"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!, porque rodeáis la mar y la tierra por hacer un prosélito; y después de haberle hecho, le hacéis dos veces más digno del infierno que vosotros". (v. 15)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Después de lo que se lleva dicho, otra vez el Señor vuelve a vituperar a los fariseos, ya que siendo ineficaces para salvar a muchos y necesitándose de mucho trabajo para convertir a uno a la fe no solamente son negligentes respecto a los que convierten sino que son también sus destructores. Porque los corrompen con los ejemplos de su mala vida: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque rodeáis el mar y la tierra", etc.
San Hilario, in Matthaeum, 24
Rodear el mar y la tierra quiere decir que habían de ser juzgados por causa del Evangelio de Cristo en todos los extremos del orbe y que, en contra la fe que salva, someterían algún prosélito al yugo de su ley. Todos los que han pasado de la idolatría a la Sinagoga, cuyo pequeño número se designa en este pasaje con la palabra uno solo, son prosélitos, y éstos no abandonan la fe en su doctrina aun después de la predicación de Cristo. Pero cualquiera que aceptare la de los judíos, es hijo del infierno.
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Porque todos los que judaízan después de la Pasión del Salvador, dan a entender en esto mismo que participan del sentimiento de aquellos que exclamaron en otro tiempo: "Crucifícale" ( Jn 19,6). Por esto sigue: "Y después de haberle hecho (judío), le hacéis dos veces más digno del infierno que vosotros", etc.
San Hilario, in Matthaeum, 24
Por lo tanto, será digno del infierno dos veces, porque ni podrá conseguir el perdón de sus pecados cometidos entre los gentiles, y se habrá asociado a aquellos que persiguieron a Jesucristo.
San Jerónimo
Los escribas y los fariseos recorriendo todo el orbe, hacían esfuerzos por conseguir un prosélito de entre los gentiles, esto es, mezclar con el pueblo de Dios un forastero incircunciso.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
No querían salvar por caridad a aquel a quien enseñaban, sino por avaricia, para que aumentado el número de los judíos pertenecientes a la Sinagoga, aumentase también el número de oblaciones; también hacían esto por vanagloria. El que se sumerge en el lodazal de los pecados, ¿cómo querrá librar a otros de los suyos? ¿Acaso podrá ser más caritativo con otro que consigo mismo? Demuéstrase por las mismas acciones quién desea convertir a otro por Dios, o por vanidad.
San Gregorio Magno, Moralia, 31,7
Como los hipócritas, aun cuando hagan acciones malas, no dejan de hablar bien, hablando bien producen hijos para la fe por medio de su conversación, pero no pueden sustentarlos para que vivan bien. Cuanto más se mezclan en las cosas del mundo, con tanta más negligencia permiten que traten las cosas de la vida aquellos a quienes han engendrado. Como viven con sus corazones endurecidos, no reconocen a los mismos hijos a quienes engendraron con la caridad del amor debido.
Por lo tanto, aquí se dice de los hipócritas: "Y después de haberle hecho, le hacéis digno del infierno", etc.
San Agustín, contra Faustum, 18, 29
Dijo esto, no porque eran circuncidados, sino porque imitaban sus costumbres, cuando se les había prohibido diciendo: "Sobre la Cátedra de Moisés", etc. En estas palabras deben advertirse dos cosas: la gran deferencia que debía concederse a la doctrina de Moisés, en cuya cátedra estaban obligados a enseñar buenas doctrinas aun los malos que en ella se sentaban; y de donde resultaba que salían hijos de perdición, no porque oían las palabras de la ley, sino porque imitaban sus acciones. Por lo tanto, eran dos veces más dignos que ellos, hijos de condenación, porque dejaban de hacer aquello a que se habían comprometido por voluntad propia no habiendo nacido judíos, sino habiéndose hecho judíos espontáneamente.
San Jerónimo
Porque como antes, cuando era gentil pecaba sencillamente, era sólo hijo de condenación una vez. Y viendo además los defectos de sus maestros, y comprendiendo que destruían con sus obras lo que enseñaban con sus palabras, se vuelve a su antigua vida. Y ahora volviéndose a hacer gentil, es digno de mayor castigo, como prevaricador.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
También, o porque cuando adoraba a los ídolos, practicaba la virtud al menos por agradar a otros hombres, una vez convertido en judío provocado por el ejemplo de sus malos maestros, era peor que los que le habían enseñado.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Cuando el maestro es bueno, el discípulo le imita, pero cuando es malo, el discípulo le aventaja.
San Jerónimo
Se llama hijo de condenación, como se llama hijo de perdición ( Jn 17) al hijo de este siglo ( Lc 16 y 17). Porque cada uno es llamado hijo de aquél, cuyas obras ejecuta.
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
En esto podemos comprender que aun entre aquellos que irán al infierno, habrá diferencias de tormentos. Unos serán hijos de condenación, pero otros los serán doblemente. Pero es necesario tener presente que generalmente el que se condena, sea judío, sea pagano o de cualquier otra confesión, queda hecho hijo del infierno por cada una de las especies de pecados que ha cometido y que así como el justo tendrá aumento de gloria según sus méritos, así el pecador tendrá una pena en el infierno proporcionada según el número de sus pecados.