1 Mandó luego que la introdujeran donde tenía su vajilla y ordenó que le sirvieran de sus propios manjares y le dieran a beber de su propio vino.
2 Pero Judit dijo: «No debo comer esto, para que no me sea ocasión de falta. Se me dará de las provisiones que traje conmigo.»
3 Holofernes le dijo: «Cuando se te acaben las cosas que tienes, ¿de dónde podremos traerte otras iguales? Porque no hay nadie de los tuyos con nosotros.»
4 Respondió Judit: «Por tu vida, mi señor; que, antes que tu sierva haya consumido lo que traje, cumplirá el Señor, por mi mano, sus designios.»
5 Los siervos de Holofernes la condujeron a la tienda, y ella durmió hasta media noche. Al acercarse la vigilia de la aurora, se levantó,
6 y envió a decir a Holofernes: «Ordene mi señor que se dé a tu sierva permiso para salir a orar.»
7 Holofernes ordenó a su escolta que no se lo impidieran. Judit permaneció tres días en el campamento. Cada noche se dirigía hacia el barranco de Betulia y se lavaba en la fuente donde estaba el puesto de guardia.
8 A su regreso, suplicaba al Señor, Dios de Israel, que diese buen fin a sus proyectos para exaltación de los hijos de su pueblo.
9 Y, ya purificada, entraba en la tienda y allí permanecía hasta que le traían su comida de la tarde.
10 Al cuarto día, dio Holofernes un banquete exclusivamente para sus oficiales; no invitó a ninguno de los encargados de los servicios.
11 Dijo, pues, a Bagoas, el eunuco que tenía al frente de sus negocios: «Trata de persuadir a esa mujer hebrea que tienes contigo, que venga a comer y beber con nosotros.
12 Sería una vergüenza para nosotros que dejáramos marchar a tal mujer sin habernos entretenido con ella. Si no somos capaces de atraerla, luego hará burla de nosotros.»
13 Salió Bagoas de la presencia de Holofernes, entró en la tienda de Judit y dijo: «Que esta bella esclava no se niegue a venir donde mi señor, para ser honrada en su presencia, para beber vino alegremente con nosotros y ser, en esta ocasión, como una de las hijas de los asirios que viven en el palacio de Nabucodonosor.»
14 Judit le respondió: «¿Quién soy yo para oponerme a mi señor? Haré prontamente todo cuanto le agrade y ello será para mí motivo de gozo mientras viva.»
15 Después se levantó y se engalanó con sus vestidos y todos sus ornatos femeninos. Se adelantó su sierva para extender en tierra, frente a Holofernes, los tapices que había recibido de Bagoas para el uso cotidiano, con el fin de que pudiera tomar la comida reclinada sobre ellos.
16 Entrando luego Judit, se reclinó. El corazón de Holofernes quedó arrebatado por ella, su alma quedó turbada y experimentó un violento deseo de unirse a ella, pues desde el día que la vio, andaba buscando ocasión de seducirla.
17 Díjole Holofernes: «¡Bebe, pues, y comparte la alegría con nosotros!»
18 Judit respondió: «Beberé señor; pues nunca, desde el día en que nací, nunca estimé en tanto mi vida como ahora.»
19 Y comió y bebió, frente a él, sirviéndose de las provisiones que su sierva había preparado.
20 Holofernes, que se hallaba bajo el influjo de su encanto, bebió vino tan copiosamente como jamás había bebido en todos los días de su vida.