"Y cuando os entregaren, no penséis en el modo y en lo que habéis de hablar; porque os será dado en aquella hora lo que habéis de hablar: porque no sois vosotros los que habláis, sino que el Espíritu de vuestro Padre habla en vosotros". (vv. 19-20)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 33,3
A los consuelos anteriores añade el Señor otro nuevo y no pequeño. Por si los Apóstoles decían: ¿Cómo es posible que nosotros podamos persuadir en medio de tales persecuciones?, les manda que no se preocupen con las respuestas y les dice: "No penséis, cuando os entregaren, en el modo de hablar y en lo que habéis de decir".
Remigio
Dos cosas les dice el Señor en estas palabras: el modo de hablar y lo que han de hablar. Lo primero, se refiere a la sagacidad y lo segundo, es propio de la palabra. Pero como El les había de dar las palabras que debían decir y el modo con que las habían de decir, resulta que los predicadores justos no debían preocuparse ni de los pensamientos ni de las palabras.
San Jerónimo
Cuando nosotros seamos conducidos, por la causa de Cristo, delante de los jueces, tan solamente debemos ofrecer nuestra voluntad a Cristo; por lo demás, el mismo Cristo que habita dentro de nosotros, hablará en nuestro favor y el Espíritu Santo nos asistirá con su gracia en las contestaciones.
San Hilario, in Matthaeum, 10
Porque nuestra fe regularizada por los preceptos divinos, nos enseñará lo que debemos responder: tenemos un ejemplo en Abraham, a quien (después de haberle exigido para el sacrificio a su hijo Isaac) no le faltó un carnero que sirviera de víctima ( Gén 22). Y por esta razón sigue: "Porque no sois vosotros los que habláis", etc.
Remigio
Este es el sentido: Vosotros marcháis al combate; pero yo soy el que combato: vosotros decís las palabras; pero yo soy el que hablo: por eso dice San Pablo. "¿Es que vosotros queréis tener la experiencia de aquel que habla en mí, Cristo?" ( 2Cor 13,3).
San Jerónimo
De esta manera los eleva a la dignidad de los profetas, que hablaron animados por el Espíritu de Dios:
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 33,5
Cuando el Señor dice aquí: "No os preocupéis con lo que habéis de hablar", estas palabras no están en oposición con las que dice en otro lugar: "Estad siempre preparados a satisfacer a los que os pregunten y a exponerles los motivos de vuestra esperanza" ( 1Pe 3,15). Porque cuando la lucha es entre amigos, debemos preocuparnos de lo que debemos decir; pero delante de un tribunal terrible y de una turba exaltada y cuando nos vemos rodeados de peligros por todas partes, Cristo nos da un auxilio, para que hablemos con confianza y para que no cedamos al miedo.