido en vez de canto. Así los santificados por el bautismo viven junto a las aguas de las Sagradas Escrituras, para huir de las embestidas del enemigo y se alimentan con las sanas sentencias que eligen y no con las interpretaciones heréticas. A los hombres que fueron pollos del diablo, esto es, sus imitadores, los alimentan con la doctrina y con su ejemplo; no interpretan mal las buenas sentencias, hiriendo como lo hacen los herejes; carecen de indignación irracional; ponen su nido en las llagas de la muerte de Cristo, que es la piedra firme, esto es, su refugio y su esperanza. Y así como otros se deleitan en el canto, así ellos se deleitan en el llanto por sus pecados.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 12,3
Se hace mención de cierta historia antigua: cuando nuestro linaje en el diluvio, apareció también la paloma para señalar el final de la tormenta y, llevando un ramo de olivo, anunció la buena nueva de paz sobre la tierra. Todo lo cual era figura de lo que después había de suceder. Pues ahora aparece la paloma para señalarnos al que venía a librarnos de todos nuestros males y trae, en vez del ramo de olivo, la filiación divina para todo el género humano.
San Agustín, de Trinitate, 2,5
Extraña comprender por qué se diga que el Espíritu Santo haya sido enviado, cuando desciende sobre el mismo Dios de una manera visible en forma de paloma. Se formó en el principio una especie de creatura, en la que se representasen las propiedades del Espíritu Santo. Esta operación, manifestada en el exterior y ofrecida a la vista de los mortales, se llama misión del Espíritu Santo, no porque apareciese su esencia invisible, sino para que el corazón humano, estimulado por las cosas visibles, se mueva al deseo de la oculta eternidad. Pero el Espíritu Santo no tomó esta creatura en quien apareció, en unión de la persona, como el Hijo tomó la forma humana en el seno de una Virgen; ni el Espíritu Santo ha santificado la paloma, ni la ha unido a su persona para siempre. Por lo tanto, aunque aquella paloma se llama Espíritu, para que se manifieste por la paloma el Espíritu patentizado, no podemos llamar al Espíritu Santo, Dios y paloma, como decimos Hijo, Dios y Hombre; ni como decimos al Hijo, Cordero de Dios. No sólo por lo que nos dice San Juan Bautista predicando, sino también San Juan evangelista viendo en su Apocalipsis el Cordero santificado. Aquella visión profética no se patentiza a los ojos de la carne por medio de formas corpóreas, sino en espíritu, por medio de imágenes espirituales de los cuerpos. De aquella paloma, en cambio, nadie ha dudado jamás que haya sido vista con los ojos. Ni como llamamos al Hijo piedra (porque está escrito: Cristo era piedra), podemos llamar paloma al Espíritu Santo; porque la piedra ya existía y metafóricamente se le designa con el nombre de Cristo a quien significaba. No sucede lo mismo con la paloma, que para significar estas cosas existió momentáneamente. Esto se asemeja, a mi modo de entender, a aquella llama que apareció a Moisés a quien el pueblo seguía por el camino del desierto y a los truenos y rayos que se percibieron en el monte mientras se daba la Ley. Estas formas corpóreas sólo existieron para explicar algunas cosas que tenían su significado, pero desaparecieron en seguida. Por medio de estas formas corporales se dice que fue enviado el Espíritu Santo, por ello estas formas aparecieron en un momento y desaparecieron después.
San Jerónimo, in Matthaeum, 3
Posó la paloma sobre la cabeza de Jesús, para que no hubiese quien pudiera creer que la voz del Padre se dirigía al Bautista y no al Señor. De donde se siguen estas palabras: se posaba sobre El.