Los Salmos
Salmo 92 (91)
1 Salmo. Cántico. Para el día de sábado.
2 Bueno es dar gracias a Yahveh, y salmodiar a tu nombre, Altísimo,
3 publicar tu amor por la mañana, y tu lealtad por las noches,
4 al son del arpa de diez cuerdas y la lira, con un susurro de cítara.
5 Pues con tus hechos, Yahveh, me regocijas, ante las obras de tus manos grito:
6 «¡Qué grandes son tus obras, Yahveh, qué hondos tus pensamientos!»
7 El hombre estúpido no entiende, el insensato no comprende estas cosas.
8 Si brotan como hierba los impíos, si florecen todos los agentes de mal, es para ser destruidos por siempre;
9 mas tú, Yahveh, eres excelso por los siglos.
10 Mira cómo tus enemigos perecen, se dispersan todos los agentes de mal.
11 Pero tú alzas mi frente como la del búfalo, derramas sobre mí aceite nuevo;
12 mi ojo desafía a los que me acechaban, mi oído escucha a los malvados.
13 Florece el justo como la palmera, crece como un cedro del Líbano.
14 Plantados en la Casa de Yahveh, dan flores en los atrios del Dios nuestro.
15 Todavía en la vejez producen fruto, se mantienen frescos y lozanos,
16 para anunciar lo recto que es Yahveh: mi Roca, no hay falsedad en él.