"El que de arriba viene, sobre todos es. El que es de la tierra, terreno es y de la tierra habla. El que viene del cielo sobre todos es. Y lo que vio y oyó, eso testifica". (vv. 31-32)
Crisóstomo, In Ioannem hom., 29
Así como el gusano roe los troncos y el óxido destruye el hierro, así la vanagloria, fomentándose a sí misma, pierde al alma. Por lo tanto se necesita mucho cuidado para que destruyamos esta pasión, por lo que San Juan, respondiendo a los discípulos que tenían esta pasión, apenas con muchas razones los aplaca. Y después de lo que les había dicho antes los prepara con otras palabras diciendo: "El que de arriba viene, sobre todos es"; como diciendo: porque vosotros exageráis mi testimonio, y por él me consideráis como más digno de fe, es preciso que sepáis que el que viene del cielo es digno de más crédito que el que habita en la tierra. Y esto es lo que significa: "Sobre todos es", porque El se basta a sí mismo. Es incomparablemente mayor que los demás.
Teofilacto
Este es Jesucristo, que bajó del Padre y está sobre todos, diferenciándose de todos.
Alcuino
Vino de lo alto, esto es, de la altura de la naturaleza humana que tuvo antes del pecado del primer hombre, porque el Verbo de Dios tomó su carne humana de aquella elevación. No tomó la culpa aunque tomó la pena a ella correspondiente.
Prosigue: "El que es de la tierra, terreno es, y habla de tierra", o lo que es lo mismo, habla de cosas terrenas.
Crisóstomo, ut supra
Y en verdad que no todas las cosas que tenía eran terrenas; porque tenía un alma, y participaba del espíritu y no de la tierra. ¿Por qué dijo que era de la tierra? No quiso manifestar otra cosa, aunque en sentido misterioso, por medio de estas palabras, sino que es pequeño, como procedente de la tierra y nacido en la tierra, y de ningún modo puede compararse con Jesucristo, que ha venido de lo alto a nosotros. Y no dice: habla de la tierra, porque hablaba según su propia inteligencia, sino que dice que habla de la tierra en comparación de la doctrina de Cristo. Como diciendo: mis cosas son pequeñas y humildes comparadas con las de Jesucristo, como es conveniente tomar toda la naturaleza terrestre en comparación de Aquél en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios ( Col 2,3).
San Agustín, In Ioannem tract., 14
Respecto de lo que dice que habla de la tierra, se refería al hombre y a cuanto pertenecía a él. Y si habla algunas cosas divinas es porque está iluminado por Dios, como dice el Apóstol: "No soy yo, sino la gracia de Dios que está conmigo" ( 1Cor 15,10). Luego San Juan, en cuanto a él se refiere, es de tierra y habla de la misma. Y si algo divino habéis oído de Juan, es porque ha sido inspirado y no porque lo ha recibido.
Crisóstomo, ut supra
Una vez destruida la envidia de los discípulos, habla de Jesucristo con más amplitud, puesto que antes de ahora hubiera sido vano ocuparse de esto, porque las inteligencias de sus oyentes no le hubieran podido comprender. Por esto sigue: "El que viene del cielo", etc.
San Agustín
Esto es: Viene del Padre. De dos maneras "está sobre todos": primeramente sobre toda la humanidad, de la que procede antes de que ella pecase; y en segundo lugar según la altura del Padre, la cual comparte.
Crisóstomo, ut supra
Después que dijo grandes alabanzas y cosas muy sublimes de Jesucristo, volvió a hablar de cosas humildes, diciendo: "Y lo que vio y oyó, eso testifica". Porque hemos sabido todo esto por medio de nuestros sentidos y estimamos como dignos de fe a los que son maestros respecto de las cosas que hemos recibido por la vista y aprendido por el oído. Queriendo San Juan demostrar esto mismo de Jesucristo, dice: "Y lo que vio y oyó, eso testifica", manifestando que nada de lo que se decía de El era falso, sino todo verdadero. Como diciendo: yo necesito oír lo que El dice, porque ha venido de lo alto, anunciando las cosas que había visto y oído, esto es, lo que únicamente El conoce de una manera terminante.
Teofilacto
Cuando oigas que Jesucristo dice lo que ha oído y visto respecto del Padre, no creas que necesite saberlo por el Padre, sino que todas las cosas que conoce por naturaleza propia las tiene por el Padre, y por esto se dice que sabe en virtud del Padre todo lo que sabe. ¿Pero qué quiere decir que el Hijo ha oído del Padre? ¿Acaso ha oído el Hijo la palabra del Padre? Antes bien el Hijo es el Verbo del Padre.
San Agustín, ut supra
Cuando concibes la palabra que vas a pronunciar, quieres decir la cosa y la misma concepción de la cosa que constituye ya el verbo en tu mente. Así como tienes tú en tu mente la palabra que hablas, y ella está en ti, así Dios concibió su palabra o, lo que es lo mismo, engendró al Hijo. Por lo tanto, siendo la palabra el Hijo de Dios, el Hijo nos ha hablado, no su palabra, sino la del Padre; quiso hablarnos lo que el Verbo del Padre hablaba. San Juan explicó cómo ocurrió esto y cómo debió suceder.