Y aconteció, que cuando Jesús hubo acabado de decir estas palabras, se fue de la Galilea, y pasó a los confines de la Judea, de la otra parte del Jordán. Y le siguieron muchas gentes y los sanó allí. Y se llegaron a El los Fariseos tentándole y diciendo: "¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?" El respondió y les dijo: "¿No habéis leído, que el que hizo al hombre desde el principio, macho y hembra los hizo, y dijo: Por esto dejará el hombre padre y madre, y se ayuntará a su mujer, y serán dos en una carne. Así, que ya no son dos, sino una carne. Por lo tanto, lo que Dios juntó, el hombre no lo separe". Dícenle: "¿pues por qué mandó Moisés dar carta de divorcio y repudiarla?" Les dijo: "Porque Moisés, por la dureza de vuestros corazones, os permitió repudiar a vuestras mujeres, mas al principio no fue así". (vv. 1-8)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
El Señor abandonó primeramente la Judea, a causa de la envidia de los judíos y ahora permanece en ella, porque había de verificarse dentro de poco tiempo su pasión; sin embargo, en el entretanto no llega hasta la misma Judea, sino a sus confines. Por eso se dice: "Y aconteció, que cuando hubo Jesús acabado de decir estas palabras", etc.
Rábano
Aquí comienza el evangelista a contar lo que el Señor hizo en la Judea y lo que enseñó y lo que padeció. Primeramente al otro lado del Jordán, hacia el oriente, después al lado occidental del Jordán, cuando vino a Jericó, a Betfagué y a Jerusalén. Por eso sigue: "Y pasó a los confines de la Judea", etc.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Como el justo Señor de todas las cosas, que de tal manera ama a sus siervos, que jamás abandona los unos por los otros.
Remigio
Es necesario no olvidar, que se llamaba generalmente Judea a todo el país ocupado por los israelitas; sin embargo, el nombre de Judea se daba, especialmente a la parte meridional, habitada por la tribu de Judá y la de Benjamín, para distinguirla de las otras regiones contenidas en la misma provincia, a saber: Samaria, Galilea, Decápolis y otras. Sigue: "Y le siguieron muchas gentes".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Le llevaban como los hijos pequeñuelos llevan al padre que parte para un viaje largo. Mas El, como un padre que se marcha, deja a sus hijos, como prendas de su ternura, la medicina de sus males. Por eso se dice: "Y los curó".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
Debemos también considerar que el Señor no insiste de un modo continuo ni en la predicación oral ni en la obra de los milagros, sino que practica ya lo uno o ya lo otro, a fin de hacer creíble por los milagros lo que dice y para manifestar por sus discursos la utilidad de sus milagros.
Orígenes, homilia 7 in Matthaeum
El Señor curaba al otro lado del Jordán 1, donde se administraba el bautismo. Realmente todos son salvados de sus enfermedades por el bautismo y muchos siguen a Cristo pero se levantan como se levantó Mateo, que siguió a Cristo ( Mt 9).
Rábano
Cura a los Galileos en los confines de la Judea para admitir los pecados de los gentiles al perdón que preparaba a la Judea.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
Curaba el Señor a los hombres y les hacía el bien y por ellos a otros muchos. Porque la curación de unos le servía de motivo para derramar sobre otros la luz divina, excepto sobre los fariseos, a quienes los milagros endurecían más. Por eso sigue: "Y se llegaron a El los fariseos tentándole y diciéndole: ¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer?"
San Jerónimo
Como presentándole un argumento para hacerle caer, cualquiera que sea el extremo que elija. Porque si dijere que era lícito repudiar a la mujer por cualquier causa y tomar otra, aparecía -según ellos- el predicador de la pureza diciendo cosas contrarias a la pureza; y si respondiere que no era lícito por ninguna causa repudiar a la mujer, le tenían por culpable de ese sacrilegio y sería mirado como enemigo de la doctrina de Moisés y de Dios.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
Mirad cómo hasta en el modo de preguntar aparece la malicia de los fariseos. Ya el Señor les había hablado sobre esta ley, pero ellos, como si nada les hubiera dicho, le vuelven a preguntar, creyendo, sin duda, que no recordaría lo que les había dicho.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Así como cuando veis que un hombre frecuenta la amistad de los médicos comprendéis que ese hombre está enfermo, así también cuando un hombre o una mujer os pregunta con frecuencia sobre repudiar a su mujer o a su marido, podéis decir que ese hombre es lascivo y esa mujer meretriz. Porque la castidad se ve complacida en el matrimonio y el libertinaje atormentado por la ley matrimonial que lo sujeta. Sabían ellos que no había más causa razonable para repudiar a la mujer, que la deshonra y ellos se forjaban otras muchas. Pero temiendo encontrarse encerrados dentro de los límites de ciertas causas, no le preguntan qué causa bastaba para repudiar a la mujer, sino que le hicieron la pregunta general, es decir, si era lícito repudiar a la mujer por toda clase de causa. Sabían que la pasión no conoce límites ni se circunscribe a los del matrimonio, sino que cuanto más se ejerce, más se enciende.
Orígenes, homilia 7 in Matthaeum
Después de haber sido tentado el Señor, no hay razón para que lleven a mal sus discípulos, destinados a enseñar, si también ellos mismos son tentados. Sin embargo, el Señor contesta a los tentadores con máximas de piedad.
San Jerónimo
De tal manera continúa el Señor la respuesta, que pasando por alto el lazo que le habían tendido, no hace más que aducirles el testimonio de las Escrituras y oponerles la ley natural y la primera sentencia de Dios, juntamente con la segunda. Por eso sigue: "El respondió y les dijo: ¿No habéis leído que el que hizo al hombre y a la mujer, desde el principio macho y hembra los hizo?" Esto está escrito en el principio del Génesis. 2 Y diciendo macho y hembra, manifiesta que deben evitarse segundos enlaces. Porque no dijo macho y hembras, que es lo que buscaban los que admitían el repudio de la primera unión, sino macho y hembra, a fin de que no se enlazasen más que en un solo matrimonio.
Rábano
De esta determinación saludable de Dios resultó que el hombre abrazaba en su mujer una parte de su cuerpo y no veía como diferente de él lo que comprendía que había sido hecho de él mismo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Si Dios creó al hombre y a la mujer de una sola cosa con el objeto de que fuesen uno, ¿por qué el hombre y la mujer no nacen de un solo útero como algunas aves? Porque Dios creó al hombre y a la mujer para engendrar hijos. Pero Dios ama la castidad y es autor de la continencia y no quiso conservar en todos aquel modelo de vida, con el objeto de que si alguno quería casarse según la disposición de la creación humana, sepa lo que es un hombre y una mujer. Y si no quería casarse, no tenía necesidad de casarse, para que no perjudicase con su continencia a otro que no quisiera ser continente. Por esta razón, el Señor manda que después del matrimonio no se puedan separar los dos esposos sin el consentimiento de los dos. 3
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
No sólo por el modo con que Dios creó al hombre sino también por la Ley, el Señor manifestó que el hombre y la mujer debían estar unidos y que jamás debían separarse. 4 Así, pues, sigue: "Por esto dejará el hombre padre y madre y se ayuntará a su mujer".
San Jerónimo
Lo mismo dijo: a la esposa y no: a las esposas y después añade con toda claridad: "Y serán dos en una carne"; ése es el premio de los matrimonios, el hacer de dos una sola carne.
Glosa
O bien, en una sola carne, esto es, en la cópula carnal.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Si, pues, la mujer procede del marido y los dos son de una sola carne, el hombre deberá dejar al padre y a la madre y la unión entre hermanos y hermanas debe ser mayor porque éstos vienen de los mismos padres mientras que los primeros de padres distintos. Pero el amor del matrimonio es más grande porque la ley de Dios es más poderosa que la virtud de la naturaleza y no están los preceptos de Dios sujetos a la naturaleza, sino que la naturaleza obedece a los preceptos de Dios. Los hermanos, además, proceden de uno solo, para dirigirse hacia distintos caminos. El hombre y la mujer, por el contrario, nacen de padres distintos, para reunirse en un solo destino. El orden de la naturaleza también proclama el orden de Dios. Porque el amor en los hombres es como la savia de los árboles. Sube ésta desde la raíz hasta el tallo y en la terminación de éste, va a la simiente. Por eso aman los padres y no son amados del mismo modo por los hijos. Porque los hijos no transmiten su cariño a los padres, sino que lo transmiten a los hijos que deben engendrar. Esto es lo que significan las palabras: "Por esto dejará el hombre padre y madre y se ayuntará a su mujer".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
Ved la sabiduría del Maestro. Cuando fue preguntado si era lícito, no contestó en seguida "no es lícito", a fin de que no se asustaran; pero estableció esto mismo probándolo. "Dios, al principio, hizo al hombre y a la mujer" y no los unió simplemente, sino que mandó que dejaran al padre y a la madre y no dijo sencillamente que se fuese el hombre con su esposa, sino que se uniese a ella, manifestando en este modo de hablar la indivisibilidad y añadió que se trata de una unión más estrecha, diciendo: "Y serán dos en una carne".
San Agustín, de Genesi ad litteram, 9, 19
Sin embargo, como atestigua la Escritura que estas palabras fueron dichas por el primer hombre, es preciso entender lo que dice el Señor: "Que fueron dichas por Dios", en el sentido de que Adán, en el éxtasis que había precedido, pudo decirlas por inspiración y como profeta.
Remigio
El apóstol dice ( Ef 5) "que este misterio está en Cristo y en la Iglesia". Porque Nuestro Señor Jesucristo, cuando descendió de los cielos a la tierra, de algún modo se puede decir que dejó a su Padre; y abandonó a su madre -esto es, a la sinagoga- a causa de su infidelidad y se unió a su esposa -es decir, a la Iglesia- y son dos en una sola carne, esto es, Cristo y la Iglesia en un solo cuerpo.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62.2
Después que el Señor hubo citado las palabras y los hechos de la ley antigua, El mismo da la interpretación de esas palabras y hechos y afirma su ley diciendo: "Así que ya no son dos, sino una carne". Así también, de los que se aman espiritualmente se dice que tienen una sola alma, según aquel pasaje de la Escritura ( Hch 4,32): "Eran todos los creyentes de un solo corazón y de una sola alma", de la misma manera se dice del esposo y de la esposa, que se aman carnalmente, que son una sola carne y así como es cosa sucia cortar la carne, así también el dividir la mujer es una iniquidad.
San Agustín, de civitate Dei, 14,22
Se dice también que son una sola cosa, bien por la unión, o bien por el origen de la mujer, que fue hecha de la costilla del hombre.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,2
Ultimamente Dios también mandó esta unión diciendo: "Por lo tanto, lo que Dios junta, el hombre no lo separe". Está bien claro en estas palabras que el repudiar a la mujer es un acto contrario a la naturaleza y a la ley. Contra la naturaleza, porque desde luego queda dividida una sola carne y contra la ley, porque se repudia a la mujer a pesar de la unión hecha por Dios y a pesar de su mandato de que no sea dividida.
San Jerónimo
Dios los unió haciendo del hombre y de la mujer una sola carne; luego el hombre no puede separarlos, sino sólo Dios. Pero el hombre hace la separación cuando por deseos hacia otra mujer repudia a la primera y Dios hace la separación de la unión que había hecho cuando por nuestro consentimiento y con el objeto de servir a Dios, tenemos a nuestra mujer como si no la tuviéramos ( 1Cor 7).
San Agustín, contra Faustum, 19,29
Ved aquí a los judíos convencidos por los libros de Moisés, de que no se debe repudiar a la mujer y a aquellos que la repudiaban persuadidos de que obraban según la Ley. También conocemos nosotros -por el testimonio de Cristo- que Dios hizo al hombre y a la mujer y los unió; de esta manera quedan condenados los maniqueos 5 que, oponiéndose al Evangelio de Cristo, negaban esta doctrina.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Esta interpretación de la castidad es dura para los fornicarios, que no pueden contestar nada en contra de la razón y sin embargo, no se someten a la verdad. Por eso se acogen a la sombra de Moisés como los hombres que para sustentar una causa perdida se amparan en los poderosos; para que ya que no pueden salir airosos por la justicia, venzan, al menos, por la persona. Por eso sigue: "Dícenle: ¿Pues por qué mandó Moisés dar carta de divorcio?", etc.
San Jerónimo
Evidencian la calumnia que habían preparado aunque el Señor no les manifestó su propio parecer sino que les recordó la historia antigua y los mandamientos de Dios.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,2
Si el Señor fuese contrario al Antiguo Testamento, no hubiese combatido en favor de Moisés ni hubiera demostrado la concordancia del Antiguo Testamento con lo que El dice. Pero la inefable sabiduría de Cristo los excusa en su respuesta y les dice: "Porque Moisés, por la dureza de vuestros corazones, os permitió", etc. De esta manera, salva a Moisés de toda especie de acusación y la hace recaer toda sobre ellos.
San Agustín, contra Faustum, 19,29
¿Cuánta dureza habría en sus corazones cuando no pudieron ser convencidos por la interposición del acta de divorcio, en donde estaba abierto a los hombres justos y prudentes un medio de discusión, para que pudiesen suavizar y vencer los resentimientos que se opusiesen a recibir o a renovar el amor conyugal? ¡Con qué astucia echan en cara los maniqueos a Moisés el haber querido destruir el matrimonio por el acta de divorcio y alaban a Cristo porque robustecía su indisolubilidad! Siendo así que debían alabar a Moisés, por separar lo que había unido el diablo y vituperar a Cristo, por asegurar las uniones que el diablo había formado. 6
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,2
Finalmente, como era cosa importante lo que el Señor acababa de decir, vuelve en seguida su discurso a la ley, diciendo: "Mas al principio no fue así".
San Jerónimo
Las palabras "no fue así", ¿indican, por ventura, que Dios puede contradecirse, mandando antes una cosa, e infringiendo después ese mandato con otro nuevo? No debemos opinar de esa manera, sino que Moisés, al ver que eran asesinadas las primeras esposas por desear tener otras -que eran o más ricas, o más jóvenes, o más hermosas- o que ellos se entregaban a una mala vida, prefirió ser indulgente con el divorcio, a que continuaran los odios y los homicidios. Considerad al mismo tiempo que no dijo el Señor "por la dureza de vuestros corazones os permitió Dios", sino "os permitió Moisés", porque esto, según el apóstol ( 1Cor 7), "era el consejo de un hombre, mas no el mandato de Dios".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Dijo muy bien que Moisés permitió, mas no lo mandó. Porque siempre queremos lo que mandamos, mas lo que permitimos lo consentimos sin quererlo. Porque no podemos prohibir enteramente la mala voluntad de los hombres. Os permitió, pues, hacer cosas malas, con el objeto de que no hiciérais otras peores. Luego, con permitir Moisés hacer cosas malas, no os demostró la justicia de Dios, sino que quitó al pecado la culpa de pecar, de manera que os pareciese que, obrando según la ley, vuestro pecado no sea visto como pecado 7.
Notas
1. Es decir, el lado oriental.
2. Ver Gén 1, 27.
3. Ver 1Cor 7, 5. Aquí San Pablo no se refiere a romper la unión conyugal por un mutuo acuerdo, sino a la abstinencia voluntaria por parte de los esposos de las legítimas relaciones sexuales por un periodo de tiempo "para daros a la oración".
4. Aquí se utiliza separación en el sentido de rompimiento de la unión conyugal. Ver la nota anterior.
5. Secta dualista y sincrética fundada por Manes (216-277), que sostenía la existencia de dos principios: uno bueno (el bien, al luz, el espíritu) y otro malo (la oscuridad, la materia, las tinieblas). Como consecuencia de sus principios, rechazan la materia y el cuerpo y por lo tanto la unión matrimonial.
6. San Agustín explicita la contradicción en que caen los maniqueos al negar por un lado la unión matrimonial y por otro lado condenar a Moisés quien, según ellos, atentaba contra dicha unión al crear acta de divorcio.
7. El acta de divorcio no tenía como fin eximir de culpa este pecado, sino más bien evitar un mayor mal.