Después que ellos salieron, presentaron a Jesús un hombre mudo poseído del demonio. Y arrojado éste, habló el mudo: admiráronse las turbas, y decían: "Jamás ha acontecido en Israel una cosa parecida"; mas los fariseos, por el contrario, decían: "arroja al demonio en nombre del príncipe de los demonios". (vv. 32-34)
Remigio
Después de haber dado de un modo maravilloso la vista a los ciegos, dio la palabra a un mudo y la salud al que estaba poseído del demonio: en cuyo hecho se muestra Jesús como Señor de todo poder y autor de todos los medios divinos. Ya lo dijo Isaías: "Entonces verán los ciegos, oirán los sordos y hablarán los mudos" ( Is 35,5). Por eso se dice: "Después de su partida le presentaron un hombre mudo".
San Jerónimo
La palabra griega cophos ( cwfoV ) significa más bien sordo que mudo, pero es costumbre de la Escritura, tomarla indiferentemente o por sordo o por mudo.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,1
No era mudo de naturaleza, sino por obra del demonio. De ahí la necesidad que tuvo de que lo llevaran a Jesús y la imposibilidad en que se encontraba de pedir por sí mismo o de suplicar a otros que lo hicieran. No tenía voz por habérsela paralizado el demonio: por esta razón no le exige Jesús la fe y le cura en seguida, por eso se dice: "y arrojado el demonio habló el mudo".
San Hilario, in Matthaeum, 9
En este acontecimiento sigue todo el procedimiento un orden natural: primero arroja el demonio y después recobran todas las partes del cuerpo sus funciones.
Sigue: "Y se admiraron las turbas y dijeron: Jamás aconteció en Israel una cosa parecida".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,1-2
El pueblo estimaba a Jesús más que a todos los demás, no sólo porque curaba, sino porque curaba con facilidad y prontitud todas las enfermedades, aunque fueran incurables. Esto era lo que más irritaba a los fariseos. Porque no sólo era preferido antes que todos los que vivían en Israel, sino incluso a todos los nacidos antes que El en Israel. Por esto los fariseos, movidos por malos sentimientos, procuraran infamarle, según aquellas palabras: "Mas los fariseos decían, arroja a los demonios en virtud del príncipe de los demonios".
Remigio
Los escribas y fariseos negaban, siempre que podían, los milagros del Señor, e interpretaban de maliciosa manera los que no podían negar, según aquello: "A causa de tu gran fuerza, te mentirán tus enemigos" ( Sal 65,3).
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,2
¿Se puede decir locura mayor que la que ellos dijeron? Porque nadie puede formarse la idea de que un demonio arroje a otro demonio, pues un demonio aplaude siempre y no destruye nunca lo que otro hace. Y Cristo no sólo arrojaba a los demonios sino que también limpiaba a los leprosos, resucitaba a los muertos, perdonaba los pecados, predicaba el reino de Dios y conducía a los hombres al Padre; cosas todas que ni podía ni quería hacer el demonio.
Rábano
En sentido místico podemos decir, que así como los dos pueblos, el judío y el gentil, estaban representados por los dos ciegos, así también todo el género humano, en general, está representado por el hombre mudo y poseído del demonio.
San Hilario, in Matthaeum, 9
Podemos ver también en el hombre sordo, mudo y poseído del demonio, a todo el pueblo gentil (indigno de toda salvación), rodeado por todas partes de toda clase de males y envuelto en todos los vicios del cuerpo.
Remigio
Mudo estaba todo el pueblo gentil, porque no podía abrir su boca para confesar la verdadera fe, ni para alabar a su Creador y porque adorando a los ídolos mudos, se hizo semejante a ellos: estaba poseído del demonio porque quedó muerto por su infidelidad y sujeto al imperio del demonio.
San Hilario, in Matthaeum, 9
Por el conocimiento de Dios se evita todo género de locas supersticiones y se encuentra la vista, el oído y la palabra de salvación.
San Jerónimo
Porque así como los ciegos reciben la luz, así también se pone expedita la lengua a los mudos, para que hablen y confiesen a aquel a quien antes negaban. La admiración de las turbas representa la confesión de las naciones y la calumnia de los fariseos nos da a conocer la actual infidelidad de los judíos.
San Hilario, in Matthaeum, 9
A la admiración de las turbas sigue inmediatamente la siguiente confesión: "Jamás sucedió en Israel una cosa parecida", en cuyas palabras se demuestra el poder divino, que salvó a aquel a quien la ley no pudo dar auxilio alguno.
Remigio
En los que presentaron al Señor al mudo a fin de que le sanara, están representados los Apóstoles y los predicadores, porque pusieron delante de los ojos misericordiosos de Dios, al pueblo gentil con el objeto de que le salve.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,29
Sólo San Mateo nos refiere los dos hechos de que se habla aquí: el hecho del ciego y el del mudo poseído del demonio. Aquellos dos ciegos del que se ocupan los otros evangelistas son distintos; el acontecimiento, sin embargo, es parecido. En tales términos es parecido que si San Mateo no hubiera hecho mención de él, podríamos creer que lo que ahora narra había sido contado por los otros dos evangelistas. Debemos recordar siempre que hay en el Evangelio ciertos hechos que se parecen: de manera que (cuando encontráremos en otros pasajes hechos acompañados de circunstancias tan particulares y distintas que no pudiéramos concordarlas) debemos deducir que el hecho no es el mismo sino otro parecido, o ejecutado del mismo modo.