Y aconteció que al octavo día vinieron a circuncidar al niño, y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías. Y respondiendo su madre dijo: "De ningún modo, sino Juan será llamado". Y le dijeron: "Nadie hay en tu linaje que se llame con este nombre". Y preguntaban por señas al padre del niño cómo quería que se le llamase. Y pidiendo una tableta, escribió diciendo: "Juan es su nombre". Y se maravillaron todos. Y luego fue abierta su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. (vv. 59-64)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Gen., 39
La ley de la circuncisión se dictó primeramente a Abraham, en señal de distinción, para que la descendencia del patriarca se conservase limpia y así pudiese obtener los beneficios prometidos. Pero cuando se consuma lo convenido en un pacto, se quita la señal que se había puesto. Así pues, por Jesucristo, cesando la circuncisión, sucedió el bautismo; mas antes convenía circuncidar a Juan. Por esto se dice: "Y aconteció que al octavo día vinieron". Había dicho el Señor ( Gén 17,12): El niño de ocho días será circuncidado entre vosotros. Me parece que esta medida de tiempo fue establecida por la divina clemencia por dos razones. Primeramente para que en edad tan tierna se sufra mejor el dolor del corte de la carne; en segundo lugar para que aprendamos de estas operaciones que esto se hacía para señal, pues un tierno niño no puede discernir lo que se hace con él. Después de la circuncisión se imponía un nombre. De donde prosigue: "Y llamaban,...". Esto se hacía así porque primero se debe tomar el signo de Dios y después el nombre humano. O porque ninguno, si primeramente no renuncia a las cosas de la carne -que es lo que significa la circuncisión-, es digno de que se inscriba su nombre en el libro de la vida.
San Ambrosio
El Santo Evangelista hizo bien al prenotar que muchos creyeron que el niño debía llamarse Zacarías, como su padre; a fin de que se observe que no desagradó a la madre el nombre de alguno de la familia, sino que el Espíritu Santo le inspiró aquél que el Angel había anunciado ya a Zacarías. Y ciertamente que él no pudo declarar a su mujer el nombre del hijo, sino que Isabel aprendió por inspiración lo que no había aprendido del marido. De donde sigue: "Y respondiendo", etc. No os admiréis de que esta mujer cite un nombre que no ha oído, puesto que el Espíritu Santo, que había mandado al Angel, se lo reveló a ella. Ni podía ignorar al precursor el que había vaticinado a Cristo. Y por esto sigue: "Y le dijeron", etc., para que se entienda que éste no es un nombre de familia, sino de profeta. También se pregunta a Zacarías por señas. Y prosigue: "Y preguntaban por señas al padre del niño", etc. Pero como la incredulidad le había quitado el oído y el habla, lo que no podía decir con la voz lo dijo con las manos y con las letras. Prosigue: "Y pidiendo una tableta, escribió, diciendo: Juan es su nombre", etc. Esto es, no somos nosotros quienes le ponemos el nombre, sino que ya lo ha recibido de Dios.
Orígenes
Zacarías significa el que se acuerda de Dios 1, Juan significa el que manifiesta a Dios 2. Además, la memoria se refiere a lo que está ausente y la demostración se refiere a lo que está presente. Por tanto Juan debía expresar, no la memoria de Dios como ausente, sino que debía señalarlo con el dedo como presente, diciendo ( Jn 1,29): "He aquí el Cordero de Dios".
San Juan Crisóstomo
Este nombre de Juan significa también gracia de Dios. Y como Isabel había concebido ese hijo por la acción de la gracia de Dios, no por la de la naturaleza, inscribieron en el nombre del niño el recuerdo de ese beneficio.
Teofilacto
Y porque el padre, mudo, concordó con su mujer acerca de este nombre del niño, sigue: "Y se maravillaron todos", etc. Ninguno había entre todos sus parientes que llevase este nombre, para que alguno pudiese decir que antes lo habrían pensado los dos.
San Gregorio Nacianceno, oratio 12
Una vez que hubo nacido San Juan, rompió el silencio de Zacarías. Y por ello sigue: "Al punto se abrió su boca". Era, pues, absurdo que cuando la voz del Verbo se dejase oír, el padre continuase mudo.
San Ambrosio
Con razón se desató en seguida su lengua, porque aquella a quien había atado la incredulidad, debía ser soltada por la fe. Creamos también nosotros, para que nuestra lengua -que está ligada con los vínculos de la incredulidad- se desate por la voz de la razón. Escribamos en el espíritu los misterios, si queremos hablar; escribamos al Precursor de Cristo, pero no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón. Pues el que nombra a Juan, vaticina a Jesucristo. Sigue, pues: "Y hablaba bendiciendo a Dios".
Beda
En sentido alegórico, la celebrada natividad de Juan es la gracia incoada del Nuevo Testamento, a la cual los vecinos y parientes querían más bien imponer el nombre de su padre que el de Juan. Porque los judíos, que estaban como unidos a él por afinidad con la observancia de la ley, querían más seguir la justicia que procedía de la ley que recibir la gracia de la fe. Pero la madre con palabras y el padre con letras procuran pronunciar el vocablo Juan -esto es, gracia de Dios-. Porque la misma ley, los salmos y los profetas, predican la gracia de Jesucristo con clarísimos oráculos. Aquel sacerdocio antiguo, con las sombras figurativas de ceremonias y sacrificios, le da también testimonio. Con razón Zacarías habla en el octavo día después de nacido su hijo; porque por medio de la resurrección del Señor, que se verificó dentro del octavo día -esto es, después del día séptimo, o sea el sábado-, se dieron a conocer los secretos del sacerdocio legal.
Notas
1. También puede decirse: Yavé se acordó de nuevo.
2. Juan: Yavé se ha compadecido.