"Porque si perdonareis a los hombres sus pecados, os perdonará también vuestro Padre celestial los vuestros. Mas si no perdonareis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados". (vv. 14-15)
Rábano
Como nuestro Señor había dicho: Amén, había dado a entender que Dios concede indefectiblemente todo cuanto se pide bien, cuando los que piden no menosprecian el cumplir lo pactado en la condición añadida, y por esto se añade: "Pero si perdonáis a los hombres sus pecados."
San Agustín, de sermone Domini, 2, 11
En esto no debe pasarse en silencio que, de todas las sentencias, con las cuales el Señor nos mandó que orásemos, creyó oportunamente recomendarnos de una manera especial la que afecta a la remisión de los pecados, en la que quiso que fuésemos caritativos, lo cual es un consejo para evitar todas las debilidades.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 14
No dice que primero nos perdona Dios para que después nosotros perdonemos a nuestros deudores. Dios sabe, pues, que los hombres mienten y que aun cuando obtengan el perdón de sus pecados, ellos no perdonan a sus deudores, por ello dice que primero perdonemos y que después pidamos nuestro perdón.
San Agustín, Enchiridion, 74
El que no perdona al que le pide perdón arrepentido de su pecado y no lo perdona de corazón, no espere en manera alguna que Dios le perdone sus pecados, y por ello añade: "Mas si no perdonareis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados".
San Cipriano, de oratione Domini
No podrás tener excusa alguna en el día del juicio, cuando seas juzgado según tu misma sentencia y cuando tú mismo sufras lo que has hecho con otros.
San Jerónimo
Pero está escrito: "Yo he dicho: sois dioses, pero vosotros como hombres moriréis". Esto se ha dicho por que los hombres han merecido ser tales, de dioses que eran, por sus pecados. Y en verdad que son llamados con razón hombres todos aquellos a quienes se les perdonan los pecados.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 19,7
Por lo tanto hace mención de los cielos y del Padre, para llamar la atención del que oye. Ninguna cosa se asemeja tanto a Dios, como perdonar a los que hacen alguna injuria. No es oportuno que sea feroz un hijo que procede de tal Padre. Y como está llamado a poseer el cielo, debe tener cierta propiedad en sus acciones, que se conforme con esta clase de vida.