1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.
2 Dice en su corazón el insensato: «¡No hay Dios!» Corrompidos están, de conducta abominable, no hay quien haga el bien.
3 Se asoma Dios desde los cielos hacia los hijos de Adán, por ver si hay un sensato, alguien que busque a Dios.
4 Todos ellos están descarriados, en masa pervertidos. No hay quien haga el bien, ni uno siquiera.
5 ¿No aprenderán todos los agentes de mal que comen a mi pueblo como se come el pan, y no invocan a Dios?
6 Allí de espanto temblarán, donde nada hay que espante. Pues Dios dispersa los huesos de tu sitiador, se les ultraja porque Dios los rechaza.
7 ¿Quién traerá de Sión la salvación de Israel? ¡Cuando Dios cambie la suerte de su pueblo, exultará Jacob, se alegrará Israel!