"Acomódate luego con tu contrario mientras que estás con él en el camino, no sea que tu contrario te entregue al juez y el juez te entregue al ministro, y seas echado en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante". (vv. 25-26)
San Hilario, in Matthaeum, 4
El Señor quiere que no pasemos ningún tiempo sin acudir a El, con la intención de perdonar. Por ello nos mandó reconciliarnos con nuestro enemigo en el camino de la vida, no sea que al tiempo de la muerte nos vayamos sin terminar la paz comenzada. Por ello dice: "Acomódate luego con tu contrario mientras que estás con él en el camino, no sea que tu contrario te entregue al juez".
San Jerónimo
Como no tenemos en los códices latinos la palabra consentiens, en los griegos se ha escrito eunoon, que quiere decir benigno o benévolo.
San Agustín, de sermone Domini, 1, 11
Si pensamos quién sea nuestro contrario, con quien se nos manda ser benévolos, deberemos creer que es, o el diablo, o el hombre, o la carne, o Dios, o su ley. El diablo no me parece que sea aquel con quien se nos manda ser benévolos o estar en amistad. Donde hay benevolencia allí hay amistad, y nadie puede mandarnos que tengamos amistad con el diablo. Ni tampoco conviene estar conforme con él, puesto que hemos renunciado a su trato y le hemos declarado la guerra. Ni tampoco debemos consentir con él, porque el haber estado conformes con él alguna vez, ha hecho que caigamos en tantas miserias.
San Jerónimo
Algunos dicen que manda el Salvador que seamos benévolos con el demonio para que no le hagamos sufrir por culpa nuestra, porque hay quien dice que debe ser atormentado por nosotros cuando consentimos en sus tentaciones. Otros dicen, con más precaución, que nosotros en el bautismo hacemos una especie de pacto con el demonio, renunciando a él; pero si respetamos este pacto, nos hacemos benévolos y conformes con nuestro enemigo, y no seremos encerrados en la cárcel
San Agustín, de sermone Domini, 1,11
No veo cómo interpretar esto: nosotros somos entregados por el hombre al juez, cuando comprendo que Jesucristo es el juez ante cuyo tribunal todos habremos de presentarnos, según dice el Apóstol. ¿Cómo habrá de ser entregado a un juez aquel que, como nosotros, habrá de comparecer también ante el juez Supremo? Y también si alguno daña a otro hombre matándolo, no tendrá tiempo de reconciliarse con él en el camino, esto es, en esta vida, ni podrá obtener el perdón por la penitencia. Tampoco comprendo cómo se nos podría estar mandando estar acordes con la carne, en cuyas supersticiones, si consentimos, nos hacemos más pecadores. Los que la someten a la servidumbre, no están de acuerdo con ella, sino que la obligan a que se someta.
San Jerónimo
¿Cómo puede meterse la carne en la cárcel, si no está de acuerdo con el alma, siendo así que el alma y el cuerpo han de ser aprisionados juntamente, y el cuerpo no puede hacer nada si el alma no le obliga?
San Agustín, de sermone Domini, 1,11
Acaso lo que se nos manda es estar unidos a Dios, de quien nos hemos separado pecando, y que desde entonces resulta nuestro adversario resistiéndonos, según estas palabras: "Dios resiste a los soberbios". Todo aquél, pues, que no se reconciliare con Dios en esta vida por medio de la muerte de su Hijo, será entregado por El al juez, esto es, al Hijo, a quien el Padre ha dado todo juicio. ¿Mas cómo puede decirse rectamente que el hombre se halla en el camino con Dios, sino porque Dios está en todas partes? Y si no se quiere decir que Dios, presente en todas partes, esté con los impíos, así como no decimos que los ciegos estén con la luz que los baña. Sólo resta aquí que comprendamos como adversario al precepto de Dios, opuesto a los que quieren pecar, y que nos ha sido dado en esta vida para que nos dirija en el camino. Una vez conocido, debemos asentir a él prontamente (leyendo, oyendo, asintiendo a su autoridad suprema), no aborreciéndole, porque es opuesto a nuestros pecados, sino amándolo porque nos corrige. No desechándolo por oscuro, sino orando para comprenderlo.
San Jerónimo
Mas, de los antecedentes aparece que Dios nos exhorta a la caridad fraterna, puesto que dice más arriba: "Ve a reconciliarte con tu hermano".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 11
Se apresura el Señor a reconciliarnos con nuestros hermanos en esta vida, sabiendo cuán peligroso es que un enemigo muera sin reconciliarse. Si, siendo enemigos, os presenta la muerte ante el juez, éste os entregará a Cristo, el cual os convencerá de reos en su juicio. Os entregará al juez, por más que antes os haya suplicado la reconciliación. Pues el que ruega antes al enemigo, lo hace reo delante de Dios.
San Hilario in Matthaeum, 4
O bien vuestro adversario os entregará al juez, porque vuestra ira, que permanece sobre él, es la prueba de vuestra enemistad.
San Agustín, de sermone Domini, 1,11
Entiendo que ese juez es Cristo, porque "el Padre dio todo juicio al Hijo" ( Mt 4,11). Por ese ministro entiendo el ángel: "Y los Angeles, dice, le servirán". Y, en efecto, creemos que vendrá a juzgar con sus ángeles, por lo cual añade: "El juez te entregará al ministro".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 11
O al ministro, esto es, al ángel cruel de las penas, el cual os sepultará en la cárcel de fuego, y así es como sigue: "Y serás metido en la cárcel".
San Agustín, de sermone Domini, 1,11
Entiendo por cárcel las penas de las tinieblas, y para que ninguno desprecie esta cárcel, añade: "En verdad te digo que no saldrás de esa cárcel hasta que no pagues el último cuadrante".
San Jerónimo
Cuadrante es una moneda que vale dos minutas, lo cual equivale a decir: no saldrás de la cárcel mientras no hayas expiado hasta los pecados más pequeños.
San Agustín, de sermone Domini, 1,11
Esta expresión se pone aquí para significar que nada se deja sin castigo. Así como decimos de una cosa, exigida con rigor, que se la ha exprimido hasta lo último. O se significan, con el nombre de novísimo cuadrante, los pecados terrenos, puesto que la tierra es el cuarto ( novísimo o último) de los elementos. La palabra pagar significa la pena eterna, y la manera de expresarse hasta que, debe tomarse en el mismo sentido que esta otra frase: "Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos bajo tus pies" ( Sal 109,1). Es claro que su reino no terminará cuando someta a sus enemigos y así debe entenderse aquí: "No saldrás de ahí hasta que no pagues el último cuadrante", como si dijera que nunca saldrá de allí, porque pagará siempre el último cuadrante mientras duren las penas eternas, debidas a los pecados de su vida.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 11
Si haces las paces en esta vida, puedes recibir la remisión aun de las faltas más graves. Pero una vez condenado y metido en la cárcel, no sólo te exigirán suplicios por los pecados graves, sino también de una palabra ociosa, lo que puede entenderse por cuadrante.
San Hilario in Matthaeum, hom. can
Como la caridad cubre multitud de pecados, pagaremos hasta el último cuadrante, si con el precio de ella no redimimos nuestros pecados.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 11
También se pueden llamar cárceles a las angustias de este mundo, las cuales permite Dios muchas veces a los que pecan.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 16,11
O se trata aquí de los jueces de este mundo, del camino que conduce a este juicio y de esta cárcel. Esto para fijarnos en las cosas de la eternidad por medio de las temporales que tenemos a la vista y que de ordinario nos mueven más. En este sentido dice San Pablo: "Si obrares mal, teme la potestad; pues no sin causa lleva ceñida la espada" ( Rom 13,4).