Las Moradas Santa Teresa de Jesús
Moradas Sextas
Capítulo 2 (NOTAS)
2. Frase corregida en el autógrafo por la Santa, que primero había
escrito: «... presto, o un relámpago, aunque ni se ve luz ni
se oye ruido» (cf
R 4, 2).
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3. Fray Luis leyó: «cosas del espíritu». Preferimos
el texto autógrafo.
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4. Tan pequela para...: tan pequeña
en comparación de.
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5. «Parece que las lleva tras sí, según es el sentimiento
de amor»: así aclaró fray Luis (p. 138). - Todo este pasaje,
con la doble experiencia del fuego y de la saeta, tienen un hermoso paralelo
biográfico en
Vida, c. 29, n. 19:
«No ponemos nosotros la leña, sino que parece que, hecho ya el
fuego, de presto nos echan dentro para que nos quememos. - ... hincan una
saeta en lo más vivo de las entrañas y corazón... que
no sabe el alma qué hace ni qué quiere». - Sigue la conocida
descripción de la trasverberación (n. 13).
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6. Estante: estable, fijo.
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7. Alude a si misma: era víctima de estos ímpetus irresistibles
por los años en que escribía el libro de la
Vida, 1562-1565; en 1568 (?) San Juan de
Avila le escribe asrgurándole «que son buenos» (cf. Rel.
5, n. 13; y la carta del Santo en B.M.C., t. II, p. 208-210); todavía
en 1571 los tiene frecuentes, a pesar de escribir: «de unos días
acá me parecía no tener tan grandes ímpetus como
solía» (
Rel. 15, n. 1; pero
a continuación refiere el famoso «traspasamiento» de las
coplillas de Salamanca); poco después, sin que sea posible fijar la
fecha, esta gracia mística cede el paso a otras menos violentas: «el
deseo e impetus tan grande de morir se me han quitado»
(
Rel. 21).
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8. Por las adefueras: en lo exterior del
hombre, como «en la ronda del castillo».
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9. El no ser antojo: la gracia de que
habló en los primeros números. La imaginación no podrá
contrahacerla.
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10. Si alguna duda
quedare.
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11. En la
Relación 5, n. 13 asegura
que sus mismos confesores estaban exentos de temor respecto a esta gracia
mística: «nadie lo condena». - Todo este capítulo
tiene su paralelo o reverso biográfico en el c. 29 de la
Vida; cf. además el c. 20.
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12. Su nacimiento... es de donde lo que queda dicho:
dijo en el n. 1 que los «impulsos delicados... proceden
de lo muy interior del alma»; la
«herida sabrosísima» (n. 2) o el «silbo penetrativo»
(n. 3) proceden del «Esposo, que está en la séptima
morada» (n. 3) y «le llega a las entrañas» (n. 4);
es un «movimiento» que procede «de adonde está el
Señor [centro del alma] que es inmutable» (n. 5). Véase
además el n. 1 del c. 3.
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