Y cuando los príncipes de los sacerdotes y los fariseos oyeron sus parábolas, entendieron que de ellos hablaba. Y queriéndole echar mano, temieron al pueblo, porque le miraban como un profeta. (vv. 45-46)
San Jerónimo
Aunque los judíos eran de corazón duro por su incredulidad, comprendían, sin embargo, que todas las sentencias de Jesucristo se dirigían contra ellos. Por esto dice: "Y cuando los príncipes", etc.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Hay una diferencia entre los hombres buenos y los hombres malos. El bueno cuando cae en pecado, llora porque pecó. Pero el malo se enfurece, no porque ha pecado, sino porque ha sido cogido en el pecado. Y el malo no sólo no hace penitencia, sino que antes al contrario, se enfurece más contra quien lo corrige. Por esto los que son reprendidos se vuelven peores. Prosigue: "Y queriéndole echar mano, temieron al pueblo, porque le miraban como a un profeta".
Orígenes, homilia 19 in Matthaeum
Conocen algo de lo que es verdad cuando lo consideran como a un profeta, pero no conocen toda su grandeza, según la cual era hijo de Dios. Los príncipes temen a las turbas que conociéndolo así estaban dispuestas a defenderlo, porque no pueden ponerse a la altura de sus conocimientos, no creyendo nada digno respecto de El. Por lo tanto, debe tenerse en cuenta que habían diversas opiniones entre los que querían prender a Jesús. Los príncipes y los fariseos deseaban detenerlo, pero de un modo distinto al que deseaba tenerle la esposa del Cantar de los Cantares, cuando dice: "Lo he sujetado y no lo dejaré hasta que lo lleve a mi tienda" ( Cant 3,4), o como dice en otro lugar: "Subiré a la palma, y tendrá su altura"( Cant 7,8). Pero los que no conocen perfectamente a la divinidad quieren cogerle para maltratarle. Además, no se deben comprender ni admitir palabras contrarias a las de Jesucristo. Ninguno puede por lo tanto comprender el Verbo de la verdad -esto es, entenderlo- ni separar del sentido de los que creen, ni mortificarlo -esto es, destruirlo-.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Pero todo hombre malo prende y mata a Dios (en cuanto le es posible). El que quebranta los mandamientos de Dios, el que murmura contra Dios, el que mira al cielo con rostro airado, ¿no echaría mano de Dios y le mataría si pudiese para poder pecar con libertad?
Rábano
Sin embargo, temen poner su mano sobre Jesús por las turbas que todos los días se levantan en su Iglesia, puesto que cada hermano, de sólo nombre, se avergüenza o tiene miedo de contrariar la fe y la unidad de la paz (que no ama), por los que son buenos y viven con El.