El primer día, pues, de los ázimos, en que sacrificaban el cordero pascual, dícenle los discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de la Pascua?" Y Jesús envió a Jerusalén a dos de ellos, diciéndoles: "Id a la ciudad y encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle, y en donde quiera que entrare, decid al amo de la casa: El Maestro os envía a decir: ¿Dónde está la sala en que he de celebrar la cena de la Pascua con mis discípulos? Y él os mostrará una pieza de comer grande, bien moblada: preparadnos allí lo necesario". Fueron, pues, los discípulos, y llegando a la ciudad hallaron todo lo que les había dicho, y dispusieron las cosas para la Pascua. (vv. 12-16)
San Crisóstomo, in serm. de Pass. vel de prodit. Judae, ut sup
Mientras Judas trataba de la traición, otros discípulos se ocupaban solícitos en la preparación de la Pascua. "El primer día, pues, de los ázimos", etc.
Beda, in Marcum 4, 43
El día de los ázimos era el catorce del primer mes, en cuyas vísperas, arrojada la levadura, acostumbraban inmolar el cordero para celebrar la Pascua. Esto es lo que expone el Apóstol diciendo: "Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado" ( 1Cor 5,7). Aunque fue crucificado al día siguiente, esto es, el quince de la luna, sin embargo, en la noche en la que se sacrificaba al cordero, consagró el principio de su sacrificio, es decir, de su pasión, entregándose a sus discípulos en los misterios de su cuerpo y su sangre. Esa fue la misma noche en la que se apoderaron de El los judíos y le ataron.
Pseudo - Jerónimo
Los panes ázimos, que se comían con amargura, es decir, con hiebas silvestres, significan nuestra redención, porque amarga fue la pasión del Señor.
Teofilacto
En estas palabras de los discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos?" se ve manifiestamente que no tenía Cristo casa propia, ni tampoco sus discípulos; puesto que de tenerla alguno, a ella le hubiera llevado.
Pseudo - Jerónimo
Dicen también: "¿Dónde quieres que vayamos?", para que dirijamos nuestros pasos conforme al plan de Dios. El Señor les indica con quién ha de comer la Pascua, y según su costumbre, manda a dos, como dejamos dicho. "Y Jesús envió a dos de ellos, diciéndoles: Id a la ciudad".
Teofilacto
San Lucas dice que manda a dos de sus discípulos, a Pedro y a Juan, a buscar a un hombre desconocido. De este modo hace ver que de haberlo querido no hubiera padecido, porque si pudo hacer que aquel desconocido recibiese a sus discípulos, ¿qué cosa no podría haber hecho? Al mismo tiempo les da señas para que encuentren la casa, diciéndoles: "Id y encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua".
San Agustín, De consensu Evangelistarum 2, 80
San Marcos dice cántaro y San Lucas ánfora. El primero designó la especie del vaso y el último su forma, diciendo ambos igualmente la verdad.
Beda, in Marcum 4, 43
La prueba de que la presencia de la Divinidad estaba en El es que mientras hablaba con sus discípulos, sabía lo que pasaba en otra parte. "Fueron, pues, los discípulos, y dispusieron las cosas para la Pascua".
San Juan Crisóstomo, in serm. de Pass
No nuestra Pascua, sino de momento, la de los judíos, porque, en cuanto a la nuestra, no sólo la instituyó, sino que fue El mismo esta Pascua. Pero ¿por qué la celebró? Porque, habiendo venido bajo la ley, había de redimir ( Gál 4,5) a los que estaban bajo ella, haciendo así que cesara la ley. Y para que nadie diga que no pudo cumplirla por lo ardua y difícil que era, la cumplió antes El mismo, y así la hizo cesar.
Pseudo - Jerónimo
En sentido místico, la ciudad es la Iglesia, rodeada del muro de la fe. El hombre que sale al encuentro es el pueblo primero, y el cántaro de agua la ley de la letra.
Beda, in Marcum 4, 43
O bien, el agua es el baño de la gracia, y el cántaro significa la fragilidad de aquéllos por quienes la misma gracia había de ser mostrada al mundo.
Teofilacto
Lleva el cántaro de agua el que acaba de ser bautizado, porque el que ya lo está viene al descanso, según la razón, y goza de él como en su propia casa. Por lo que añade: "Seguidle".
Pseudo - Jerónimo
Es a saber, a aquél que conduce a las alturas, en donde Cristo mismo es el alimento. El dueño de la casa es el Apóstol San Pedro, a quien confió el Señor su casa, a fin de que no haya más que una fe bajo un solo pastor. La pieza de comer grande es la gran Iglesia, en donde se repite el nombre del Señor, con los diversos adornos de las virtudes y las lenguas.
Beda, in Marcum 4, 43
O bien: esta gran pieza de comer es la ley en el sentido espiritual, la que, saliendo de la estrechez de la letra, recibe al Salvador en el lugar más alto, esto es, en el espíritu. Se omiten con intención los nombres del que llevaba el cántaro de agua, o del dueño de la casa, para significar que se concede a todos los que lo deseen la facultad de celebrar la verdadera Pascua, esto es, de sumergirse en los sacramentos de Cristo y de procurar recibirle en el albergue de su espíritu.
Teofilacto
O bien: el dueño de la casa es el entendimiento, que es el que hace ver un gran cenáculo en la elevación de los pensamientos. Y aunque es alto, no tiene nada de vanagloria y soberbia, sino que se rebaja y se allana por la humildad. Allí, pues, es decir, en el espíritu, es donde se prepara a Cristo para la Pascua por San Pedro y San Juan, o mediante la acción y la contemplación.